El Destacado Jorge Luis Borges
Introducción
Jorge Luis Borges hablaba inglés como segunda lengua nativa y se manejaba bien en el francés, el alemán, el latín, el italiano, el portugués y el inglés antiguo. Pocos como él se podrían considerar ciudadanos del mundo, y sin embargo insiste numerosas veces en su condición de “mero sudamericano”, en su modo intenso de posicionarse como “escritor argentino”, en su declaración de ser uno de los descubridores de las posibilidades poéticas de los barrios marginales de Buenos Aires. Borges hace la mayor parte de sus estudios formales en el Collège Calvin de Ginebra, de 1914 a 1918 (aunque nunca se presentó para los últimos exámenes, quedándose sin el bachillerato).
Desarrollo
Esos años europeos se extienden hasta 1921, con un segundo viaje familiar en 1923-24. Después se quedará en el Río de la Plata hasta 1961, cuando acepta una invitación a enseñar por un semestre en la Universidad de Texas en Austin. Desde esa fecha hasta su muerte en 1986, sus viajes son incesantes. Sin embargo, los 37 años en casa, en el Río de la Plata, fueron importantes para sus pensamientos sobre el mundo. En el artículo “Borges en el mundo, el mundo en borges” del autor Daniel Balderston, se señala que se equivocan profundamente los que ven a Borges sólo como un escritor cosmopolita (o “europeizante”, o “escapista”).
Se podría agregar que también se equivocan los que lo quieren ver sobre todo como el gran escritor argentino o hispanoamericano, ya que, las tensiones entre criollismo y cosmopolitismo, entre nacionalismo y un antinacionalismo tajante, informan toda su obra. Borges es la figura paradigmática del sabio, y como tal es muy consciente de los límites de sus saberes. Es por eso que en la década del veinte es analizada como la de los años dorados en los que el campo literario oscilaba entre modernismo y vanguardia, en el artículo “Tiempos y lugares de Borges: un panorama de la crítica actual” de la autora Regina Samson.
Se propone mostrar que en la obra de Borges está muy presente la cuestión de su identidad como argentino y como latinoamericano, y que es considerable la influencia que el erudito mexicano Alfonso Reyes tuvo en la evolución del estilo de Borges y en la definición de su identidad como escritor latinoamericano. Se constata en Borges una actitud de vanguardia eterna, rompiendo siempre con las formas que lo preceden y anticipándose a otras. Explica la afición de Borges al expresionismo -que seguramente cuadra con su etapa adolescente- por el cuestionamiento al orden establecido.
A los valores y expectativas del lector, por sus conceptos del arte y del mundo como voluntad y representación. En ‘El concepto de inspiración poética en Platón y Borges’, Shlomy Mualem adjudica a Borges una consistencia filosófica comparable a la de Platón, tesis justamente antitética a la de Najenson. Ema Lapidot se ocupa, en ‘Borges en Ciberia’, del papel de Borges como precursor de la literatura digitalizada y los hipertextos. Un conjunto de artículos pone en relación a Borges con otros autores: ”El espejo y la máscara’: una aproximación heideggeriana’ (Judith Fraenkel Grosgold).
‘Borges y Cervantes: perspectivas estéticas’ (Ruth Fine) y ‘Borges en la obra de Ricardo Piglia: del planeta Tlön al mundo virtual de La ciudad ausente”’ (Malva E. Filer). Se suman otros artículos, tanto sobre tópicos fundamentales en Borges (el laberinto, el nazismo, etc.) como sobre ciertos aspectos teóricos de su obra (la ironía, la estética de la descentralización, etc.). El tiempo para Jorge Luis Borges se manifiesta como una de las preocupaciones lírico-filosóficas. El problema del tiempo se propone como una reflexión conflictiva, se extiende en el espacio entre el instante pasajero y la eternidad.
Se puede ver en el artículo “Borges y la filosofía del Tiempo” de la autora Margarita Schultz, que Borges actúa de este modo por una vasta tradición: la que postula modelos de permanencia inalterable ante la constatación del cambio. Pero la conciencia del cambio y de la finitud es una brasa quemante, que no puede permanecer como mera idea de entendimiento. La poesía incorpora la dimensión afectiva que completa la comprensión de ideas como la presente. Jorge Luis Borges expone líricamente otra vía aún para la superación de la obsolescencia.
Su poema “Arte poética” (El hacedor) concilia ideas anteriores y muestra un camino humano para asimilar la acción inquietante del tiempo. Borges dice que la obra de arte puede transformar el tiempo en eterno cuando el hombre recoge el antiguo consejo: “conócete a ti mismo”. La mención que hace Borges del río donde lleva y trae las aguas, lleva la mención de una tradición cultural mucho más amplia que la del Occidente. Borges está en la tradición cultural con sus varias menciones al rio-vida, diciendo que, “se detendrán las aguas de mi río.
Pero ¿qué río se detiene? En la crudeza de Ia imagen está compuesto el dolor humano, resignado a la vez, por la pérdida de la vida, la simultánea gana de concluir esta muerte lenta del vivir, de soñar con un sueño sin memoria”. El río del tiempo y el río de la vida fluyen en el cauce borgeano. Si el tiempo es circular vuelve la noche con el ave, y ese río se detiene para tomar impulso. La poesía no nace, como un sistema argumentativo o para exponer una idea filosófica, pero los grandes asuntos filosóficos suelen estar insertos en la poesía.
Y cuando tocan con calidad poética logran un compromiso con lo filosófico poco habitual. Estas relaciones no tuvieron el propósito de limar diferencias en la consideración borgeana del tema del tiempo. Cuando un poeta piensa una cosa y otra distinta es, tal vez, porque la magnitud del tema lo sobrecoge, lo sacude, lo supera en el sentido positivo del término. Son licencias que la actividad cognoscitiva de la filosofía no permite. Creo que esa es una `virtud’ del pensamiento afectivo, ese modo de pensar con el alma que tienen los poetas.
El concepto de Tiempo en el cuento ‘El milagro secreto’: La obra el milagro secreto de J. L. Borges (1944), ha sido considerado en muchas ocasiones como uno de los cuentos más populares de Borges. El mismo autor, al referirse a este relato, confirmaba su fortuna, aunque no dejaba de señalar que no era uno de sus favoritos. En una entrevista con Antonio Carrizo, Borges explica que ‘La literatura es un arte muy misterioso, el autor no sabe lo que escribe. Si lo guía el espíritu santo, es un amanuense’, En el milagro secreto no es la narración de estos problemas técnicos del creador.
Pero sí tiene como protagonista a un escritor, Jaromir Hladík, condenado a muerte por los nazis. El narrador resume la vida de Hladík con unos breves comentarios acerca de sus obras, y poco después encontramos al protagonista en un calabozo pasando sus últimos días de vida, a la espera del cumplimiento de su sentencia de muerte. En esta espera tiene lugar el milagro al que se refiere el título. Tras examinar su vida, Hladík descubre la necesidad de culminar la única obra que podría remitirle, su drama en verso “Los enemigos”.
Y sólo al final del cuento podrá cumplir este deseo gracias al milagro de Dios, quien le concede un año para terminar su obra. En el artículo llamado “Borges y “el milagro secreto” de la creación literaria” del autor Carlos Abreu Mendoza, se señala que no en vano, la escritora Ana María Barrenechea explica que las variaciones sobre el tiempo, la existencia o la muerte, hechas desde posiciones filosóficas o teológicas, entusiasman a Borges por su magia extraña. Por eso busca aquellas que le ofrecen mayores posibilidades estéticas y una sugestión sobrenatural.
Para crear sus propias fábulas en un orbe afantasmado donde se han borrado los límites entre la vida y la ficción. Ya en ‘Nueva refutación del tiempo’ había escrito: ‘Todo lenguaje de índole sucesiva; no es hábil para razonar lo eterno, lo intemporal’ (Tomo II). Por lo tanto, como el lenguaje no puede llegar a ese nivel, el escritor se enfrenta a esa imposibilidad y en Borges la aceptación de la misma es un punto de partida, ya que crea unas veces soluciones angustiadas, y otras veces de superación por el humor o la ironía.
En el caso de sus relatos, Borges tiende a fatigar una estructura donde la emoción se mantiene condensada hasta que una frase magistral resuelve toda la tensión y la muerte cierra la narración, dejándonos suspensos y admirados en el silencio que envuelve a todo el que acaba de asistir a algo sagrado.En ‘El milagro secreto’ una frase lapidaria cierra el relato otra vez, ofreciendo la posibilidad fantástica de un milagro que, apoyado en la filosofía idealista, permite a Hladík disponer de un año que transcurre en su mente mientras el universo físico se detiene.
Es precisamente gracias a este manejo del tiempo y el espacio narrativos que Borges rompe con el relato del realismo decimonónico. En ‘El milagro secreto’, la creación no se convierte en un acto trágico, sino más bien, en algo catártico, de descubrimiento, de milagro, de estoica aceptación. Asimismo, este cuento tiene el valor añadido de ser un profundo resumen del acto de la creación tal y como lo entendía Borges y, en cierta manera, anticipa las consecuencias que tendrá la ceguera en su escritura.
Es por eso que en este cuento, el mundo físico, más bien, el tiempo se detiene para que Hladík pueda terminar su obra. Es interesante como en el drama que está escribiendo el personaje del cuento (Hladík) no ha sucedido “nada”, el tiempo “se ha detenido” entre el primer y tercer actos en concordancia con lo que ha sucedido y sucederá a Hladík. En el drama de su autoría, el reloj que daba las siete de la noche, en la primera escena del primer acto, en el final del tercer acto marcará las mismas, las siete de la noche.
En el artículo de Minor Calderón Salas, llamado “El milagro secreto, en la poética de Jorge Luis Borges”, se señala que es muy importante el papel del tiempo en Los enemigos (texto de Hladík) así como en la novela de Walter Schvartz “Ts’ui Pen”. En la novela de Ts’ui Pen en “El jardín de senderos que se bifurcan” coexisten series de tiempos diferentes, y en el drama de Hladík el tiempo se presenta circular e inmóvil. En “El milagro secreto” un minuto humano es, para Dios, un año y Hladík, para dar término a su drama, opera según el reloj divino.
Borges incorpora así el tiempo psicológico de la experiencia humana que aparece en algunos de sus cuentos como en “La forma de la espada” del libro Ficciones: “Nueve días pasamos en la enorme casa del general…Esos nueve días, en mi recuerdo, forman un solo día”. Siempre con respecto al tiempo, en muchos cuentos de Borges se presenta el rasgo de la irreversibilidad, es decir, aunque parece que en la trama, de algunos de sus textos, los personajes se han librado, por alguna metáfora-técnica relacionada con el tiempo, de alguna situación límite, está irremediablemente sucede.
En este cuento, a pesar de que el mundo físico y el tiempo se han detenido, y Hladík concluye su drama, en realidad su mismo “drama” concluye, esto porque en definitiva (será) ejecutado. Con lo cual se sugiere la temática existencial del sin sentido y del absurdo pues en realidad ese milagro redundará en la “nada”, en el sentido de que la obra se perderá e “irá” con Hladík y no pasará a la posteridad. Tenemos también como representación del tiempo en “El milagro secreto” la expansión del instante y la suspensión temporal.
La expansión del instante, pues en la mente de Hladík entre la orden de disparar y su muerte -que dura aproximadamente dos minutos- sucede un año, con lo que se produce esa expansión; asimismo, la suspensión temporal se efectúa, ya que para el pelotón de fusilamiento y para el sargento que vocifera la orden de disparar, el tiempo y el mundo físico se detuvieron, no para Hladík a quien Dios concedió (en su mente) el año, y al encontrar el último epíteto de su obra, el tiempo continúa y es asesinado.
Conclusión
Con esta suspensión temporal ,recurso muy utilizado en la denominada literatura fantástica, se argumenta que al suspender el transcurso temporal pero no la acción, o al crear una acción que ocurre fuera del tiempo, Borges presenta un instante expansible, una mínima división del tiempo que puede expandirse en forma prácticamente ilimitada y que contrasta con la sucesión temporal. Esta suspensión del transcurso regular del tiempo, procedimiento típico de la literatura fantástica, no modifica el carácter irreversible de la secuencia temporal.