Cultura Empresarial Más Humanizada

Es esta una invitación al líder empresarial a asumir su rol de liderazgo como un llamado y a tener el coraje de usar su transformación personal para impactar positivamente su propia vida y la de las personas de su empresa y de quienes interactúan con ella; a que adopte los más altos estándares de excelencia y los inculque en su organización; a una introspección para hacer un cambio esencial que tiene que ver con su propósito trascendente, con hacer elecciones críticas sobre quién es, sobre su vida y sobre su razón de ser. Un cambio esencial a vivir según su verdad espiritual más profunda, ser sincero consigo mismo y ser coherente con sus principios y valores en todo lo que hace. Es una invitación a superar el obstáculo personal más relevante para servir al bien común en sus actividades empresariales: una vida dividida; o sea, el divorcio entre nuestra fe y nuestra práctica empresarial cotidiana.

De acuerdo con esto, Francisco nos urge a recuperar la luz de la fe cuya característica propia es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre y a reconocer los signos de Dios en las experiencias cotidianas de nuestra vida. La fe concebida no sólo como un camino, sino también como una edificación, como la preparación de un lugar en el que el hombre pueda convivir con los demás, ya que la fe ilumina también las relaciones humanas.

Entonces, ¿qué se requiere para que un líder empresarial cristiano asuma sus deberes y responsabilidades como una vocación iluminada por su fe, que le permita dignificar su quehacer empresarial? En primer lugar, debe reconocer que tanto sus talentos y habilidades empresariales, como su posición en la empresa o en su propiedad, son regalos de Dios. Y, reconociéndolos así, devolverlos a la sociedad actuando como un líder al servicio de los demás y generando capital espiritual en la empresa donde se desempeña. Esta es una cruzada para instalar –liderando con el ejemplo—una cultura organizacional en donde todos los públicos de interés –los stakeholders de la empresa—sean vistos como prójimos. Es infundir en la organización valores fundados sobre el respeto incondicional a la dignidad de cada persona, en cada una y todas las interacciones que tienen lugar dentro y desde la empresa. ¡Es transformar la tarea empresarial en una noble vocación!

 Una empresa más humana

Evangelii gaudium llama a ser audaces y creativos en la tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades. Para el líder empresarial la empresa es una de esas comunidades relevantes y, de este modo, la invitación a que todos seamos discípulos misioneros. Esto se puede interpretar como una invitación a un nuevo protagonismo, en que el sujeto considere a su empresa como uno de esos otros lugares más necesitados y a que amplíe su ámbito de acción para que se abra hacia los demás y anuncie el mensaje de Cristo como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Invita al líder empresarial a ser instrumento de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan incorporarse plenamente en la sociedad y le recuerda que el salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común. Francisco interpela directamente al líder empresarial para que cree trabajo, pero que sea un trabajo libre, creativo, participativo y solidario de modo que todos los que trabajen en sus empresas expresen y acrecienten la dignidad de su vida mediante su trabajo.

Subyace en esta síntesis la convicción de que cada líder de empresa cristiano está llamado a practicar su misión empresarial, de una forma consistente con su vocación y con el grado de influencia que sustenta en la sociedad. Y el líder empresarial –el empresario, el ejecutivo, el emprendedor, el jefe, etc.— ejerce su influencia en el mundo de la empresa, entendida como comunidad de personas, en su organización y la de los diversos equipos de trabajo que la componen, modelando la cultura organizacional subyacente. Así, el llamado es a que construya una cultura organizacional más humana en que el respeto incondicional a la dignidad se constituya en principio rector del quehacer de la empresa. De este modo cada ser humano será visto siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio. ¿En qué medida Evangelii Gaudium puede orientarnos en la construcción de esta cultura?

Francisco expresa su convencimiento de que la aplicación de los siguientes cuatro principios puede ser un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero: i) el tiempo es superior al espacio; ii) la unidad prevalece sobre el conflicto; iii) la realidad es más importante que la idea; y, iv) el todo es superior a la parte. ¿Cuál es el significado de las tensiones polares detrás de cada uno de estos principios y cómo se pueden interpretar desde la perspectiva de la empresa y de los dilemas que enfrenta un líder empresarial en el mundo real?

El tiempo es superior al espacio

Este principio se refiere a la tensión bipolar que existe entre la coyuntura del momento y el horizonte del tiempo. También a la tensión entre la voluntad de poseerlo todo y el límite que se deriva de nuestra vida en comunidad. La aplicación de este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Y darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios: el tiempo –dice Francisco—rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento.

Por una parte, el proyecto empresarial exige un comportamiento ético que posibilite a la empresa su legitimidad social y su sustentabilidad en el largo plazo. La ética, en un primer sentido, tiene por tarea mostrarnos cómo deliberar bien con el objeto de hacer buenas elecciones; pero no se trata sólo de elegir bien en un caso concreto, sino que a lo largo de la vida: el tiempo es superior al espacio. Por eso, este principio invita a la empresa a forjarse un buen carácter que le permita tomar buenas elecciones. Aquí el concepto de futuro es indispensable porque, para que la empresa se forje un carácter, necesita tiempo, precisa plantearse fines y metas a largo plazo; una visión de futuro desde donde las metas intermedias cobren su sentido.

La sociedad exige hoy a la empresa altos estándares de conducta; le exige una visión que dé cabida a una práctica de negocios más humana. Una ética que no subordine sus principios a los confines estrechos de la maximización de las utilidades de corto plazo. Y, en un mercado realmente competitivo, en donde es muy fácil caer en la tentación de subordinar la dignidad, los derechos y el crecimiento humano a la consecución de resultados económicos inmediatos, la promoción de esta ética empresarial no se consigue sin una mirada de futuro que esté más allá de las contingencias del momento.

Por otra parte, la empresa debe atender expectativas múltiples y variadas de sus distintos grupos de interés y, para que sea constructora de la paz, debe esforzarse por satisfacer las necesidades legítimas de dichos grupos. En el corto plazo, puede suceder que estas necesidades estén en conflicto irreconciliable: salario v/s utilidad; calidad v/s costos; desarrollo v/s medioambiente, etc. De esta forma, sólo es posible reconciliar los intereses de grupos diversos cuando se considera al proyecto empresarial como un proyecto de largo plazo.  

17 August 2021
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.