La Aplicabilidad De La Moral Cristiana en la Sociedad

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La moral cristiana se basa en la propuesta evangélica de Jesús y nos sumerge en su misericordia mostrándonos que la finalidad de las normas morales es brindar el bien a la humanidad; salvaguardar al hombre por medio de la exhortación pero también de la misericordia. La teología moral se ve envuelta entonces en su esencia por ser algo aplicable en todas las realidades humanas, de lo contrario no tendría sentido, por lo tanto la Iglesia siempre ha querido instruirnos en este campo de la fe. El Papa San Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor enseña a toda la Iglesia, pero de manera especial a los Obispos los fundamentos esenciales de la moral.

Como primer elemento esencial debemos dejar en claro que Jesucristo es la verdad y no hay libertad fuera de la verdad, es decir:

Jesucristo, «luz de los pueblos», ilumina el rostro de su Iglesia, la cual es enviada por él para anunciar el Evangelio a toda criatura. Así la Iglesia, pueblo de Dios en medio de las naciones, mientras mira atentamente a los nuevos desafíos de la historia y a los esfuerzos que los hombres realizan en la búsqueda del sentido de la vida, ofrece a todos la respuesta que brota de la verdad de Jesucristo y de su Evangelio. (Juan Pablo II, 1993, p.2).

Por lo tanto es Jesús quien da la luz y la verdad a todas las realidades del hombre, y dicha verdad debe ser anunciada a todos los pueblos.

En segundo plano, solo frente a Cristo podremos resolver nuestras preguntas, Él tiene respuesta para cada una de ellas. En confrontación del texto del joven rico, (Mt 19, 16-21) el santo polaco nos dice que es la pregunta que todo hombre se hace por el sentido de la vida (Juan Pablo II, 1993). Y esto en definitiva es el otro elemento de la moral; dar sentido a la vida. “ella (La Iglesia) «desea servir solamente para este fin: que todo hombre pueda encontrar a Cristo, de modo que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida” (Juan Pablo II, 1993, p.5). Esto es clave en el ejercicio de la teología moral, reconocer que Jesucristo por medio de su ley de amor y sus normas viene a dar plenitud a la vida del hombre.

Al ver a Cristo como la verdad que nos hace libres y nos lleva al sentido de la vida, nos damos cuenta que es obra del abundante amor de Dios, ese amor es don gratuito pero es exigente, la teología moral exige unos parámetros de normas y comportamientos que darán señal del buen cristiano; el tercer elemento de la moral es el Decálogo de los diez mandamientos de la ley de Dios.

La entrega del Decálogo es promesa y signo de la alianza nueva, cuando la ley será escrita nuevamente y de modo definitivo en el corazón del hombre, para sustituir la ley del pecado, que había desfigurado aquel corazón. Entonces será dado «un corazón nuevo» porque en él habitará «un espíritu nuevo», el Espíritu de Dios. (Juan Pablo II, 1993, p.8).

La alianza nueva del Decálogo es dada para sacar el pecado y que de esta manera el hombre tenga un espíritu nuevo que le impulse a llevar una vida guiada por la moral cristiana, este camino es exigente tanto que a veces ni cumplir todos los mandamientos basta, como el caso del joven rico, sino que es necesario desprenderse de todo y tener un corazón abandonado en Jesús. Todo lo anterior no debe ser impuesto, porque el amor y la vida según el evangelio es un don que sana, cura y trasforma el corazón del hombre por medio de su gracia. (Juan Pablo II, 1993).

En síntesis de lo que llevamos en este recorrido, la moral cristiana comprende una triple ley; del amor, la gracia y la libertad. Es el amor de Dios hacia mí y el amor mío hacia Dios que me dará el impulso de querer seguirle y así vivir en sus principios, reconociendo principalmente que es gracia, y que sin ella mi libertad obraría fuera de la verdad, dejando de ser autentica.

La encíclica de Juan Pablo II nos da esos elementos principales de la moral, y también como sumo pontífice nos orienta a cómo aplicar la moral cristiana, que no sea simplemente una teología en el papel, sino llevada al campo con el testimonio y el obrar de Cristo por medio de los miembros de su Iglesia.

Ahora bien, ¿de qué manera vamos a aplicar la moral cristiana a las nuevas realidades sociales del hombre? Aunque la encíclica data de 26 años atrás, no propone nada lejano a lo que hoy en día vivimos y sigue siendo un documento bandera para la ejecución de proyectos sociales desde la moral.

En primer lugar podemos aplicar la teología moral desde su enseñanza y esa será la base que sostenga la ejecución de las demás aplicaciones; ya que por medio de la educación entraremos a formar la conciencia moral, guiada bajo las directrices que propone la Iglesia. La exposición científica de la teología moral alimentada del fundamento bíblico ilumina la vocación de los fieles de Cristo. (Juan Pablo II, 1993). Esta iluminación va acompañada de la enseñanza donde lo principal es entender que Dios es bueno y que la libertad humana y la ley moral van totalmente relacionadas, donde prima educar la autonomía del hombre según la moral cristiana para que haga buen uso de su libre albedrío.

En el dialogo con la moral no es posible descartar la ley natural cuyo autor es el mismo y autentico Dios, ligada en todo momento a la ley positiva. El hombre debe dejarse direccionar por estas leyes y de esta manera vivir la verdadera libertad, “en este designio no hay ninguna amenaza para la verdadera libertad del hombre; al contrario, la aceptación de este designio es la única vía para la consolidación de dicha libertad” (Juan Pablo II, 1993, p.30). Dicho designio es el regalo de la ley natural al hombre, que como bien leemos es la vía para consolidar la libertad.

Es necesario tener presente todo lo anterior para hablar del acto moral, que será la base de la teología para fundamentar por obra todo lo expresado antes. No es posible una doctrina que separe el acto moral de los corpóreo, pues es el cuerpo quien realiza el acto, es la prueba de que libertad y naturaleza se unen para hacer el bien. (Juan Pablo II, 1993). Con esto podemos comprender que nuestros actos deben siempre estar acompañados con el conocimiento de la ley, el dar culto a Dios, ayudar a alguien, honrar a los padres, etc unen al bien común de los hombres.

La relación entre libertad del hombre y la ley de Dios está escondida en el corazón, se le conoce como conciencia moral, que viene siendo el sagrario del hombre, de esta brotaran algunos elementos de la moralidad como son los juicios y las decisiones, que deben ser orientados para dar actos buenos. En efecto, todo esto hace hincapié en la idea de la opción fundamental, que es la firme decisión por obrar el bien, y que en algunas ocasiones se puede ver manchada por las elecciones deliberadas, que es fruto de la falta de un compromiso concreto, este debe ser el gran paso de toda persona frente a la moral cristiana.

Obtener un compromiso con Dios, es comprometer tu libertad de manera radical ante Dios, esto va enmarcado en la obediencia, la fe y la caridad. Este compromiso se verá reflejado en los actos concretos, que es lo que más adelante expondremos sobre cómo aplicar la teología moral, y además deja reflejado la importancia de tener una opción fundamental.

Los actos concretos van mencionados dentro del acto moral, en este punto se debe resaltar que no basta con el hombre tenga buenas intenciones, es necesario que el objeto del acto este ordenado, pero, ¿Qué es el objeto del acto?, “un acto es bueno si su objeto es conforme con el bien de la persona en el respeto de los bienes moralmente relevantes para ella” (Juan Pablo II, 1993, p.51). Lo anterior nos quiere decir que la razón por la cual se realiza un acto, el fin de ese acto debe estar dirigido por el bien moral, y no por la filantropía o la buena intención, muy parecido a lo que el Papa Francisco mencionaba sobre la caridad de la Iglesia cuando decía que nosotros no somos una ONG (Francisco, 2015).

Ya hablamos de que una manera de aplicar la teología moral era la enseñanza de todos sus elementos que desarrollamos anteriormente, ahora es necesario destacar que debemos caminar en la luz, esto significa inundar de testimonio en todas las esferas sociales; casa, trabajo, amigos, etc, de esta manera mostraremos el verdadero rostro de la fe cristiana, que en algunos lugares se ve desfigurada y entristecida.

Ciertamente hoy en día, existen muchas realidades sociales en las cuales la teología moral debe ser luz, situaciones como la ideología de género, el aborto, pobreza extrema, a continuación me atreveré a dar luces desde la teología moral para estas tres realidades que enmarcan nuestra sociedad actual.

En el primer escenario, con la ideología de género es un combate dialectico pero que tiene su razón desde la misma antropología filosófica. La teología moral ante los ataques en contra de la moral que propone este movimiento ideológico, debe contrarrestar con la verdad y sin temor, aduciendo que Dios ha creado con amor a la humanidad, y los ha hecho; varón y mujer. Y que perseguir la idea errada de cambiar de género y vivir la vida de algo que no fui llamado a ser, es fruto de malas decisiones, desenfocadas por una libertad desordenada, donde la verdad esta apartada.

Nuestra segunda escena nos muestra la realidad del aborto, algo muy problemático, puesto que cada quien brinda su razón por encima del don inconmensurable de la vida. El niño del vientre puede ser fruto de una violación, tener alguna malformación, causar la muerte a la madre o simplemente en el caso más laicista ser no deseado, estos no son motivos sufrientes para acabar la vida de otra persona. En nuestra verdad profesamos que hay vida desde la concepción y la teología moral nos invita a ser frente ante estos debates llevando como bandera a Cristo nuestra verdad. Ni siquiera en los casos donde el niño va a crecer en malas condiciones, como pobreza, desnutrición, en fin, en todo caso el aborto es un homicidio.

Y tenemos como último episodio la pobreza extrema, en donde ciertamente hay mucho trabajo por hacer. La teología moral debe aplicarse en esta realidad de manera, permanente, continua y perpetua. Puesto que los pobres no necesitan alimento o dinero, sino compañía, amor, ternura, a Jesús entero. Aquí es evidente la realización de un trabajo apoyado de la doctrina social de la Iglesia, junto a una pastoral social y otros organismos que puedan brindar ayudas a que estas personas puedan mejorar sus condiciones de calidad de vida y tener acceso a los servicios básicos para subsistir.

En conclusión, la teología moral nos invita a ser libres, respetando la verdad, cumpliendo la ley, no como imposición, sino con amor, que ayude a nuestra conciencia moral a educarse a lo que es bueno para hacer buen uso del libre albedrio conectado a la opción fundamental que permitan desarrollar actos morales con objetos buenos, capaces de cambiar realidades sociales de manera positiva, mostrando la aplicabilidad de la fe desde la enseñanza y la educación, la ética, el testimonio de vida, que simplemente seamos luz en la oscuridad de hoy.

César David De León Zambrano

BIBLIOGRAFIA

  • Biblia de Jerusalén. (2009). Bilbao: Desclée de Brouwer.
  • Francisco. (2015). Homilía del 5 de febrero de 2015. Recuperado de: https://es.aleteia.org/2015/02/05/papa-francisco-atencion-la-iglesia-no-es-una-ong/
  • Juan Pablo II. (1993). Veritatis Splendor. (1ra. Ed.). Bogotá: San Pablo.
11 May 2021
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