El Renacimiento Italiano, Obras Importantes
El Renacimiento italiano fue un período de tiempo comprendido desde comienzos del siglo XV hasta mediados del siglo XVI, conocido popularmente de esta manera porque se entendía que se encontraban ante un renacer de las artes. Surgirán nuevas formas de pensar, como el humanismo, y particularmente en el área de las artes, se darán una serie de nuevos descubrimientos que producirán un revuelo en toda Europa.
Me ha parecido pertinente basar este ensayo en una de las características más distintivas y revolucionarias del arte en este período, la perspectiva y la representación del espacio, y referirme acerca de algunos de los artistas que realizaron los más grandes aportes, así como se destacaron en este ámbito. Esta nueva forma de representación humanizaba las artes y las acercaba al mundo real, al mundo que conocemos y en el que nos movemos.
Como sabemos, en épocas anteriores, el arte estaba profundamente relacionado con los Dioses, y las formas de representación eran completamente diferentes a las que veremos a partir del siglo XV en el arte italiano. En el arte egipcio por ejemplo, la jerarquización de las figuras representaba su poder (cuanto más grande, más importante). El Renacimiento, se caracterizó por su intento de acercarse a lo que conocían del arte antiguo (griego), rompiendo con la idea que se tenía del arte en el medievo.
El arte adquirirá un nuevo uso (y aunque la mayoría de los temas que se trataban seguían siendo religiosos) y nuevas técnicas, una de ellas, la perspectiva. La perspectiva nace como el método para poder representar lo más parecida posible la realidad tridimensional en un plano bidimensional.
Uno de los pintores más conocidos por su trabajo en este método será Paolo Uccello (1397-1479). Se decía de este artista que se encontraba apasionado por este nuevo descubrimiento y dedicó gran parte de su vida a estudiarlo. Una de sus obras más conocidas “La Batalla de San Romano”, probablemente fue pintada para una de las salas del Palacio de Médicis, una de las familias florentinas más poderosas de la época. Es un temple sobre madera realizado en 1450 que representa la batalla San Romero en 1432, donde Florencia había salido vencedora.
Estos artistas tienen un gusto por lo suntuoso, la decoración, en este caso, la observamos en las armaduras, las vestimentas y los caballos. La obra puede parecer bastante medieval a simple vista, las figuras parecen poco realistas y falsas, esto puede deberse a que Uccello puso especial énfasis en el estudio de la perspectiva. Para Vasari “hubiera sido el más delicioso y original genio después de Giotto en el arte de la pintura si se hubiese esforzado tanto en las figuras y animales como se esforzó y perdió tiempo en las cosas de la perspectiva” (Giorgio Vasari, 1550: 77).
Si bien las figuras pueden parecer algo falsas, el interés de Uccello por las reglas de la perspectivas fue tan grande que pudo representar a la perfección las figuras tendidas en el suelo escorzadas. Incluso las lanzas están ordenadas según el punto de fuga, lo que hizo que la obra gozara de cierta armonía y realidad aunque aún no había desarrollado las reglas del claroscuro.
Paolo Uccello, “La Batalla de San Romero” h.1450.
Estas pinturas eran en muchos casos traducidas en esculturas con el fin de glorificar figuras individuales, como los monumentos ecuestres. Un ejemplo de esto es el monumento a Sir John Hawkwood, que se encuentra en la capilla de Florencia, en la cual Paolo trabaja desde el punto de vista del observador.
Pasó su vida en soledad, viviendo casi como un ermitaño desarrollando tal pasión, como lo era para él, el relieve y la perspectiva. Vasari escribe al respecto que si hubiera dedicado el mismo tiempo a las figuras que al espacio, y la perspectiva, hubiera logrado llevarlas a cabo perfectamente. Sólo obtuvo renombre como paisajista, ya que se destacó en esto más que cualquiera de sus predecedores.
Otro de los pioneros de este “nuevo” arte, fue Masaccio (1401-1428). Cuando queremos hablar de una buena pintura, las fuentes dicen que debemos referirnos a él. Perfeccionó su arte de tal manera que la pintura parecía viva, llena de movimiento, y natural. Una de sus más notables obras es “La Trinidad”.
Masaccio “La Trinidad” h. 1425-1427.
Iglesia de Santa María Novella, Florencia.
Esta es una de las primeras obras donde se presenta con tal interés la profundidad en el espacio. El sarcófago en la parte baja de la pintura coincide con el nivel de nuestra visión, por lo que los espectadores contemplarán desde abajo a la gran trinidad. La bóveda tiene una forma romana, y desde nuestro punto de vista, podemos percibir la profundidad de la misma gracias a la perspectiva utilizada por el artista. Masaccio utilizó varios recursos arquitectónicos. Tal dominio de la perspectiva le genera al espectador la ilusión óptica de que es una capilla real aunque se encuentre ante una pared.
Para que todas estas nuevas técnicas pudieran ser llevadas a cabo, fue necesario contar con un nuevo conocimiento teórico que las explicara, y se requería un cierto conocimiento científico y especificamente matemático. Otra de sus más reconocidas obras es “El tributo a la moneda” (3). Data de 1425, en ella Masaccio marcó una nueva tendencia ya que practicamente no dispuso de un fondo arquitectónico que mostrara su uso de la perspectiva.
Masaccio “El tributo a la moneda” h.1425. Capilla Brancacci, Florencia.
Su resultado con este temple fue satisfactorio, ya que el punto de vista que utilizó permitía que todas las piezas que lo componen, estuvieran en armonía para la vista del espectador. Era un artista “muy diligente en su oficio e ingenioso y admirable en la solución de dificultades de perspectiva”
A diferencia de los temples de Uccello, en esta obra Masaccio utiliza la perspectiva de una nueva manera, jugando con los colores en las vestimentas, y recreando así la realidad, sin necesidad de una escenografía para hacer esto posible. Se convirtió en uno de los más famosos y reconocido pintores de su tiempo, a pesar de perecer tan joven y no tener dicho reconocimiento en vida. Fue sepultado en 1443 en la Iglesia de Santa María del Carmine en Florencia, donde se encontraban varias de sus obras.
Poco después de su muerte, nacía Andrea Mantegna (1431-1506). Nacido en una humilde familia de Mantua, fue uno de los más celebres pintores de todos los tiempos. Será quien continúe con la herencia de Masaccio. Aprendió mucho de este oficio en una escuela en Padua, pero cuando consiguió éxito, y se casó con la hija de Bellini (pintor de la época), Squarcione (rival de Bellini), quien antes había alavado el trabajo de Mantegna, lo convirtió en el centro de diversas críticas.
Estas críticas, si bien no dejaban de ser hirientes, alentaron a Mantegna, quien tomó las críticas constructivamentes y se propuso mejorar su trabajo. Dibujó figuras naturales hasta que perfeccionó su técnica de manera espectacular. Una de sus últimas obras (4), un temple sobre tabla, encontrado actualmente en el Museo del Louvre, denota todo su talento.
Andrea Mantegna “Madonna della Vittoria” h. 1496. Museo del Louvre.
Fue un trabajo encargado por el marqués Francesco Gonzaga, para glorificar una de sus victorias. En él se observa a la virgen, sentada en su trono con un niño en brazos, mientras vendice al marqués, que es presentado por Santa Ana, San joaquín y San Miguel Arcángel.
Dicho gusto por el mundo antiguo, tendencia en esta época renaciente, se observa en algunas claras referencias como la desnudez de algunas figuras.
Sobre la virgen, un arco o corona revestido con varias especies de plantas y vegetación, que nos permite percibir su profundidad gracias a la perspectiva. El marqués a sus pies es ratratado con una total naturalidad, lo cual lo encantó. Esta obra no solo le valió un gran reconocimiento a Mantegna, sino que fue notablemente agradecida y remunerada por el marqués, que le otorgó un título de caballero a Mantegna hasta el día de su muerte.
De igual manera, mejoró admirablemente la difícil tarea de dibujar cuerpos en escorzo, como se puede observar en su pintura “Cristo muerto”, un temple en tela donde se observa a Cristo postrado en una cama, mientras la virgen le llora desconsoladamente.
Andrea Mantegna “Cristo muerto” h. 1480. Pinacoteca de Brera.
El pintor puso especial énfasis en los detalles de dicho temple. Las heridas de Cristo en pies y manos, los rasgos faciales de la virgen, logrando de esta manera humanizar sus figuras, y alejarlos de las representaciones a las que normalmente estamos acostumbrados.
A pesar de la fuerza con la que también utiliza el arte de la perspectiva, no lo explota de la manera en la que lo hizo Uccello. Decide hacerla parte de sus obras de una manera más agraciada y favorable. Es decir, crea mediante ella un escenario más ameno para que las figuras representadas se favorezcan, generando una sensación de movimiento y naturalidad. Cada figura tiene un importante significado para la totalidad de la pintura, por lo que Mantegna procurará no descuidar este aspecto por perderse en la representación del espacio como si lo hizo su predecesor. De esta manera espera transmitirle al observador el significado de su pintura y lo que en ella se desarrolla.
De esta manera, en el cinquecento (siglo XVI) se dará uno de los períodos más famosos e innovadores del arte italiano, así como de sus más grandes artistas. Comenzaron a involucrarse cada vez más con las matemáticas y las leyes de la naturaleza para perfeccionar los métodos perspectivos.
Los artistas tendrán cada vez mayor libertad para expresarse mediante sus obras. El descubrimiento de Brunelleschi en 1415 que había permitido a estos pintores comenzar a aplicar la perspectiva, utilizando un punto de fuga, había sido uno de los más grandes descubrimientos hasta el momento. Sin embargo, un siglo más tarde, estas técnicas mejorarán cada vez más con los aportes de diversos artistas como los mencionados anteriormente, entre otros.
“El artista era ahora un maestro por derecho propio, que no podía alcanzar fama sin explorar los misterios de la naturaleza y las leyes que rigen el universo”. Uno de estos hombres que creó, exploró, estudió e investigó incansablemente todo aquello que llamaba su atención, fue Leonardo Da Vinci (1452-1519).
Pertenecía a una buena familia, por lo que de haber continuado sus estudios científicos, podría haberse desarrollado notablemente en esta área. Sin embargo comenzó varios estudios que no culminó. Como pintor, confiaba únicamente en sus instintos, en lo que veía con sus propios ojos. Uno de sus mayores deseos era mostrar que la pintura era un arte libre, por lo que jamás descuidó el dibujo, para Vasari había nacido con el “Don de Dios”.
Estudió la perspectiva focal y se dedicó a corregir sus errores aspirando a representar la realidad, mejor que sus predecesores. Más allá de los cálculos matemáticos que la técnica de la perspectiva requería, Leonardo buscó la forma de naturalizarla. Es decir, que el acabado final de la obra fuera lo más parecido posible a la persepción que se obtenía del mundo mediante la vista.
Es así que contribuyó al perfeccionamiento de esta técnica con la “perspectiva de color” o “aérea”. Esta se basaba en el hecho de que cuanto más alejado un objeto se encuentra de nosotros, nuestra visión lo percibirá más borroso y tenue. En este sentido, el objeto no solo debe disminuir su tamaño sino también su nitidez.
Esta característica hubiera sido impercibible e inaceptable para artistas anteriores como Piero della Francesca o Alberti, sin embargo da Vinci consideraba escencial el hecho de que los bordes de los objetos alejados de nuestra vista se encontraran difusos con el fin de que el resultado final obtenido se acercara lo más posible a su experiencia empírica.
Leonardo da Vinci “La última cena” h. 1975-1978. Monasterio de Santa Maria delle Grazie, Milán.
“La última cena” es una de las más reconocidas obras realizadas hasta la fecha. Se trata de un temple sobre yeso, con un acabado bellísimo, y un realismo digno de admirar. Cada uno de los detalles que la componen la hacen única, los platos sobre la mesa, las expresiones sobre los rostros de los apóstoles, no hay un detalle que da Vinci haya dejado por fuera.
Se trata de una pieza única, una representación como no se había visto otra. Primeramente no se sintió conforme con terminarla ya que no se consideraba capaz de imaginar un rostro que pudiera igualar en divinidad a Cristo, así como uno tan malvado capaz de representar a Judas, a quien le terminó dando el rostro del prior.
Con este mismo inconveniente, abandonó muchas obras, sintiéndose incapaz de plasmar en una pintura las genialidades que podía representar en su mente. Este fue el caso de la famosa “Mona Lisa” la cual comenzó para Francesco del Giocondo, quien le encargó un retrato de su mujer, en la cual trabajó cuatro años.
En óleo sobre tabla, Leonardo logró retratar de una manera tan natural y real a la mujer, que parece viva. Esa sensación de realidad es posible gracias a la perspectiva aérea que el artista aplicó en ella. La escenografía que la rodea se difumina hacia el horizonte, generando un efecto óptico.
Es así que cada artista hizo su aporte a la problemática de la perspectiva, pasando a la historia, plasmando sus respectivas formas de ver la realidad y compartiéndolos con el mundo.