Influencia De Los Medios De Comunicación En La Delincuencia Juvenil
Primeramente, la idea de un medio de comunicación se refiere a aquellos instrumentos que como sociedad utilizamos para llevar o traer información de diferentes maneras. Existen infinitos medios de comunicación con los que trabajamos día a día en la sociedad, algunos más influyentes que otros, pero aun así medios de comunicación; entre estos están: periódicos, televisión, películas, internet, anuncios escritos, propagandas, radio, juegos electrónicos y más. Los medios de comunicación nos pueden ayudar a aprender, y progresar, pero también nos pueden influenciar de maneras no positivas, pues dichos medios de comunicación tienen la posibilidad de modificar nuestra manera de vivir, costumbres e ideas. Al observar a otros por estos medios, las personas adquieren conocimientos, reglas, habilidades, estrategias, creencias y actitudes, positivas o negativas eso depende de las decisiones del individuo. “Los medios masivos de comunicación reflejan la realidad, pero también la configuran. Son, ciertamente, un medio para conocer la realidad, pero para conocerla de cierta manera, desde determinado enfoque.” (Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes (IIN), 2004). No todo aquello que percibimos en algo tan diario todo el tiempo es lo mejor, o se toma de la mejor manera.
No todas las personas responden igual ante ellos, pues esto tiene que ver muchísimo con la decisión tomada por el individuo sobre sus modelos a seguir. La televisión o aquellos que vemos en los diferentes medios solo tienen el poder de ‘persuasión’, es el sujeto quien elige las imágenes que pretende seguir. Es el individuo quien por voluntad propia elige que acciones y a que personas idolatrar, para luego reflejar lo aprendido en sus futuras acciones. A esto se le conoce también como aprendizaje social, que es el aprendizaje que posee un individuo a través del tiempo mediante la interacción con los demás, es decir lo que aprendes por lo que ves en los demás. Un claro ejemplo de cómo el adolescente toma lo que ve y se moldea con base en ello es el asesinato de Clara G. de tan solo 16 años, residente de España. La joven fue apuñalada dieciocho veces por otras dos jóvenes de 16 y 17 el 28 de diciembre de 2000, jóvenes a las que luego en la investigación se les encontró películas de alto contenido violento, libros altamente descriptivos, y evidencia que vinculaban como estas buscaban parecerse a José Rabadán Pardo quien asesinó a sus padres y hermana con una katana. “A este gusto por lo truculento se sumó la admiración por José Rabadán Pardo. Los agentes hallaron en los cuartos de las jóvenes recortes de prensa y textos escritos por ellas mismas sobre el joven murciano en las que expresaban una profunda admiración por su conducta…” (Perez, 2000). Claramente el medio de comunicación, siendo los recortes de prensa, no las obligó a cometer el crimen, pero sí influyó y al ellas tomar a este joven como su “modelo a seguir” la inclinación a cometer el delito aumentó. Fueron ellas quienes deliberadamente tomaron a dicho sujeto, quien cometió los actos delictivos, como a esa persona a quien querían asemejarse.
La vulnerabilidad de los niños y adolescentes es entendible, estos están en desarrollo y en busca de personas a quienes imitar o tomar como roles en sus vidas. Hoy día la juventud que ve la televisión buscar imitar lo que en esta ve. El mejor ejemplo son esas personas que luego de ver alguna serie terminan hablando de que quieren ser como los protagonistas y fantasean con tener armas de fuego y llegar a tener el parecido que tanto anhelan. Esa emoción mostrada por quienes vieron el contenido violento es la mejor prueba de la influencia de los medios de comunicación en la violencia juvenil. Incluso los videojuegos, aquellos violentos en los que pasan horas jugando, utilizando un personaje que va sin responder por todo aquello que hace ficticiamente, y creándose en ellos mismo la idea de que pueden hacer lo que quieran sin consecuencias. “Los videojuegos violentos que glorifican a personajes que se caracterizan por ser antisociales podrían aumentar en adolescentes el riesgo de delincuencia…” (El observador, 2014) . Observar “modelos” no solo garantiza el aprendizaje ni la capacidad para exhibir más tarde las conductas, sino que factores como las expectativas y la autoeficacia de hacer lo propuesto (siendo el delito), influyen en el aprendizaje incluso más.
Los jóvenes son los más vulnerables a dicha violencias aprendidas, pues estos lo ven como algo habitual hasta el punto en que se vuelve un patrón de conducta aceptado. Como ejemplo de un patrón de conducta aceptado se puede hablar de aquellos niños que viven con algún padre que abusa a la madre (o viceversa), el niño se ve tan expuesto al abuso que en cierto punto llega a creer que este es normal. Si el niño decide tomar a su padre abusivo como su modelo a seguir es muy probable que llegue a hacer lo mismo con su futura pareja, y si elige a su madre abusada como su modelo a seguir puede que en un futuro sea una persona sumisa, y excuse el abuso como algo normal. Lo mismo pasa con la exposición de los niños y adolescentes a la violencia mediante algún medio comunicativo, sea cual sea. “Si en la pantalla televisiva se dramatiza en exceso hechos violentos, ocasiona que se despierte la curiosidad en algunas personas de experimentar dichas conductas, además, genera que cada día aumente el grado de tolerancia al comportamiento violento, al verlo como algo normal…” (Arias, 2014). La violencia se vuelve algo habitual desde la infancia, y se fortalece aún más cuando el joven a su corta edad la continúa viendo en la televisión entre otros lugares. Además, con estos medios de comunicación, así como Facebook, WhatsApp, noticieros, y más se corre el riesgo de imitación o contagio social por aquellos que lo ven o utilizan. “Todo lo que consumimos de la televisión o publicidad es lo que posteriormente solemos desarrollar en nuestro día a día” (Rueda, 2015). Nos vemos expuestos a tantos actos delictivos que llegará el momento en el que no habrá preocupación o sorpresa alguno, pues nos veremos acostumbrados a dichas acciones. También el considerar futuramente los actos delictivos y violentos aumenta la probabilidad de otros a imitarlos, pues si los imitas tú, ¿Qué evita que otro haga lo mismo? Finalmente, la imitación se vuelve una clase de respuesta generalizada, algo así como un impulso.
Simplemente sí, los medios de comunicación y cómo estos trabajan influyen en la delincuencia juvenil, pero cabe aclarar que no los obliga a cometer el delito. Cada uno decide por su propia voluntad su próximo paso, y solo tal vez los medios de comunicación estén dando ese empujón erróneamente. No todo lo que se ve en estos es lo correcto, y nosotros como individuos deberíamos saber como tratar con las diferentes situaciones.