El Comienzo Del Modelo De La Radiodifución En El Perú

Durante el gobierno del presidente Augusto B Leguía se dio un acontecimiento que cambiaría la forma de comunicación y entretenimiento del pueblo peruano. La Radio Nacional del Perú fue oficialmente inaugurada por el mismo presidente Belaunde, el 20 de junio de 1925; un año más tarde pasaría a manos del Estado.

El modelo de radiodifusión que empezó a perfilarse fue el de un monopolio privado, pues aun no gozábamos de la radio pública como otros países europeos. Sin embargo, los tiempos de modernidad de aquella década hicieron posible la construcción de una poderosa estación, con un enfoque diferente, que no se limitaría tan solo en la propagación de información oficial del Estado, sino también como un medio innovador dedicado al entretenimiento y contenido nacionalista y cultural.

La instalación de la radiodifusora OAX contó con el apoyo de la prestigiosa firma inglesa Marconi Wireless Telegraph Co. Ldta, ya que el gobierno suscribió un contrato, muy cuestionado por los medios escritos, con dicha compañía por un periodo de 25 años. Debido a la influencia de medios y oposición política, el Ejecutivo llevo el documento al Congreso y finalmente fue aprobado con ciertas modificaciones (Gargurevich, 1995, p.46-52). La explotación de los servicios de correo, telégrafos y similares (lo que incluía a la radiodifusión) ya no era derecho exclusivo del Estado.

La llegada de esta firma administró accesorios necesarios y apropiado equipamiento para la instalación. No obstante, los derechos y concesiones de la Marconi Wireless respecto de la radiotelefonía pasarían a manos de la flamante Peruvian Broadcasting Company, siendo acreedora de explotación exclusiva. Los fundadores de esa nueva empresa que llego a nuestro país fueron Cesar Coloma, Santiago Acuña, Fernando Carvajal, Luis Tirado, Paul Widmer, Ronald M. J. Gordon y W. F. Ford. Ellos llevaron a cabo el sueño de la primera estación de radio del país, con un rango que cubría todo el territorio nacional.

La ciudad de Lima se adentraba a actividades modernas que involucraban a la radiotelefonía, la cual tuvo cálida acogida en la sociedad limeña. En los meses previos a la primera emisión, los medios escritos ya hablaban sobre este nuevo medio de comunicación, y como era de esperarse, ya existían grupos entusiastas de radioaficionados.

La emoción por la primera emisión se esfumó rápidamente. El contenido emitido no captó la atención del público numeroso, puesto que las conferencias culturales y música clásica no eran temas de interés para el pueblo peruano. Sin embargo, eso no fue lo peor, ya que la venta de receptores tampoco prosperó.

Este contexto poco alentador obligo a Peruvian Broadcasting Co. a anunciar su disolución y liquidación. Los derechos y propiedades de la empresa fueron otorgados al gobierno y los servicios de radiodifusión volvieron nuevamente a manos de Marconi Wireless para su administración. Por otro lado, el sueño de la radio se fue viendo eclipsado por el pago semestral del conocido “derecho de antena”. El consumo decayó junto con la ilusión.

El 25 de agosto de 1930, Sánchez Cerro emitió un decreto en el que declaraba que su gobierno no reconocía validez a los actos y contratos celebrados por Leguía o sus asesores y advertía que se designarían “Comités de Investigación de las actas y contratos del Gobierno derrocado (Leguía), anteriores al 22 de agosto último para la revisión de aquellos que fuesen lesivos a los intereses nacionales” (Ugarteche, 1969). La norma expuesta anticipaba cuál sería la actitud del Jefe de Estado en relación con el contrato discutido con la Marconi. Así fue, como el 1 de octubre, la Junta Militar dispuso que el Ministerio de Gobierno asumiera la administración del servicio de radiodifusión, tras este suceso se nombró a Joaquín de Azambuja como jefe de dicho servicio, dejando a la Marconi fuera del juego. Ahora era el turno era de la empresa privada Compañía Nacional de Radiodifusión.

Durante la crisis económica que sufrió el país entre 1930 y 1933, el consumo de la radio fue mínimo. No obstante, en 1933 hubo notoria recuperación económica, y un año después el país ya estaba superando la crisis. El nuevo contexto socioeconómico permitió el surgimiento de nuevas emisoras radiales de carácter privado. En 1935, el Estado cedió nuevamente a la Marconi la administración de las comunicaciones, a cambio de una moderna estación radial que remplazase a la antigua OAX.

Para Carlos Raygada, como para muchos críticos musicales, la calidad de los cantantes líricos que asistían a las emisiones en vivo no tenían la calidad de los intérpretes de los discos” (1938, p.14). Una encuesta promovida por el diario La Crónica y Radio Central en 1944, confirmó las preferencias del público por determinados géneros: música criolla y los radioteatros (Vargas, 1944, p.156).

La magia de la radio llego a todos los rincones del Perú, desde el grupo más rico hasta los sectores menos favorecidos, pues los empresarios radiales tenían la necesidad de ampliar el mercado y a esto se le sumó la política populista de régimen de Benavides. El avance de la tecnología y superación de crisis otorgó la fácil adquisición de receptores baratos, a plazos y mayor calidad. Se empezó a vivir el fenómeno más importante de la década: el acceso de la cultura popular al medio, y la conversión de este en masivo.

11 July 2021
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