Cuestiones de Desigualdad de Género en el Idioma Español
Desde pequeña me he desenvuelto en una sociedad que me pregunta constantemente si es que tengo hermanos, y que durante años respondí mal esa pregunta con un gran ‘no’ un no que a mi propio criterio no tenía nada de incorrecto, pues en mi casa solo vivimos mis padres mis dos hermanas y yo, fueron muchos los regaños y algunos cuantos años que tuvieron que pasar para comprender que la sociedad se toma por educación el tiempo de preguntar por cuestiones cotidianas que me involucran pero que no tienen la educación de romper con los estándares de genero que nuestra lengua posee y es que si tan solo hubieran cambiado una vocal a la hora de realizarme esa pregunta, muchos regaños me habría ahorrado.
Durante mi infancia, toda mi adolescencia y hasta la actualidad vivo en un constante conflicto intentando comprender porque es que el género femenino en el idioma español va después, y por qué al generalizar se engloba todo en el género masculino, es acaso una cuestión de merecer, ¿es acaso que los hombres merecen más por ser hombres?, y digo entiendo perfectamente el hecho que puede ser denigrante para un hombre que lo clasifiquen dentro del género femenino, pero, ¿no es acaso también para la mujer ser clasificada en un género masculino?, durante millones de años se ha visto a la mujer como el sexo débil, privándola así de la realización de múltiples actividades, quitándole derechos y orillándola a realizar lo que la sociedad dicté, y es que todos es que todo ese tiempo viví con una idea errónea y guardándole rencor a todos aquellos que nombraran mal al género y no fue sino hasta años después me enteré de lo contrario. Por “lo contrario” no tan sólo me refiero a las numerosas características de superioridad fisiológica y mental de las mujeres, sino también al hecho de que al decir, por ejemplo, “los niños” no se está distinguiendo entre sexos, pues por definición la expresión abarca tanto a hombres como a mujeres, mientras que con el término “las niñas” uno las indica única y exclusivamente a ellas, dejando fuera de la expresión a los varones.
Aparte de que en general la construcción “los niños y las niñas” no deja de ser enfadosa, es además innecesaria, porque en español los sustantivos comunes expresados en masculino no lo son, pues en realidad son… comunes. Por la naturaleza de nuestro idioma, la especificidad de lo masculino se pierde al emplear los términos comunes, mientras que la característica de lo femenino se mantiene incólume.
En español se requieren más palabras para denotar exclusivamente al sexo masculino que a ambos, y para distinguirlos es obligado decir “los niños varones” o algo similar. Como por definición la palabra “todos” se refiere tanto a hombres como a mujeres, mientras que “todas” sólo las menciona a ellas, resulta redundante y recargado decir “todos y todas”. Esto es más penoso aún cuando intenta ser una forma de protesta social en favor de la igualdad, pues es iletrada, inefectiva y poco elegante; la emancipación inicia con el hecho de no asumirse como víctima y se basa en la equivalencia.
Esta artificiosa inconformidad que hoy más bien es producto de la ignorancia de la gramática elemental, hunde sus raíces en traducciones serviles de otros idiomas, en especial del inglés, en donde sí se vuelve necesario distinguir el género, complicando con ello el discurso, pues es forzoso decir my brothers and sisters, en lugar del mucho más sencillo “mis hermanos”, para referirse tanto a hombres como mujeres, caso que les expongo al inicio.
Véase, si no, este bello fragmento de la poesía de Gibrán Jalil Gibrán (1883-1931), incluido en El profeta, escrito originalmente en inglés:
Your children are not your children.
They are the sons and daughters of Life’s longing for itself.
They come through you but not from you,
And though they are with you, yet they belong not to you.
Y estas dos traducciones; una buena y la otra imitadora y falsamente feminista:
La buena (de Leonardo S. Kaím, editorial Orión):
Vuestros hijos no son vuestros,
Son hijos del anhelo de la Vida.
Son concebidos a través de vosotros,
mas no de vosotros.
Y no obstante vivan con vosotros, no os pertenecen.
La mala, la que va al pie de la letra por no querer ser “sexista” pero a cambio resulta torpe e ignorante del español y sus reglas:
Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas del ansia de la Vida por sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no son vuestros.
Y aunque vivan con vosotros, no os pertenecen.
Existe también una razón más actual (y más penosa) de esta nefasta costumbre hoy tan de moda: un presidente de México (2000-2006) del que luego todo mundo se burló por ignorante y por “ranchero”. Pues bien, a este folclórico personaje le daba por decir “los chiquillos y las chiquillas” y cosas similares, y no deja de ser irónico que aquellos que despreciaban al político ahora hablen como él. Habrá entonces que tener cuidado con los demagógicos y falsamente “feministas” malos usos del lenguaje, porque ya muchas personas piensan y exigen que deberíamos decir “Los y las jóvenes fuimos al zoológico y todos y todas estuvimos muy contentos y contentas viendo a los hipopótamos y las hipopótamas”.
El español y el inglés son lenguas diferentes, ¿por qué entonces ese afán de someterse y remedar las estructuras y modos del inglés? Resulta más propio y sencillo conocer, respetar y proteger nuestro idioma. Lo anterior, sin embargo, no justifica el empleo; allí sí discriminatorio, pero por fortuna muy fácil de corregir, de la frase “el presidente” en lugar de “la presidencia” (y similares) al referirse a un puesto, y no a una persona específica.
El idioma español tiene más de mil años de existencia siendo nuestro aliado. Aunque sus reglas y usos evolucionan, la verdad es que no necesita de nuestra ignorante arrogancia para “mejorar” en este caso, porque el hecho es que los sustantivos comunes no tienen especificidad y abarcan ambos géneros, mientras que los femeninos son únicamente aplicables a ellas. ¿Por qué empecinarse en no verlo y traicionar el idioma? y es que es de aquí de donde yace nuestro sentido ‘feminista’ o ‘machista’ en la sociedad, nos piden que eduquemos a la sociedad con una lengua que carece de educación, y es que sencillamente todo esto concluye con cuestiones de perspectiva, con cuestiones tales como autoestima e inteligencia emocional, ya que tu decides que tanto permites que te afecte algo, que tanto lo dejas marcar tu vida.
Somos también responsables del uso que le damos al idioma, es decir, no tanto enfocándose en el uso social del idioma, en donde por desgracia sí abundan las connotaciones despectivas hacia las mujeres —asunto que definitivamente debemos atender para poderlo cambiar—, sino viéndolo desde una perspectiva sintáctica, el idioma español sí es sexista… pero en favor de las mujeres, lo cual no deja de ser una buena noticia para todos quienes admiramos a “la otra mitad del cielo”.