Evangelio de Marcos: Comentarios de los Versículos 7: 24-30 Sobre la Mujer Sirofenicia

La Mujer Sirofenicia

Sí, Jesús se refirió a una mujer griega y su hija como perros. Originalmente la palabra se refiere a un perro como mascota o como ‘cachorro’, pero como sea las llamó perros. Entonces, ¿qué es lo que sucede? ¿Por qué Jesús anda tan grosero?  Marcos agrega que Jesús ‘no quiere que nadie sepa’ dónde anda. Él necesitaba estar a solas, pero fue imposible. Pronto se corrió la voz de que estaba en la ciudad y una mujer desesperada se dirigió a la casa donde estaba escondido.

Marcos nos dice que la mujer entra en la casa y se arroja a los pies de Jesús, rogando y suplicando que su niña sea libre de un mal espíritu, un espíritu inmundo, un demonio.  Uno, conociendo a Jesús podría pensar, de seguro él va a tener compasión de ella y la va a sanar al instante. Sin embargo, Jesús parece implicar que su hija va a tener que esperar… y lo peor fue que refiere a ella como ‘perro.’ Francamente, pocos de nosotros podríamos comprender dicha declaración. De hecho, cuando se pone en el contexto histórico y la situación tan compleja entre Jesús y la mujer, entonces tiene mucho de sentido; de hecho, y sin duda, Jesús lo hizo con el propósito de poner a prueba su fe en él, en Dios. En primer lugar, Marcos nos dice que una ‘mujer’ se acercó a Jesús. En el mundo antiguo era muy raro y poco natural para una mujer acercarse a un hombre, sobre todo a un rabino. Las mujeres iban a ser vistas, pero no escuchadas. Eran tratadas como un objeto. Ella no era cualquier mujer, era griega, y por lo tanto, era gentil. Durante siglos, los judíos y los Gentiles habían peleado entre sí y, literalmente, se odiaban mutuamente. Para los judíos, un gentil no era más que un perro sarnoso callejero. Cuando Jesús usó la palabra ‘perro’ sabía que ella exactamente lo que estaba diciendo, además probablemente ellos sentían lo mismo hacia él. La relación entre esta mujer y nuestro Señor tenía muchas barreras humanas. 1) Estaba la diferencia entre un hombre y una mujer, 2) un judío y un gentil, 3) un griego y un galileo, 4) los pobres y los poderosos, y por si fuera poco el hecho de que su hija no estaba enferma, sino poseída por el demonio, 5) ella tenía un espíritu inmundo. Lamentablemente su niña podría estar sufriendo a causa del contacto con las tinieblas de parte del padre o la madre. En pocas palabras, las barreras entre Jesús y esta mujer hacia cualquier tipo de interacción literalmente imposible.

Sin embargo, Jesús no la rechaza sino que pone a prueba su corazón y sus intenciones. Jesús comienza diciendo: ‘Deja que los hijos coman primero’ Aquí Jesús claramente señala que el pueblo de Israel tendría la primera oportunidad para ser bendecidos. Sin embargo la palabra ‘primero’, implica claramente que un día los gentiles tendrían su turno. Es decir que Jesús estaba probando si la mujer se sujetaría a la soberanía del tiempo y plan de Dios. En pocas palabras, le estaba diciendo: ‘¿estás dispuesta a confiar en el tiempo de Dios y en su soberanía?’ ‘¿Estás dispuesta a venir a Dios a Su manera y no a la tuya?’

Luego la parte más dura dice: ‘porque no está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.’ Aquí Jesús le pone el dedo en la llaga, desafía su fe, y busca exponer su actitud hacia sí misma y hacia Dios. El término del idioma original se refiere a un perrito como una mascota, pero de cualquier manera es algo duro para cualquier persona. Simplemente no suena como el Jesús que conocemos y amamos, porque hemos definido un concepto de Jesús en el cual él no nos habla fuerte. Pero debemos entender que Jesús es Dios y vendremos a él, en sus términos. Además él nos conoce muy bien. Él sabe cómo pensamos y cómo actuamos. Entonces no debemos pasar por alto con qué clase de mujer Jesús lidiando. Se trata de una mujer desesperada, pagana que probablemente provenía de una familia poderosa rica, y muy probablemente le haya entregado su alma a las tinieblas por alguna razón. Una mujer acostumbrada a obtener lo que quería, aun si tenía que hacer pacto con el diablo. Parecía un buen negocio hasta que el diablo tomó a su niña. Ahora la mujer está a los pies de Jesús pidiendo clemencia. Jesús quiere asegurarse de que entiende que ella no lo merece… y que si él le ayuda será por gracia únicamente.

Me temo que muchos de nosotros hemos desarrollado una actitud como si Dios no nos debiera algo. Como si su trabajo fuera cuidar de nosotros, no importando cómo vivimos nuestras vidas. Gracia, para muchos de nosotros, significa vivir como nos dé la gana acudiendo a Dios sólo en situaciones de emergencia, y esperando que venga corriendo a ayudarnos de inmediato. Hay una lección muy dura que tenemos que aprender de esta historia. Tenemos que entender que no merecemos la misericordia de Dios. Jesús la llamó un ‘perro’ no por abusar de ella, sino porque la amaba y quería liberarla de la prisión que ella misma había creado. Jesús la puso en una posición difícil, ¿qué iba a decir o hacer ella? ¿Se levantaría en contra de Jesús enfurecida? ¿Se enfrentaría a Jesús y le golpearía? ¿Trataría de humillar y exponer a Jesús? Lo que ella responde es la mejor parte de la historia: ‘Pero, Señor, hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan caer los hijos.’ Debo admitir que me quede impresionada con esa respuesta: Ella demostró un nivel de fe y humildad que en pocas personas se ve en la Escritura y mucho menos en la calle.

Las primeras palabras de sus labios muestran el corazón de alguien que entregó a Jesús. Cuando ella dijo: ‘Señor’, ella estaba diciendo que estaba dispuesta a venir a Jesús en Sus términos. No iba a cuestionar su plan ni su imparcialidad. Sin embargo en la misma frase, ella puso un “pero”. Casi nadie se atreve a ponerle peros a Jesús, y esta mujer se salió con la suya. Al usar estas palabras, ella demostró su conocimiento de quién era Jesús. Ella sabía que Jesús podía ver a través de ella, y que no debía intentar hacerlo tonto. Ella acepto su lugar como un ‘perro’. Ella cree que para su hija, una simple ‘migaja’ de la mesa, es suficiente. Eso es tener fe. Ella entendió que no merecía nada, pero que sin embargo, él era un Dios poderoso y misericordioso. Casi puedo ver una sonrisa en el rostro de Jesús, cuando ella respondió de esta manera humilde y con fe. Él dice: ‘Por haber hablado así, vete tranquila. El demonio ya ha salido de tu hija.’ Su respuesta capturó su corazón y ganó su favor. Jesús sabía que ella iba a confiar en él a pesar de que ella no podía ver lo que había sucedido en casa. Él sabía que ella confiaría en su palabra.

A veces sentimos como que hay barreras enormes entre Jesús y nosotros. O peor aún, pensamos que Dios es una especie de rescatista que está sentado esperando a que lo llamemos. Esta historia nos ayuda a ver, en primer lugar, que no hay barrera demasiado grande entre Jesús y nosotros. Y en segundo lugar, tengamos cuidado de no caer en  la trampa de creer que podemos venir a Jesús en nuestros propios términos. Si es cierto que él nos ama, pero no nos esperemos a que él nos llame la atención de una manera fuerte. Él nos ama lo suficiente como para llevarnos a nuestros límites con tal de exponer las mentiras en las cuales vivimos; él quiere que entendamos lo que realmente significa vivir por fe y por gracia.

Solo una pregunta queda por hacer ¿tendremos el mismo tipo de fe que esta mujer tuvo? Entonces, lancémonos con desesperación a los pies de Jesús, ahí hay misericordia y gracia infinita.

07 July 2022
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