Los Instrumentos Oficiales y No Oficiales de la Criminología durante la Investigación Criminal

La acción criminal es algo que se ha tratado de entender y de explicar desde hace muchos años. Nos interesa saber por qué actúa el criminal y cómo influye eso en las víctimas. Esto es necesario para tratar de prevenir el crimen y en esa dirección necesitamos datos que nos aporten la información necesaria para prevenirlo. Estos datos nos muestran la cantidad de crímenes que ocurren en nuestro país en un periodo determinado; provienen de diversas fuentes, algunas oficiales y otras no oficiales. De cualquier modo, estos datos no son los suficientes para tener una clara visión de la criminalidad real de un lugar en un momento determinado, razón por la cual se complementan unos a otros, dada la dificultad de registrar todos ya que no siempre son denunciados y no siempre dejan constancia. Entre los instrumentos para la medición de la delincuencia encontramos: las estadísticas oficiales dentro de las cuales encontramos las policiales, las judiciales, las memorias de la fiscalía General del Estado, el consejo General del poder judicial y las estadísticas penitenciarias; por otro lado encontramos las no oficiales, entre las que aparecen las encuestas de victimación y los estudios de autoinforme. Realmente es imposible conocer la tasa de criminalidad real de un lugar, pues siempre quedará una cifra oculta, pero el estudio y la investigación a través de estos datos pueden resultar de gran importancia para el trabajo del criminólogo.

Una de las principales funciones de la criminología es la medición del delito, la cual resulta de una gran complejidad, ya que no todos llegan a ser conocidos.

La criminología científica inicia su papel en el siglo XIX. Su Objetivo es la obtención de datos cuantitativos con la intención de poder elaborar una tasa de criminalidad en un espacio y tiempo determinados, así como su evolución. Su Objetivo último es la elaboración de teorías que nos ayuden comprender el mundo del crimen y a prevenir la aparición de un delito. En la primera mitad del siglo XX aparecen una serie de teorías entre las que destacan la teoría de la anomalía y de la tensión, del aprendizaje social y la del conflicto cultural; a través de estas teorías nos creamos una imagen del delincuente que proviene de los datos obtenidos previamente.

Muchos estudiosos han reconocido las limitaciones de las estadísticas oficiales, dada la imposibilidad de conocer la cifra negra de la actividad criminal, por lo que se llegó a la conclusión de que existe una relación entre los delitos conocidos oficialmente y los desconocidos.

Para poder desarrollar una adecuada política criminal es de vital importancia conocer el volumen de la criminalidad, en esta línea se puede decir que es útil para el control criminal.

Para conocer la criminalidad se utilizan distintos medidores: las estadísticas oficiales, las encuestas de victimación y los estudios de autoinforme. Como hemos dicho anteriormente ninguno muestra la realidad total de un territorio sino que se complementan. Además, los datos varían mucho incluso dentro de los distintos medidores de estadística oficial; esto se debe a la distinta metodología aplicada por cada uno de ellos.

Las estadísticas oficiales son elaboradas por ciertas instituciones de la administración pública y, actualmente, son la principal fuente de información. Los estudiosos consideran que estas estadística son recogidas de forma objetiva, por lo que les aportan legitimidad a sus proyectos. Si bien, sus datos contienen muchos sesgos y algunos como Sutherland las califican como “las menos fiables de todas las estadísticas. Entre las elaboradas en España se encuentran las policiales, la Memorias de la Fiscalía General del Estado, las judiciales y las penitenciarias; además, el Instituto Nacional de Estadística (INE) también recoge datos sobre la criminalidad. Tal y como recoge García España: “Así, las estadísticas policiales contienen datos sobre detenciones, las judiciales sobre procesados y condenados, y las penitenciarias sobre la población preventiva o penada que está en prisión”. Entre los principales problemas que presentan encontramos: que únicamente se recogen los delitos denunciados por los ciudadanos y que hay que tener en cuenta la influencia política en el momento en que se cometen los delitos, ya que los delitos varían con el paso de los años y algunos que antes no existían, o no se registraban, ahora si se registran o viceversa. En cuanto a ventajas cabe destacar que siempre se sigue la misma metodología. De cualquier modo suele ser preferible trabajar con este tipo de estadística pese a los inconvenientes que plantea, pues son de las que más se acercan a la realidad.

Existe una gran disparidad entre las distintas estadísticas oficiales. Esto se debe a las distintas metodologías y fuentes de cada una de ellas. Si bien, un sector de la doctrina considera que “la fuente oficial más completa de información sobre la actividad delictiva en nuestro país son los Anuarios estadísticos que publica anualmente el Ministerio del Interior”.

Las estadísticas policiales empezaron a ser oficiales a partir de la Orden comunicada del Ministerio del Interior del 26 de diciembre de 1979; anteriormente eran de escasa fiabilidad. En 1985 se aprobó el Programa Estadístico de Seguridad, por Orden comunicada del Ministerio del Interior del 27 de febrero de 1985. Desde 1988 se comienza a publicar con regularidad el Anuario del Ministerio del Interior.

La recogida de información se realiza a través de un formulario inalterado en el tiempo y rellenado por los funcionarios de la policía; este nos da la capacidad de observar la evolución de la criminalidad en un tiempo y espacio determinado. Estos formularios, una vez depurados, pasan a formar la base del Programa Estadístico de Seguridad.

Los estudios nos muestran que los hechos de posible calificación de infracción penal son denunciados a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Es por ello por lo que se considera como una fuente de importancia, ya que se acerca bastante al volumen de delincuencia oficial registrado.

Por su parte, el Anuario estadístico del Ministerio del Interior contiene algunas lagunas ya que no todos los años se incluyen los mismos datos.

Es muy compleja la obtención de datos de algunos delitos ya que estos no llegan a conocimiento policial (delitos de cuello blanco, la delincuencia organizada, los delitos societarios, delitos contra la Hacienda Pública, delitos contra los derechos de los trabajadores).

El programa estadístico no solo se centra en la acción del criminal sino que también recoge datos acerca de las víctimas.

Las estadísticas judiciales se elaboran a través de los datos recolectados por la administración de justicia. Los primeros datos aparecen en 1859 y los más completos han sido los de la Fiscalía del Tribunal Supremo, cuya publicación da comienzo en 1883. Resalta que en los juzgados aparezca registrado un número mayor de los asuntos vía policial, que los que la propia policía maneja; esto se debe a las llamadas ampliaciones de diligencias. Por ello, aproximadamente la mitad de los casos de los que se posee información son fruto de duplicidades.

Las Memorias de la Fiscalía General del Estado recogen las diligencias previas abiertas en los juzgados. Dada su metodología, poco uniforme, sus datos no son muy veraces y dan poca fiabilidad.

Las Memorias Anuales de la Fiscalía proporcionan información respecto a las diligencias incoadas, recogiéndose únicamente la cuantificación numérica.

Las Memorias del Consejo General del Poder Judicial recogen el número de asuntos ingresados en todas las jurisdicciones. Recogen el número de sentencias dictadas y de personas condenadas. Es sumatoria por lo que existe duplicidad de un mismo hecho.

Los resultados en cada una son muy variados, pero la mayor parte de la doctrina coincide en que la estadística policial es más fiable que la judicial.

Las estadísticas penitenciarias recogen el número de internos en los establecimientos penitenciarios españoles. Las primeras estadísticas aparecen en 1822 en “La Gaceta de Madrid”. En 1856 se creó el Anuario Estadístico. En 1996, el Consejo de Europa creó el grupo de expertos en criminología en “Tendencias en la delincuencia y la justicia penal: estadísticas y otros datos cuantitativos sobre la delincuencia y el sistema de justicia penal”, formado por expertos de 13 nacionalidades que preparó una colección de estadísticas de la delincuencia y el sistema de justicia penal en todo el continente europeo, la “European Source- book of Crime and Criminal Justice Statistics”, “Colección Europea de Estadísticas de la Delincuencia y la Justicia Penal”. También incluye datos de la encuesta internacional de victimación (“International Crime Victims Survey”, “ICVS”).

Las encuestas de victimación empezaron a utilizarse a finales del siglo XX, cuando se desarrollan las teorías victimológicas, entre las que destaca la teoría del estilo de vida, teoría clave para establecer los perfiles de víctimas y criminales, la cual pudo desarrollarse gracias a las encuestas de victimación.

A día de hoy observamos el alto grado de importancia que tienen estas encuestas para aquellas personas que se dedican a indagar acerca del mundo del crimen, realizando estudios de una gran importancia para el ámbito criminológico.

Gracias a dicho instrumento podemos obtener informes sobre la delincuencia y su evolución desde el punto de vista de las víctimas de un delito.

Además, nos permite conocer otros factores (como ocurre el delito para la víctima, los costes del mismo, como afronta la víctima esa situación…) y poder crear nuevas teorías criminológicas.

De este modo podemos comparar los datos de las encuestas de victimación con los datos oficiales de las administraciones publicas, permitiéndonos sacar conclusiones al respecto. Ambas fuentes se complementan y nos aportan una mayor riqueza a nivel informativo.

Un amplio sector de los autores consideran que las encuestas de victimación aportan información mucho más valiosa que otras fuentes, entre las que incluyen a las fuentes oficiales.

Siguiendo lo anterior, la cifra negra, difícilmente determinable, varía según el tipo de delito, teniendo mayor relevancia en los delitos sexuales ya que un elevado número de estos delitos no son denunciados. Se estima que en los países europeos tan solo un 45% de los delitos sexuales son denunciados, aunque esta cifra va aumentando con el paso de los años.

Entre los inconvenientes que presentan las encuestas de victimación encontramos el problema de la redacción de las preguntas, ya que cada persona es diferente y no todos reaccionamos igual ante una pregunta, por lo que dependiendo de la forma de realizar la pregunta podremos obtener un tipo de información u otra, siempre influyendo en la respuesta de la víctima; esto además muestra cierta subjetividad, pues una víctima no suele ser 100% objetiva y esta puede no tener conocimientos jurídicos, por lo que podría calificar como delito algo que realmente no lo es. También cabe destacar la inexactitud de la memoria humana que puede llevar a la exageración u olvido de alguno de los sucesos del objeto de estudio.

Una de las ventajas es la metodología, puesto que se utiliza un procedimiento estándar con un mismo cuestionario.

El Instituto de Investigación Interregional sobre la Justicia Criminal de las Naciones Unidas (UNICRI), diseñó la Encuesta Internacional a Víctimas de Delitos (ICVS, International Crime Victims Survey), el proyecto más importante de normalización de estudios con el Objetivo de conocer el volumen y la evolución de la delincuencia.

Hoy existen cuatro tipos de encuestas de victimación: las dirigidas a hogares o individuos, las destinadas a comercios, la Encuesta Internacional de Violencia contra las Mujeres y la Encuesta Europea sobre Minorías y Discriminación.

En la actualidad, se suelen realizar por vía telefónica y resalta el CATI (Computer Assisted Telephone Interviewing) que nos da la posibilidad de realizar encuestas telefónicas almacenando la información obtenida en una base de datos de forma directa.

En España, la primera encuesta de victimación llevada a cabo a nivel nacional tuvo lugar en 1978, gracias al CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). Desde entonces hasta nuestros días solo se han realizado cinco encuestas más a nivel nacional y sin ningún tipo de periodicidad. Las encuestas realizadas en nuestro país presentan problemas de fiabilidad por el modo en el que se llevaron a cabo (elección muestral sesgada, muestras no aleatorias…), por lo que los datos recabados no pueden ser extrapolados al ámbito nacional.

El estudio de autoinforme es una encuesta anónima y de libre participación dirigida a autores o posibles autores de conductas ilegales.

Entre los problemas que presentan encontramos la colaboración de los participantes y la fiabilidad de sus respuestas; el problema de la honestidad humana, no es posible saber al 100% si lo que han dicho es del todo cierto y no todas las personas colaboran de la misma forma.

Empezaron a utilizarse a finales del siglo XX y partiendo de ellas se desarrollaron investigaciones fundadas en el paradigma del conflicto, que afirma que todos podemos ser delincuentes en algún momento de nuestras vidas. Así, muchos sostienen que al menos una vez en la vida todos cometemos un comportamiento “desviado”.

Actualmente, su metodología es mucho más sofisticada y fiable. Unido a las encuestas de victimación compone una herramienta fundamental para medir una delincuencia concreta focalizada en determinados segmentos sociales. A través de estos estudios se podían testar las teorías de la tensión de Agnew, la teoría del etiquetamiento de Farrington, la teoría del autocontrol de Hirschi y Gottfredson o la criminología del curso de la vida de Sampson y Laub, entre otras.

Las encuestas de autoinforme han sido de gran importancia para el estudio de la criminología, ya que aportan la forma en que un sujeto actúa ilegalmente, además del por qué; esto nos permite conocer la conducta criminal desde el punto de vista del propio delincuente.

El primer estudio de delincuencia auto-revelada “International Self-report Delinquency Study” (ISRD), tuvo lugar en 1992 por el Centro de Investigación y Documentación del Ministerio de Justicia de Holanda con el Objetivo de analizar la variabilidad de los patrones en las conductas delictivas auto-relevadas, medir el orden de prevalencia en delincuencia juvenil y contribuir al desarrollo metodológico del proceso de auto-denuncia.

A modo de conclusión, la criminología requiere de datos para la realización de un estudio profundo, los cuales provienen de todas las herramientas expresadas con anterioridad. Todas son útiles y, en principio, no hay ninguna que refleje una verdad mayor. El problema que se encuentran los criminólogos al procesar estos datos es la sensación de que no están realizando un estudio completo; esto se debe a la denominada cifra oscura. La cifra oscura o negra, como he explicado con anterioridad, se refiere a la cantidad de delitos de los que no se tiene conocimiento. Esta plantea un serio problema para los criminólogos pues estos no pueden llegar a conocer de ningún modo el índice de criminalidad real. Si bien, gracias a todas estas herramientas pueden hacerse una idea que presuponemos que se corresponde prácticamente a la real. Por ello, para un correcto estudio criminal, necesitamos analizar todas las estadísticas tratadas aquí, ya que la única forma de acercarnos más a la realidad es complementando unas con otras.

Estos análisis y tratamientos de datos son muy interesantes ya que nos permiten conocer cómo evoluciona nuestra sociedad y si vamos mejorando como conjunto o empeorando. Además, a través de los estudios de autoinforme o de las encuestas de victimación podemos acercarnos a la mente del delincuente o de la víctima, respectivamente. Llegar a comprender a estos dos sujetos, puede suponer una gran ventaja en muchos ámbitos de seguridad ciudadana. 

30 August 2022
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