Colombia Magia Salvaje
Colombia es, literalmente, la mejor esquina de América. Situada en el extremo norte de la América del Sur, allí donde termina el istmo centroamericano, es necesariamente una zona de paso para las grandes migraciones de aves que viajan a lo largo del continente. Posee el país al menos cinco grandes regiones naturales bien diferenciadas: las selvas del Amazonas, las llanuras del Orinoco, las montañas de los Andes, las lluviosas selvas de la costa del Pacífico y las extensas llanuras de las costas del Atlántico. Sus tierras abarcan todos los climas y ecosistemas, desde los desiertos de la península de la Guajira hasta los páramos de las altas montañas, mágicas reservas de agua pura, la misma que fluye con constancia y amor por todo el territorio en corrientes que riegan cinco vertientes: la costa del Pacífico, la costa del Atlántico, los ríos Amazonas y Orinoco y el Río Putumayo.
A pesar del incesante avance de las poblaciones, que buscan dar espacios de vida a casi 50 millones de habitantes, en su mayor parte concentrados en ciudades de las montañas de los Andes y la costa del Atlántico, el millón largo de kilómetros cuadrados de territorios y sus mares asociados todavía cuentan con inmensas zonas que no han sido tocadas por el hombre o que conservan vestigios importantes de los antiguos nichos ecológicos del país.
Atardecer en colombiaA esos espacios se refiere Colombia Magia Salvaje con base en una fotografía francamente espectacular que acerca al espectador a la intimidad natural, al estado de peligro e indefensión en que se hallan especies de increíble belleza, acostumbradas a ciclos de vida y muerte que se han repetido por miles de años y que la civilización pone en grave peligro.
No se han distinguido los habitantes de Colombia por sus prácticas conservacionistas o respetuosas con el medio ambiente y con los preciosos tesoros naturales que inundan los territorios del país. Un terrible sino destructivo ha existido desde siempre, una particular pasión por acabar con pájaros, patos, venados, ardillas, nutrias, tigres, perezosos, serpientes; un instinto por pescar hasta la extinción utilizando métodos terribles como la dinamita o venenos o redes que no dan espacio para la continuidad de las especies. Pero es tan inmenso el territorio, tan diverso, tan misterioso, tan acogedor, que aún en las montañas que rodean a Medellín, la ciudad de casi tres millones de habitantes donde vivo se dan avistamientos de pumas, mientras que vistosas, aunque limitadas, bandadas de guacamayas surcan sus cielos urbanos. Y si esto ocurre en zonas urbanas, es absolutamente espectacular el desfile de especies únicas que habitan las selvas, las llanuras, los páramos, las costas, los ríos y las altas montañas.
Fauna de ColombiaY parece que la conciencia colectiva ha ido evolucionando y hay esperanzas de una nueva era de espíritu generoso y conservacionista, jalonado en buena parte por la separación de grandes extensiones de territorio en la forma de parques nacionales y regionales, y de áreas de reserva de fauna y flora. A esto seguramente va a contribuir esta película, con sus mensajes sugerentes y decididamente comprometidos con el mundo natural. Su éxito ha sido notable, ya se ha convertido en la película colombiana de mayor número de espectadores en la historia del cine nacional.
La verdad es que mucho de esto nos llega desde afuera, como se aprecia en la película misma, en la cual es evidente la influencia de visiones conservacionistas, claramente bienvenidas, pero poco comunes en la esfera popular local. La narración misma que acompaña al desarrollo del filme, si bien está leída en español, por un gran lector de voz agradable y bella, deja una sensación constante de que se está leyendo una traducción y no un escrito original en español. Es una lástima, pues se pierde, al menos en parte, el gran sentido poético de la fotografía, que pudiera haber sido resaltado por algún bello texto que aportara cadencias literarias y musicales.
PAisajes de Colombia Magia SalvajeAnte el afán de resaltar los aspectos salvajes de los ecosistemas, la película presta muy poca atención a las interacciones entre la naturaleza y el hombre. Casi no aparecen las ciudades ni los pueblos, ni los humanos, como parte de todo esto; y cuando aparecen, la fotografía se torna pobre y débil. Todo esto se puede interpretar como parte de la intencionalidad de la cinta que se refleja en su nombre mismo. Sin embargo, para generar verdadera y profunda conciencia conservacionista, dado el avance de lo urbano, habría que hacer planteamientos sobre el hombre y su papel; sobre el impacto que edificaciones, carreteras, obras públicas y amueblamiento ciudadano tienen sobre el ecosistema natural, sobre las posibilidades de coexistencia y de relaciones que permiten mantener la magia salvaje, en medio de la p