Historiografía De La Cueva De Los Mármoles

A la hora de hablar de la historiografía de la Cueva de los Mármoles, tenemos que remontarnos al año 1935 y en el caso de su exploración, al año 1934. Será el arqueólogo Julio Mártinez Santa-Olalla el que nos otorgará la primera referencia con la que contamos de la cueva como yacimiento prehistórico, tras haber pasado ese verano realizando excavaciones en el sitio. Mártinez Santa-Olalla llega a la conclusión de que podían ser datadas en el marco del “Neolítico Superior” pero cercano al “Eneolítco”, basándose como él mismo afirma en la publicación “Los perfiles que acusan los fragmentos cerámicos recogidos, su técnica, su estilo decorativo y demás datos suministrados por otros objetos allí encontrados”.

Sobre la investigación de Martinez Santa-Olalla, hay que destacar el hecho que el mismo indica en la publicación, y es que no se trato de una excavación intensiva en la cual se extrajeron todos los datos necesarios para poder datar la cueva con completa exactitud, si no que se trató de una afirmación basada en las piezas que habían recogido en la exploración realizada, pero que igualmente daría lugar a ciertas deducciones correctas como el definir a la cueva como “Sepulcral y de habitación” además de datarla dentro del Neolítico, si bien no se mencionaría la existencia de restos pertenecientes al Paleolítico Superior por causas obvias como es su desconocimiento.

Aún así, debemos a Mártinez Santa-Olalla el hecho de poner a la Cueva de los Mármoles en el punto de mira prehistórico y por incluirlo en el “Gran Conjunto de cuevas andaluzas del Neolítico avanzado y comienzos del Eneolítico” dando lugar a investigaciones más intensivas en el futuro.

Tras esta fase de investigación, la cueva volverá a gozar de relativa importancia dentro del ámbito académico a principios de los sesenta gracias a la actividad del GEJAM (Grupo Espeleológico y Arqueológico Juvenil Ambrosio de Morales) y con estos, en representación del Seminario de Historia Antigua de Córdoba tenemos al poeta y apasionado de la historia de Córdoba, Juan Bernier Luque.

Como deja constancia en sus propios escritos, en esta exploración encontraran “Restos molares de cérvidos y otros animales” “Una pieza de sílex, en forma de raspador, de 40×44 milímetros, posiblemente de industria humana” “Zonas negras que asoman en determinados sitios, correspondientes a restos carbonosos” además, en otra de las visitas realizadas en la cueva también nos informa sobre “ Trozos de hoces Neolíticas”.

El material bibliográfico que nos aporta Bernier es útil y también acertado en algunos aspectos como ciertas referencias al Neolítico y también referencias al paleolítico, más concretamente a la industria Musteriense en base a los útiles encontrados, puesto que no sería hasta un tiempo después, con varias excavaciones más realizadas, cuando se abandonaría esa datación para sustituirla por otra más reciente.

Las décadas de los 60 y 70, supondrán un antes y un después a la hora de hablar de la Cueva de los Mármoles ya que si bien se dieron estas exploraciones puntuales mencionadas, a partir de aquí se produce un parón de la investigación en el campo académico, pero no por ello en de la exploración de la cueva.

Durante estos años tendrá lugar una intensa actividad de expolio del yacimiento, así como de alteración y removimiento de las tierras que se encuentran en las cuevas y de esta manera, la destrucción de la secuencia estratifica en algunas secciones de la cueva. Será en este momento en el que se avanza gran cantidad en lo referente a restos óseos humanos, gracias a la colaboración y testimonios de algunos de los particulares en cuyas manos habían acabado las piezas expoliadas, siendo trasladas algunas de ellas finalmente al museo de Priego.

De los restos óseos que sabemos que se encontraron en la cueva, solo conservamos los que se encontraron “Debajo del lecho estalagmítico que existe a la izquierda del Gran Salón” los cuales pertenecen a un “individuo infantil” y a dos adultos, mujer y hombre. El cráneo del hombre se encuentra trepanado, lo cual despierta gran interés por el hecho de que el orificio “está parcialmente calcificado” significando esto que este individuo sobrevivió a un proceso tan delicado como una trepanación.

Este cráneo es también destacable por el hecho de presenta marcas de haber sufrido algún tipo de proceso para descarnarlos, por lo cual se cree que pudo tener algún tipo de finalidad que no llegamos a conocer aún, en el Museo de Priego actualmente se menciona la posibilidad de que esto se realizase con algún tipo de finalidad ritual, pero no lo sabemos a ciencia cierta.

Como ya hemos dicho, durante estas décadas también se conocerá la existencia de unos restos óseos descubiertos antes que aquellos que conservamos. Concretamente son encontrados en “La Sala de los Nichos” y también presentaban trepanaciones, pero fueron confundidas por agujeros de bala, creyendo de esa manera los expoliadores, según los testimonios con los que se cuenta, que se trataba de asesinados durante la Guerra Civil y por lo tanto desechándolos.

Debido a que estos restos se encontraban ocultos “detrás de un pequeño muro de piedra en seco que cerraba el acceso a la parte más baja de la sala” y también por el hecho de que restos que deberían de haberse conservado tales como hebillas, tampoco se encontraban, se ha teorizado sobre que se tratase de un enterramiento secundario de época Prehistórica.

Con la década de los 70 llegando a su fin, la Cueva de los Mármoles experimentará un nuevo repunte en el ámbito académico, volviendo a gozar de importancia gracias a Luis Antonio López Palomo, el cual estudiará un lote de 115 piezas pertenecientes a dos particulares de Lucena los cuales se han hecho con ellas de manera no demasiado clara, aunque en la publicación de López Palomo se menciona que han sido adquiridas mediante “Recogida superficial” y mediante “Adquisición”.

Las piezas presentadas constituyen el total en lo referente a Prehistoria con la que contaban estos dos particulares, pero el hecho de que estas piezas estuviesen mezcladas con otras de datación medieval que será dejadas fuera, es como el propio López Palomo indica en su publicación: “Prueba evidente de las visitas y ruptura de estratos hace siglos”.

En base a esto tenemos que tener en cuenta que la secuencia estratigráfica de algunas zonas de la Cueva de los Mármoles se ha visto alterada por los expoliadores, pero por suerte, según nos indica López Palomo en la mayoría de casos se trata de una alteración de carácter superficial y no de una excavación intensiva que pudiese arruinar por completo algunas secciones del yacimiento. Es decir, las excavaciones posteriores podrán encontrar aún “Estratos In situ.

Entre las piezas encontradas, destacan principalmente las cerámicas de diferentes tipos y usos, pero en su mayoría decorada o vistosa al ojo no entrenado, ya que debemos recordar que fueron expoliadores los que recogieron estas piezas, con diferentes tipos de decoraciones y funciones diversas, dándose “ Vasos, ollas y cazuelas”. También sería necesario mencionar los múltiples útiles de siléx (Búriles, pequeños cuchillos) concha, hueso y demás en los que no vamos a entrar en detalle pero de los que si mencionaremos que tenían también diferentes funciones, encontrándose por ejemplo pequeñas hachas de piedra pulimentada sin desgaste claro por uso, es decir, dándonos a entender que no fueron creadas con la intención de ser utilizadas sino como “Símbolos de dignidad y estratificación social”.

El principal problema que encuentra López Palomo a la hora de tener que datar las piezas de estos lotes es obvio y ha sido repetido múltiples veces a lo largo de este texto, no tienen una datación cronológica basada en la estratigrafía para poder enmarcarlas dentro de un periodo de tiempo concreto. Pero basándose en los paralelismos existentes entre las piezas obtenidas de la Cueva de los Mármoles y otras halladas en diferentes cuevas, pero centrándose en comparar las cerámicas con las de la cueva granadina de “La Cariguela” en base a esto, datando algunas de las piezas que aparecen en un “Neolítico Medio” pero también reconociendo que algunas de las piezas existentes podrían tener una datación posterior.

Por último en lo referente a historiografía es muy importante mencionar a la que será una figura clave dentro del conocimiento que a día de hoy tenemos de la Cueva de los Mármoles, María Dolores Asquerino, que será la única que realizará campañas de excavaciones en el yacimiento entre los años 1982 y 1987 y nos aportará una perspectiva más completa y nunca antes vista, puesto que contaremos por primera vez con una secuencia estratigráfica que nos arroja más luz sobre la datación que podríamos dar a la cueva.

María Dolores Asquerino data esta secuencia y los materiales “Neolítico en sus fases Media y Final, con elementos típicos del período junto a otros que podríamos considerar una novedad” además de destacar también la singularidad de algunas piezas encontradas dentro los conjuntos andaluces.

Además de esta datación neolítica, también se encuentran “indicios correspondientes a la Edad del Cobre” algo que se había teorizado también en las anteriores intervenciones que se había hecho en la cueva.

En esta serie de excavaciones que se realizaron entre el 82 y el 86 además de la serie estratigráfica se documentara “una estructura de acondicionamiento (‘cabaña’) con dos suelos de ocupación, postes y fosa de almacenaje de cereal” lo que confirma las teorías ya propuestas con anterioridad de que la cueva fuese un lugar de habitación.

También quedan documentadas las actividades económicas de los grupos humanos que habitasen la cueva, apareciendo restos de cereales, bayas y semillas, así como restos de animales tanto domésticos como salvajes, además de restos de microfauna.

Por último, Asquerino también hará hincapié en los restos pertenecientes al Pleistoceno datando en un primer momentos estos dentro del Paleolítico Medio, algo que cambiará años después por una datación más reciente (Paleolítico Superior) y considerando la Cueva de los Mármoles como un lugar de gran interés para las investigaciones prehistóricas ya que “Es la única cavidad de la región que ofrece una sucesión estratigráfica Pleistoceno/Holoceno en unas fases muy concretas, excepción hecha, quizá, de las cuevas de Nerja y Caríhuela.

Es necesario mencionar que al mismo tiempo que María Dolores Asquerino desarrollaba sus investigaciones en la cueva, surge otra línea de investigación por parte de Beatriz Gavilan Ceballos que se centra en la Prehistoria de Priego de una forma general, pero dentro de esta se especificará en en el Neolítico.

Gracias a sus investigaciones sabemos más sobre la ocupación durante el Neolítico de la Cueva de los Mármoles, pudiendo decir que se trata de “uno de los yacimientos más importantes del sector”

El estudio de los materiales también permite que se pueda hablar sobre la economía de producción que la cueva tenía, encontrándose restos de diferentes tipos de cereal así como restos de animales de domesticación y animales salvajes, lo que sumado al terreno fértil que proporciona el entorno de la cueva, hacen unas condiciones idóneas para que se desarrolle aquí una comunidad neolítica-

Además, también aporta más luz sobre las piezas encontradas en la cueva y que no pertenecen al Neolítico, tanto anteriores (Piezas óseas con las que establece similitudes con otras del Paleolítico Superior) como posteriores (Edad del Cobre e inicio de Edad del Bronce).

24 May 2022
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