Atentado Terrorista en la Maratón de Boston

Introducción

Es abril de 2013, mes en el que se conmemora el aniversario de las batallas de Lexiston y Concord de 1775, las cuales marcan el inicio de la guerra por la independencia de los Estados Unidos. Como es costumbre en el estado de Massachusetts, el tercer lunes del mes es día festivo, y por tradición, es el día en el que se celebra la Maratón de Boston. Esa edición fue llevada a cabo el 15 de abril de 2013, siendo la versión número 177 de la carrera, convirtiéndola en la más antigua del mundo en su tipo. Para este evento, se inscribieron alrededor de 23.000 participantes en las diferentes categorías. Siendo una carrera tan prestigiosa, no todos los aficionados pueden participar. 

Alrededor del 80% de los corredores han cumplido con tiempos mínimos en maratones previas para clasificar y tener el derecho a correrla, evidenciando el alto nivel de los atletas presentes . Además, más de 500.000 espectadores acompañaron la carrera en todo su recorrido. Lamentablemente, aquel 15 de abril de 2013, será una fecha difícil de olvidar para el mundo. Pero no por los resultados deportivos obtenidos, sino por los hechos terroristas presentados durante el evento.

Desarrollo

El 15 de abril de 2013, hacia las 9:30 de la mañana se da inicio a tan esperada Maratón de Boston. Las atletas femeninas de élite fueron el primer grupo en partir. Hacia las 10:00 de la mañana los atletas masculinos de élite acompañados de la primera serie de miles de corredores iniciaron su carrera. Alrededor de las 10:20 y 10:40 de la mañana se dio salida al resto de participantes de la carrera. La primera en llegar a la meta en el grupo de las mujeres fue Rita Jeptoo, corredora originaria de Kenia, hoy ganadora de 3 maratones de Boston, y dueña del récord de la prueba en 2014. Para esa edición se coronó con un tiempo de 2:26:25. 

Por el lado de los hombres el ganador fue Lelisa Desisa, proveniente de Etiopía, con un tiempo de 2:10:22. Aproximadamente a las 2:50 de la tarde, con más de 5600 participantes en carrera, dos explosivos fueron detonados cerca de la línea de meta, separados el uno del otro por alrededor de 50 a 100 metros de distancia, con un intervalo aproximado de 8 a 15 segundos. Lo que era una tarde soleada de actividad deportiva en familia se convirtió en una escena de caos, destrucción y sangre. Algunos datos dan idea de los antecedentes del acto terrorista. En el 2011, hay reportes que aseguran que el servicio de inteligencia y seguridad de Rusia dio información al FBI de Tamerlan Tsarnaev, un seguidor radical del islam, quien estaba radicado en Cambridge, Massachusett junto a su familia. 

Sin embargo, en las primeras investigaciones no había un vínculo del sujeto con algún grupo terrorista. Durante el 2012 las autoridades rusas reportan que Tsarnaev ingresó a su país, donde realiza diferentes trámites, entre ellos la radicación de un pasaporte que nunca fue recogido. Continúa bajo vigilancia estatal por unos meses, hasta que regresa a Estados Unidos a finales de 2012. En los primeros meses de 2013, el Centro cultural de la sociedad islámica de Boston (The Islamic Society of Boston Cultural Center) menciona que Tsarnaev participó en dos explosiones durante la celebración de algunas fechas importantes, las cuales fueron aceptadas en el momento por el grupo musulmán. Hasta esa fecha no había datos claros de la asociación con grupos terroristas, y mucho menos se sabía de su futura participación en este acto terrorista.

Las primeras investigaciones de las autoridades después del ataque identifican el tipo de explosivos utilizados. Indican que eran artefactos artesanales, que contenían perdigones y clavos en su interior. Fueron confirmadas solo dos explosiones, a pesar de la sospecha de otros artefactos aún sin detonar. Dada la magnitud de los hechos, más de mil personas de orden local y estatal se involucraron en la investigación. En las primeras horas se analizaron miles de fotos y videos provenientes de cámaras de seguridad u otros medios cerca del área donde ocurrieron los hechos. De este primer análisis, dos sospechosos de sexo masculino fueron detectados, sin embargo, hasta el momento no se conocía su identidad. El papel de la comunidad fue fundamental en tratar de identificarlos. 

El 18 de abril ocurrió un suceso trascendental en el proceso de investigación. Al caer la noche, Sean Collier, un oficial de policía del Instituto de tecnolgía de Massachusetts fue asesinado al ser disparado dentro de su vehículo, en el cámpus de la Escuela Cambridge. Esta vez se identificaron los actores. Se trataba de los hermanos Tsarnaev: Tamerlan de 26 años y Dzhokhar de 19 años. Después del asesinato, los hermanos robaron una camioneta cerca del lugar, tomando como rehén al conductor, que media hora después sería libera liberado ileso y daría la ubicación del vehículo gracias a su celular olvidado adentro. En la madrugada del día siguiente, se dió una disputa entre los hermanos y las autoridades. Después de disparos y explosiones, Tamerlan queda gravemente herido y muere en un hospital cercano.  En ese momento ya se sabía que los hermanos Tsarnaev eran los autores de las explosiones durante la carrera. Después de los enfrentamientos con las autoridades, y teniendo en cuenta que Dzhokhar aún estaba libre, se declaró máxima seguridad en la ciudad, las escuelas estaban cerradas y nadie podía salir de sus casas. En horas de la tarde un habitante local encontró en su bote a un sujeto joven herido, quien sería Dzhokhar Tsarnaev. 

Al llegar las autoridades lo tomaron en custodia, y hallaron en el bote una nota en la que explicaba la razón del acto terrorista, las explosiones durante la carrera fueron como protesta a las guerras de Estados Unidos en los países musulmanes. El hermano menor se declaró inocente. Sin embargo, en 2015 la corte lo declaró culpable por 30 delitos en su contra. Dzhokhar Tsarnaev es sentenciado a pena de muerte. Actualmente mantiene bajo custodia en la cárcel de máximo seguridad Florence-High en Colorado. ¿Qué pasó con la atención de los heridos? ¿Estaban los hospitales de Boston preparados para atender víctimas en masa? Antes del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos escatimaba las consecuencias de diferentes actos terroristas que hasta la fecha ocurrían en otros países. 

Después de tal vez el peor ataque terrorista de Estados Unidos en su historia, los americanos estarían más familiarizados con estos actos, incluso con los efectos de bombas artesanales usadas en países como Irak, Israel y Afganistán. En este sentido, el Servicio de Emergencias Médicas de Boston (Boston Emergency Medical Services) y la Comunidad de Salud de Boston (Boston Health Care Community) se prepararon por años para la atención de eventos con víctimas masivas. Para la carrera se instaló una tienda temporal de atención médica en la línea de meta con el fin de atender hasta 2.500 corredores. La tienda incluye paramédicos, médicos, enfermeros, fisioterapéutas y otro personal capacitado para manejar lesiones por las altas temperaturas y el sobreuso durante la difícil carrera. El personal del servicio de emergencias se localizó estratégicamente a un costado de la tienda con capacidad para el transporte de 200 a 250 corredores en caso de ser necesaria atención adicional en hospitales del área. 

La ciudad de Boston, con alrededor de 630.000 habitantes, era la única capacitada con 5 centros de trauma nivel I para la atención de adultos y 4 centros de trauma especializados en atención pediátrica. No solo estaba la infraestructura necesaria para la atención de múltiples víctimas. Esto se acompaña con la gestión hospitalaria para poner los recursos a disposición del caso. Cada hospital contaba con un comandante de incidentes, encargado de coordinar la salida de pacientes previamente hospitalizados para liberar camas y abrir la capacidad, además de la movilización del personal y equipo necesario para la atención. Estos comandantes estaban en contacto permanente con el Comando Central de Emergencias de la ciudad, sincronizando toda la respuesta.

Este acto terrorista dejó como saldo tres personas muertas: Martin Richard con 8 años de edad, estudiante de la escuela House Charter de Boston; Krystle Campbell de 29 años; y Lingzi Lu, originaria de China, graduada de la Universidad de Boston. Además, un total de 281 heridos que fueron atendidos en 26 hospitales cercanos. Del total de heridos, 154 pacientes fueron atendidos en hospitales diferentes a nivel I o requirieron atención días después, mientras que 127 requirieron atención en hospitales de trauma nivel I previamente mencionados durante el día del acto terrorista De los pacientes atendidos en centros de trauma nivel I, 117 eran mayores de 15 años y 10 menores. La mayoría eran originarios de Estados Unidos; 95 eran espectadores, 6 policías, 3 corredores y otros 23 de ocupación desconocida. Fueron atendidos inicialmente por policías y por el personal dispuesto en la tienda. 118 de estos pacientes fueron evacuados inmediatamente por la severidad del trauma y la eminente amenaza de nuevas explosiones. La preparación del equipo permitió que el tiempo promedio de traslado desde la explosión hasta el hospital fuese de 11 minutos. 31 pacientes presentaron trauma exanguinante en las extremidades, de esos 26 (83%) requirieron de torniquete aplicado en la escena por el personal asistencial.

En total, 31 pacientes fueron admitidos en el Brigham and Women’s Hospital, el Massachusetts General Hospital también recibió 31 pacientes, Boston Medical Center con 23 víctimas, Beth Israel Deaconess Medical Center 21 pacientes, y Boston Children’s Hospital atendió 10 pacientes pediátricos, entre otros (18). Los pacientes severamente traumatizados, determinados con un puntaje del Injured Severity Score (ISS) mayor o igual a 16, fueron distribuidos de manera equitativa en los diferentes centros de trauma nivel I de la ciudad. Sin embargo, un análisis más específico reveló que hubo un hospital atendiendo 6 pacientes severamente traumatizados, localizado cerca a otro que no atendió alguno. Se concluye que la distribución pudo haber sido más equitativa, impactando aún más en la reducción de la morbilidad de las víctimas.

El aumento en la capacidad de los hospitales gracias a la liberación de pacientes obliga a mejorar el sistema de clasificación de pacientes en urgencias. Todos los servicios de los hospitales fueron notificados de la necesidad de un triage rápido en urgencias, disponiendo de los recursos necesarios. El cirujano de trauma más experimentado del hospital sería el encargado de liderar el proceso de triage, identificando aquellos pacientes quienes podrían requerir de manejo quirúrgico, comunicándose con otras subespecialidades quirúrgicas, anestesia y salas de cirugía. El 41% de los pacientes recibidos en centros de trauma nivel I fueron dados de alta después de la evaluación inicial en el servicio de urgencias. El resto de los pacientes fueron admitidos para valoración y tratamiento adicional. Debido a la severidad del trauma o la lesión directa de la vía aérea, 12 (9.5%) pacientes requirieron control emergente de vía aérea con intubación orotraqueal. 

Además, 15 (11.8%) pacientes requirieron de transfusión de componentes sanguíneos. Durante la atención, no se requirió de manejo quirúrgico de la vía aérea o de toracostomía, dado la infrecuencia de lesiones que necesitaban estas intervenciones. La ausencia de inmovilización con tracción esquelética o la necesidad fasciotomía se le atribuye al poco tiempo entre la admisión de pacientes y la entrada a sala de cirugía de quienes lo requerían (45 minutos en promedio). Así mismo, la mayoría de las lesiones se presentaron con compromiso de tejidos blandos y no requerían de descompresión de compartimento. En cuanto a las ayudas diagnósticas, en total 67 (52%) pacientes se les realizó radiografía de tórax como anexo a la evaluación inicial, 29 (23%) pacientes radiografía de pelvis, 23 (18%) pacientes FAST (Focused Abdominal Ultrasound in Trauma), y 32 (25%) Tomografía. 

EL tiempo promedio estancia en el servicio de urgencias antes de su disposición a otros servicios fue de 106 minutos. De los 75 pacientes admitidos en los hospitales, 45 (60%) se llevaron directamente a quirófano, 11 (15%) a Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y 19 (25%) a observación. La mayoría de los pacientes que requirieron de manejo quirúrgico fueron trasladados a cuidados intensivos para la valoración postquirúrgica. A pesar de la alta necesidad de recursos en UCI, la coordinación previa permitió la liberación de camas y la disposición del personal necesario.

La mayoría de los pacientes en cirugía requirieron de atención por cirugía de trauma y ortopedia. Otras especialidades como cirugía vascular y neurocirugía también aportaron en la atención quirúrgica. Al grupo se incluye cirugía plástica, que tuvo un papel fundamental en el proceso reconstructivo de los pacientes en días posteriores. 24 pacientes requirieron de extracción de cuerpo extraño (clavos y perdigones contenidos en las bombas artesanales). En solo 2 de ellos se realizó el procedimiento por neurocirugía. De los 75 pacientes admitidos, 49 (65%) requirieron de intervención quirúrgica por lesiones en miembros inferiores. De estos pacientes 12 se llevaron a amputación de miembro inferior. La mayoría de los pacientes sometidos a intervención quirúrgica requirieron en total de 3 a 5 procedimientos durante su hospitalización. El tiempo promedio de estancia en UCI fue de 4 días, y de estancia hospitalaria total de 8.5 días.

Conclusión

La baja mortalidad y complicaciones presentadas en el acto terrorista se dieron gracias a varios factores. En primer lugar, la gestión y organización de un sistema completo de atención de emergencias y las acciones preventivas que tomaron en el evento fueron fundamentales. Sin lugar a duda fue el factor que más influyó en los resultados obtenidos. A esto se le adiciona la preparación y capacitación del personal de atención, no solo médicos y residentes, sino también el personal de enfermería, bomberos, atención prehospitalaria, fisioterapeutas, etc. 

Por otro lado, el mecanismo del trauma y las lesiones presentadas por explosivos comparadas con otros eventos descritos en otras partes del mundo fue menor. Este acto terrorista deja muchas enseñanzas, especialmente en la atención médica de las víctimas, y el papel de un buen programa preventivo. Como dijo en su momento Atul Gawande, cirujano que participó en la atención: Hemos aprendido, y hemos concientizado. Esto no es motivo de celebración ni de satisfacción. Que hayamos llegado a este estado de existencia es una gran tristeza. Pero es nuestra gran fortuna.

22 October 2021
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