Declaración De Paris y Los Valores Que Promueve

Introducción

El político, académico y economista argentino Raúl Prébisch desarrolla en su obra el concepto de centro periferia (1951), el cual propone una explicación de las desigualdades. En la práctica, América Latina es la región del mundo donde se presentan los mayores niveles de desigualdad. Además, dentro del continente, Colombia es unas de las naciones con las mayores disparidades. De hecho, Prébisch realiza una explicación de tipo histórico-estructural de las condiciones que llevaban a disparidad económica y de bienestar de una región a otra. La tesis de Prébisch se puede replicar en el mundo global en el cual las relaciones de dominación se producen entre estados. De este mundo desigualitario surge la declaración de Paris en 2005, y conceptos que conectan la cooperación al desarrollo y la ayuda oficial al desarrollo.

La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) se define según la OCDE como “el flujo proporcionado por organismos oficiales (gobiernos estatales, locales, etc.) dirigido a países que figuran en la lista de receptores del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) y, que promueve el desarrollo y cumple una serie de criterios de concesionalidad. Dicho flujo puede realizarse directamente a los países receptores o a través de instituciones multilaterales de desarrollo con destino a estos países.” Es decir que la ayuda puede ser bilateral o multilateral. Durante muchos años, la cooperación internacional ha seguido un patrón preestablecido de desplazamiento de flujos financieros del ‘Norte’ al ‘Sur’ para apoyar proyectos diseñados por países desarrollados para países menos desarrollados o en vías de desarrollo. De hecho, las cifras antes de 2005 no son malas en términos reales, pero ponen de relieve unas preguntas sobre la calidad, la trazabilidad y el impacto real de esta ayuda en la reducción efectiva de la pobreza. Esta forma de operar y de pensar sobre la cooperación internacional ha sido cuestionada muchas veces y finalmente los países se dan cuenta de que la cooperación ha fracasado. En un contexto en el cual los países empiezan a proponer una nueva visión a partir de la Declaración del Milenio en 2000, la Declaración de París es uno de los documentos que proponen respuestas concretas al fracaso de la cooperación internacional.

La Declaración de París se basa, en particular, en la declaración adoptada en el Foro de Alto Nivel sobre Armonización celebrado en Roma (febrero de 2003) y en los principios claves propuestos en la Mesa de Dialogo sobre la Gestión para Resultados de Desarrollo celebrada en Marrakech (febrero de 2004), con el objetivo de aumentar ‘el impacto de la ayuda en la reducción de la pobreza y la desigualdad, la consolidación del crecimiento, el fortalecimiento de la capacidad y la aceleración del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM)’ (según la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo y el Programa de Acción de Accra). Este tratado pone de relieve la necesidad de cambiar el tipo de relaciones que existen entre los países en el contexto de la cooperación internacional. Propone pasar de un tipo de relación basada en la financiación y las decisiones unilaterales a un tipo de relación basada en la construcción conjunta. El principal reto de este tratado es decidir sobre medidas ambiciosas para reformar la prestación y gestión de la ayuda, facilitar la aplicación de la Declaración del Milenio y los ODM – que sirvieron de base para la posterior elaboración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) – y hacer el balance al cabo de cinco años. La Declaración de París presenta una hoja de ruta práctica y orientada a la acción con unos objetivos específicos que han de cumplirse para el 2010. Tiene por objetivo la responsabilización de los Estados. Sin embargo, ha excluido los otros actores del sistema internacional en este asunto (organizaciones no gubernamentales, empresas…). Estos actores no gubernamentales se reúnan en la cumbre de ACCRA (Ghana en 2008) para tomar un papel en la cooperación. Entonces, para ser efectivos los procesos de desarrollo dependen de los Estados, de la sociedad civil, pero también del mercado económico – el papel de las empresas en la cooperación internacional se define durante la cumbre de Busan en 2011. Para América Latina – y muchas zonas del mundo, el desafío actual seria desarrollar sus propios modelos de desarrollo y maneras de hacer, conformistas con las necesidades de las comunidades y las valores que promueve la Declaración de París.

En este ensayo, intentamos aclarar las contribuciones de la Declaración de París y las criticas que se le han hecho en los años. Para eso, nos centraremos en un resumen de la Declaración de París, y en algunos aspectos importantes de análisis: una contribución considerable, una evaluación conjunta transnacional independiente, algunos objetivos incumplidos, y por fin una falta de compromiso político.

Resumen

La Declaración de París es un tratado internacional que se redactó en 2005. La declaración fue simbólicamente aprobada por los organismos nacionales de desarrollo y los dirigentes de los países beneficiarios que se habían reunido para la ocasión. Ese tratado propone el establecimiento de una nueva dinámica para mejorar la ayuda pública proporcionada por los organismos de ayuda. De hecho, este tratado está en línea con el consenso de Monterrey, que estableció un porcentaje de ayuda al desarrollo basado en el PIB de cada país. En términos más generales, la Declaración de París trata de cómo hacer para que los 144 000 millones USD que vienen del Consenso de Monterrey cumplen los ODS.

La Declaración de París subraya dos aspectos muy importantes: la cooperación al desarrollo y la evaluación del desarrollo. De hecho, podemos hablar de cooperación al desarrollo porque este tratado promueve construir relaciones más constructivas entre los actores, en la ayuda mutua y en la toma de decisiones conjunta; pero también la evaluación de este proceso de desarrollo es importante, ya que la Declaración de París propone comprometer recursos para averiguar las acciones emprendidas y consolidar los proyectos de desarrollo a través de un marco y de procesos de mejoramiento. La Declaración de París pretende ser una tabla de evaluación basada en cinco principios generales. Estos cinco principios incluyen doce indicadores que destacan los esfuerzos que deben realizar los países y las situaciones que deben ser alcanzadas para mejorar la cooperación internacional. Estos indicadores están sujetos a adaptación según los contextos de los países receptores de la ayuda. Cada indicador también está asociado con objetivos específicos para medir y monitorear el progreso a nivel nacional e internacional. Entonces, la Declaración de París se basa sobre los siguientes cinco principios que guían los compromisos conjuntos de los donantes y los países socios sobre la eficacia de la ayuda: la apropiación por los países; la alineación con las estrategias, los sistemas y los procedimientos de los países; la armonización de las acciones de los donantes; la gestión orientada a resultados; y por fin el principio de responsabilidad mutua.

• Apropiación por países: Los países socios ejercen una apropiación efectiva de sus políticas y estrategias de desarrollo y garantizan la coordinación de las acciones de apoyo al desarrollo. De hecho, la ayuda es más eficaz cuando los países socios ejercen una soberanía firme y efectiva sobre sus políticas y estrategias de desarrollo. Los gobiernos de los países en desarrollo son responsables ante sus parlamentos y ciudadanos, no ante los organismos de ayuda, de sus políticas de desarrollo. En muchos países, esto requiere fortalecer la supervisión parlamentaria de las políticas y presupuestos de desarrollo y el papel de la sociedad civil. Esto implica lo siguiente: evitar la imposición de condiciones inadecuadas, y utilizar en la medida de lo posible los sistemas y procedimientos de los países socios.

Las estrategias nacionales se han fortalecido desde 2005 y los países socios han integrado nuevos ámbitos como los derechos humanos, la igualdad de género y la buena gobernanza. Sin embargo, los actores de la sociedad civil y del sector privado tienen un papel más amplio que desempeñar en la participación en el proceso de elaboración de las estrategias nacionales.

  • Alineación con las estrategias, los sistemas y los procedimientos de los países: Los donantes basan todo su apoyo en las estrategias, instituciones y procedimientos nacionales de desarrollo de los países socios. De acuerdo con el principio de apropiación, la alineación requiere que los países beneficiarios sean los verdaderos actores de su desarrollo.
  • Armonización de las acciones de los donantes: Las acciones de los donantes son más armonizadas y transparentes, y permiten una mayor eficacia colectiva. El objetivo es reducir la complejidad de los procedimientos de concesión y gestión de la AOD.
  • Gestión orientada a resultados: Se gestionan los recursos y se mejora el proceso de toma de decisiones para lograr resultados. Las dificultades, cuales algunas son reformas internas, desarrollo de los recursos humanos, vínculos más estrechos entre los resultados y los procesos de planificación y presupuestación o rendición de cuentas por ejemplo radican en el alcance de las transformaciones necesarias.
  • Responsabilidad mutua: En la Declaración de París se hace hincapié en que, para que la ayuda sea verdaderamente eficaz, es preciso establecer mecanismos de rendición de cuentas más sólidos y equilibrados a distintos niveles. De hecho, los donantes y los países asociados son responsables de los resultados del desarrollo. Este principio tiene por objeto establecer una verdadera asociación entre los donantes y los países beneficiarios para mejorar la transparencia y el control de los recursos para el desarrollo.

El reto de la Declaración de París es reformar la forma en que los donantes y los países socios trabajan juntos para alcanzar objetivos comunes y hacer el mejor uso posible de los limitados recursos para el desarrollo. En términos generales, la Declaración de París, con sus mecanismos reforzados de responsabilidad mutua, crea incentivos muy fuertes para el cambio de comportamiento.

Análisis: Una contribución considerable

El Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda reunió a muchos más y más participantes representativos que los acuerdos anteriores, con una mayor representación a nivel ministerial tanto para los donantes como para los receptores de la ayuda. Entonces, la declaración de Paris no puede ser vista como otra contribución teórica más, es un verdadero plan de acción estructurado en cinco principios. Por primera vez, los donantes y los países en desarrollo se han comprometido a medir su éxito o su fracaso en la mejora de la eficacia de la ayuda a través de un conjunto de indicadores y objetivos para 2010. La idea con estos 12 indicadores es proporcionar criterios flexibles para que los países y los organismos de ayuda puedan medir su desempeño. El objetivo es crear una relación estable y equitativa entre los socios.

La Declaración de París hace hincapié en conceptos clave como el de país socio. Esta especificación de los términos pone de relieve el tipo de relación que se prevé en la cooperación internacional y proporciona una definición clara que sirve de referencia. Con esta nueva forma de hacer, el tratado promueve la responsabilización de todos los actores (país donante y receptor) en la ejecución de la acción y en sus resultados, ya sean positivos o negativos. Del mismo modo, empodera a los políticos locales, que están familiarizados con el contexto en el que se desarrolla la acción y con las expectativas y necesidades de las poblaciones locales y, por lo tanto, se encuentran en una mejor posición para definir estrategias de acción eficaces y adecuadas.

Análisis: Una evaluación conjunta transnacional independiente

Cuando se trata de la evaluación de la Declaración de París, debemos separar la tabla de evaluación que forma parte integrante del tratado y el proceso de evaluación que se ha puesto en marcha para medir la eficacia de este tratado.

Nos gustaría centrarnos en un aspecto específico de la Declaración de París: la evaluación de la aplicación de este tratado en el contexto concreto de la cooperación internacional. El hecho de que los Estados estén claramente a favor de la evaluación y, sobre todo, de que tomen la decisión de proporcionar los medios para llevarla a cabo demuestra su compromiso respecto a ese aspecto y su deseo de mejorar la cooperación internacional. La evaluación propone dos fases para medir la aplicación de la Declaración de París en contextos concretos: una evaluación de los países y una evaluación de los donantes y de las agencias de desarrollo. La primera fase se ha realizado con el objetivo de fortalecer la eficacia de la ayuda evaluando los cambios en el comportamiento e identificando cuáles son las mejores prácticas para socios y donantes a la hora de poner en práctica los compromisos contraídos en París. La segunda fase ha tenido por objetivo evaluar la contribución de la Declaración a la eficacia de la ayuda y a los resultados del desarrollo.

Diecinueve evaluaciones se han implementado después de la Declaración de París para mejorar el conocimiento y el diálogo con los países y las agencias participantes, y han identificado lecciones y recomendaciones. Ahora se trata de que los gobiernos, las agencias y los grupos de la sociedad civil, destinatarios de esta evaluación, pongan en práctica las lecciones y las recomendaciones.

Análisis: Algunos objetivos incumplidos

En esencia, los valores promovidos por la Declaración de París parecen consensuados, pero su uso como herramienta de evaluación es discutible porque permite evaluar las políticas de ayuda al desarrollo más que los programas y proyectos de ayuda. Uno de los grupos de trabajo ha publicado dos informes que miden el progreso hacia los objetivos de 2010 de la Declaración de París. En general, los informes observan que los diferentes sectores y actores no se implican de la misma manera, lo que genera un cambio muy lento. De hecho, la OCDE apunta al hecho de que el principal obstáculo es la dificultad de fortalecer los sistemas nacionales de gestión de la ayuda. Esa dificultad debilita la aplicación de los principios de alineación y armonización, es decir que los donantes no confían en los sistemas nacionales cuando ellos no son transparentes o eficientes. De hecho, la ayuda debería ser más transparente y previsible para facilitar la planificación y aplicación de las estrategias de desarrollo.

Según la OCDE, la fragmentación de la ayuda también afecta a la eficacia debido al gran número de donantes en un mismo país. En total, la OCDE enumera 225 organismos bilaterales y 242 organizaciones multilaterales que cooperan activamente. Los donantes dispersan su ayuda, que se reparte entre demasiados países. En 2005-2006, 38 países recibieron asistencia de al menos 25 donantes bilaterales o multilaterales. En realidad, el volumen de la AOD se queda por debajo de los objetivos de la ONU, y sobre todo sigue existiendo una parte que no contribuye a la reducción de la pobreza. La mejora de la eficacia de la ayuda requiere un compromiso político real de los actores de la cooperación para transformar la lógica que ha impulsado las relaciones Norte-Sur durante casi sesenta años. El proceso de seguimiento de la Declaración de París proporciona una herramienta de medición útil, pero no hace suficiente hincapié en la dimensión política de la eficacia. Además, una mayor coherencia en las políticas públicas de los países donantes al servicio del desarrollo sigue siendo un requisito previo para alcanzar los objetivos de desarrollo.

Análisis: Una falta de compromiso político

Se ha avanzado en la aplicación de la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo en algunos ámbitos, como la desvinculación de la ayuda, pero los resultados no están a la altura de las expectativas. Con demasiada frecuencia, el enfoque sigue siendo técnico y evita las dinámicas políticas que tienen un impacto importante en la eficacia de la ayuda.

Para Manuela Restrepo Sylva, se necesita una implicación real en los procesos nacionales y locales, el funcionamiento efectivo de los tribunales, una buena gobernabilidad, e instituciones responsables que pueden apoyar procesos de tomas de decisiones democráticos y participativos y una sociedad civil fuerte. Para el autor, hay que concebir una nueva concepción de la cooperación al desarrollo que se enfoque en la causa del problema y no solamente en combatir sus consecuencias. La cooperación internacional al desarrollo debe ser algo más político que técnico, es decir que implica la cooperación del mundo político para lograr sus objetivos. En 2009, el científico David Booth presenta los resultados de un estudio que resalta algunos de los principales obstáculos a la eficacia, como por ejemplo las estructuras de los sistemas políticos o la corrupción. El esta a favor de un compromiso político mas fuerte en el sentido en el que los países donantes con gobiernos, parlamentos, sociedad civil y actores privados se implican más en los países socios para reformar la AOD. Además, nos podemos preguntarnos con respecto al apoyo presupuestario, que en teoría cumple plenamente los principios de apropiación, alineación y armonización, pero lo cual en realidad no garantiza un impacto en la reducción de la pobreza. De hecho, la trazabilidad del apoyo presupuestario es a menudo muy difícil debido a la falta de transparencia.

Conclusión

Por último, la cooperación, siempre es cuestión de intereses. Los países donantes de la AOD tienen la necesidad más que nunca de la cooperación para ayudar a mejorar las condiciones de vida en el sur. Este mejoramiento de las condiciones de vida tiene objetivos que afectan a los países del “Norte”: entre otros, para que disminuyen los flujos migratorios, y para qué estos países aumentan la demanda para salir de la crisis económica. De hecho, la cooperación internacional ofrece la posibilidad a los estados de fortalecer los derechos humanos, aumentar el nivel de desarrollo y en consecuencia contribuir a un contexto de paz; ya que la paz mundial es un objetivo compartido a todos porque también contribuye a permitir el comercio internacional y el desarrollo económico. A pesar de las dificultades encontradas en la lucha contra la pobreza, podemos afirmar que la cooperación internacional ha mejorado en su funcionamiento y eficacia desde la Declaración de París. De hecho, la efectividad práctica de la declaración puede ser cuestionada, ya que la importancia de que los países pasen mucho más rápido de las palabras a la acción siempre existe. Pero, las evaluaciones de países demuestran que la Declaración de París ha tenido un efecto positivo en la gestión de la ayuda para el desarrollo, posicionándose como un motor del reenfoque, una herramienta de reforzamiento y de legitimación en la gestión de la ayuda. De hecho, la contribución teórica de la Declaración de París es esencial, ya que sienta las bases para definir la relación de asociación en la ayuda al desarrollo.  

17 August 2021
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