El Riesgo De Fracasar Escolarmente En España

El fracaso escolar en España es un problema al que nos enfrentamos actualmente. Lo podríamos definir como:

(…) la situación del alumno que intenta alcanzar los objetivos mínimos planteados por la institución -los de la educación obligatoria-, falla en ello y se retira después de ser catalogado como tal; en suma, después de ser suspendido con carácter general, certificado en vez de graduado, etc., según la terminología peculiar de cada momento normativo o cada contexto cultural. En el caso español, el alumno que no logra terminar la ESO y sale de ella con un certificado de haberla cursado pero sin el título de graduado, que acredita haberla superado.  

Es decir, cuando un alumno no alcanza el nivel de rendimiento esperado para su edad y nivel pedagógico podríamos decir que estamos ante un caso de fracaso escolar. Si su entorno educativo o familiar detecta las dificultades que el alumno está atravesando, se podrán estudiar y poner en marcha las acciones pertinentes. De lo contrario, el alumno tendrá trastornos en su aprendizaje que, en el peor de los casos, se irán acumulando a cada curso que este haga, hablando entonces de fracaso escolar acumulativo.

Una de las consecuencias de este fracaso escolar es el abandono, el cual se produce cuando un alumno no completa una educación secundaria obligatoria, reglada y ordinaria, como podría ser el bachillerato o un ciclo formativo de grado medio.

Abandonar el sistema educativo es una decisión personal, resultado final de un proceso de desenganche progresivo que se ha ido desvelando como complejo y polifacético. El abandono es, además, la culminación de una trayectoria de resistencia a la participación en el sistema educativo. En términos personales, el proceso del fracaso escolar suele entenderse por parte sus protagonistas como una combinación de dos ingredientes en mayor o menor grado: el desinterés y la dificultad.

El desinterés por los estudios y la dificultad de seguirlos adecuadamente están sin duda relacionados entre sí, aunque probablemente no es posible saber si uno es la causa del otro o viceversa. Los hechos que conocemos y nos interesan son: primero, que no están distribuidos uniformemente entre la población escolar; segundo, son el elemento central de un proceso de salida del sistema educativo que incluye retrasos, malas notas, desatención, indisciplina y absentismo; y tercero, son integrados y asumidos por los alumnos de primaria y secundaria como un modelo mental aceptable de su paso por el sistema educativo.  

Su distribución por el territorio nacional es muy diferente de una región a otra, ya que hay diversos factores que lo determinan, como el origen social, la migración, las etnias, el género, la situación familiar o el acoso escolar.

El factor más representativo es el origen social del alumno. Tal como señalan Shavit y Blossfeld (1993) la probabilidad de acceso a la educación superior es seis veces mayor para los hijos de las clases medias que para los de las clases trabajadoras. La familia, como sabemos, es un agente de socialización clave que juega un rol central en la transmisión de normas y valores a sus miembros (Collet, Besalú, Feu y Tort, 2014), por lo que se convierte en un área de análisis fundamental para entender las oportunidades educativas de los adolescentes.El ambiente familiar, así como el nivel educativo de los padres, tiene una relación directa. En la siguiente tabla podemos ver que cuanto mayor es el nivel formativo de los padres menor es el nivel de fracaso de sus hijos.

Aunque la tabla no recoge todos los indicadores de clase social ni la complejidad de su estructura, es suficiente para ver la asociación entre clase y fracaso escolar. El riesgo de fracaso entre alumnos pertenecientes a las clases trabajadoras (44,8%) es prácticamente el doble que para los alumnos de clases medias (22,7%). Destacan también los porcentajes obtenidos en los grupos de alumnos con resultados por debajo de una desviación típica y los que aspiran a un nivel educativo de postsecundaria, ya que el valor se triplica entre clases.

Si analizamos ahora los mismos datos pero relacionándolos con el máximo nivel educativo de los padres, los resultados que obtenemos son prácticamente iguales.

Los alumnos cuyos padres no tienen ningún tipo de estudios tienen un porcentaje de repetición de curso de casi un 50%, prácticamente un 40% no aspira a continuar sus estudios tras la ESO, un 43% tienen unas calificaciones por debajo de la media y casi un 63% pueden ser víctima del fracaso escolar. Si analizamos ahora los porcentajes de aquellos alumno cuyos padres terminaron sus estudios universitarios, medios o superiores, muestran en torno a un 22% de repeticiones de curso, solamente un 7% no tiene intención de continuar sus estudios después de la ESO, un 12% tiene unas calificaciones más bajas que la media y un 27% pueden sufrir un riesgo de fracaso escolar.

La mayor diferencia la encontramos entre los grupos con padres sin estudios y padres con estudios superiores, pasando de un 20,2% a un 62,9%, lo que evidencia que la forma en que se desarrolla la transmisión cultural, por tanto, explica que determinados grupos tengan “garantizado” el éxito o el fracaso en su paso por el sistema de enseñanza (Bonal, 1998: 76).

Ante estos datos es curioso ver como esta tendencia no se cumple con los alumnos cuyos padres cursaron sus estudios sólo hasta la ESO, formación profesional o bachillerato, dado que en estos grupos no hay diferencias significativas en ninguno de los indicadores.

Llama la atención un estudio propio de la ETEFIL que analiza el nivel de los padres de aquellos alumnos que abandonan la ESO sin terminar y los que sí la terminan.

Dentro del grupo de los que sí terminan la ESO, el porcentaje más elevado, un 41,3%, corresponde a los hijos de padres que solamente han alcanzado los estudios obligatorios, seguido de un 24,6%, correspondiente al grupo con padres que poseen una titulación universitaria o estudios superiores. Este dato rompe lo esperado, si nos basamos en lo visto hasta ahora.

Y en el lado de los alumnos que abandonan la ESO, se ve que el porcentaje más elevado, un 56,4%, corresponde de nuevo a los hijos de padres que solamente han alcanzado los estudios obligatorios, seguido de un 20,7%, correspondiente al grupo con padres sin estudios.

El efecto del ambiente familiar sobre las expectativas educativas hacia los hijos y sobre la presión que ejercen los padres para que los hijos sigan o no estudiando varía según la clase social. Para una familia en la que los padres no tienen ningún tipo de estudios, que sus hijos lleguen a terminar la ESO puede ser todo un éxito, sin embargo, para una familia con padres que han alcanzado estudios superiores, no aspirar a una mayor formación sería todo un fracaso. Como es sabido, las expectativas educativas de los padres hacia los hijos están en relación con el nivel de estudios de los primeros  con lo cual, a mayor nivel de estudios familiar, mayores expectativas educativas hacia los hijos.

Por otro lado, se encuentra el tema de la ayuda que pueden ofrecer los padres a sus hijos cuando estos tienen problemas con sus estudios, unos padres más preparados a nivel de estudios tienen mayor facilidad para ayudar a sus hijos en determinados problemas que puedan surgir. Sin embargo, los alumnos con padres menos preparados, pueden ayudar a sus hijos en las primeras etapas, para cuando van subiendo de nivel encuentran mucha dificultad para poder ayudarles o directamente no tienen conocimientos suficientes para hacerlo.

Podemos concluir que las condiciones de vida de las familias están totalmente relacionadas con el fracaso y el abandono escolar de los adolescentes que provienen de clases sociales más desfavorecidas, ya que su forma de percibir el valor de la educación es totalmente diferente. Los padres con un alto nivel de estudios tienen una mayor consciencia de la importancia de los estudios e intentan que sus hijos sigan su camino. En el caso contrario, la falta de cultura en los estudios, puede hacer que no se le de la importancia que merecen.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  • FERNÁNDEZ ENGUITA, M., MENA MARTÍNEZ, L. y RIVIERE GÓMEZ, J. (2010). Fracaso y abandono escolar en España. Barcelona: Fundación La Caixa
  • MARTÍNEZ GARCÍA, J. S. (2009). “Fracaso escolar, PISA y la difícil ESO” en Revista de la Asociación de Sociología de la Educación. Vol. 2, núm. 1, pp.56-85. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2794364 [Consulta: 19 de octubre de 2019]
  • NAVARRO MURUGARREN, E. (2014/2015). Relación entre el entorno familiar y el fracaso escolar. Trabajo fin de grado. La Rioja: Servicio de publicaciones de la Universidad de La Rioja
  • TARABINI, A. y CURRAN, M. (2015). “El efecto de la clase social en las decisiones educativas: un análisis de las oportunidades, creencias y deseos educativos de los jóvenes” en Revista de Investigación en Educación. Vol. 13, núm. 1, pp.7-26. http://reined.webs.uvigo.es/index.php/reined/article/view/239/273 [Consulta: 13 de octubre de 2019]

 

17 August 2021
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