La Libertad Humana según 'El Existencialismo es un Humanismo'

Introducción

Hace poco leí el libro de Jean-Paul Sartre ‘El existencialismo es un humanismo’. Ensayo corriente, por eso, se dedica a un tema de la libertad, en concreto la libertad en los seres humanos, que Satre desarrolla en esta obra literaria.

El hombre concebido tal, es alguien que puede hacer, construir, romper y volver a rearmar, en base a sus creencias, costumbres o necesidades en un contexto, lugar y tiempo determinado.

Dado lo expuesto en el párrafo anterior, se buscará cuestionar y responder sobre la interrogante de si somos 100% libres.

Esta pregunta surge porque en este año electoral en el que me ha tocado sufragar por primera vez, me he cuestionado acerca no solo de la elección de un candidato que considero es el más apto para ser nuestro presidente, si no también de lo que implica como persona que vive en sociedad la responsabilidad de tener en mis manos esta capacidad, de elegir, para mi, y también para los demás.

Es por esto, que luego de leer el concepto de libertad que maneja Jean-Paul Sartre, en base al existencialismo, he logrado en cierta forma, responder esta interrogante.

Afirmar que somos 100% libres, es en cierta forma, algo imposible. El acto de ser libre, que implica elegir, siempre está determinado por algo. Puede estar determinado por nuestras creencias, nuestros valores, la educación que recibimos en forma formal en instituciones como también la cultura de la sociedad en la que vivimos.

Al leer a Sartre, uno descubre, que el hombre, según el existencialismo es alguien “enteramente libre” porque el mismo, será quien se encargue de hacer lo que se le dé la gana.

Si Dios existiera el sería el maestro creador de todas las cosas incluyendo a los sere humanos. El humano entonces estaría concebido y pensado para existir acorde a lo que ese ser superior quisiera para con los ellos.

Pero, como Dios no existe, el hombre es un proyecto en sí mismo. Esto lo diferencia de todos los otros seres vivos y los objetos que existen en este planeta. En el ejemplo de Sartre acerca del libro, que es pensando de cierta forma y existe con un propósito en particular, los hombres al nacer son una hoja en blanco, o como él afirma “el hombre no es otra cosa que lo que él se hace”.

“El hombre está condenado a ser libre” es tal vez una de los enunciados con más fuerza que hemos estudiado a lo largo del curso. No por la forma en que se plantea y se desarrolla la idea detrás del mismo, sino también por lo que significa para la humanidad. La ausencia de Dios (tema que desarrollaremos más adelante), deja al hombre en desnudo, sin una guía, no hay valores o creencias que dictamine la conducta humana, será responsable de todo lo que haga. Por positivo que suene esto, la frase habla también de una “condena”, el hombre no eligió existir, no eligió nacer, por eso cada vez que tenga que hacer o elegir deberá medir las consecuencias de su acto.

La libertad en la que tanto insiste Jean-Paul, por más abstracto que suene, “es un fin en si mismo”. El hombre, que busca o procura actuar siempre en base a un ideal positivo, que no solo se preocupa por si mismo sino por todos los otros hombres, tiene como fin ulterior alcanzar esa tan ansiada libertad. Sí todos los hombres actuasen de esta forma, eligiendo en base al bien común, contribuirían en última instancia a alcanzar la máxima “El hombre es libre únicamente entre los otros hombres y como los otros hombres”.

Podemos abordar la libertad, desde un pista social-político-económico, que se aleja un poco de las ideas que Sartre desde la filosofía del existencialismo intento explicar. Es por esto que Bernays (1928) afirma:

Aquellos que manipulan el mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder que gobierna nuestro país. Somos gobernados, nuestras mentes moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas mayormente por hombres de los que nunca hemos oído hablar. Esto es un resultado lógico de la manera en que está organizada nuestra sociedad democrática. Grandes números de seres humanos deben cooperar de esta forma si quieren vivir juntos como una sociedad que funcione con fluidez. En casi cualquier acto de nuestras vidas, sea en la esfera de la política o de los negocios o en nuestra conducta social o en nuestro pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de personas que entienden los procesos mentales y los patrones sociales de las masas. Son ellos quienes manejan los hilos que controlan la opinión pública. (Propaganda)

Tantos siglos pasaron para que llegaran algunos hombres que empezaran a romper las cadenas opresoras de la religión cristiana y el modelo perfecto de control social que había establecido, que sometía a pueblos enteros, enriqueciendo no solo al clero sino también a las clases reales/burguesas que engordaban sus fortunas sin tener que mover un solo dedo.

Tantos siglos para que esos hombres, que en la época de la Ilustración, comenzaron a propagar el mensaje de la razón, la libertad, la igualdad y la fraternidad, tratando de mostrar a todos los hombres que el empoderamiento era posible. Que la religión y la fe eran creaciones de otros hombres para mantenerlos sometidos. Parecía que estos valores, potenciados aún más por la revolución Francesa y el fin del autoritarismo monárquico a lo largo y ancho de Europa, serían el primer paso para lograr que el hombre fuera luego de cientos de siglos, libre.

Pero, llega un psicólogo en el Siglo XIX, que mediante el análisis del comportamiento humano descubre, que el hombre no es tan libre como se piensa. El interior del hombre, precisamente la mente, es ahora otro obstáculo más en alcanzar ese ideal de libertad. La lucha exterior que parecía ganada, es ahora un campo de batallas en el interior de cada una de las personas que habitan la tierra. Claro, no todo tiene que ser tan negativo, el mismo Freud, ese psicólogo del que hablábamos en el párrafo anterior, es quien propone mediante el psicoanálisis, que cada hombre será capaz de ir rompiendo esas cadenas que lo agobian desde su interior.

Es así entonces, como el psicoanálisis pasara de ser la espada que serviría para romper esas cadenas, a ser la espada que volverá a poner al hombre contra la pared. Como toda herramienta, si cae en las manos equivocadas, sus resultados pueden ser catastróficos. Y así paso. El capitalismo, ese monstruo que devora todo a su paso, con el fin de generar ganancias económicas, servir como elemento de control para los sistemas de gobierno, y hacer creer a la sociedad que es el único camino para el progreso, quien termino convirtiendo lo que el psicoanálisis pretendía usar para ayudar a conocerse y liberarse, a ser algo que crease un nuevo modo de control social. La publicidad, la propaganda. Estos dos conceptos son los nuevos dioses de nuestros tiempos.

Así que, pasamos de la ilustración, con sus ideas de libertad a el psicoanálisis, que desde el autoconocimiento ayudaría a seguir liberando al hombre, para caer en la publicidad y la propaganda (el primero relacionado a vender un producto, el segundo a consolidar una ideología/creencia política o religiosa) que lograrían que todos los intentos anteriores fracasasen a causa de un sistema inherente al ser humano, que termina traicionándolo y condenándolo nuevamente a esas cadenas, que no solo le quitan libertad sino que lo condicionan a actuar acorde a intereses de grandes corporaciones que solo velan por el bolsillo de unos pocos. Siguiendo esta línea de razonamiento, Alfonso López Quintás (1998) afirma que “Tal libertad sólo la poseen en realidad unos pocos privilegiados merced a su poder económico.” (La revolución oculta, Pag 16). Estas personas son las que desde las sombras, como decía el sobrino de Freud, Bernays, controlan a su antojo lo que pretenden que el resto de la población, crea, quiera o desee tener o realizar con su vida. Por lo tanto, ellas son las únicas realmente libres, que de alguna manera u otra están eligiendo por todos los hombres.

Llevando esto al extremo, podemos remontaron a una época sombría del Siglo XX, en Alemania, donde vio surgir de entre esos escombros que dejo la Primer Guerra Mundial en ese país, una ideología que hasta el día de hoy se sigue citando como de las peores de todos los tiempo, causante de uno de los genocidios mas sangrientos y estudiados durante el transcurso de la vida liceal (no por eso el más sangriento, porque volviendo al tema religión católica, es sabido que “la fe” causo miles de millones de muertes por el simple hecho de pensar distinto, así como también podemos citar el genocidio armenio, la purga de Stalin en la URSS, las muertes a causa del neocolonialismo, etc ).

El Nazismo, que se instala en Alemania en el 1933, con Adolf Hitler a la cabeza, proclamando el “Tercer Reich”, no fue algo que surgió espontáneamente, algo tan grande y malvado necesita de mentes calculadoras, frías y que saben lo que pretender lograr y obtener.

Por esta razón, es clave hablar de quien ideo parte de su campaña política, y que buscaban este tipo de hombres, no solo por Goebbels, sino por todos los que vinieron después de él con ideas similares, tal vez no tan enfermizas y xenófobas, pero con la intención de mantener ese control sobre la población en general, “El propio Josef Goebbels, ministro de la propaganda de Hitler, se cree que estudió de cerca los principios de Bernays cuando estaba desarrollando la popular lógica que utilizaría después para convencer a los alemanes de las “bondades” del régimen nazi. Además, estos primeros manipuladores de masas se presentaban a sí mismos como realizadores de un servicio moral para la humanidad en general. La libertad, según ellos, era demasiado pesada para la gente, por ello las masas necesitaban que les dijeran que pensar, pues en su absoluta fragilidad mental eran incapaces de pensar racionalmente por sí solos.”

Que hoy no sea tan evidente, por lo menos a los ojos de quienes vivimos una vida más “terrenal”, no quiere decir que no todo el tiempo estemos siendo objeto de ideas de control y subversión, ya sea para lograr que compremos algo, o si no concretamos esa venta que deseemos eso, que en nuestra situación no sea alcanzable, sino también por la forma en que se vienen desarrollando las campañas políticas más recientes; en países como EEUU, donde mediante algoritmos, redes sociales, datos filtrados y una población latentemente racista, se logra una campaña “perfecta” que inclina la balanza mediante un sistema que hace unos años hubiera sido impensado. Es asi que la libertad cada vez es más una palabra que nos quieren hacer creer, que algo que podemos alcanzar por nosotros mismos.

Por último, destacar esta frase de Honrubia, previamente citado (ii), que engloba gran parte de los conceptos tratados después de Sartre en el presente ensayo: Educados para defender unos intereses que no son los nuestros, adiestrados para hacer nuestros los objetivos de un sistema que nos explota, somos sistemáticamente humillados y no queremos darnos cuenta.

Reflexión personal

Dada la interrogante que plantee al comienzo, ¿Somos 100% libres?, en base al material leído, y a lo que fui pensando mientras escribo este trabajo, creo finalmente, que no somos y posiblemente nunca seremos, libres.

Si en un principio pensaba que ser libre era poder elegir, Sartre me hizo entender que no es solo elegir algo, es saber porque lo hacemos y que consecuencias traerá esa elección, para mí, para los que me rodean y para el resto de los hombres. Es verdad, es una condena elegir, incluso el “me da igual” “no voto a ninguno” “no quiero eso o aquello” son elecciones, que incluso muchas veces lo que intentan es pasar esa responsabilidad a otra persona, pero el solo hecho de pensar que en estos tiempos que corren, hay factores externos que nos bombardean todo el tiempo, y que evolucionan para cada vez ser más punzantes (pasamos de la TV, que estaba solo en casa, en un cuarto, a tener el celular con ofertas, publicidades y en estos últimos meses propagandas, durante las 24 horas del día).

Es difícil ser libre, más que antes podría decir. Yo puedo elegir hasta cierto punto que consumo, que me pongo, que miro, que escucho, pero la realidad es clara y cada vez nos será más difícil a todos, escapar de ese sistema de control que intenta volvernos marionetas de un sistema que cambia nuestra libertad por ganancias para las grandes empresas que están presentes en todo el planeta.

Lo que asusta sí, es que en vez de poder saber cómo seguir creciendo como especie y alcanzar la felicidad a través de nosotros mismos y por nosotros mismos, la felicidad y la libertad las compramos cada vez que compramos un producto o un servicio.

Lo único que nos queda, es leer, conocer todas las opiniones, aprender a ser críticos, escuchar, y ahí podremos encontrar el camino para alcanzar aunque sea, la libertad que nos permita sentir que aun nos queda, algo que podemos elegir.

Referencias

  1. Sartre, J. El existencialismo es un humanismo. Pág.: 26
  2. Honrubia, P. Rebelión. La ilusión de la libertad en el Consumismo-Capitalismo: Libres de derecho, esclavos de hecho. Pág.: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=68697
11 February 2023
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