Jack El Destripador en el Cine de Terror Postmoderno
En 1930, The Art Institute of Chicago exponía por primera vez al público la que iba a convertirse en una de las pinturas estadounidenses más populares de todos los tiempos, American Gothic, obra del artista norteamericano Grant Wood. Sin ser una obra de temática abiertamente macabra su iconografía ha sido motivo de inspiración a la hora de definir qué es el american gothic, o el cine de horror típicamente estadounidense.
Esta etapa del cine norteamericano se extiende desde el año 1968, en el que se produce la Ofensiva del Tet en Vietnam, y la llegada de Ronald Reagan a la presidencia en 1980. Ciñéndose principalmente a producciones de bajo presupuesto abordando siempre lo terrorífico y lo fantástico, desde una perspectiva contemporánea.
El cine de terror postmoderno nace como reacción a las fuertes tensiones históricas del momento. Apropiándose de las consecuencias derivadas de ellas para crear nuevos modelos narrativos que permiten poner de manifiesto una critica, a aquellos temas y obsesiones que preocupan a la sociedad estadounidense, como la desintegración de la familia, las tensiones entre el sur y el norte, los asesinos en serie, o incluso, los temas de terror clásico, ahora abordados desde un enfoque hiperrealista.
Aunque el asesino, posteriormente denominado y considerado “en serie”, tenía una base real, el cine y otras fuentes de ficción lo utilizaron como monstruo eficaz y recurrente, alimentando toda una serie de estereotipos sobre este personaje. Primeramente, uno de los modelos fundamentales para la creación de muchos personajes ficticios fue la leyenda de “Jack el destripador”, considerado como primer asesino en serie de la historia contemporánea, cuya “amenaza […] se infiltra de vuelta en la sociedad “ordinaria” y amenaza a esa sociedad.” (Antonio José Navarro, American Gothic: el cine de terror USA 1968-1980.
Jack The Ripper, más conocido como Jack el destripador, el primer asesino en serie al que se enfrentaba la era contemporánea. El más violento, escurridizo, y aún hoy, el mas famoso. Fue una bomba par la opinión publica, la cobertura de sus asesinatos fue plena, de un lado al otro del atlántico, contribuyendo a crear el mito. Mito, porque es un asesino no descubierto, sin rostro y sin motivos conocidos, y con un numero de victimas todavía sin determinar. Quizá sea esta la causa de tanta fascinación en torno a su figura, hasta convertirlo en una leyenda digna de admiración.
Es esta admiración la que ha llevado a diferentes profesionales a llevar una versión concreta sobre la identidad oculta del asesino, su perfil o su móvil, al cine y la televisión. En 1965 aparecen obras como Autum of terror y Jack The Ripper: In fact and fiction, de Tom Cullen y Robin Odell, respectivamente, en las que Jack era un experto cirujano. Las versiones mas elaboradas surgen durante los años 80 y 90, dónde destaca El Diario de Jack el Destripador.
La fijación del séptimo arte por el primer asesino en serie de la historia moderna ha sido constante e ininterrumpida.
1927, el que se convertiría en el maestro del suspense, Alfred Hitchcock nos presenta ‘The lodger’ o como también se conoció en nuestro país, ‘El enemigo de las rubias’. Un asesino en serie conocido como ‘El vengador’ está matando a mujeres rubias por Londres. Mientras, un hombre misterioso llega a la casa de los Bounting buscando una habitación de alquiler. Daisy, la hija de los Bounting, es una modelo rubia, que se cita con uno de los detectives asignados al caso. Este, se pone celoso del misterioso inquilino y comienza a sospechar de él.
Inspirado por la novela de Marie Belloc Lowndes que recreó las andanzas del asesino Jack el Destripador, Hitchcock consiguió su primer gran éxito comercial, introduciendo por primera vez su tema del ‘falso culpable’.
1929, dos años después de la obra hitchcockiana, aparecía otro de los clásicos del cine mudo a cargo del director austrohúngaro G.W.Pabst. Berlín, finales de 1920, Lulú, encarnado por la actriz Louise Brooks, es una joven hermosa, caprichosa, despreocupada y, en ocasiones, perversa, que solo vive para el amor y causa la perdición de todo aquel que se acerca a ella. Un desafortunado día, Lulú mata a un hombre accidentalmente y se ve obligada a escapar a Londres, dónde tiene que prostituirse y acaba en las garras del ‘destripador’.
Pabst basó su película en las obras de teatro de Frank Wedekind, El Espíritu de la Tierra (1895) y La Caja de Pandora (1904). Hay una clara alusión al mito griego según el cual Pandora había abierto una caja entregada por los dioses, liberando a todos los malos espíritus y dejando únicamente la esperanza…