El Hombre Derrotado Y Sus Añoranzas Por Tiempos

Se cree que “El Viejo y el Mar” de Ernest Hemingway es una novela que retrata la condición del ser humano y su perseverancia ante la adversidad, sin embargo muchas veces se deja de lado el tratamiento de los personajes dentro de la historia como personajes propios de su entorno. Publicada en 1952, esta novela cuenta la lucha de Santiago, pasando por distintas etapas de lo que se podría considerar su “viaje” dentro de la historia. En un comienzo se introduce su personaje como un pescador en Cuba que lleva 84 días sin éxito en la pesca. A medida que se va detallando su entorno, desde la relación que sostiene con Manolín, un joven con el cual solía pescar cuando este era niño, hasta su solitaria rutina en el puerto.

Es posible entender a Santiago, desde la primera parte de la novela, como un hombre derrotado por la vida, a quien ya no le queda nada porque luchar, y que simplemente cumple con su rutina. Hemingway nos presenta este ambiente a través de la descripción de este con su lenguaje reminiscente de la ola del vanguardismo, plagado de metáforas y otros elementos. “Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.” (Hemingway, 1989:3) Cuando se presenta esta frase en la novela el autor está introduciendo la imagen del personaje, y con esto se visualiza a este como alguien que vive por la pesca. Sin embargo, esto yuxtapone con la cita con la que inicia la novela; “Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro días que no cogía un pez” (Hemingway, 1989: 3). Existe entonces esta lucha consigo mismo por parte de Santiago, de alguien cuyos ojos reflejaban el color del mar, y que aun así se había visto traicionado por él en cierta forma.

Ya en las primeras páginas de la novela, Hemingway presenta muchos elementos con tal de recrear esta visión de conflicto. Para Santiago constataba una lucha su rutina, y he aquí que entran los elementos que evidencian él añoró a años pasados. Existe la figura de Manolín, cuya imagen representa un reflejo de lo que alguna vez fue el viejo, dado que este se presenta lleno de energías y entusiasmo por la pesca. También representa una esperanza, el joven es quien motiva a Santiago a seguir adelante, e incluso lo ayuda a preparar su bote, y le trae comida de La Terraza. Este último punto hace una relación con la relevancia de este personaje para el tema que se está trabajando. La Terraza era el lugar al que ambos solían ir, cuando pasaban tiempo juntos, y es ahí donde crearon distintos recuerdos que ayudan a Santiago a escapar de su situación. Este añora esos tiempos y ve reflejada su felicidad en ellos.

Otro elemento que se presenta al inicio de la novela es el de los leones, un sueño recurrente en el presente de Santiago. “No soñaba ya con tormentas ni con mujeres […] Sólo soñaba ya con lugares y con los leones en la playa” (Hemingway, 1989: 12), a través de esto se presenta como lo que el viejo anhela no recae en tiempos cercanos, cuando este se encontraba energético y motivado, sino en un tiempo mucho más lejano. Esto demuestra que el personaje no quiere volver a sus tiempos de grandeza, sino que añora con el fin, ya que los tiempos con los que sueña ya no son posibles. El viejo sigue una rutina esperando que todo termine en un momento. Esto se evidencia mucho más mediante su travesía. Cuando en medio de luchar con los distintos tiburones, este tiene sueños interrumpidos relacionados con estos y al ambiente de África.

El viejo se impulsa de este deseo, ya que sabe que si logra llegar a la playa con el pez podrá descansar, sabiendo que se ha logrado superar y no tiene nada más que probar. Los leones se manifiestan la felicidad de esos tiempos pasados, como un paralelo al descanso que este obtendrá una vez terminado todo. Este escape que busca Santiago, también funciona en pos de la soledad que este siente como individuo. Se debe de entender este sentimiento, no como el acto de estar solo, sino de sentir que no se puede conectar con la gente que lo rodea. Teniendo un puerto lleno de gente, se crea este ambiente sórdido en el que todos presentan un mismo sentimiento. Aun cuando todos comparten este amor por la pesca, ninguno logra establecer una conexión, se presenta el oficio de un pescador en altamar como uno muy sombrío; “Miró por sobre el mar y se dio cuenta de cuán solo se encontraba. […] vio una bandada de patos salvajes que se proyectaban contra el cielo sobre el agua […] y se dio cuenta de que nadie está jamás solo en el mar” (Hemingway, 1989: 31). En esta cita se ve como el viejo admite que uno pareciera nunca estar solo en el mar, sin embargo aun rodeado de distintas criaturas y fenómenos, él se siente solo”

El viaje que el viejo emprende funciona, en cierta manera, como un punto de transición. Se presenta a un hombre derrotado por la vida, pero que sigue pescando e intentando redimirse, buscando algo que le restaure un propósito. Y a través de eso este hace una reflexión sobre su vida. Una vez alcanzada su redención este puede dejar de lado sus preocupaciones. Es por eso que surge el espíritu de perseverancia, con base en las complicaciones que el viaje termina presentando. Santiago lucha con cada uno de los tiburones, incluso llegando a usar sus propias manos para hacerlo. Come lo que queda de carnada con tal de tener fuerzas, atraviesa el dolor de mantener el pescado con el sedal, aun cuando duerme. Y es que al lograrlo se concluye el sentimiento de perseverancia, y se da al descanso.

“El viento es nuestro amigo, de todos modos -pensó-. Luego añadió: A veces. Y el gran mar con nuestros amigos y enemigos. Y la cama -pensó- La cama es mi amiga y nada más -pensó-. La cama será una gran cosa. No es tan mala la derrota -pensó-. Jamás pensé que fuera tan fácil. ¿Y qué es lo que te ha derrotado, viejo?, pensó.” (Hemingway, 1989: 65). Esta cita se presenta ya hacia el final, y encapsula todo lo ya analizado anteriormente. El viejo ha logrado dar cierre a esta etapa de su vida, y no se produce una despedida llena de tristeza o felicidad, sino una indiferente. Pescar es algo que el viejo hacía porque era su deber, su pasión ya se había agotado hace tiempo. Cuando esta concluye con su travesía, Santiago no mirá hacia atrás en busca de un escape, pero en vez anticipa el merecido descanso que obtendrá una vez en el puerto. No le da importancia a su derrota, ni que esta haya provenido de la pesca, tampoco le importa lo que pensarán los demás; el viejo es libre.

La novela termina con “Allá arriba, junto al camino, en su cabaña, el viejo dormía nuevamente. Todavía dormía de bruces y el muchacho estaba sentado a su lado contemplándolo. El viejo soñaba con los leones marinos.” (Hemingway, 1989: 69). Santiago ha finalizado con su labor, y en su sueño visualiza su vida entera, desde los leones en África, hasta el mar, en estos siendo leones marinos. Manolín también se encuentra en este escenario, acompañando al viejo en su descanso, debido a que es un elemento importante en el proceso de esta historia. Al presentarlo a un lado, se evidencia que ya no existe como un pasaje hacía años mejores, sino un personaje que acompañó al viejo en el desarrollo de sus últimos años como una motivación, y ahora que este está finalmente en paz puede contemplar a su lado la conclusión de su lucha. Santiago ya no añora el pasado, sino que lo acepta.

05 Jun 2021
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