Los Media Y La Tecnología: Ni Santos Ni Perversos

Introducción

Existen objetos de conocimiento que han sido sometidos a análisis de forma reiterada, generando una diversidad de conceptos con los que es posible realizar contrapuntos y coincidencias. Tal es el caso de los medios de comunicación, la tecnología y los públicos, para quienes creamos estrategias cada vez más creativas en un intento por capturar su atención.

Al ubicarnos epistemológicamente en el campo de las comunicaciónes es preciso comprender que la historia más difundida se relaciona a la historia de los medios desde diversas disciplinas, principalmente la psicología, sociología, antropología y filosofía. Por tanto, se puede partir de la idea que los estudios de comunicación han tendido a responder a contextos específicos como el surgimiento y desarrollo de tecnologías.

Así, surgen dos de los grandes mitos en el campo de la comunicación que aún persisten a los vaivenes de la historia en los análisis sobre redes sociales y nuevas plataformas de comunicación. Estos son: a. el mito del espectador como sujeto pasivo y b. el mito de los efectos directos de los medios en sus audiencias. Este ensayo intenta analizar ambas posturas a la luz de las transformaciones actuales, para argumentar que los media y la tecnología no son ni santos para redimir a las sociedades ni perversos para manipularlas, pues van más allá de las valoraciones morales y de las relaciones causales simples.

Teniendo en cuenta la relación histórica que existe entre nuestros cuerpos y la técnica es importante evitar conclusiones deterministas. En tiempos de hiperconexión global, en la que nunca antes habíamos experimentado tantos cambios en tan poco tiempo, ya no podemos ubicarnos como apocalípticos o integrados ante la tecnología y los media .

¿Espectadores en tiempos de hiperconexión tecnológica?

Situar al sujeto en la discusión del espectáculo correspondería a un conflicto entre la cuestión de la realidad y la apariencia. De acuerdo a Rancière (2010: 34), si toda exposición artística es espectacular y pertenece al dispositivo de la visibilidad, la distinción entre espectáculo y realidad perdería su vigencia. Su línea argumentativa coincide en este punto con la noción de “espectáculo integral” de Guy Debord (2007) que ha servido para analizar contiendas políticas partidarias regidas por principios de marketing.

El tema del sujeto espectador estuvo presente en primer lugar en la historia del arte, en tanto todas las formas de espectáculo ponen cuerpos en acción ante un público reunido (Rancière, 2010: 12). Esta discusión tuvo un auge exponencial con la emergencia y desarrollo de los medios de comunicación entre el siglo XIX y XX. Muchos de sus planteamientos eran abordados con intensidad mientras las innovaciones técnicas se superaban constantemente.

Es habitual encontrar tanto en las discusiones sobre arte y medios de comunicación la idea de un público como grupo de individuos indiferenciados y espectadores pasivos ante el contenido presentado, ya sea en un teatro, sala de cine o computador. Un ejemplo de esto es que, bien podríamos encontrar estas concepciones en autores clásicos a inicios del siglo XX, como en estudios electorales y de audiencias en pleno siglo XXI, donde se consideran primordialmente la organización del mensaje y sus efectos cognitivos individuales.

Esta conceptualización ha llevado a pensar los públicos desde una visión peyorativa, asumiendo que son incapaces de pensar o actuar por sí mismos. Ortega y Gasset (1929) afirma que las masas se encuentran impregnadas de barbarie antes que de cultura, donde se les concede el derecho a no tener razón, y que su rebelión consiste precisamente en actuar por sí mismas e intentar dirigir la sociedad sin tener capacidad para ello. Esta representación de las masas como carentes de razón es identificable en producciones cinematográficas recientes como“Batman: el caballero de la noche asciende”, donde la ciudad entra en caos generalizado cuando los ciudadanos toman el control de la misma. Asimismo, la imagen de las masas como homogéneas y parte de un cuerpo social automatizado puede ser identificada desde una mirada semiótica en producciones clásicas como “El triunfo de la voluntad”.

Por otra parte, autores como Fusi (1997: 8) afirman que el concepto no debería ser negativo, en tanto las masas vieron mayores avances hacia las libertades, el bienestar, la movilidad y la justicia social que en cualquier época anterior, y por tanto son resultado de los progresos de la democracia. Análisis que coincide con autores clásicos de la Mass Communication Research.

Medios de comunicación y sociedad parecieran ser cara y cruz de una misma moneda para las y los investigadores que los han abogado y criticado en sus diferentes etapas. Hagamos un breve esbozo histórico. A comienzos del siglo XX los estudios estuvieron caracterizados por el análisis de los efectos de los medios en las audiencias, también llamado “Modelo hipodérmico”. En esta etapa, es posible identificar la creencia de poderes generalizados y manipulación de las masas en quienes tenían efectos directos e inmediatos, que más tarde serían acotados como efectos limitados (UCM, s.f).

A partir de los años treinta, con el aumento de la investigación empírica, las bases del modelo hipodérmico comienzan a ser puestas en duda. Los modelos conductistas ponían todo su énfasis en las características biológicas de los individuos, de cara a desvelar los comportamientos y empezaron a reconocer también la influencia del entorno ante la emergencia de diferencias individuales (UCM, s.f).

En el contexto contemporáneo de redes complejas estas nociones pueden ser consideradas obsoletas. En primer lugar, el concepto de “poder” utilizado es puesto en duda. Byung-Chul Han (2016) sugiere que los media no poseerían poder, sino, en alguna medida influencia. El poder sería la continuidad de sí mismo en otros, enfatizando que el poder en sentido propio no es posible frente a algo o alguien pasivo. En segundo lugar, autores como Busquet (2008) consideran que estas ideas se centran en el estudio de la comunicación interpersonal y la comunicación de masas, y no son extrapolares a la situación marcada por las nuevas tecnologías de la información, que demandan una participación más activa de los públicos, donde pueden pasar de emisores a creadores de contenido. Finalmente, ahora existe una suerte de consenso que los dispositivos modernos construyen realidad a partir de los conocimientos que nos rodean y de los que somos partícipes. En el caso de los medios de comunicación, en su función ideológica y con implicación de las audiencias ya no se imponen sino se construyen acontecimientos, cuando reconocemos la información y nos localizamos a nosotros mismos en los discursos (Alsina, 1989).

El problema actual radicaría en posicionarnos entre acción y pasividad como excluyentes entre sí. No podríamos dividirnos entre espectadores pasivos y actores políticos, pues se tratan de dos regímenes de sensibilidad que se complementan y poseen límites difusos. Rancière (2010: 28) lo ejemplifica para el campo del arte: “el efecto del idioma no se puede anticipar, requiere de espectadores que desempeñen el rol de intérpretes activos, que elaboren su propia traducción para apropiarse la “historia” y hacer de ella su propia historia.

La economía de la atención en el entorno digital y las experiencias cotidianas

Diversas líneas de análisis sobre la hipermodernidad han resaltado los cambios en la sensibilidad estética y emocional por las nuevas tecnologías y el giro semiótico hacia el capital emocional tanto en productos como servicios para obtener la atención de los usuarios.

Estos cambios habrían afectado tanto nuestra percepción del entorno, de nosotros mismos y de nuestra relación con otros. Ya no se trata entonces de una persona que puede ser analizada llanamente bajo los términos de pasividad y actividad, sino más bien, se encuentra en “un presente donde prima la rapidez, la interacción, el consumo y la visión en un tiempo de flujo de información y capital emocional” (Crary, 2013: 40).

A partir del siglo XX también operó una transformación en la mirada que haría indistinguible las figuras entre sujeto y objeto. Con los nuevos medios y el desarrollo de la técnica en un entorno digital acelerado experimentamos la pérdida de un horizonte fijo y de una perspectiva lineal por una mirada descorporeizada y la multiplicación de enfoques (Crary, 2013).Somos individuos que están constantemente ocupados, interconectados, comunicándose, interactuando, respondiendo o procesando algo en algún medio telemático (Crary, 2013: 42). En este sentido, se podría decir que no siempre tenemos tiempo suficiente para la extracción de significado y placer de la experiencia. Las idea de progreso asociada a una temporalidad lineal que nos prometía una mejor calidad de vida, apoyada en la esperanza de una técnica redentora, fomentada por las y los tecnófilos, así como los temores de perversión humana que auguraban las y los tecnófogos del siglo XX, han sido superadas por los fenómenos contemporáneos de complicidad entre técnica, usuarios, empresas y gobiernos, más que una relación de víctimas y victimarios.

Conclusión

El entorno digital nos da la sensación de pertenecer a una comunidad de privados, donde mis acciones mediadas me permiten un refugio en lo anónimo. A su vez, paradójicamente, es un lugar de máxima exposición de nuestra intimidad. La historia “Hated in the Nation” de la serie Black Mirror ejemplifica esto. El episodio refleja la hibridación de las acciones realizadas en una plataforma y las consecuencias en los cuerpos de las personas afectadas. La historia refleja también el concepto de la autopercepción para la comprensión de los otros. Sin embargo, sería un mito asegurar que nos hemos convertido en sujetos insensibles, más bien, lo que ha ocurrido sería una “transformación de la sensibilidad” (Berardi, 2017: 12). Para Illouz (2004), el sistema en cambio se volvió emocional, disolviendo la división tradicional entre lo público no emocional y lo privado emocional.

Para futuros análisis, otros refugios recurrentes, además del entorno virtual y mediático, serían la búsqueda de identidad en las religiones y en figuras populistas a quienes, al igual que a nuestros dispositivos, desearíamos confiar las decisiones públicas y personales más importantes.  

13 May 2021
close
Tu email

Haciendo clic en “Enviar”, estás de acuerdo con nuestros Términos de Servicio y  Estatutos de Privacidad. Te enviaremos ocasionalmente emails relacionados con tu cuenta.

close thanks-icon
¡Gracias!

Su muestra de ensayo ha sido enviada.

Ordenar ahora

Utilizamos cookies para brindarte la mejor experiencia posible. Al continuar, asumiremos que estás de acuerdo con nuestra política de cookies.