El Profeta Elías: La Fuerza Destructiva del Pecado

Realmente es hermoso poder estudiar la palabra del Señor. Hace algún tiempo antes de que por la gracia del Señor mi alma fuera salvada de la condenación eterna, solía leer la biblia y tener la impresión que el antiguo testamento era algo totalmente diferente del nuevo testamento. Pero pude comprobar que toda la biblia nos habla de nuestro Señor Jesucristo, de su maravilloso plan de redención para la humanidad. Siempre doy gracias a mi Señor porque su evangelio me alcanzó, su Santo Espíritu llego a mi vida a través del poder de su palabra, para traer así convencimiento de mi condición pecaminosa, y de lo equivocado que vivía. Y es que cuando pertenecía al mundo estaba totalmente ciego, y totalmente convencido en que era un hombre justo, pues argumentaba bajo mi religiosidad en que como no había matado a nadie entonces si me moría algún día iría al cielo automáticamente. Sin embargo, todo esto cambio en mi mente y corazón cuando el mensaje de las buenas nuevas de Cristo llegaron para salvarme. La ceguera espiritual se acabó y así pude ver con claridad la condición en la que me encontraba, su palabra dice que por haber pecado todos estamos separados de la gloria de Dios.

Los libros de los profetas que encontramos en el antiguo testamento son libros que están compuestos por mensajes de advertencia, de juicio, y de esperanza para el mundo a través de la redención de nuestro Señor Jesucristo. El antiguo testamento no debe ser visto como una historia a parte del evangelio, o como algo pasado; todo lo contrario, el antiguo testamento está lleno también de las buenas nuevas de Cristo, del plan maravilloso que Dios en su infinita gracia y misericordia nos regaló. Adicional al mensaje de salvación, los libros proféticos también nos traen maravillosas enseñanzas sobre nuestro buen Dios, sobre su carácter, soberanía e infinito poder.

Un ejemplo de mensaje de redención que podemos encontrar en el antiguo testamento, es el caso de Elías. El profeta Elías fue alguien con gran temor de Dios, y con una fe que lo destacó a lo largo de su ministerio. El profeta Elías vivió para servir a Dios. En el contexto en que se desarrolla esta historia, encontramos que había mucho paganismo, el pueblo había abandonado la fe, y entre tantos pecados, también abundaba la prostitución y la adoración al dios Baal. Había sufrimiento precisamente por causa de la multitud de sus pecados. Encontramos entonces a un pueblo perdido que necesitaba entender que sólo hay un Dios, el creador de los cielos y la tierra, un pueblo que debía volver a Dios. Entonces el Señor por medio del profeta Elías mostro qué el Dios de Abraham, Isaac, e Israel, es el único Dios verdadero, por eso utilizó al profeta Elías para poner a prueba la veracidad de aquellos que se llamaban los profetas de Baal. Entonces se propuso que el dios que tuviera el poder de arrojar fuego sería el dios al que realmente deberían adorar. Los profetas de Baal después de invocar por largo tiempo a su dios, no vieron respuesta, no cayo fuego del cielo en ningún momento. En cambio, cuando llegó el tiempo para el profeta Elías, este con gran coraje y fe, sin dudar, invoco el nombre del Señor, del creador del universo, del todopoderoso y fue así cuando cayó fuego del cielo y todos quedaron sorprendidos, se inclinaron ante semejante prueba, y declararon que el Señor es Dios. Teniendo en cuenta lo anterior, quiero compartir este pasaje: ¨ Al instante, el fuego del Señor cayó desde el cielo y consumió el toro, la leña, las piedras y el polvo. ¡Hasta lamió toda el agua de la zanja! 39 cuando la gente vio esto, todos cayeron rostro en tierra y exclamaron: «¡El Señor, él es Dios! ¡Sí, el Señor es Dios!»

La comunión o tiempo que el profeta Elías tenía con el Señor, su perseverancia y amor por Dios, hizo que el poder de Dios se manifestara por medio de él, a través de milagros cuando hubo desafíos sobre el gran poder de Dios, a través de traer bendiciones en medio de un pueblo perdido lleno de sufrimiento, de llevar nuevamente a las personas a Dios, de traer paz en medio de la idolatría y el pecado. Elías vivió para Dios, puedo decir que la vida del Profeta Elías fue un olor agradable para el Señor. Fue un gran ejemplo de servicio fiel y adoración al Señor. Dios por medio de este profeta trajo a muchas personas que estaban perdidas, para que nuevamente le adoraran sólo a él, y vivieran vidas que lo glorificaran.

Este profeta es un gran testimonio del Señor, porque nos enseña de su fuerte relación con Dios. Elías realmente dependía del Señor en todo lo que hacía, pues su certeza está puesta en el creador del universo. Cuando nos detenemos para observar el contexto dónde se movió Elías, encontramos a un pueblo alejado del Señor, que adoraba dioses paganos, qué el pecado lo había prácticamente consumido y perdido, causando sufrimiento. Sin embargo, el Señor muestra su misericordia, soberanía y amor por medio del profeta Elías, pues muchos volvieron a Dios. El pecado causa una separación entre Dios y el hombre, el pecado nos destituye de la gloria del Señor, haciendo que llevemos vidas sin rumbo, vidas vacías y tristes. El Señor sabe todo esto, pero él nos ama tanto que siempre está dispuesto a perdonar todos nuestros pecados, él nos llama al arrepentimiento, para que volvamos a él y no abandonemos sus caminos. Vemos claramente como a través del profeta Elías el Señor hizo que muchos regresaran al redil.

Así mismo en el libro de Samuel encontramos la historia del rey Saúl. Este Rey desobedece las órdenes del Señor y prefiere obedecer al pueblo. Cuando ocurre esto, Dios por medio de Samuel le envía un mensaje a este rey desobediente, y es que a causa de su pecado su reinado sería quitado de sus manos para dárselo a uno que es mejor que él, y que es la gloria de Israel, que no mentirá ni cambiará de parecer porque no es humano para que cambie de parecer. La evidencia del anuncio de nuestro Señor Jesucristo es muy clara, porque se habla de uno que vendría después de él y que sería honra y gloria para Israel.

Por otra parte, es importante aclarar que el evangelio del Señor, nos habla sobre el pecado, sobre el juicio, sobre la muerte sacrificial de nuestro Señor Jesucristo y su resurrección. Y es que sin muerte no hay remisión de pecados. Como veíamos en los libros del antiguo testamento, los sacrificios de los animales sin mancha y sin defecto simbolizaban a nuestro Señor Jesucristo, la ofrenda perfecta y sin mancha que quitaría los pecados del mundo. Recordemos Isaías 53:5: Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

En el libro del profeta Ezequiel capítulo 37 desde el versículo uno, Dios puso su mano sobre el profeta y lo lleva por medio de su Espíritu santo a un valle que estaba lleno de huesos secos, el Señor le pide a Ezequiel que anuncie un mensaje profético a esos huesos y que les diga: ¡Huesos secos escuchen la palabra del Señor! Esto dice el Señor Soberano: ¡Atención! pondré aliento dentro de ustedes y haré que vuelvan a vivir, dice también que les pondrá carne y músculos y que los recubrirá con piel.

Esto representa la muerte espiritual que es causada por el pecado. Sin Cristo somos como esos huesos secos, estamos fuera de la presencia del Señor, no servimos para nada, no hay vida en nosotros. Recordemos lo que el Señor por medio del apóstol Pablo nos dice en el libro de Romanos, en el capítulo 6 verso 23: Porque la paga del pecado es muerte. Cuando el pecado entro al mundo con el también entro la muerte, esto lo podemos ver en Romanos 5:12: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. El pecado repele contra la perfecta Santidad de Dios. Nadie puede estar en su presencia sí está lleno de pecado. El pecado causa la muerte espiritual. Sin embargo, las palabras del Señor en ese pasaje del libro de Ezequiel, nos están hablando del gran poder de Dios para traer algo de la muerte a la vida, y es una manera de afirmar que a pesar que el pecado nos ha causado la muerte, el Señor tiene el poder para que volvamos a vivir, para que volvamos a nacer y así transformar vidas que lleven su gloriosa presencia. Es hermoso saber que, lo que es imposible para el ser humano, es posible para nuestro buen Dios. La otra cara de los versículos que acabo de citar, nos hablan de la salida, de la intervención de Dios para dar solución a las consecuencias de la muerte. Por ejemplo, en Romanos 6:23 la segunda parte nos dice: más la dadiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Y en Romanos 5:18 nos dice: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Así mismo el pasaje de Ezequiel sobre los huesos secos, habla de algo que estaba muerto, pero que, por la gracia y misericordia de Dios, hay una esperanza de un nuevo nacimiento, una promesa que trae vida eterna. También en Efesios 2:1 encontramos que nosotros estábamos muertos en nuestros delitos y pecados pero que el Señor nos dio vida.

Todos los libros de los profetas del antiguo testamento nos muestran el plan de redención de Dios para la humanidad. En las diferentes historias siempre encontramos a un pueblo rebelde, que se había apartado del Señor. Un pueblo impaciente que no esperaba en el Señor y se refugiaba en dioses paganos, en idolatría, inmoralidad sexual y demás actos pecaminosos que los separaba de la presencia de Dios. Un pueblo desagradecido con el Señor, el Dios que los libero de la esclavitud de Egipto, que estuvo con ellos día y noche durante cuarenta años en medio del desierto, que nunca los desamparó, que siempre los sustento y los defendió con su diestra poderosa. Claro, hubo castigo por causa de todos esos pecados, pero sabemos que esto es necesario por el bien de la humanidad, pues el Señor es también nuestro padre, y como buen padre debe ejercer disciplina y corrección porque nos ama. Por eso, debemos recordar también 2 de los atributos de nuestro Señor, y son la Justicia y la Santidad. El Señor no dará por inocente al culpable ni por culpable al inocente, él conoce nuestros corazones y sabe todo acerca de nosotros, nada se le puede escapar. Sí el Señor no castigara el pecado no sería justo, y se negaría así mismo. Por otro lado, dentro de su santidad, entendemos que él es el único moralmente perfecto, nunca ha pecado ni pecará. Por tal razón, el pecado no tiene ninguna relación con él, todo aquel que quiera estar en su presencia debe estar limpio, puro, así como lo veíamos en el antiguo testamento cuando debían hacer una serie de rituales y ofrecer sacrificios para entrar a la presencia del Señor. Claramente entendemos que el Señor quiere que haya un arrepentimiento genuino en nuestro corazón antes de ofrecer de manera religiosa algún sacrificio.

Por eso, el Señor envío profetas, que fueron sus voceros para que el pueblo fuera advertido de la maldad en la que se encontraban y las consecuencias que iban a tener por causa de ello. Acá vemos como el Señor tiene misericordia de su pueblo amado, enviándoles señales de alerta, con el fin de que ellos se arrepintieran y dejaran sus caminos perversos. El Señor nunca castigo sin advertir, lo podemos comprobar en el libro de Malaquías 2:4 cuando nos dice: Entonces por fin sabrán que fui Yo quien les envió esta advertencia, para que mi pacto con los Levitas continúe, Dice el Señor de los ejércitos celestiales. A pesar de nuestra maldad, a pesar de nuestros pecados, el Señor sigue y seguirá teniendo misericordia de nosotros, al darnos la oportunidad de arrepentirnos, de perdonarnos y regresar a él. El Señor nos regala una hermosa promesa de redención en Malaquías 3:17;18 la cual dice: Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

No olvidemos que habrá un juicio para castigar eternamente el pecado de la humanidad, el juicio para aquellos que no han aceptado al Señor Jesucristo y están destituidos de la gloriosa presencia de Dios. El infierno es una realidad, es lo que le espera a los que no creen en Jesucristo. Sin embargo, aun hay tiempo, tiempo para arrepentirse y reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador del mundo. El libro de Joel en el capitulo 2 verso 13 invita a rasgar el corazón, pues el Señor esta dispuesto a perdonar, el se deleita en derramar su amor inagotable y misericordia.  

07 July 2022
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