Importacia De La Alimentación Del Niño Y Adolescente
Durante la temprana infancia, marcada por un rápido crecimiento, resulta necesario proporcionar al niño una cantidad adecuada de calorías. Los macro-nutrientes contenidos en los alimentos que pueden proporcionar energía a los niños son las grasas, los carbohidratos y proteínas. Para ello, es necesario que los niños y niñas tengan una alimentación sana y equilibrada. Para entender la importancia de la ingesta de energía, especialmente en los primeros años de vida, se puede ver cómo (por cada gramo de macro nutrientes consumidos por unidad de peso corporal) la cantidad de proteínas consumidas por un niño en los primeros años de vida es casi igual a la de un adulto, pero los carbohidratos son casi el doble de los consumidos en promedio por un adulto, y la cantidad de grasas es casi cuatro veces mayor que la de un adulto. Además, se requiere energía para mantener la actividad vital como la respiración, actividad cardiocirculatoria, funciones renales y cerebrales en condiciones de reposo.
Para asegurar los procesos de digestión, transformación y almacenamiento de nutrientes para la formación de nuevos tejidos, el crecimiento del niño, y para la actividad física. La energía que un niño debe recibir a través de la dieta es igual a la cantidad de energía utilizada así como la energía utilizada para el crecimiento (es decir, utilizada para generar tejido nuevo. Durante el primer año, la cantidad de energía requerida para el crecimiento es significativa.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) 8 informa de una similitud básica entre las recomendaciones de la energía que necesita un niño en edad preescolar. Existe, por lo tanto, una serie de valores considerables, fiables y globales, derivados del producto de la estimación de la cantidad de energía requerida por kilogramo de peso corporal y del peso medio del niño para una serie de grupos de edad generales.
El mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas a lo largo de la vida, así como de desarrollarlas precozmente, está fuertemente influenciado por los hábitos alimenticios y el estilo de vida que adquieren los niños durante la infancia y la adolescencia. Por lo tanto, la acción preventiva se da a través de acciones directas, como la adopción de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, es fundamental para mantener bajo control los diversos factores de riesgo y limitar significativamente la aparición de enfermedades crónicas tan comunes en la edad adulta.
Los niveles de calorías deben desglosarse de la siguiente manera: desayuno 20%; merienda a media mañana 5%; almuerzo 35%; merienda 10%; cena 30% En la adolescencia, el desayuno es un alimento de primera necesidad. A menudo este momento es ignorado por los adolescentes que prestan poca atención al desayuno. En realidad, el desayuno debe incluir alimentos como leche, pan, tostadas, yogur, cereales, frutas y miel. Durante el día, las meriendas pueden ayudar a proporcionar a los adolescentes la energía y los nutrientes que necesitan, pero también deben ser variados como frutas, galletas, chocolate entre otros y no demasiado abundantes para no arruinar su apetito en las comidas; durante las comidas principales, la dieta debe ser variada y las cantidades no excesivas. Los hábitos dietéticos centrados en una sola dieta y el consumo repetido y frecuente de comida/cena fuera del hogar aumentan significativamente el riesgo de alterar el hábito de alimentación de los niños.
Por lo tanto, la acción preventiva desde los primeros años de vida a través de acciones directas, como la adopción de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable, es fundamental para mantener bajo control los diversos factores de riesgo. Dada la importancia de la nutrición durante la adolescencia, especialmente en la prevención de las principales enfermedades crónicas tan comunes en la edad adulta. Los gobiernos y las organizaciones internacionales que se ocupan de cuestiones relacionadas con la salud han elaborado directrices para definir una dieta equilibrada durante las distintas fases de la vida humana, con especial atención a la infancia y la adolescencia.
