Cultura Juvenil: La Manipulación Ideológica en la Juventud Contemporánea

La Manipulación ideológica en la juventud contemporánea

Como una de las tres formas de no-libertad propuestas por Bobbio, la manipulación ideológica es una crítica a la sociedad capitalista, la cual, a causa del frenesí productivo espurio, ha privado al hombre de una de sus libertades, en este caso, de pensar por sí mismo, de cuestionarse y cuestionar su entorno. Esta manipulación asienta su dominio en la cultura, a través de los medios de comunicación de masas. Por este motivo, para indagar sobre la magnitud de su impacto, se tomará el momento histórico actual que ha sido marcado por la revolución cultural dada a mediados de la tercera parte del siglo XX, con base en lo propuesto por los textos Revolución Cultural, de Hobsbawm; el extracto y los comentarios de Ernesto García del texto La Función Social de la Filosofía, de Horkheimer; y el Control de los Medios de Comunicación, de Noam Chomsky.

Bajo este contexto se tiene, en un primer momento, al siglo XXI definido por las repercusiones provenientes de los diversos cambios ocurridos a finales del siglo pasado, llamados por Hobsbawm como la revolución cultural, siendo uno de los principales efectos y el factor más relevante hacia lo aquí desarrollado como el posicionamiento de la cultura juvenil, grupo social consciente e independiente, junto con el protagonismo y liderazgo que adapta en la sociedad, comenzando a ser, entre tantas cosas, promotores importantes del desarrollo. Al ser ellos el eje central de las tendencias y gustos en el auge económico de la sociedad contemporánea, se convierten en la mayor influencia y enfoque de los medios de comunicación.

¿Qué sucede en una sociedad en la cual los jóvenes son los más afectados por la manipulación ideológica?

Partiendo de las premisas utilizadas en la introducción, no es adecuado establecer un contexto histórico sin antes hacer una aclaración pertinente, pues la manipulación ideológica no posee un punto de partida ubicado en un momento de la historia de la humanidad, ya que realmente siempre ha existido; por ejemplo, en el adoctrinamiento religioso de hace unos siglos. Incluso es posible hablar de raíces de la manipulación ideológica ubicadas en los remotos tiempos de la invención de la imprenta, que pretendía facilitar y simplificar el arte de la escritura, convirtiéndose algunos siglos después en los diarios y periódicos que circulan por todo el mundo. Sin embargo, ni una doctrina ni un invento revolucionario han sido suficientes para lograr lo que la tecnología y su influencia en los medios de comunicación han conseguido en el último siglo, y más específicamente en las dos últimas décadas, pues con el triunfo total del capitalismo sobre el socialismo, la humanidad se ha sometido al comercio masivo y sistematizado, casi cualquier persona puede acceder a la tecnología digital, radio, prensa escrita y en general a la red para saber lo que pasa tanto en su lugar de residencia, como al otro lado del mundo, y todo este mass media representa un poderoso recurso social, pero a la vez una implacable amenaza directa a la cultura, el criterio y las propias habilidades cognitivas del hombre.

Sólo basta con mirar algunas décadas atrás para encontrar las manifestaciones más evidentes de la revolución cultural. La humanidad sufrió una importante transformación ideológica; pasaron a estar permitidas cosas que hasta entonces habían estado prohibidas, no sólo por la ley o la religión, sino también por la moral consuetudinaria, las convenciones y el qué dirán. Toda revolución ciudadana trae consigo una revolución cultural, y esto fue exactamente lo que estaba sucediendo en el mundo; una gran cantidad de actos simbólicos, donde incluso podría entrar la caída de la URSS con el muro de Berlín y gran cantidad de manifestaciones que, formando parte de la libertad de expresión y de la imposición de nuevos estilos de vida, se evidenciaron como cambios radicales, oponiéndose a pensamientos y políticas conservadoras.

Algunas de estas manifestaciones culturales revolucionarias fueron la descentralización del núcleo familiar (cónyuges con hijos) y la “relajación sexual” (legalización de homosexualidad, divorcio, aborto), junto con las transformaciones a las que se sometieron los jóvenes, como se mencionaba en la introducción, que, según Hobsbawm, comenzaron desde el concepto de iconoclasia, que se evidenció en la destrucción de sus propios íconos religiosos, políticos y simbólicos para irrumpir con ideas creativas en contra de los antiguos dogmas; y el populismo, que hace referencia al rechazo de partidos políticos tradicionales por medio de discursos y enfrentamientos con las clases dominantes. La repercusión que tuvo, entonces, el asentamiento de los jóvenes como un grupo social consciente e independiente tiene una triple vertiente; la internacionalización, dónde se acentuó la hegemonía occidental en términos de entretención de contenido cultural propio, como el cine o la música rock (se esparcía por el mundo tal cual es hecho; sin traducir, sin acomodarlo a otras culturas). En segunda instancia, se hace un cambio de posicionamiento respecto a, digamos, las generaciones, por el hecho de que ante el rápido desarrollo proporcionado por la tecnología, las generaciones mayores, antaño las más veneradas, se empiezan a quedar atrás por su limitada capacidad de adaptación y dominio, tomando finalmente su lugar los jóvenes, quienes sí tienen estas aptitudes, principalmente porque son los que las promueven. Y por último, casi por consecuencia de estos dos aspectos, está el aspecto más fundamental y abarcador de todos; los jóvenes dominan las economías desarrolladoras del mercado; tienen el dominio económico, tecnológico y por tanto social. Es importante hacer énfasis en este último aspecto; tener un dominio social lleva consigo responsabilidades importantes respecto al manejo que se le da a la población.

Sin embargo, los jóvenes en su ejercicio de dicho dominio no toman parte de esa nueva responsabilidad. Lo que hacen es comenzar a racionalizar todo a su beneficio, no sólo a través de las industrias y los medios de transporte, sino también del arte; la reproducción de este deja de tener como objetivo la armonía con alguna idea del artista, sino con las opiniones del gran público. Tomando lugar así la complacencia de las masas, no sólo respecto al arte sino en toda costumbre o hábito en general, donde la población siempre está pidiendo algo distinto. Ningún dominio de la industria tiene una estabilidad total.

No obstante, a pesar de querer perfeccionar todo y pedir más, el modo de pensar y actuar de los hombres no ha progresado tanto como pudiera creerse. Por el contrario, se han vuelto más mecánicos que nunca, pues el progreso y la industria se han convertido en el origen de la manipulación ideológica, reemplazando incluso la razón que es “inherente” al hombre. Se les venden cosas ya hechas y razonadas, para que sólo tengan que pensar en divertirse. Pasan a conformar “rebaños desconcentrados”, que es el nombre dado por Chomsky a aquellas masas de individuos que no deben hacer trabajar su cerebro ni verse turbados, no tienen la necesidad de exigir, pues todo se les dispone.

Es evidente, pues, que una sociedad entera no puede estar completamente resignada a las decisiones que le competen, pues simplemente dejaría de funcionar. Debe existir, pues, por lo menos un grupo reducido de personas que se hagan cargo, bien o mal, del destino de dichas masas. Y es aquí donde aparece el término “élite” propuesto por Chomsky, que hace referencia a esa minoría que se desprende y domina el rebaño desconcertado; son la clase “privilegiada” que, por ser sus gustos y ambiciones diferentes a las del resto de las masas (inmersas totalmente en el ideal capitalista, o sea tan indolentes como sumisas estas), logran la creación de un medio por el cual ejercen su dominio y llevan a cabo dichas ambiciones a por medio de este. Ambos, (élites y masas) pertenecen al mismo eje, que se sostiene sobre la incapacidad humana de utilizar las habilidades cognitivas para combatir la ignorancia, aspecto que ubica a todo individuo consumidor en el punto más bajo y vulnerable de este fenómeno representado por las élites dominantes y las masas sumisas, o, retomando la metáfora, pastores indiferentes y rebaños desconcertados.

Siendo entonces la principal característica de esta nueva masa la tendencia de convertirse en espectadores de su propio futuro y no participantes activos de ella, el poder de decisión que el “rebaño” cede se posa en las manos de unos pocos, dominantes de las industrias y el progreso, haciéndose de más poder de autoridad sobre dichas masas.

En este punto se hace claro el hecho de que las industrias, para beneficio de su sometimiento ideológico, les interesa mantener la población “desconcentrada”, pero cabe hacerse la pregunta; ¿qué ocurriría entonces en un contexto donde la población tenga una actitud más briosa respecto a su destino? Chomsky relata un caso de una situación parecida; en 1935, gracias al eficiente sistema democrático del momento, los trabajadores empezaron a conseguir victorias en el terreno legislativo, resultando contraproducente en los planes de las grandes industrias, pues entre otras cosas, les daba al pueblo la oportunidad de organizarse mejor y resultar más sólidos frente a la interpretación de manipulación externa a sus propios propósitos. Y es por tanto que a las industrias les beneficia más una población adormecida y desarticulada, que sea, por decirlo de algún modo, fácil de manipular.

Conclusión

En base a esto, retomando la premisa de la introducción y, a modo de conclusión inicial, es importante mencionar nuevamente que los jóvenes son ahora los que encabezan la sociedad, y que dicho posicionamiento pone sobre ellos, naturalmente, responsabilidades de diversa índole. Sin embargo, retomando la frase que desarrollamos; “Las masas se convierten en espectadores de su propio futuro y no participantes activos de ella”, nos damos cuenta de que tampoco es la totalidad de la juventud la que se hace del poder posicionándose arriba, sino un grupo reducido de personas, las élites del poder mundial tienen más control del que podemos llegar a medir o cuantificar y el restringido derecho de “libertad de prensa”, nunca ha sido suficiente para desenmascarar las verdaderas causas y los auténticos causantes.

Referencias

  1. N. Bobbio, Libertad e Igualdad. España: Paidos Ibérica, 1993.
  2. E. Hobsbawm, Historia del siglo XX. Inglaterra, Estados Unidos: Penguin Group, Vintage Books, 1994, capítulo XI: La revolución cultural.
  3. N. Chomsky, El control de los medios de comunicación.
  4. https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/revolucion-cultural
  5. http://dle.rae.es/?w=diccionario
  6. https://es.wikipedia.org/wiki/Wikipedia
27 April 2022
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