Museo De Arte Contemporáneo Para El Siglo XXI

Antiguamente, los museos de arte tenían la finalidad de ser un ente de conservación, investigación, educación, difusión y deleite propio. Así como la sociedad va cambiando, los museos deben adaptarse a las nuevas realidades que se van presentando y mantenerse a la altura de una sociedad que se vuelve cada vez más cambiante y exigente. Una sociedad que dispone de múltiples herramientas de acceso a la información pero que sin embargo cada vez más se le dificulta el entendimiento de las artes. Reflexionando ante la producción artística que se está desarrollando a través del siglo XXI, es válido preguntarse ¿Cómo serán los museos del futuro? ¿Cuál será su contenido ante las nuevas tendencias en el arte?

Hoy en día los museos están teniendo una transformación importante, que incluso se ha visto la necesidad de replantear una nueva definición de este. Basándonos en los inventarios que se encuentran en las grandes casas de subastas se ha hecho un sondeo sobre las tendencias y se ha estimado cuáles serán los nuevos contenidos (obras de arte) de los museos de arte contemporáneo para el siglo XXII.

Los museos son espacios democratizadores, inclusivos y polifónicos para el diálogo crítico sobre los pasados y los futuros. Reconociendo y abordando los conflictos y desafíos del presente, custodian artefactos y especímenes para la sociedad, salvaguardan memorias diversas para las generaciones futuras, y garantizan la igualdad de derechos y la igualdad de acceso al patrimonio para todos los pueblos.

Los museos no tienen ánimo de lucro. Son participativos y transparentes, y trabajan en colaboración activa con y para diversas comunidades a fin de coleccionar, preservar, investigar, interpretar, exponer, y ampliar las comprensiones del mundo, con el propósito de contribuir a la dignidad humana y a la justicia social, a la igualdad mundial y al bienestar planetario. Definición de museo del ICOM, 2019.1

Desde el conocimiento de la historia del museo, y sabiendo que ya desde la antigüedad han existido colecciones en forma de tesoros, colección o curiosidad histórica. Eran colecciones personales que se enriquecían con los viajes del propietario y que respondían a un elemento de estatus y esnobismo, que luego se le abrirán al público como galería de curiosidades y de las que luego nacerán galerías importantes como las de los Uffizzi o la Wunderkamer, hasta el nacimiento del museo como hoy lo conocemos hoy en día.

Las colecciones de arte han cambiado según su propietario, al principio el arte pertenecía a la iglesia, luego a la monarquía, la nobleza y cuando la nobleza perdió su peso en función al mecenazgo entonces aquí entra la burguesía o el que tiene dinero. Para responder a estos cambios surgieron nuevas estructuras políticas, económicas y por supuesto culturales, que requerían nuevos personajes.

Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA, por sus siglas en ingles) el Centro Pompidou Parisino. En la década del sesenta, nace el concepto de Centro de Arte. Estos nuevos museos y espacios son, aparte de su función social y cultural, son legitimadores de corrientes y tendencias, es decir, la obra de un artista no alcanza su madurez hasta que expone en un museo. Debe tenerse en cuenta que no todos los museos puntúan de igual forma, no es lo mismo el MoMA que el Reina Sofía.

En 2004, se mostró una selección de la colección del MoMA en la National Galerie de Berlín. El MoMA, quien es el más antiguo y famoso museo de arte moderno, estaba cerrado temporalmente el edificio  demolido y dar lugar a una nueva construcción que, al mismo tiempo, significaban nueva concepción del museo y de su presentación al público de la más reciente historia del arte.

El recorrido del público ya no comienza, con los «padres de la modernidad», Paul Cézanne, Paul Gauguin, Georges Seurat y Vincent van Gogh, sino con obras y artistas del siglo XXI y cuya presentación es reorganizada cada tres o cuatro meses (como en las exposiciones temporales). El nuevo MoMA da un giro consciente a la perspectiva sobre la historia del arte frente a la presentación tradicional, que avanza cronológicamente. El arte actual ya no aparece como resultado de un desarrollo continuo de las orientaciones clásicas y modernas del arte, sino como un fenómeno per se, a partir del cual es posible iluminar retrospectivamente momentos relevantes en la historia de la modernidad.

Las adquisiciones de un museo acrecientan su patrimonio y completan la visión que se pretende dar de un periodo, estilo o momento histórico, pero además son elementos clave en la promoción cultural. El museo, entre una indefinida cantidad de obras de arte suspendidas entre el mercado y colecciones, lucha, teóricamente, contra las alteraciones del juicio estético para definirse.

En definitiva, el Museo, como representante del aparato institucional es el principal legitimador de la obra de arte. Escribía Félix de Azúa “El museo tradicional tiene mucho de congelador. La obra, extraída tiempo atrás, de las colecciones reales, de la nobleza o de la iglesia, se muestra como trofeo. Ciertamente la obra de arte actual no ha sido creada para un lugar en concreto, pero la tendencia de la museología ha sido desnaturalizar las piezas y convertirlas en objetos de culto”. Jeff Koons, Popeye 2009-2011

El arte contemporáneo no exhibe un criterio estrictamente cronológico y, en su versión internacional y existencia comercial. Los especialistas, historiadores, estudiosos del arte contemporáneo, críticos de arte y conservadores, ya no se establecen periodos del arte y ni las características estéticas de las obras. El término «contemporáneo», reevaluada permanentemente por la competencia artística internacional, se impuso a partir de la década de los ochenta. Y desde entonces, el seno del campo artístico ya no tenía la claridad de los campos – entre los antiguos y los modernos, los figurativos y los abstractos- como sucedía en la década de los cincuenta.

El punto de inflexión de vital importancia para el arte contemporáneo se entorna a través del desarrollo del arte conceptual, quien desafió de forma directa y radical la concepción de la obra de arte, en tanto que el objeto para ser experimentado y entendido requiere de un discurso. Gracias al readymade sin modificar, el arte desvió la atención a la idea en vez de al objeto en sí mismo, lo cual conllevó un cambio en la naturaleza del arte, que dejó de interesarse por la apreciación de lo bello, de la técnica y su manufactura para interesarse exclusivamente en el discurso teórico. Este cambio, este reemplazo de la «estética» por la «idea», marcó el comienzo del arte «moderno».

Desde los primeros años noventa, la esfera artística internacional ha estado dominada por un despliegue de diversos objetos y prácticas «posconceptuales» que combinan la libertad de los medios del arte de la década de los sesenta y principios de los setenta con la comercialización y la repugnancia hacia la teoría que caracterizó la reacción contra ese arte durante los ochenta. La idea como arte y el subtítulo largo y errático del texto de Lucy Lippard, Seis años: la desmaterialización del objeto artístico…, alude al «llamado arte conceptual como el arte de la información o el arte de las ideas», lo cual da fe de la multiplicidad de términos usados para designar la misma disciplina.

Desde mediados de los años ochenta, el término «apropiación» se ha empleado para aludir a la reproducción por parte de un artista de la obra de otro artista. Sin embargo, en su origen y esencia, este término denota la transposición de un objeto de un contexto extraartístico a uno artístico y su consiguiente cambio de función con el fin de marcar y al tiempo desafiar la idea de arte como un conjunto de tipos de objetos concretos. A principios de los años sesenta, esta rama subalterna y discrepante del arte moderno había empezado a abrirse camino en los museos occidentales como una categoría legitima de «arte».

El futuro del museo de arte ante la nueva producción de obras «no me importa que la obra se destruya mientras la idea prevalezca». Tony Capellán, artista dominicano Analizando los conceptos existentes hasta la fecha, y proyectando lo que podrían estar requiriendo las generaciones futuras, entendemos que para el siglo XXII prevalecerán los espacios reales y virtuales, en donde los artistas que hayan sido previamente legitimados por el mercado, e instituciones, realizaran exposiciones de obras que no tendrán un valor tangible, sino que serán creadores de ideas, que no tendrán necesariamente tendría un valor artístico excepcional, pero si creativo. Que llevara al espectador al análisis crítico de la obra, y que propondría situaciones sociales, reales o ficticias creadas por el artista.

La figura del artista, como el personaje con dominio exquisito de la técnica dejara de existir en el arte, y se convertirán en guías de ideas sugeridas por el artista, con un concepto concebido para que cada quien construya o desarrolle su propia obra o concepto; aportando el artista su nombre, la idea, pero cada persona construye su propio arte o lo lleva a generar la inquietud hasta hacer de cada espectador logre ser creador de su propio arte, sin necesidad de que el objeto como obra prevalezca en el tiempo. Logrando de esta manera que el artista sea una figura de prestigio avalado por la comunidad y el mercado artístico, que el valor lo determine la idea de que él fue el primero y que la misma pueda ser reproducida, vendiendo el derecho de reproducción del concepto, que puede ser recreado por el propietario. Mauricio Cattelan, Comedian 2020.

Esta expectativa conlleva a que el público espectador tendrá la capacidad de interpretar al arte como un objeto crítico por encima del objeto bello y de deleite. Esto llevaría a que el público requerirá de un trasfondo filosófico del absurdo objeto. Los museos del siglo XXII, serán espacios de ideas, mas no de obras únicas.

Fuentes Bibliográficas

  • Bürger, Peter, Teoría de la vanguardia, Barcelona, Península, 1997.
  • Danto, A. (2009). Después del fin del arte. Paidós.
  • Espartaco, C. (2007). Ultracontemporánea. Fundación Federico Jorge Klemm.
  • Fleck, R. El sistema del arte en el siglo XXI.
  • Lash, Scott, Sociología del posmodernismo, Buenos Aires, Amorrortu, 1997.
  • Lippard, L. (2004). Seis años. Akal.
  • Rancière, Jacques, El espectador emancipado, Buenos Aires, Manantial, 2010.
  • Ruiz López, J., & Garzón Díaz, V. (2011). La obra de arte como objeto de intercambio. Centro Cultural de España en Guatemala.
  • Thompson, D. (2015). La supermodelo y la caja de brillo (1st ed.). Ariel.
  • Thornton, S (2014). 33 artistas en 3 actos, Buenos Aires: Edhasa.
30 May 2021
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