Edward Snowden y la Privacidad de Datos en la Era Digital

“La privacidad no es una opción, y no debería ser el precio que aceptamos solo por acceder a Internet.”- Gary Kovacs. Vivimos en la era de la interconexión, todo esta comunicado sin que las barreras físicas sean una limitante. Hemos evolucionado a vivir en una realidad física-virtual y nuestras posibilidades se han abierto como nunca antes: es posible comunicarnos con personas que se encuentran en otros continentes, y acceder a información sobre cualquier tema con tan solo una búsqueda en internet. Lo queramos o no, todo el tiempo estamos generando e intercambiando información. Por una parte, todas nuestras actividades son constantemente monitoreadas para convertirse en analíticos. Se puede obtener información sobre las rutas, patrones de consumos, salud e interacciones sociales de cada uno de nosotros. Además, existe la cultura de compartir ,a través de redes sociales, todas las experiencias. Pareciera que lo que no se comparte a través de una foto o un video, nunca sucedió. La privacidad ya no existe… nuestros espacios más íntimos son transgredidos, sin que ni siquiera nos demos cuenta. 

Edward Snowden logró poner la atención en el tema en el 2013. Se encargó de revelar el espionaje del gobierno estadounidense hacia ciudadanos en todo el mundo. Demostrando que más allá del justificado espionaje contra el terrorismo, existía un espionaje político e industrial. Varias naciones reaccionaron creando regulaciones que defendieran los derechos de protección de datos de sus ciudadanos, como es el caso de la Unión Europea con el GDPR. Las principales empresas  de internet y telecomunicaciones cambiaron sus políticas de privacidad e implementaron barreras tecnológicas como la encriptación. Pero a pesar de la conmoción que causo Snowden, el espionaje masivo se siguió llevando a cabo. En el caso especifico de Latino América, en 2015, se descubrió que la empresa italiana Hacking Team realizo operaciones de espionaje estatal en países como México, Honduras, Panamá́, Colombia, Ecuador, Brasil y Chile. Todo se dejo pasar, hasta que se destapo el escandalo de la manipulación de las  elecciones en Estados Unidos por la empresa Cambridge Analytica; a través de Facebook. La táctica consistió en lanzar una aplicación, que succionaba la toda la información del usuario y su red de contactos, sin consentimiento alguno. La información del perfil, preferencias y opiniones se usaba para crear contenido personalizado que relacionara sus opiniones personales con el candidato (Donald Trump).

 Una vez más, el tema es foco de atención y se plantea la necesidad de regular con mucho más rigor la industria digital. Pero si las leyes son manipuladas una y otra vez para satisfacer los intereses de algunos ¿no terminan por resultar insuficientes? Considero que la respuesta no se basa solo en los sistemas, sino en quienes actúan dentro de ellos. Determinar si una acción es ética o no, y entrever sus posibles consecuencias es algo que solo se puede dar en los seres humanos. A través de la historia, se han visto cientos de casos en el que los sistemas parecieran funcionar perfectamente en la teoría, pero en la práctica suceden atrocidades. Un ejemplo de esto, es lo que ocurrió con la crisis inmobiliaria del 2007. En donde se ha demostrado que las decisiones inconsideradas de aquellos que se encontraban en el poder, desembocaron en una crisis económica que despojo a miles de personas de sus casas. Al momento de la crisis, se le dio más importancia a la recuperación de las grandes corporaciones financieras (otorgándoles dinero del tesoro estadounidense) que al apoyo de todas esas personas que se encontraban en bancarrota; y todo ocurrió bajo un marco legalidad.Es claro que las regulaciones establecen guías de comportamiento y mecanismos para evitar el abuso del poder. Pero al final, los sucesos se determinan por las decisiones las personas desde su posición de poder. 

En primera instancia, se pensaría que una posición de poder se refiere solo a personas que están en el liderazgo. Aquellos que se encuentran en las altas esferas, donde la repercusión de las decisiones tiene impacto sobre aspectos que ni siquiera se imaginan. Resultaría esencial, que las personas en el liderazgo tengan una conciencia profunda sobre el alcance de sus acciones; y un sentimiento de responsabilidad por la comunidad que les rodea, que prevalezca sobre más allá de los intereses individuales. Pero la realidad no siempre es así, por lo que debemos exigir que se involucren a los diferentes agentes de la sociedad en la toma de decisiones y no caer en discursos complacientes, en donde se prometa la resolución de todos los problemas sin que exista un participación activa por parte de la sociedad civil. “La privacidad no se trata de algo que ocultar. La privacidad se trata de algo para proteger. Y eso es lo que eres. Eso es en lo que crees. Eso es en lo que quieres llegar a ser. La privacidad es el derecho a uno mismo. La privacidad es lo que te da la capacidad de compartir con el mundo quién eres en tus propios términos’.-Edward Snowden

En el caso especifico del intercambio de datos, si la sociedad los crea ¿no es ella quien tiene poder y responsabilidad sobre ellos? ¿Y no son los individuos que la conforman los primeros que debe de ser consultado para dar su autorización sobre el uso de esta información?. Cada dato transmitido es una pieza de información que representa poder; y los ciudadanos como los generadores de esa información son a quienes se les debe atribuir ese poder. Snowden tiene un gran punto, al afirmar, que la única manera en la que verdaderamente se respete la privacidad de datos; es que los ciudadanos se empeñen en crear sus propios sistemas de defensa contra el espionaje tecnológico. Ya que solo así, se creara un balance de fuerzas que obligue a los gobiernos e industrias a respetar la privacidad. Evitar los abusos y lograr una transformación, depende de que exista una participación activa por parte de la sociedad. En donde se desarrolle la conciencia sobre los derechos digitales fundamentales: el acceso a la información, el consentimiento para el acceso a datos privados y se consulte sobre como y para que se van a usar la información de los individuos. A la vez, cada persona se debe de responsabilizar por la información que publica o envía, y dejar lo que es absolutamente privado… en privado. 

Al final, el concepto monitoreo y análisis de datos no es necesariamente malo; y puede servir para crear beneficios dentro de las comunidades. Algunos ejemplos consisten en mejorar la movilidad; responder más rápido a emergencias y mejorar la calidad del suministro de servicios en una ciudad. Es necesaria la creación de una conciencia colectiva, para entender la paradoja de peligro y beneficio que representa la era digital. Es nuestro deber como sociedad, elegir líderes que valoren la privacidad de los individuos. Y buscar los mecanismos de información y participación ciudadana para encaminar las decisiones, la política pública y el desarrollo de las tecnologías a la creación de valor compartido. Así como, lograr establecer definiciones claras del límite entre aquello que significa salvaguardar la seguridad y aquellos que es espionaje ciudadano. Todo esto, solo es posible si los ciudadanos participan y dejan de ser agentes pasivos, ante un fenómeno en el que todos estamos inevitablemente involucrados. 

24 May 2022
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