Opinión Personal Sobre El Libro De Deckard

El libro termina cuando Deckard después de retirar a los 6 androides, harto, vuela hacia una zona completamente inhabitada y encuentra un sapo real que la humanidad creía una especie extinta. Regresa a casa y se lo muestra a su esposa quien, tomando al sapo en sus manos, descubre que es eléctrico. Deckard se va por fin a descansar después de un pequeño diálogo en donde, por primera vez, acepta que hay vida en las cosas eléctricas: “[…] The electric things have their lives, too. Paltry as those lives are”.

Antes de empezar este análisis sería bueno definir los dos conceptos que, desde mi punto de vista, son los más importantes a lo largo de la historia para explicar y desdibujar la línea entre ser humano y no serlo:

Empatía: según la RAE es “el sentimiento de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”.

Consciencia: de nuevo, según la RAE se define como: “conocimiento inmediato o espontáneo que el sujeto tiene de sí mismo”. Esta definición es MUY ambigua. ¿Qué significa tener conocimiento de sí mismo? ¿Qué es lo que define al “Yo” que creamos nosotros mismos? Para explicar eso, Douglas R. Hofstadter escribió el libro: “Yo soy un extraño bucle” en el que ahonda de manera profunda y pormenorizada sobre el fenómeno que llamamos consciencia y que será vital en este análisis. Hofstadter propone que nuestra consciencia es un fenómeno que se puede explicar de la siguiente manera: nuestra percepción del mundo a través de los sentidos y su representación en nuestro cerebro es equiparable al de una cámara digital conectada a una televisión mostrando lo que graba en tiempo real. Esta percepción del mundo se puede ver en todas las formas de vida: los insectos que reaccionan a cambios en la temperatura del ambiente y se mueven; los pájaros que “sienten” las corrientes de aire y cambian sus movimientos para aprovecharlas; un robot dentro de un carro que, identificando obstáculos a su alrededor, va manejándose a sí mismo a través de una carretera y por último los seres humanos que, siguiendo esta analogía, podemos tomar esa “cámara digital” que es nuestra percepción y apuntarla a la “televisión”.¿Qué sucede entonces según Hofstadter? Recomiendo muchísimo leer el libro si les parece interesante este tema ya que él entra en muchísimos detalles que enriquecen su analogía. Dentro de nuestro cerebro tenemos símbolos que representan todo lo que vemos: la imagen y palabra “árbol” por ejemplo. Pero cuando nos percibimos a nosotros mismos creamos un “loop”, un bucle que, dentro de nuestro cerebro, nos hace crear un nuevo símbolo: “Yo”.

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Hofstadter entra a un increíble análisis sobre: nuestra consciencia como la verdadera identidad de nuestra alma (defendiendo que no existe un alma inmaterial), si existen o no distintos tamaños de alma (si nuestra consciencia es nuestra alma, ¿el alma humana es más grande que la de un mosquito?), y por qué es que los seres humanos tenemos una consciencia (o alma) más grande. Aquí es donde comenzamos a conectar con algunos temas de DADoES:

Algunos filósofos contemplan nuestra luz interior, nuestro “yo”, nuestra humanidad, nuestra alma, como si emanaran de la naturaleza del propio sustrato, es decir de la química orgánica del carbono. […] ¿Por qué iba a tener la química del carbono cierta propiedad mágica excepcional de la que carecerían las de todas las demás sustancias?¿Y en qué consiste esa propiedad?¿Cómo nos convierte en seres conscientes? […] ¿Por qué nuestros parientes basados en el carbono, pero pertenecientes a otras especies, no son tan conscientes como nosotros?[…]” — Douglas R. Hofstadter

Empezamos a entrar en una discusión interesantísima de la cual soy completamente partidario: ¿si nuestra consciencia fuera nuestra alma (porque no existe una propiedad mística que lo sea) otros seres conscientes podrían considerarse almados? Este tema también se trata de manera increíble en “Ghost in the shell” de Mamoru Oshii en donde la historia nos hace cuestionarnos: ¿qué pasaría si se trasladara nuestra consciencia a un cuerpo completamente robótico? ¿Esto nos haría menos humanos? ¿Nos quitaría nuestra posesión de un alma humana?

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Los androides, en el libro, carecen de empatía, se delatan unos a otros para salvarse, algunos se resignan muy fácilmente a la muerte cuando saben que es inevitable y casi al final del libro, algunos Nexus-6 torturan a una araña (tal vez la única araña viva en el mundo) sin remordimiento alguno, cortándole 4 patas. Pero, ¿no son éstas cualidades que podrían darse también en cualquier ser humano, dadas ciertas circunstancias?

Para Hofstadter, una consciencia es igual independientemente de cómo haya surgido y esto haría que nuestro análisis de una inteligencia artificial cambiara así como cambia también en el libro: tiene una consciencia por lo tanto tiene alma; existen distintos niveles de consciencia por lo que existen distintos niveles de almas.

El “yo” (el tuyo, el mío, el de cualquiera) es una ilusión tremendamente eficaz y con una increíble capacidad de supervivencia. Nuestros “yos” son ilusiones autoalimentadas que constituyen un subproducto inevitable de los bucles extraños, los cuales, a su vez, son un subproducto inevitable de esos cerebros poseedores de símbolos que guían a sus respectivos cuerpos a través del peligroso escenario de la vida. (P. 350)

Nuestro ser, nuestro “yo”, es más elevado gracias a que los humanos tenemos la capacidad de anidar símbolos dentro de símbolos en nuestro cerebro de manera al parecer infinita y arbitraria (“hijo” es un símbolo que anida los símbolos “padre”, “madre”, “nacimiento”, etc.) por lo que nuestra existencia se centra en nuestro pensamiento y éste a su vez, como lo describe Hofstadter repetidamente es simplemente: “una danza de símbolos”.

Entonces, para Philip K. Dick, ¿qué podría significar la existencia? Porque DADoES nos hace cuestionarnos una y otra vez: ¿qué es lo que nos hace humanos (incluso si los androides pudieran considerarse humanos también)? Y en este punto creo que Philip K. Dick tal vez nos dió una respuesta: tenemos sueños, anhelamos, deseamos, queremos conectarnos. Todo esto podría explicarse con el Mercerismo, esa doctrina en la cual los humanos se conectan en una experiencia colectiva. Como mencioné antes, los humanos que se conectan a través de una caja de empatía pueden vivir la misma experiencia juntos una y otra vez: Wilbur Mercer (todos los conectados “viven” desde su perspectiva) escala una montaña una y otra vez. Esto inmediatamente me recordó a “El mito de Sísifo” de Albert Camus y, aunque no haya sido intencional, creo que aquí radica una propuesta a nuestra humanidad: el mundo y la existencia son absurdos. Según Camus, podemos relacionar nuestra existencia a la de Sísifo quien, habiendo hecho enojar a los Dioses, es condenado a empujar una enorme piedra cuesta arriba en una montaña sólo para que ésta vuelva a caer y tener que volver a empezar desde abajo para toda la eternidad, sin posibilidad de cambio. No sé si Philip K. Dick quería hacer esta analogía pero me parece que cuadra muy bien con cómo acaba el libro.

En su ensayo, Camus nos propone que nuestra condición es aquella de la de Sísifo, nuestra conciencia del mundo y su porvenir caótico es una de las razones por las que éste es absurdo. Nos propone entonces una nueva existencia: la del hombre absurdo: aquel que espera el fin pero lo desprecia (p. 338), aquel que tiene una ciencia sin ilusiones a diferencia de los “hombres de lo eterno”. Para él o ella, la religión es dar un salto, eludir el problema del absurdo negando una parte irreconocible del mundo: como no puedo entender mi existencia, lo dejo en manos de algo que sé que nunca entenderé. Entonces, según Camus, ¿qué hacemos aquí si todo es absurdo?:

Ahora bien, si lo absurdo aniquila todas mis posibilidades de libertad eterna, me devuelve y exalta, por el contrario, mi libertad de acción.  

El hombre absurdo entrevé así un universo ardiente y helado, transparente y limitado en el que nada es posible pero todo está dado, y más allá del cual sólo están el hundimiento y la nada. Entonces puede decidirse a aceptar la vida en semejante universo y sacar de él sus fuerzas, su negación a esperar y el testimonio obstinado de una vida sin consuelo. […] Si me convenzo que esta vida no tiene otra faz que la de lo absurdo, si siento que todo su equilibrio se debe a la perpetua oposición entre mi rebelión consciente y la oscuridad en la que forcejeo, si admito que mi libertad no tiene sentido sino con relación a su destino limitado, entonces debo decir que lo que cuenta no es vivir lo mejor posible, sino vivir lo más posible.  

Entonces, siendo conscientes de nosotros, de la ciencia que nos compone y nos da vida, siendo conscientes de que, como plantea Philip K. Dick, podríamos crear vida artificial y no por eso menos viva, sin cobijo de una religión o un Dios, lo que nos queda es lo que nosotros mismos proponemos como principios y metas a las cuales consagrar nuestros tiempo. Y si una consciencia siente y piensa de la misma manera, ¿es menos humana? Mi respuesta sería: no.  

22 October 2021
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