El Divorcio y Sus Efectos en Niños y Adolescentes

El círculo familiar cercano del niño, y especialmente de los padres, constituye un contexto importante en el que se determina el interés superior del niño. Después de todo, además del propio niño, se entiende que los padres tienen la mejor visión de lo que es mejor para su hijo. A pesar de esta conexión implícita entre las actividades de los niños y sus familias, en algunas ocasiones sus intereses entran en conflicto entre sí. A partir del análisis del contenido, cuatro ejemplos particulares de conflictos entre los intereses de los niños y los de sus padres son: la custodia de los hijos en casos de divorcio, las decisiones relativas a la colocación o el regreso del niño al cuidado, los niños cuyos padres están encarcelados y la autoridad de los padres en las decisiones relativas a la salud infantil.

El divorcio de los padres y sus efectos en los niños y adolescentes ha sido objeto de extensa investigación debido a su importante relevancia y ramificaciones en la política, la cultura y la sociedad. Lo que indica un impacto negativo significativo en su bienestar psicológico. Muchas de estas consultas, sin embargo, no han podido reconocer la incorporación de familias en contextos sociales complejos, que indirectamente dan forma a las personas y moderan el impacto de los eventos de la vida. El estatus socioeconómico y otras características de la comunidad pueden proporcionar una visión más profunda de la relación entre el divorcio de los padres y el bienestar psicológico de los menores.

Ha habido un aumento en el divorcio y se estima que muchos más niños vivirán en hogares con solo uno de los padres en algún momento durante su infancia, muchos de ellos debido al divorcio. Siguiendo a este aumento en las tasas de divorcio, se desarrollaron investigaciones sobre los efectos en padres, niños y adolescentes. El divorcio es un evento de vida potencialmente estresante y perjudicial para los niños y adultos por igual. Amato (1999) revela que, a través del meta-análisis surgió una imagen acumulativa de evidencia que sugiere claramente que el divorcio de los padres está asociado con un menor bienestar entre los niños y adolescentes pero que aún no están claros los mecanismos que generan este impacto negativo.

El contexto social de una persona tiene un impacto significativo en el curso de su vida y su perspectiva. El contexto social involucra normas sociales, culturales, y ambientales en comunidad inmediata. Cuando examinamos el contexto social que rodea a los adolescentes, es posible que aquellos que experimentan un divorcio se vean menos afectados cuando viven en comunidades donde es común y, en consecuencia, socialmente aceptable. De esta manera, las percepciones sociales del divorcio pueden determinar parcialmente el impacto de un divorcio en el bienestar psicológico.

Elder (1998) señala que cada individuo pasa por un proceso de adaptación durante toda su vida, influenciado por factores ambientales y sociales. Mientras que los individuos configuran su curso de vida a través de decisiones e iniciativas personales, las personas siempre están limitadas por fuerzas y limitaciones externas. Este efecto contextual puede ejercer la mayor influencia durante los años de formación de un menor. En términos de desarrollo infantil, los eventos familiares, como el nacimiento de un hermano o el divorcio de los padres, ejercen influencia en la dirección de la vida de un niño. Otros factores sociales y culturales influyen; como el estatus socioeconómico y la etnicidad. Las restricciones sociales y las influencias ambientales determinan el contexto social. Si bien todos tienen un curso de vida y circunstancias diferentes, hay varias etapas de desarrollo bien identificadas. Durante estos diferentes períodos de una vida típica, incluidos en el esquema más simple la dependencia inicial, la infancia, la adolescencia, la edad adulta y la vejez, hay muchos procesos y pasos socialmente esperados.

Mientras que muchos estudios han examinado el impacto de la separación o divorcio de los padres en los niños pequeños, Storksen, Thorsen, Overland, y Brown (2012) definen que los niños que experimentaban la separación o el divorcio de sus padres se encuentran más ansiosos por su familia, están más angustiados y muestran más sentimientos de enojo en comparación con los niños de familias intactas.

Elder (1998) señala que la sociedad tiene un conjunto normativo esperado de etapas que los individuos atraviesan durante el curso de su vida, como ir a la escuela, la universidad, trabajar, casarse, tener hijos o al retirarse. Hay un momento socialmente apropiado para ingresar a la escuela, salir de casa, casarse, tener hijos y retirarse de la fuerza laborar. Las personas tienden a tener una idea de si llegan a tiempo, tarde o temprano en relación con las principales transiciones de la vida. Sin embargo, existe un grado de variabilidad por clase y raza. La desviación individual de este horario de vida anticipado puede tener consecuencias sociales. Por ejemplo, hay un acuerdo general entre hombres y mujeres sobre la edad apropiada para que las mujeres se casen. Casarse antes o después de este período está asociado con sanciones y presiones sociales informales.

Elder (1998) también indica que, estas expectativas se ajustan a medida que la sociedad cambia. El año de nacimiento de un individuo o su entrada en una fase de vida lo sitúa en un contexto histórico relacionado con los cambios sociales. Estos grupos de individuos con una experiencia común se denominan cohorte. Diferentes cohortes desarrollan diferentes experiencias de vida y expectativas derivadas de su período y circunstancias históricas personales. Como resultado, el tiempo de los eventos de la vida y las expectativas de las normas del curso de vida pueden ser diferentes para diferentes personas a lo largo del tiempo. Otro ejemplo del período de tiempo y de la cohorte que afecta las expectativas del curso de vida es la creciente prominencia y aceptación de las mujeres en el mundo profesional. Como resultado, la edad media para contraer matrimonio ha ido aumentando lentamente. Se esperaba que las parejas se casaran mucho antes durante la primera mitad del siglo XX, ahora tienden a casarse más tarde en la vida después de comenzar su carrera.

Ya hay una amplia investigación sobre los efectos directos del divorcio en los niños y adolescentes. El divorcio de los padres es un acontecimiento potencialmente trágico que causa trastornos y trastornos en la vida de los niños. Hoyt (1990), indica que el divorcio de los padres, en la mayoría de los casos, causa una variedad de problemas emocionales y de comportamiento en niños y adolescentes. Esto puede atribuirse en parte al hecho de que el final del matrimonio se asocia con resultados negativos en la calidad del entorno familiar de los niños como resultado de los cambios en la forma en que los niños y los padres interactúan entre sí. Las investigaciones han demostrado que el comportamiento antisocial aumenta significativamente en los hogares de padres solteros. Los adolescentes que viven en hogares de divorcio son más propensos a actuar de manera antisocial, a mostrar agresividad hacia la autoridad, a participar en actividades sexuales y a tener dificultades para interactuar con sus compañeros. Estos tipos de comportamiento han demostrado ser más frecuentes dentro de las familias divorciadas. Es difícil decir cuál es la causa directa de estos comportamientos antisociales, pero los científicos sociales especulan que son en parte el resultado de la disminución de la interacción entre padres e hijos. Se ha demostrado que la participación de los padres, la supervisión y el apoyo general a sus hijos a menudo disminuye dentro de los hogares solteros y divorciados. Como resultado, los niños experimentan el divorcio pueden mostrar un aumento en la tardanza y el ausentismo y el rendimiento académico probablemente disminuya.

Jasinski (2003) señala que, en términos de salud mental y bienestar, los estudios de casos y otros análisis han mostrado un aumento de la depresión y la ansiedad en los niños divorciados. Tanto los profesores como los padres consideran que los niños de hogares divorciados se distinguen más deprimidos y ansiosos que sus homólogos de hogares intactos. Los sentimientos de inseguridad y baja autoestima también están presentes en los niños después del divorcio. En promedio, el bienestar psicológico de los niños de familias felizmente casadas es ligeramente superior al de los niños de familias divorciadas. Además de estos efectos psicológicos a corto plazo, numerosos estudios han demostrado que también existen efectos a largo plazo.

Amato (1993) indica que un número significativo de niños de familias divorciadas están emocionalmente bien adaptados y no tienen déficits psicológicos a largo plazo. Las diferencias en el bienestar entre las familias divorciadas y no divorciadas, aunque significativas, no son realmente tan grandes. Esto se debe al hecho de que existe una gran variabilidad en la reacción emocional de los niños al divorcio debido a factores internos. Por ejemplo, hay diferencias documentadas de género en la respuesta de los niños al estrés del divorcio, indicando específicamente que los niños tienen más probabilidades de experimentar resultados conductuales mientras que las niñas tienen más probabilidades de experimentar resultados psicológicos. Sin embargo, en última instancia existe un cierto grado de consenso en cuanto a que el divorcio en sí mismo tiene un impacto negativo en los niños, incluso si es en promedio pequeño.

El proceso no contencioso en la separación no convencional y divorcio ulterior. Hinostroza Mínguez (2005) señala que este tipo de proceso es solicitado en una sede judicial o notarial y en teoría no existe un demandante o demandado requerido para iniciar el proceso. Carnelutti (1944) y Muro Rojo y Rebaza Gonzales (2003) en cambio, consideran a este proceso como aquel en ausencia de litis

Por otro lado, Martín (2002) sostiene que lay sostiene que, el juez es quien ejerce una jurisdicción voluntaria sin algún conocimiento de causa entre las partes y que la naturaleza propia del caso no es contenciosa. Morón Urbina, (2011) señala que la jurisdicción voluntaria no admite la contradicción de las partes por ser intrínseca a los interesados.

Por último, Hinostroza Mínguez (2011) cita a Fix Zamudio que considera a este tipo de jurisdicción un conjunto de procedimientos con beneficio y trascendencia social y que se mantendrá siempre y cuando no se alteren las condiciones en las que surgió.

Es posible concluir que en este proceso no existen dualidades ni controversias entre los interesados, pues se trata de acciones ante jueces, que buscan pronunciarse ante resoluciones especias a dictarse en los tribunales. Además, no se presentan confrontaciones y su no hay litis no existen contendientes o contrariedades.

Sin embargo, el Código Civil establece en el inciso 13 del artículo 333 como condición el paso de dos años de matrimonio. Granda, Rodriguez, y Cardenas (1992) aprecian la idea del tiempo de dos años como un tiempo prudente para la toma de una decisión de separación.

Antes de hablar de una separación convencional, Plácido Vilcachagua (2007) sugiere clarificar la separación de cuerpos, la cual es la interrupción de la vida conyugal por una decisión de carácter judicial. Este estado de separación también es conocido como separación personal y puede darse bajo pruebas en las que alguno de los conyugues haya cometido un delito.

En cuestión a la separación convencional, esta concierne los causales que están señalados en el artículo 333 del Código Civil y permite que la pareja matrimonial se separe, haciendo imposible alguna imputación recíproca para adquirir una sentencia final.

Ledesma Narváez (2008) ha cuestionado siempre el rol del Ministerio Público como parte en un proceso de separación convencional ya que este no ha participado en la realización del acto matrimonial. Este cuestionamiento se halla en el artículo 1 de la Ley Orgánica del Ministerio Público. El Código Procesal Civil, en su artículo 574 aclara que dicha participación solo se dará cuando existan hijos menores o incapaces. Otra posible intervención se daría si uno de los conyugues se encuentra en desventaja dentro del pacto o convenios establecidos.

30 August 2022
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