Visión Entre El Estado Peruano Y La Iglesia Católica

 INTRODUCCION

El Perú es un país principalmente católico, ya que hasta el 2017 los ciudadanos mayores a 12 años son católicos, frente al 14,1% que son evangélicos, el 4,8% que presenta otro credo (lo que incluye a adventistas, testigos de Jehová, mormones, israelitas, budistas, musulmanes, entre otros) y el 5,1% dijo no tener religión. Cabe mencionar que las percepciones y los discursos de la población católica acerca de la relación Iglesia-Estado no tienden, necesariamente, a coincidir con las posturas oficiales de la Iglesia pues no se trata de un espacio de percepciones y prácticas uniformes y mucho menos se trata de una sociedad que sea fiel a las disposiciones del clero, puesto que solo el 10% de la totalidad de católicos lo son. Sin embargo, estas discrepancias en la forma de actuar o percibir que existen entre quienes forman parte de la comunidad católica no es razón de división o distorsión en cuanto fe y religiosidad concierne. Debido a lo antes expuesto, es necesario conocer la información sobre la relación de la Iglesia Católica y Estado y la influencia que esta institución eclesiástica pueda tener en la vida de los creyentes de la mencionada religión. Este presente artículo tratará de presentar de manera precisa y clara el último punto expuesto, ya que podemos afirmar que al ser la población peruana en su mayoría católica sería de muchísima ayuda analizar los resultados expuestos para así poder entender, al menos de manera panorámica, la situación en el Perú, cabe decir que este articulo tampoco supone un desdén hacia las opiniones, actitudes y percepciones de creyentes o no de otras religiones.

LA IGLESIA CATÓLICA EN EL PERÚ

La Iglesia católica ha tenido un rol protagónico en la historia del Perú desde el siglo XVI hasta nuestros días. Para mantener su vigencia y arraigo, esta institución tuvo que pasar por una renovación que implicó entrar en diálogo con el mundo moderno. Así pues, en su camino «modernizador», y a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), la Iglesia sentó sus nuevas bases en la teología de la liberación y en los diversos movimientos laicales, para complementar la labor hecha por la jerarquía.

Una de las mayores problemáticas a las cuales se enfrenta las ciencias jurídicas, sociales y filosóficas es entender la relación entre la religión y la política dentro de las sociedades: si es necesaria, innecesaria, pertinente, de más, ver la manera en la cual el sistema político es influenciado o no por instrumentos religiosos. En primera instancia es entender que la religión es un fenómeno social, donde la experiencia religiosa se da a través de lo que uno conozca y califique de sagrado o no. De esta manera:

La estructura religiosa solo puede enmarcarse en el individuo mediante prácticas discursivas (lenguaje), y busca darle coherencia interna mediante el juego de alteridad que se fundamenta en relación con los otros. Por ello, una adecuada comprensión del fenómeno religioso exige un estudio de la experiencia (la relación que cada individuo hace con la tradición), ya que solo a partir de ella podemos comprender la dinámica de las estructuras en un sentido pleno y enriquecedor.  

 LA IGLESIA CATOLICA EN LA REPUBLICA

Expuesto ya en líneas anteriores sabemos que la iglesia es una institución que esta desde el siglo XVI, así pues, sabemos que vivimos en un país católico, pero que la mayoría de los peruanos desconocen esta institución. Es así como los peruanos desde pequeños aprenden de sus padres oraciones y devociones que nos enseñaron a lo largo de la historia del Perú.

En nuestro país, entre 1945 y 1980, ocurren grandes cambios a nivel religioso y eclesial. En cuyos términos de la “legitimidad del poder”, vemos largos períodos de la historia en los que la Iglesia Católica compartió el poder político colonial, en una relación de subordinación a éste normada por el Patronato Regios (régimen que garantiza la protección de la Iglesia y le otorga el monopolio religioso en un territorio, a cambio de ceder ciertos poderes al Estado como el nombramiento de Obispos y sacerdotes), luego logró una base autónoma de poder, una legitimidad propia religiosa, que le permitió tomar distancia del Estado, aún bajo el régimen de Patronato.

La pérdida de autonomía de la Iglesia en la época Tridentina es vista por Martin como una forma de secularización, habiendo perdido la Iglesia la fuente de su carisma religioso autónomo. Este ha regido en el Perú desde la Conquista con una interrupción de aproximadamente cincuenta años (entre 1821-24 y 1875-80) hasta 1979 en que cambia a un Acuerdo o Concordato entre la Santa Sede y el Estado peruano. Según él la fusión de política y religión, la corona y la Iglesia, de la disciplina religiosa y el control social, deviene en una unión rígida que tendería a polarizar la sociedad ya que cada vez que son cuestionados los sistemas políticos también lo son los religiosos.

Pero en el Perú en la segunda mitad del siglo, al entrar en crisis el dominio oligárquico, no ocurre lo mismo con la Iglesia. Esto se debe a que se produce una transformación fundamental en las bases de legitimidad del poder eclesial. Este adquiere una dimensión religiosa que resulta de un cambio radical en la ubicación social de una gran parte del personal eclesiástico, en una renovación de la relación social en términos religiosos por cambios en la definición de los propios objetivos religiosos, de la reorganización de la institución en términos de membrecía común y cuadros administrativos (laicado y clero), y capacidad de producir una teología que le da una nueva presencia a la Iglesia en la sociedad civil y en el Estado.

En las décadas de 1960 y 1970 la Iglesia extendió su actividad evangelizadora a las zonas rurales, mineras, industriales, urbano-populares, andinas y amazónicas. Por eso hace diez años que venimos celebrando las bodas de plata de la presencia de nuevas Congregaciones religiosas extranjeras en el Perú, que llegaron a instalarse en Puno, Pucallpa, Cajamarca, Huacho, Sicuani, Ayaviri, Iquitos, Cuzco, La Oroya, Tarma, Chiclayo, Trujillo, Chimbote, etc. Y en los Pueblos Jóvenes de Lima, donde al invadir se separaba un lote para la comisaría y palia la iglesia en lo que podría algún día ser la Plaza de Armas. Es decir, la Iglesia Católica echó nuevas raíces en tierra peruana, y estableció nuevas relaciones sociales con el pueblo peruano a quien encontró pobre, pero creyente, es decir, con esperanzas y ánimo de lucha y siguiendo los lineamientos del Concilio reorganizó las parroquias creando instancias de coordinación entre ellas en los llamados decanatos y vicarías. Con esto cambió las relaciones internas, ‘democratizándolas’ sin proponérselo, al abrir canales de participación a los creyentes. Se abrían otras alternativas al puro consumismo o clientelismo religiosos, al puro deber y obediencia en la relación de membrecía para pasar a participar y asumir responsabilidades. La Iglesia tiene una organización muy descentralizada, en la que cada Obispo es la máxima autoridad en su territorio; por eso el cambio importante era que buscaran instancias de coordinación y centralización, lo que lograron con la formación de un Secretariado de la Conferencia Episcopal en los años setenta. Hay el grupo de las que llegaron en el Siglo XVI o un poco más tarde, como son los Dominicos, Mercedarios, Agustinos, los Jesuitas. Pero las nuevas forman otro grupo importante, como los Marianistas y los Maryknoll de Estados Unidos, que llegaron este siglo, o los Columbanos de Irlanda y Reino Unido, los Oblatos de Mana Inmaculada, los Padres Misioneros Extranjeros, y los San Viator de Canadá. Y las congregaciones de religiosas mujeres que llegaron paralelamente o fundaron congregaciones en el Perú.

Así pues, en la segunda mitad del siglo, en el Perú se encontraron la Iglesia, la sociedad civil y el Estado como interlocutores nuevos que establecieron nuevas relaciones sociales, reforzando o trabando sus mutuos dinamismos que desarrollaron fuentes autónomas de energía y poder.

RELACION ENTRE ESTADO Y LA IGLESIA CATOLICA

Frecuentemente encontramos estudios sobre la iglesia y el estado por separado, pero no una relación entre estado y la iglesia, dicha relación se debe a que son instituciones separadas que buscan el poder, obviamente los intereses son distintos. Ya que obtenido este poder pueden controlar diversas esferas de la sociedad peruana.

Pero ¿Cuál es la percepción de la relación iglesia-estado para los peruanos? respecto a la relación entre el Estado peruano y la Iglesia católica, he analizado un estudio que arroja porcentajes sobre la inquietud, es así que el 66.7% de la muestra de la población católica que se analizó, señaló que la Iglesia no debe intervenir en asuntos del Estado, mientras que el 33.3% se mostró a favor de la intervención de la Iglesia en asuntos de política. Si bien este último porcentaje es significativo, se señala que, para la mayoría, es necesario establecer una separación de poderes. Este dato no es sorprendente si se toma en cuenta que buena parte de las personas que han sido encuestadas han asumido muchos valores religiosos como elementos fundamentales de la convivencia social. 

Sin embargo, consideran claramente que los discursos eclesiásticos no pueden ser los dominantes en el ejercicio político, sin duda, una estrategia para salvaguardar cierto grado de libertad y autonomía.  

21 Jun 2021
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