40 Años De Democracia En Ecuador 

Democracia participativa es una expresión amplia, que suele referir a formas de democracia en la que los ciudadanos tienen una mayor participación en la toma de decisiones política la que les otorga tradicionalmente a democracia representativa esta última es una de la democracias más usadas en el mundo. Implica una participación ciudadana intermedio entre democracia representativa y democracia directa.

Puede definirse con mayor precisión como un modelo político que facilita a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que pueden ejercer una influencia directa en las decisiones públicas.La democracia participativa es la creación de un mecanismo de liberaciones mediante el cual el pueblo, con su propia participación, está habilitado para manifestar con puntos de vista tanto mayoristas como menoristas.

Ecuador fue uno de los pioneros, en 1978, junto con República Dominicana, que dio el paso para la instauración de la democracia, hecho que tendría un efecto dominó en Sudamérica, pues posteriormente seguirían el ejemplo Perú, Honduras, Bolivia, Argentina. Para fines de la década de los 80, toda América Latina tenía regímenes democráticos.

Argumento

40 años de democracia pueden ser mucho o poco tiempo, depende de cómo se vea. Lo cierto es que en las última cuatro décadas, Ecuador debió tener 10 presidentes, pero han sido 14: “Jaime Roldos, Oswaldo Hurtado, León Febres – Cordero, Rodrigo Borja, Sixto Durán Ballén, Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez, Alfredo Palacios, Rafael Correa y Lenin Moreno.” No ha sido entonces la estabilidad la característica en el estandarte político de Ecuador. (Ecuavisa , 2019, pág. 1). Time un 29 de abril de hace 40 años cuando los ecuatorianos regresaban a las urnas, tiempos habían pasado desde la última vez que había sido en 1968, anticipadamente de que los militares se instalaran en el poder por una década. Amplías eran las expectativas y la gente acudió masivamente a las urnas. De los 7 millones de ecuatorianos que eran entonces, solo podían votar un poco más de 2 millones, dándole el triunfo a Jaime Roldos Aguilera, empujados por su promesa de cambio y su discurso certero. Desde el 10 de agosto de 1979, a la nueva democracia ecuatoriana se le veía la quilla. ‘La democracia no es perfecta, pero es susceptible de perfeccionamiento y por ello siempre será la forma más digna de existencia humana’, dijo Jaime Roldós Aguilera durante un discurso.

La segunda etapa de estas cuatro décadas estuvo marcada por la emergencia bancaria, el desgaste de los partidos tradicionales y un mandatario que estuvo en el poder durante 10 años. Con él llegó además la Constitución que actualmente nos rige. Luego de la dictadura militar, los ecuatorianos decidieron mediante el año 1978 que un texto constitucional nuevo que rija los destinos del país. Entró en vigencia el 10 de agosto del año siguiente con la posesión del presidente Jaime Roldós. Luego en el año 1998, tras la caída del Gobierno de Abdalá Bucarán, se convoca en una Asamblea Nacional Constituyente que reunida en Sangolquí por 4 meses y medio creó una nueva Constitución. Por último, la Constitución que nos rige, elaborada en la Asamblea de Montecristi y que fue aprobada por los ecuatorianos en mediante el año 2008. Tras el retorno a la democracia los partidos más antiguos fueron progresivamente perdiendo fuerza mientras otros como la Democracia Popular, el Partido Social Cristiano y la Izquierda Democrática fueron ganando civil mucha influencia, también lo hizo el Movimiento Popular Democrático, ya que si bien, sus resultados electorales eran apenas suficientes para tener representación legislativa, su base sindical time lo suficientemente importante para presionar a gobiernos a través de huelgas, paros y movilizaciones.

La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes. Con esta frase el político británico Winston Churchill definía a la democracia como un modelo con errores pero mejorable frente a los otros sistemas que se consideraban perfectos. Ecuador hace 40 años inició el proceso para recuperar la democracia después de pasar casi 10 años de dictaduras civiles y militares, uno de los periodos autoritarios más largos de su historia. Ecuador fue uno de los pioneros, en 1978, junto con República Dominicana, que dio el paso para la instauración de la democracia, hecho que tendría un efecto dominó en Sudamérica, pues posteriormente seguirían el ejemplo Perú, Honduras, Bolivia, Argentina. Para fines de la década de los 80, toda América Latina tenía regímenes democráticos.

Los pasos hacia la democracia se dan después de que la dictadura del Triunvirato implementara el llamado proceso de Retorno en 1976, luego de la caída del gobierno del general Guillermo Rodríguez Lara. Este llamado Retorno consistía en que los nuevos gobernantes militares implementarían de forma escalonada y tutelada varios procesos electorales, que darían al país las nuevas autoridades que nacerían de las urnas. Esto se da con paso firme en el referéndum de enero de 1978, que llevó a escoger a la ciudadanía entre dos proyectos de constitución. Posterior a la realización del referéndum se realizan en julio de ese año las elecciones presidenciales, en las que de manera sorpresiva gana en primera vuelta el abogado Jaime Roldós Aguilera en formula con el Dr. Osvaldo Hurtado, candidatura de centroizquierda que se enfrentaría al binomio derechista formado por Sixto Durán Ballén y José Icaza Roldós.

La consolidación del nuevo Estado de derecho no fue del todo armoniosa y se vislumbraban nubarrones en el horizonte. Surgieron problemas de diversos tipos que hicieron peligrar el proceso, como sectores políticos que pedían la permanencia de los militares en el poder, los rumores de intento de militar las elecciones e incluso el asesinato de Abdón Calderón Muñoz, excandidato presidencial. La entereza de los candidatos vencedores de la primera vuelta y su compromiso con la democracia hicieron que el país, un año después, en agosto de 1979, pudiera tener a su presidente electo en un proceso de elecciones libres, responsabilidad que cayó en el joven Jaime Roldós Aguilera. El Triunvirato Militar había anunciado su intención de entregar el poder a los civiles en el plazo de dos años; la entrega la realizaron tres años y ocho meses después de hacer el anuncio. La democracia ecuatoriana, con sus imperfecciones, aún sigue batallando para consolidarse como el modelo de las mayorías; en medio de los conflictos políticos sigue luchando para alcanzar la madurez.Tal pareciera, entonces, que la ingobernabilidad fue el elemento característico en este período, más las continuas emergencias institucionales los intereses de los monopolios. El poder político se mantuvo en manos de las oligarquías, entre los empresarios neoliberales y los populismos de derecha, que construyeron una institucionalidad e imagen y semejanza de los caudillos que ocuparon el sillón presidencial, la oprobiosa figura de una presidencialismo que hasta llegó a configurar en una autarquía (gobierno de uno).

En tanto que el otro Congreso y hoy Asamblea Nacional fueron igualmente los cómplices de vergonzantes pactos y disputas de los líderes criollos, ceniceros y trompones, de coimas y diezmos, de leyes antipopulares que legalizaron los intereses de los grupos de poder. Mientras los órganos de justicia y control perpetuaron la impunidad de la prepotencia y la corrupción. Esa radiografía de la pseudo democracia contrasta con los diversos momentos de movilización y unidad del pueblo ecuatoriano que resistió y luchó, en distintos niveles, contra las políticas de los gobernantes. Más la acción bien conocida no fue suficiente para cambiar la naturaleza de la sociedad, sin prohibición es experiencia para alguna vez lograr transformarlo todo, en particular el régimen de economía primaria (basado en la actividad petrolera, minera y de agro exportación) responsable del carácter precario de la infraestructura productiva capitalista y de la dependencia del tutelaje norteamericano-chino. Estas cuatro décadas no representan el gobierno ni los intereses del pueblo, niño solo una expresión de una democracia fallida. Es hora que el pueblo tome el poder, esa es la alternativa.

Conclusiones

Es imposible saber a ciencia cierta si los actores políticos actuaban de buena o mala fe a mediados de los cuarenta. En todo caso, es difícil pretender que se trataba de izquierdistas ‘buenos’ engañados por Velasco, o de derechistas ‘malos’ que junto a Velasca buscaban defenderse de los feroces bolcheviques. Resulta más lógico suponer que todos actuaban como políticos maquiavélicos pugnando por sus intereses partidistas y personajes. Más allá de sus motivaciones, lo que queda claro en el análisis de sus acciones e interpretaciones de La Gloriosa es su irrespeto por las instituciones democráticas a las que ensalzaban en sus discursos y escritos. Más allá de estas quejas y acusaciones mutuas, el punto de partida de la interpretación marxista es que el fracaso obedeció la ausencia de una línea política clara y correcta de los directivos de las ‘vanguardias’ de izquierda. Este voluntarismo que argumento de que la línea adecuada del partido es la clave para el éxito y que, por supuesto, dejando alado consideraciones estructurales, dice mucho sobre su visión de la democracia. Los izquierdistas tenían una idea contradictoria de la democracia, entendida como el respeto por una serie de derechos básicos e instituciones.

Por lo tanto, es importante explorarlas relaciones entre La Gloriosa y la democracia. La Revolución de Mayo, como la mayoría de los eventos históricos, no terminó con la caída de Velasco en 1947. No sorprende que los sucesos a los que se denominó La Gloriosa hayan sido usados de manera tan diferente por amigos y enemigos de Velasco y, en particular, por la izquierda, que los ha interpretado como la oportunidad perdida de hacer la revolución o, al menos, de realizar reformas democráticas profundas.    

11 Jun 2021
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