Cómo Se Encarna El Patriarcado Y La Violencia De Género En Las Relaciones De Pareja

Introducción

Como seres sociales a lo largo de la historia nos hemos visto en la imperiosa necesidad de relacionarnos con nuestros pares. Formar vínculos resulta ser imprescindible en nuestro proceso de socialización. Vínculos que necesariamente abarcan diversas dimensiones de nuestro medio social, como lo son donde nos desenvolvemos diariamente y a lo largo de nuestra vida; tanto estudiantil, laboral, familiar, entre varios otros.  En este caso particular daremos énfasis a las relaciones afectivas o dícese también pololeo, noviazgo, matrimonio o cualquier otro tipo de lazo que comparten dos personas amorosamente.

Resulta importante visibilizar la violencia de género; y cómo esta se configura dentro del plano de las relaciones. Cabe destacar que este es un concepto muy amplio, el cual definiremos a grandes rasgos como la violencia que reciben las mujeres por parte de los hombres por el solo hecho de serlo, esta se puede presentar de múltiples maneras, no solamente mediante daño físico, sino también de formas mucho más sutiles y difíciles de identificar, como son los micromachismos, y como todo lo anterior es solo una pequeña parte de un todo mucho más grande e imponente como lo es el sistema patriarcal.

Desarrollo

La mujer a lo largo de la historia siempre ha sido considerada menos importante respecto a la figura del hombre, él es quien ordena, provee y por ende trae consigo estabilidad económica, mientas nosotras hemos estado ligadas a las tareas hogareñas, las cuales no son comparables en importancia a lo que ellos no entregan: “La mujer se determina y se diferencia con relación al hombre, y no este con relación a ella; la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el sujeto, él es lo Absoluto; ella es lo otro” (De Beauvoir, 18). Lo que Simone hace en esta cita es dar énfasis a la relación asimétrica histórica entre hombres y mujeres que es respaldada bajo el sistema patriarcal. 

El cual se podría definir como una organización histórica donde la mujer se ha visto subordinada bajo la figura del hombre en todo ámbito, desde los cargos de poder dentro de la política, economía, religión hasta lo más simple como puede ser la organización de la familia donde el hombre es el “cabecilla” de esta. Idea que a mi parecer sigue vigente en el mundo entero y que podemos ver claramente en muchos aspectos, en el ámbito laboral, por ejemplo, cuando las féminas ganan un sueldo inferior al de los hombres aun cuando tengan

el mismo puesto de trabajo y hagan exactamente lo mismo, o la dificultad que las mismas tienen para alcanzar cargos importantes dentro de una empresa porque muchas veces esos “cargos importantes” están reservados para “ellos”, por el solo  hecho de ser hombres, puesto que siempre se ha relacionado la figura del hombre con autoridad, poder, seguridad y estabilidad, mientras a las mujeres se nos ha calificado como individuos emocionales, y débiles, a raíz del rol maternal que está ligado exclusivamente a nosotras.

La instauración hegemónica de este concepto o más bien de este modelo de vida es la responsable de la normalización de actitudes violentas que se ven dentro de múltiples ámbitos, como el antes mencionado u otros totalmente diferentes como lo son las relaciones de pareja.

Una consecuencia del sistema patriarcal y que tiene un gran impacto en las relaciones hombre-mujer es la violencia de género, la cual definimos anteriormente como cualquier tipo de perjurio que se lleve a cabo contra una mujer por parte de algún individuo de género masculino, y que esté directamente relacionada con la desigual distribución de poder de estos dentro de la sociedad. Es importante recalcar que la violencia de género es inherente al modelo patriarcal, puesto que esta es de alguna forma la encarnación o forma de representación que tiene este dentro de las relaciones, se puede manifestar de múltiples formas, como lo es la violencia física, la cual es de alguna manera “más fácil” de identificar si lo comparamos a la psicológica.

Muchas veces esta última puede pasar desapercibida bajo el concepto de simples bromas o actitudes donde el hombre busca sacar a flote de una u otra manera la superioridad que el modelo patriarcal le ha otorgado. Un claro ejemplo de esto pueden ser las primeras citas o salidas como pareja, donde todo es color de rosa. El hombre dice que él invita la comida y no acepta un no por respuesta, situación que superficialmente se toma como un acto de caballerosidad, pero si lo analizamos un poco, está directamente relacionada con el sistema patriarcal donde el hombre es quien provee y debe de alguna forma “mantener” a la mujer. Otro claro ejemplo de micromachismo en la relación es cuando se convierten en padres y el hombre determina que es ella quien debe quedarse y criar al hijo.

Esta y miles de otras situaciones que se ven muy cotidianamente entre las parejas son los denominados micromachismos los cuales podemos definir como: “microabusos y microviolencias que procuran que el varón mantenga su propia posición de género creando una red que sutilmente atrapa a la mujer, atentando contra su autonomía personal si ella no las descubre […] y sabe contramaniobrar eficazmente” (Bonino, 4). Si bien el concepto se parece bastante a lo definido anteriormente como violencia de género, hay que hacer notar que no son lo mismo, ya que los micromachismos son una forma muy sutil de violencia, la cual puede pasar inadvertida durante años incluso debido al arraigamiento que tenemos como sociedad de la norma patriarcal.

El contexto es un factor determinante en la práctica normalizada y constante de los micromachismos, ya que como dijimos anteriormente todos estamos amparados bajo el sistema patriarcal el cual facilita de sobre manera la utilización de estas actitudes misóginas.

Conclusión

Dada la investigación previa de este ensayo pude concluir que la violencia de género no tiene solo un plano de manifestación, sino que más bien son todas aquellas ideas encarnadas en el medio social en forma de actitudes, conductas, pensamiento e ideas que de alguna forma replican y perpetúan el machismo. No obstante, debemos rescatar el gran avance introspectivo histórico desde el género y aquello que nos ha oprimido a lo largo de todos estos años. Hoy en día nuestra dinámica comunicacional habla de responsabilidad afectiva, consentimiento; conceptos que apuntan al respeto, comunicación, transparencia en el plano relacional para romper con los estereotipos impuestos desde esta relación de poder asimétrica en nuestra sociedad. Seguir tensionando aquellas dimensiones, estructuras o actitudes que de alguna forma representan al patriarcado contribuirán a formar a una sociedad más tolerante, libre, emancipadora en nuestras relaciones, fomentando de esta forma la autodeterminación y decisión. 

Todo esto será posible cuando los hombres despierten y se den cuenta de la posición favorecedora que tienen por sobre la mujer dentro de la sociedad, ya que muchos de ellos ni siquiera tienen conciencia del sistema en el cual están inmersos, ya que nacieron dentro de esta y no tuvieron forma alguna de comenzar a cuestionarse si las actitudes que tan normalizadas tenían, estaban del todo bien o no.

Bibliografía

  • De Beauvoir, S. (2013) El segundo sexo. Buenos Aires: Debolsillo.
  • Bonino, L. (1995) Micromachismos: La violencia invisible en la pareja.
14 April 2021
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