Perspectiva Y Motivación De Las Personas Con Problemas De Drogadicción

Tratar de dilucidar los orígenes del uso de sustancias psicoactivas en la humanidad y las razones que conducen al uso generalizado de estas, resulta una tarea de vital importancia para comprender las dinámicas sociales actuales tanto en la población juvenil como en la adultez. Según Antonio Caballero(2001), el uso de sustancias alucinógenas se halla estrechamente ligado a la cultura como un factor atávico que permea incluso el ámbito religioso, desde los rituales del Yahé en las tribus del Amazonas hasta la utilización del vino en la tradición judeocristiana como mecanismo de evangelización y comunión divina.

Los primeros acercamientos al estudio de la drogadicción describían al consumidor como un ser sin conciencia moral, incapaz de adaptarse a las normas sociales, sin voluntad y sin dominio de su propia conducta, lo que desembocó en la creación de normas que penalizaban fuertemente dicha práctica, dando paso a la creación de estereotipos sociales que culminarían en la exclusión social. En el año 1975, Kramer y Cameron realizaron un informe para la OMS donde se establece una taxonomía de conceptos básicos a la hora de hablar sobre drogadicción, terminología que ha sido punto de encuentro para la investigación del fenómeno a fin de obtener una mayor comprensión del mismo. Encontramos en este manual la útil distinción entre lo que es un fármaco, la farmacodependencia y una droga causante de dependencia. La primera hace alusión a una sustancia que puede alterar el funcionamiento de un organismo después de ser introducida en el cuerpo, la segunda es un estado de dependencia psíquica o física a un fármaco que conduce a la necesidad constante de experimentar sus efectos estimulantes, por último, se hace referencia a la droga que puede causar dependencia tanto psíquica como física, de uso médico o por fuera de este.

En la actualidad, gracias a los aportes científicos y tecnológicos, hay más claridad al respecto sobre lo que pasa a nivel cognitivo, neurológico y conductual en el consumidor de droga, por su parte las ciencias sociales y humanas han avanzado en la comprensión de los factores asociados a la problemática en cuestión, revelando como las influencias ambientales, las dinámicas grupales, las condiciones materiales de existencia, el núcleo familiar y la motivación personal, pueden ser elementos desencadenantes en cuanto a iniciación o evitación se refiere. Cada investigación en el área ha permitido generar un cambio en la construcción social desde la percepción misma del problema, abandonando la connotación volitiva y moral hasta convertirse en lo que hoy en día es llamado en las políticas gubernamentales “un asunto de salud pública” tratándose como un trastorno médico que altera drásticamente la conducta del farmacodependiente. En el DSM-V se define adicción como un trastorno crónico y recurrente caracterizado por la búsqueda y el consumo compulsivos de la droga a pesar de sus consecuencias negativas.

En nuestro contexto nacional, números estudios han demostrado que el consumo de drogas se ha incrementado considerablemente los últimos años, y se ha especulado que en dicha problemática intervienen una variedad factores motivacionales asociados a la conducta adictiva. ¿Qué es pues la motivación y por qué juega un papel indispensable en la conducta humana?

La motivación es abordada en distintas épocas de la historia por distintos autores, razón por la cual no se tiene delimitado y definido un concepto general para la motivación; etimológicamente dicha palabra es proveniente del latín motus que puede ser interpretado como “lo que moviliza a la persona para ejecutar una actividad” (Trechera , 2005).

Ajello señala que la motivación es “la trama que sostiene el desarrollo de aquellas actividades que son significativas para la persona y en las que esta toma parte” (Ajello , 2003); es tambien entendida como el proceso mediante el cual los individuos proponen un objetivo y para el cumplimiento de este utilizan los recursos que creen adecuados manteniendo una conducta especifica (Naranjo Pereira, 2009).

En el año 2000, Bisquerra propone la motivación como un constructo teórico hipotético, el cual es un proceso complejo causante de la conducta; afirma tambien que la misma tiene diversas variables (biológicas o las adquiridas) que influyen en el comportamiento que adoptará el sujeto para cumplir con las metas establecidas (Bisquerra , 2000); una de las características principales de la motivación (en lo que la mayoría de los autores coinciden) es que la misma es uno de los factores explicativos principales para entender la conducta humana y el porqué de su comportamiento (Herrera , Ramírez , Roa , & Herrera , 2004).

Dado que la motivación es aquello que impulsa la toma de decisiones, esta se encuentra estrechamente relacionada con el consumo de sustancias, diversos estímulos (externos o internos) orientan la decisión de consumir por primera vez y si estos estímulos generan un estado satisfactorio originan una conducta de consumo frecuente.

La sociedad juega un papel fundamental en el uso de sustancias como en la percepción que se tiene de los consumidores, ya que a partir del comportamiento, necesidades y lógicas inherentes en general a la práctica consumidora, se crea un concepto, una representación que define el rol social bajo el cual quedará enmarcado el adicto. Es en este punto donde se hace necesario exponer qué se entiende por construcción social. La construcción social puede ver sus inicios con el concepto de imaginario social dado por Cornelius Castoriadis, en un artículo hecho por Miranda Ospino, donde se detalla qué el imaginario social para Cornelius “es una construcción socio histórica que abarca el conjunto de instituciones, normas y símbolos que comparte un determinado grupo social” (Ospino , 2014); Cornelius crea este concepto con el fin de marcar una diferencia entre el determinismo de Karl Marx, y la hegemonía del estructuralismo, de esta manera, Cornelius pretende “repensar la teoría de Marx para darle un mayor peso a las ideas como fuente de creación y modificación de la realidad” (Ospino , 2014)

La construcción social puede ser abordada tambien desde la perspectiva de Berger y Luckmann, estos autores, proponen que la construcción social se basa en una realidad, o realidades que afectan nuestra conducta, lo cual hace que el conocimiento sea individual y particular (Berger, 1968), en otras palabras, cada persona posee una percepción y un punto de vista de las cosas de manera diferente, creando así múltiples realidades del mundo.

Debido a la propuesta de Berger y Luckmann, se podría plantear la siguiente pregunta, si todos tenemos una realidad distinta e individual, ¿cómo llegamos a un punto de vista común? (Arriagada, 2002) Berger y Luckmann hablan sobre cómo el lenguaje responde está pregunta. Al existir múltiples puntos de vista y realidades, se busca compartir los conocimientos que posee cada individuo de su realidad, el uso del lenguaje junto con signos, señales y códigos hacen que se comprendan entre sí.

Berger y Luckmann hablan sobre otra perspectiva que va ligada a las anteriores:

Continuando con las ideas de Berger y Luckmann, éstos postulan que la actividad del ser humano tiende a hacerse habitual y se va levantando como realidad objetiva mediante la operación de mecanismos como el de la institucionalización y el de la legitimación; paralelamente y en forma inevitable se asocian a estos procesos una serie de complejos sistemas de conductas esperadas –en virtud de las tradiciones y convencionalismos que van definiendo roles sociales en un todo organizado y plausible (Arriagada, 2002).

Para comprender más este punto de vista, se puede definir en cómo las realidades de las personas se empiezan a agrupar, y crean una categorización de un conocimiento común, de esta manera, se pueden considerar una costumbre o tradición al ser institucionalizada en la realidad general de las personas.

Dentro del imaginario social se encuentran los estereotipos, los cuales se pueden definir como un conjunto de convicciones que comparte un grupo. Esto se refriere a “cualquier atributo de una persona (físico, personalidad, conducta, rol, etc.); y que son aplicados a los miembros de grupos, percibidos socialmente como pertenecientes a la misma categoría” (Moya, 1996)

La primera conceptualización de los estereotipos en las ciencias sociales es dada por Lippmann, quien transmite la idea de los estereotipos como algo rígido, repetitivo, aplicado mecánicamente, y con una función cognitiva, o en la terminología del autor, se trataría de preconcepciones que gobiernan la percepción, que impone un cierto carácter a los datos antes de que lleguen a la inteligencia (Lippmann, 2017).

Los estereotipos pueden ser utilizados como mecanismo de defesa interior del individuo, para proteger sus intereses personales, defender su estatus social y justificar ciertos comportamientos hostiles hacia otros grupos, son un resultado de la consecuencia del pensamiento humano que sirven para facilitar la entrada de la información social (Berinsky, 2005).

La función de los estereotipos tomó peso a partir de los trabajos de Tajfel sobre los procesos cognitivos de categorización, afirma que la distorsión de la percepción se da de manera que las semejanzas intragrupales y las diferencias intergrupales se acentúan de acuerdo a los estereotipos, estos tienden a favorecer evolutiva y conductualmente al propio grupo (endogrupo) frente al exogrupo (Tajfel, 1969).

Los estereotipos son sociales y cumplen funciones en determinados grupos, son suministrados por la cultura y permanecen cuando son aceptados y seguidos por varios miembros de cierta cultura, En relación con la formación de los estereotipos está la autoestima, la personalidad y el sistema de valores del individuo. la teoría de la categorización del yo considera la estereotipia como un fenómeno racional y valido donde toda percepción implica categorizar (Turner, 1990).

Ahora bien, en cuanto a estereotipos sociales que relaten como es concebido por los demás integrantes de una comunidad el drogadicto, existe gran variedad de opiniones e ideas preestablecidas y generalizadas que describen una imagen negativa del sujeto en cuestión. Un ejemplo de estereotipo asociado a la práctica de consumo muy arraigado en las personas, es que el uso estandarizado y repetido de drogas, solo se ve en los estratos socioeconómicos más bajos. Otro ejemplo es la tendencia a pensarlos como delincuentes, capaces de agredir y asesinar sin ningún reparo, arguyendo que no tienen principios morales ni comprensión de los códigos de conducta establecidos. También es frecuente que se les describa como personas sin futuro, sin motivaciones y expectativas de vida, sin autonomía y con bajo rendimiento laboral o académico. Es interesante mencionar que muchos de estos imaginarios o representaciones sociales operan bajo una lógica deshumanizante del drogadicto, tienden a “monstrificar” como mecanismo de justificación de las campañas de la llamada “limpieza social”. Al arrebatarle al adicto los atributos humanos, al ser tratados y considerados como seres hostiles, poco civilizados y que producen un malestar en la cultura, se justifica su desaparición en función de la seguridad y tranquilidad de los demás.

Por último, y dando paso en este articulo a las consecuencias del consumo excesivo de drogas en la población adicta, podemos encontrar múltiples repercusiones en la salud física y psicológica. El deterioro cognitivo es una de las muchas consecuencias de las drogas, estas son claramente negativas en cuanto que afectan el funcionamiento del cerebro, el consumo frecuente e intenso de drogas produce un impacto sobre el organismo para el que no está preparado.

Según el artículo el deterioro cognitivo asociado al consumo de drogas (Pérez, 2018) , el consumo abusivo de drogas puede generar alteraciones morfológicas en la estructura del cerebro como Pérdida de volumen cerebral, Reducciones del porcentaje de materia gris, reducciones del volumen del fluido cerebroespinal ventricular, ensanchamientos del espacio pericortical y de ambos ventrículos laterales, disminución del tamaño de las neuronas, muerte neuronal y atrofia cerebral.

El consumo de drogas es una auténtica preocupación en la sociedad y comúnmente se suele asociar la droga con juventud y delito. Este crea problemas sanitarios de primer orden, además de ser el motivador de muchos delitos y el caldo de cultivo por el que muchas familias terminan rotas. Entre los adolescentes se presenta como una de las conductas de riesgo con efectos más devastadores en el desarrollo del individuo, pues en esta etapa son más vulnerables al consumo de sustancias debido a una identidad en formación y un ajuste psicosocial en desarrollo, (A.Rodriguéz-Fernandez, 2016) todo ello, unido a la fluctuación de los estados de ánimo (M.C. Pérez-Fuentes J. G., 2015) y la tendencia hacia la búsqueda de sensaciones, (M.C. Pérez-Fuentes M. M., 2016)los hace más receptivos ante el inicio del consumo experimental y el mantenimiento apoyado por la función recreativa de las sustancias, entre estos. La adicción depende de factores sociales y psicológicos, pero la contribución genética es muy importante. Nuestros genes pueden hacernos vulnerables al consumo de drogas, puesto que algunos polimorfismos de diversos genes nos pueden volver sensibles a la adicción o incluso dificultar la eficiencia de los tratamientos orientados a la rehabilitación. Uno de los polimorfismos más estudiados es el de las enzimas hepáticas (CYP450), asociados a la vulnerabilidad para la adicción al tabaco, el alcohol y la heroína. Adicionalmente, debemos considerar que nuestro material genético responde a los estímulos ambientales (epigénesis), de tal forma que condiciones ambientales inadecuadas, y un pobre cuidado maternal, puede cambiar nuestra conducta (baja respuesta al estrés) y tornarnos vulnerables a la adicción (Ruiz Contreras). 

06 April 2021
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