Evolución de la clase Social: Abuelos - Nietos

Mi abuela paterna pasó su infancia en un pequeño pueblo de Segovia, donde su familia se dedicaba a la agricultura y la ganadería. En los años 50, cuando mi abuela tenía trece años, emigraron a Madrid, donde instalaron una vaquería en lo que ahora es el barrio de Vallecas y antes era campo. A su vez, en el barrio de Chamberí de Madrid abrieron una lechería donde vendían todos los productos lácteos obtenidos del ganado. En los años 60, cerraron la vaquería y en esa misma finca construyeron un bloque de viviendas, que pusieron en alquiler.

El nivel educativo de mi abuela es básico, ya que sólo pudo estudiar en la escuela del pueblo hasta los doce años. Por tanto, sólo tiene el certificado de estudios primarios. Al igual que la mayoría de las mujeres en esa época, dejó los estudios y ayudó en el negocio familiar hasta que se casó y se fue de casa.

Mi abuelo paterno era hijo de un guardia civil y fue recorriendo distintas partes de España, según los destinos que iba teniendo su padre. Mi abuelo sí tuvo una formación académica más completa, aunque sin llegar a la Universidad. Después del Bachillerato y de trabajos diversos, preparó una oposición a Correos y Telégrafos, donde ocupó plaza como administrador principal de Correos del Sáhara hasta la descolonización del territorio. Por eso la infancia de mi padre transcurrió en El Aaiún, capital del Sahara Español.

Mis dos abuelos maternos también proceden del mundo rural, son originarios de un pequeño pueblo de Toledo que vive del cultivo del olivo y de las cooperativas de aceite. Tanto uno como otro fueron a la escuela hasta los 12 años, para luego ayudar en las labores del campo y de la casa familiar. En los años 50 también emigraron a Madrid y se instalaron en Leganés donde varios paisanos ya residían. Después de hacer el servicio militar, mi abuelo se compró un taxi que ha sido su medio de vida hasta su jubilación.

Mis padres nacieron en los años 60, en pleno “baby boom”, en Madrid. Ellos, al contrario que mis abuelos, vivieron en una época más cómoda y con más oportunidades. Ellos sí que pudieron completar sus estudios y acceder a la universidad, aunque no llegaron a licenciarse. Ambos optaron por trabajar de administrativos para la Administración General del Estado.

Yo nací en la década de los 2000 en Madrid, ya en plena democracia y en pleno aumento de la tecnología. Ésta época fue más fácil que la de mis padres y mucho más cómoda que la que tuvieron que vivir mis abuelos. Seguramente, yo he tenido más bienes materiales que mis antepasados debido al mayor nivel de vida, pero quizás muchos ni siquiera los necesitaba y los valoraba menos. En cuanto la educación, al igual que mis padres yo también he tenido la oportunidad de acceder a la universidad.

Reflexión: La clase social no se mide sólo estudiando la renta de la persona, como se suele pensar. Los factores principales que se tienen en cuenta para establecer las clases sociales son: los ingresos; el prestigio profesional y la posición en la escala de poder; y la posición ante los medios de producción. Además, existen otros aspectos sociológicos y antropológicos como el sexo, origen, estilo de vida y consumo, la cultura…

Entre 1950 y 1975, las clases sociales en España experimentaron un gran cambio. En los años 50, el país estaba dominado por una amplísima clase baja que representaba más de la mitad de la sociedad española. Ésta estaba formada fundamentalmente por trabajadores agrarios, pequeños propietarios del campo y obreros. También se encontraba una reducida clase media y una reducidísima clase alta, a la que pertenecían las élites políticas del régimen franquista, aristócratas y grandes fortunas. Por tanto, mis abuelos maternos de pequeños pertenecían a esa amplia clase baja, donde apenas las cosechas les daban para el autoconsumo. Al instalarse en Madrid con el taxi, aumentó su nivel de vida pero siguieron perteneciendo a la misma clase social.

A partir de los años 80, en la estructura social de España surgió una nueva clase media de trabajadores “de cuello blanco”, sobre todo en las grandes ciudades, a la que pertenecía alrededor del 50% de la población. Mis abuelos paternos pertenecían a esta nueva clase social ya que mi abuelo era el jefe de Correos en el Sahara (se consideraría trabajador de cuello blanco).

Si diferenciamos las clases sociales en baja, media y alta; la clase media actualmente sería tan amplia que habría que separarla en clase media baja y clase media alta. La clase media alta no vive con un estrés permanente por quedarse sin empleo o dejar de percibir los ingresos extras del mes. Además según la media, deben al banco entre dos y tres préstamos (hipotecario o personal), pero su preocupación no está en su capacidad de pago, sino en mantener el nivel de gastos y de comodidades que tienen. Por tanto, mis padres y yo actualmente perteneceríamos a la clase media alta, ya que ellos tienen un trabajo fijo y, además, seguro porque al ser funcionarios del Estado no tienen la preocupación de que su empresa pueda quebrar y quedarse sin ingresos. No tienen esa incertidumbre laboral que pueden llegar a tener las personas con “trabajo fijo, pero no seguro” en las épocas de crisis.

En cuanto a la educación, mis abuelos -que sólo pudieron adquirir los estudios básicos- hicieron todo lo posible para que mis padres tuvieran los estudios que ellos no pudieron tener. Mis bisabuelos maternos, que tenían escasos recursos, no veían la importancia de la educación y por eso, animaron a sus hijos a dejar los estudios para que les ayudaran a trabajar. Los padres que son analfabetos (mis bisabuelos maternos) se conforman con que sus hijos aprendan simplemente a leer y escribir; y, por el contrario, los padres que alcanzaron estudios superiores (mi bisabuelo paterno) quieren que sus hijos también lo hagan, ya que al haber pasado por ello saben que la educación es importante para su formación como profesional y como persona.

Por tanto, está claro que las probabilidades que tienen los hijos de alcanzar un nivel educativo más elevado se incrementan a medida que aumenta el nivel educativo de los padres. Todos deberíamos tener las mismas oportunidades de poder estudiar, independientemente de la clase social a la que pertenezcamos. Esto ha ido evolucionando desde la época de mis abuelos gracias a la asistencia obligatoria hasta los 16 años y a las becas para las familias con menos recursos.

Como conclusión, en mi familia las distintas generaciones han evolucionado de clase social. En la posguerra, sobre todo en la familia materna era de clase baja. Conforme hemos crecido las nuevas generaciones, hemos vivido más cómodos y hemos tenido más recursos y oportunidades, además el cambio de mentalidad ha influido la disminución del número de hijos, que hace que se tengan menos gastos. Pero esta disminución del número de componentes de una familia también se debe a la incorporación de la mujer al mundo laboral, que hace que pueda haber dos sueldos en los hogares. 

07 July 2022
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