El Porno Como Una Forma De Violencia Contra La Mujer
Paulina Sepúlveda Garrido, en el artículo “¿Es el porno una forma de violencia contra la mujer?” habla sobre el Salón Erótico de Barcelona de 2018 en el que se lanzó un vídeo que causó mucha polémica y que hizo que sociólogas, actrices y psicólogas se posicionaran en contra de la pornografía.
La actriz Silvia Rubí defendió que la única clase de educación sexual que reciben los niños y niñas es el porno más machista. Por ello y mientras siga así, “seguiremos fabricando violadores en manada y acumulando minutos en silencio”. La socióloga Camila Mella también se posicionó en contra del porno, ya que este “se relaciona con la violencia hacia las mujeres porque legitima la violencia hacia ellas, es por ello que no se trata solo de fantasía, sino de violencia cultural”. De igual modo, la psicóloga Guila Sosman opinó que la pornografía es un modo de violencia machista porque “crea y perpetúa ciertos estereotipos de la división de los roles sexuales de hombres y mujeres”, en los que la mujer tiene un rol pasivo y de objeto sexual a disposición de los deseos masculinos. Asimismo, Sosman añade que “una muestra de esto es que si la mujer tiene cierta vestimenta (escote, mini falda, etc.) implicaría necesariamente que la mujer desea tener relaciones sexuales o que está incitando a que esto ocurra. Algo similar pasaría con la idea de que está permitido tener relaciones sexuales con una mujer que ha consumido alcohol, porque si está en ese estado está ‘buscando’ que algún hombre la aborde para tener sexo”.
Como bien sabemos, la industria del porno está mayoritariamente dirigida por hombres, tanto en el área de dirección y producción como de consumo. De la misma forma que, en el contenido, se aprecia una dominación masculina y una subordinación femenina. Es por ello que, como explica Mella, el consentimiento de la mujer queda en un segundo plano, “porque a través de la pornografía los hombres y mujeres han aprendido eso, lo que puede implicar que se justifique y normalicen conductas violentas sexualmente, como es la violación”.
Y es que, aunque hemos visto tres casos en los que las mujeres se muestran en contra de la pornografía, también podemos ver todo lo contrario. Loola Pérez, integradora social y sexóloga, lazó el pasado febrero de 2020 su ensayo “Maldita feminista. Hacia un nuevo paradigma sobre la igualdad de sexos “, en el que apoya el movimiento feminista sin dejar de cuestionarlo.
Pérez, en una entrevista ofrecida para El Español, se declara pro-porno, defendiendo que la pornografía “permite la exploración en la sexualidad de las mujeres de una forma segura, nos permite diferenciar lo que es la fantasía del deseo: la fantasía está en tu cabeza pero el deseo va hacia lo que ya seguro quieres hacer; hay fantasías que uno no quiere llevar al plano real”. Además, argumenta que el porno aumenta la creatividad dentro de las parejas, que sacia la curiosidad de las mujeres y que, sobre todo, “representa a las mujeres desde algo que les ha sido negado desde siempre, que es su poder sexual explícito”.
Respecto a los contenidos humillantes para la mujer que podemos encontrar en la pornografía, Pérez opina que hay que crear una industria más consciente de los deseos de las mujeres, ya que “un día te puede apetecer que te llamen puta, pero mañana quieres que te llamen princesa”. Respecto al cambio dentro de la industria con el paso de los años, Pérez ha abogado que “es interesante la pluralidad de cuerpos que se ven actualmente en el porno. Hemos pasado de este porno de los años noventa muy neumático a un porno cada vez más amateur, de chicas menos operadas, más naturales: cuerpos más mayores, más jóvenes, más delgados, más gruesos, etc. Ha habido una democratización de los cuerpos”.
