Dificultades Que Vivieron Las Mujeres Romanas

Introducción

Como bien es sabido, el género ha sido un elemento decisivo para determinar la vida de cualquier humano, pero no solo tiene importancia este, sino que también se tiene que interpretar conjuntamente al hecho de pertenecer a una u a otra clase social, edad o etnicidad. De ahí a que las mujeres constituyan un grupo heterogéneo y diverso del cual se habla de una minoría (mujeres pertenecientes a clases privilegiadas) debido a la mayor disposición de información. Los estudios de derecho romano equivalen a una potente fuente de información acerca de este tema.

Desarrollo

Con respecto a la situación jurídica y social dentro del entramado institucional romano. Los problemas aumentan cuando también se añaden los estudios de otras fuentes como la de los papiros egipcios, donde observamos cartas contratos o visos legales, la literaria, cuyos desarrollos vienen marcados por las propias convenciones de los diferentes géneros y, por tanto, tienden a deformar la realidad en uno u otro sentido. También cabe destacar que las fuentes arqueológicas y la cultura material focalizadas en espacios domésticos, religiosos y funerarios.

Ofrece la posibilidad de avanzar en la construcción de la historia de las mujeres. Debemos ser conscientes de la existencia de este sesgo en las fuentes acerca de la mujer en el mundo romano y enfrentarnos de forma crítica a la lectura en estos textos. Falta la voz femenina en los discursos de los grandes historiadores y literatos, que han proyectado durante siglos una imagen de feminidad idealizada que no puede ni debe ser confundida con la voz de las mujeres romanas. Ámbito social, público y político: En lo que respecta al ámbito social, la mujer tenía que seguir unas normas sociales impuestas a su género.

Desde pequeñas se les educaba para que siguieran este canon social. En él se encuentra como una virtud por la que incluso te tendrías que quitar la vida si no la cumples, y es la de la castidad sexual. Tito Livo  nos narra el ejemplo más conocido de dicha virtud con el ejemplo de Lucrecia, su violación y, posteriormente, su suicidio al grito de: “¡Ninguna mujer quedará autorrealizada con el ejemplo de Lucrecia para sobrevivir a su propio deshonor!”, proporcionando así la exaltación de la evidencia de que una mujer debe morir antes de ser infiel a su esposo. 

Esta historia era contada desde temprana edad a las niñas para que formara parte de sus vidas dicha lección. Encontramos grandes referencias constantemente en los epitafios, incluso como virtus única, lo cual nos demuestra su importancia (ICUR IV, 12770, cit. Muñoz García de Iturrospe). Es castigado su incumplimiento con severidad, incluso siendo motivo de la ruptura de la pax deorum y causa de desgracia para la ciudad. La exaltación de este valor es causa de la necesidad de asegurar la descendencia legítima del hombre junto a la transición de los derechos políticos y de la propiedad dentro de la familia.

Otro requisito recurrente de la mujer era el encargarse del telar. Como recurrencia hayamos, por la cantidad de huesos, agujas y pesas de telar hallados en los atrios de las viviendas romanas, una importante maestría en el hilar y el tejer. Además, también jugaba un valor la piedad religiosa, la frugalidad y la devoción por la familia. Diferencias entre la vida de un hombre y una mujer dentro de su mismo estatus. El género equivale a una asociación de valores y connotaciones que hay que seguir como si se tratara de pautas en la vida de la antigua roma, por lo que los comportamientos y actitudes no eran los mismos de hombres a mujeres.

En ellos predominan valores como la excelencia o virtus, asociado al buen ciudadano, con coraje y valentía; mientras en ella predominaban los valores de la castidad sexual (castitas), el pudor (pudicitia), y la devoción por la familia, que se encarga la matrona romana. Todo esto para buscar la perfectísima fémina, reflejado en el modelo a seguir de la matrona romana, la cual en términos jurídicos, es una mujer romana libre que ha contraído matrimonio con un ciudadano romano (iustum matrimonium) con el cual podrá engendrar a futuros ciudadanos romanos.

La vida de un hombre casado estaría sujeta al cumplimiento de unos roles y comportamientos los cuales le llevarían a ejercer toda clase de acciones, por así decirlo, fuera del hogar, mientras que la vida de una mujer casada se vería volcada plena y únicamente a la gestión doméstica y la devoción a su marido que además, sujeta la potestad jurídica de su mujer (patria potestas). Una esposa no debe tener emociones propias, sino que debe compartir la seriedad, la alegría y la melancolía de su marido. Encontramos como la mujer perteneciente a la elite no restringe sus acciones únicamente al ámbito doméstico.

Aunque no de la misma forma que el hombre, gozaba de un grado nivel de autonomía, lo cual les permitió ejercer abiertamente un relativo papel político en el espacio público. Este espacio público era un excelente medio para la transmisión del modelo de dignitas femenina a través de la escultura, particularmente desde la época Imperial, ya que durante la República, ese privilegio estaba reservado a la figura masculina (celebración victorias militares, logros políticos, etc.) Era una especie de “recompensa” a los virilia officia, la política y guerra donde era únicamente para los hombres desde la época republicana hasta la llegada de Augusto al poder, 

Conclusión

Donde se abrió la puerta de las representaciones femeninas, primeramente con un carácter político para pasar a una imitación del modelo iconográfico emanado de las mujeres de la casa Imperial. Estas esculturas femeninas comparten las mismas ambiciones que sus compañeros masculinos: mostrar su adhesión al régimen y promocionarse personalmente o junto a sus familias dentro de sus comunidades. A las mujeres, históricamente, siempre se les ha exigido que cumplan un rol, y este es el de tener descendencia. Estos hijos nunca acabarían siendo realmente suyos, sino del padre. Daban a luz únicamente a la descendencia del varón.

17 February 2022
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