Brecha de Ingresos y Riqueza en México: Las Razones y Los Instrumentos Políticos de Su Disminución

Se ha revelado por Oxfam que solo unas pocas personas (85) poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial, y tan solo un año después la cifra se había reducido a 80 personas. Es alertante ver como a pesar de ser de la decimocuarta economía del mundo, hay 53.3 millones de personas viviendo en la pobreza. Nuestro país se encuentra en un ciclo alarmante de desigualdad, en donde un grupo selecto de personas se han beneficiado del poco crecimiento económico que ha tenido México en las últimas dos décadas.

Combatir toda esa desigualdad es una tarea que nos toca a todos, ya que las personas más afectadas con todo esto, son las más pobres, y aquellas echas a un lado por su raza, género, geografía, etc. Reducir la desigualdad en México tiene sentido para garantizar el futuro de todos.

El país se encuentra dentro del 25% de los países con mayor desigualdad en el mundo y hay más de veintitrés millones de personas que no pueden adquirir una canasta básica. Mientras que el 10% más rico de México concentra el 64.4% de toda la riqueza del país. La cantidad de millonarios en México creció en 32% entre 2007 y 2012. El número de multimillonarios en México, no ha crecido mucho en los últimos años, al día de hoy son sólo 16. Lo que sí ha aumentado y de qué forma es la importancia y la magnitud de sus riquezas. En 1996 equivalían a $25,600 millones de dólares; hoy esa cifra es de $142, 900 millones de dólares. Ésta es una realidad: en 2002, la riqueza de 4 mexicanos representaba el 2% del PIB; entre 2003 y 2014 ese porcentaje subió al 9%. Se trata de un tercio del ingreso acumulado por casi 20 millones de mexicanos. Es un gran problema el hecho de que nuestra política fiscal favorece a quien más tiene.

No es fácil poder hacer una comparación acerca de la desigualdad en México, con respecto a otros países. Ya que los datos acerca del tema, no son necesariamente comparables y son muy escasos, así como tomar en cuenta que las mediciones en cada país son con muy diferente periodicidad.

De acuerdo a la gráfica de la “evolución de desigualdad en México”, la cual proviene de la base de datos del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) que en conjunto con el Banco Mundial mantienen la Socio-Economic Database of Latin America and the Caribbean (SEDLAC), y la OECD Income Distribution Database de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Podemos observar dos cosas relativamente importantes: 1) que a mediados de los años noventa y 2010 disminuyó la desigualdad del ingreso en el país, y 2) que la magnitud de la desigualdad en México es mucho mayor de lo que fue a principios de los ochenta.

Gracias a las remesas de los hogares mexicanos de bajos ingresos y a la focalización de algunos programas sociales, hubo una reciente reducción de desigualdad. Sin embargo, todo lo analizado, solo corresponde a la distribución del ingreso, ya que no hay cifras oficiales sobre la riqueza de México, y si comparamos fuentes, puede haber variaciones entre ellas.

Siempre se busca hacer un análisis correcto de los datos, sin embargo es imposible obtener con total veracidad la información que se proporciona, por ejemplo: en las encuestas del INEGI no siempre las personas son honestas al responder lo que se les pide.

Aunque el número de multimillonarios en el país no ha crecido significativamente, figuran hoy 16 mexicanos de esa categoría. Lo que sí ha aumentado notoriamente es la magnitud de la riqueza de ellos, ya que entre 1996 y 2014 la fortuna promedio de cada miembro pasó de $1,700 a $8,900 millones de dólares. Un claro ejemplo de uno de estos miembros es Carlos Slim, quien pasó de poco más del 1% de PIB a casi 6%, y en ese lapso pasó del número 18 en el ranking mundial de multimillonarios, a los primeros dos lugares a partir del 2010.

Dentro de los 4 principales multimillonarios mexicanos se encuentra:

  1. Carlos Slim
  2. Germán Larrea
  3. Alberto Bailleres
  4. Ricardo Salinas Pliego

Estos cuatro tienen características en común, como que todas derivan significativamente de sectores privatizados, concesionados y regulados por el sector público.

La falta de competencia económica ha sido un factor que ha influido en el abuso por partes de algunas empresas, aprovechándose del cierto poder monopólico que tienen. Tal fue el caso de Carlos Slim, que al ser único como empresa, se apoderó de Telmex en 1990 y se ha explotado de manera abierta el poder monopólico de telefonía. El control de la red, le permitió poner tarifas muy elevadas, y de esta manera obtuvo ingresos extraordinarios para su empresa. Todo esto lo hizo convertirse en el gigante de las telecomunicaciones y poco tiempo después en uno de los hombres más ricos del mundo. Todo a costa de los mexicanos quienes pagaros durante años las tarifas elevadas.

Por otra parte en el campo minero entre 2000-2010 la extracción de oro en México fue más del doble de toda la extracción hecha a lo largo de 300 años de la época virreinal en México. La manera acelerada de la producción permitió el enriquecimiento de los empresarios dedicados a este sector, y entre ellos dos de los ya enlistados anteriormente.

El diseño del sistema tributario es uno de las características de política en las que la élite económica mexicana ha logrado influir de manera importante. Por el contrario, ésta parece estar diseñada de tal manera que el efecto redistributivo de la política fiscal sea mínimo, por no decir nulo.

En las últimas décadas, México ha tendido, de manera sistemática y gradual, a modificar la distribución del ingreso entre lo que corresponde al pago del factor capital y lo que corresponde al pago del factor trabajo.

El crecimiento en la economía puede verse afectado cuando los ingresos se distribuyen de manera desigual, la cual depende de muchas cosas, como la debilidad del mercado interno, las decisiones de consumo o la capacidad de inversión de los pequeños negocios. Las razones a través de los cuales la desigualdad afecta el crecimiento, parten del supuesto de que hay una demanda tal por redistribución que abre la puerta a políticas que perjudican las decisiones de inversión o bien, que crean cierta inestabilidad política y social que finalmente influyen sobre las decisiones de inversión.

Un gran problema de la alta desigualdad es que nuestro país no solo tiene bajas tasas de crecimiento económico, sino que ese poco es discriminatorio, ya que existe una escasa relación entre el crecimiento del ingreso per cápita y la evolución de las tasas de pobreza en México.

El aumento del salario mínimo en México siempre ha sido muy escaso y por debajo de los aumentos de precios, y no fue hasta 1996 que cambió un poco esto. Pero aunque hayan aumentado, el poder de compra ha disminuido a lo largo de las últimas décadas. Esta política de salario mínimo explica, el aumento de desigualdad que se observó en México entre 1984 y 1996. Los autores analizaron el impacto en la política de salarios mínimos en la desigualdad salarial y, en particular, en la compresión de los ingresos laborales en la parte baja de la distribución, ocurrida precisamente en esos años.

El impacto de todo esto afecta todos los días a muchas personas ya que, alguien que trabaja su jornada completa, y recibe su salario, se le sigue considerando pobre, y si con ese salario ha de mantener a un miembro más de su familia, a ambos se les considera pobres extremos, y el salario no está nada cerca de alcanzar siquiera para adquirir una canasta básica suficiente para comer dignamente. Todo esto viola lo que dice la Constitución en donde se conviene que un salario mínimo debe ser suficiente para garantizar un nivel de vida digno. Y es tan grave que somos el único caso en toda América Latina, ya que en ningún país se ha tenido tan rezagado el poder para comprar con un salario mínimo. Esto además de explicar la desigualdad, sigue limitando las posibilidades de todas las personas quienes reciben ese salario.

Como se sabe, las consecuencias de la concentración del ingreso y de captura política son tristes. Otra es que existen grandes segmentos de la población que se encuentran del todo excluidos de cualquier avance en materia de bienestar económico y social. Indudablemente en ningún caso esto es tan evidente como en el caso de la población hablante indígena (en 2010, 6.8 millones de mexicanos). La discriminación y la exclusión del proceso de desarrollo a este segmento de la sociedad han sido sistemáticas. Si es que hay avances en la materia, son de carácter muy menor.

Uno de los datos que mejor plasma la marginación y exclusión de este segmento de la población es la composición con base en su bienestar multidimensional. Mientras que el 38% de la población hablante indígena vive en pobreza extrema, el porcentaje correspondiente para la población total es inferior al 10%. Esto implica que la tasa de pobreza extrema para la población hablante indígena es casi 4 veces más alta que la de la población en general. A eso agreguemos pobreza moderada y encontraremos que 3 de cada 4 hablantes de lengua indígena son pobres. El dato se relaciona notablemente con lo que ocurre con la población en general, en donde a menos de la mitad de la población se le considera pobre.

A pesar de no haber mencionado antes la desigualdad de género, es una de las más destacadas en el país, y es de tal importancia que requiere todo un estudio.

México ocupa el lugar 80 de 142 países que participan en lo que refiere a la desigualdad de género, y los peores resultados se ubican en lo que refiere a la Participación de la fuerza laboral, Igualdad salarial e Ingreso estimado.

En general, estos resultados se confirman por estudios. Por ejemplo, el de la CEPAL (2013) sobre “Trabajo Decente e Igualdad de Género” señala que el ingreso laboral promedio mensual de las mujeres en México en relación con el ingreso de los hombres fluctúa de un 67.2% para las personas de más de 55 años, hasta un 84.4% para las personas de entre 15 y 24 años. Aunque esto parecería sugerir una menor desigualdad salarial para las personas más jóvenes, las diferencias aún son bastante notables. Por su parte, un estudio del INEGI (2014) revela que el grado de discriminación salarial para las mujeres en México fluctúa de manera significativa de acuerdo al tipo de trabajo. Así, por ejemplo, el salario para las mujeres en actividades industriales o como operadores de transporte es 30% y 24% inferior al de los hombres, respectivamente. Mientras que en actividades como comerciantes, profesionales, funcionarios u oficinistas, la brecha fluctúa entre el 17% y el 10%. Finalmente y en actividades agropecuarias, de protección o vigilancia o como trabajadoras de la educación, no parece existir brecha alguna entre el salario de hombres y mujeres. En el caso de los servicios personales, la brecha favorece a las mujeres en alrededor de 9%. Finalmente, un estudio reciente de Arceo y Campos (2014) ha estimado la brecha salarial por género con base en la información de los censos económicos de 1990 a 2010. De acuerdo con sus resultados, la brecha salarial en México en 2010 entre hombres y mujeres fue de 26%.

En cuanto a la discriminación en la educación pública vs educación privada, podemos decir que el 48% de las escuelas públicas carecen de drenaje 31% de agua potable, 12.8% no cuentan con baños y 11.2% no tienen acceso a energía eléctrica. Así también 61.2% de ellas, los alumnos no tienen acceso a una computadora y 80% no tiene internet. Tomando en cuenta todo esto, podemos ver que definitivamente las escuelas públicas se encuentran en una desventaja frente a las escuelas privadas, y sin contar que algunas de ellas ni siquiera cuentan con acceso a servicios básicos como electricidad, agua potable, baños o infraestructura elemental.

La violencia en México ha aumentado visiblemente, una hipótesis es que la pobreza se ve afectada debido a la violencia: tal fue el caso de los 43 estudiantes normalistas que desaparecieron en Guerrero, y creo que sí es así, ya que todos los días muchos estudiantes salimos de casa sin saber si en la tarde regresaremos, debido a toda la situación del país, y debido a eso, otros prefieren no emigrar hacia la ciudad donde están sus sueños, sino quedarse donde están por cuestiones de mayor seguridad.

Algunos instrumentos y/o propuestas políticas para disminuir la desigualdad económica son:

  • Creación de un auténtico Estado Social
  • Política fiscal más progresiva
  • Gasto mejor focalizado
  • Política salarial y laboral
  • Mecanismos de transparencia y rendición de cuentas

Todo lo anterior señalado como un programa para combatir la desigualdad y la agenda para el futuro.

Gerardo Esquivel, economista por la UNAM y el Colegio de México y autor del informe, indicó que “México está dentro del 25% de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo y es uno de los dos países más desiguales de la OCDE”, por lo que la desigualdad extrema en el país debe ser debatido por razones éticas, morales, económicas y políticas.

Oxfam lanzó en México la campaña IGUALES, el cual busca que el gobierno limite la influencia de las élites y buscar revertir la desigualdad social, de género y económica.

“Vemos con preocupación la excesiva influencia de los poderes económicos privados en la política pública, y es alarmante observar la interferencia que esto implica para el ejercicio de los derechos ciudadanos”, dijo la directora de Oxfam México, Consuelo López-Zuriaga.

Bibliografía

  1. OXFAM México. (2018). Desigualdad Extrema en México. Recuperado de file:///C:/Users/Telmex/Downloads/Desigualdada_extrema_M%C3%A9xico_InformeOxfam.pdf
  2. 3.5 Desigualdad Extrema en México.pdf
27 April 2022
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