Eficiencia Económica Según Pareto, Kaldor y Sen
Introducción
Según el criterio de Pareto, para que una acción sea inobjetablemente buena desde el punto de vista de eficiencia social, nadie debe perder. Así, según Pareto, si una acción tiene ganadores y perdedores, entonces la compensación por parte de los que ganan hacia los que pierden es fundamental para poder decir que la acción es inequívocamente buena. Debe quedar claro, en todo caso, que si bien cuando no hay compensación, según el criterio de Pareto, no se puede decir que una acción cuyos beneficios sean superiores a sus costos sea inequívocamente buena, tampoco se puede decir que sea mala. Pareto declararía la acción como ambigua.
Desarrollo
En general, los economistas usan el criterio de Pareto para evaluar eficiencia toda vez que una acción, según dicho criterio, es inequívocamente buena o mala. Sin embargo, para decidir sobre acciones que benefician a algunos y perjudican a otros, se usa el criterio de Kaldor: si lo que ganan los que ganan es más de lo que pierden los que pierden, entonces la acción es considerada buena y se toma. En la medida que se justifique una compensación a los que pierden, y no siempre se justifica aunque este es un problema más de equidad y de justicia que de eficiencia económica– entonces se busca alguna forma de compensación que sea de mínimo costo.
A modo de ejemplo, el intercambio voluntario entre dos partes es considerado bueno en el sentido de Pareto, y de Kaldor, ya que beneficia a los que intercambian, sin perjudicar al resto de las personas. Ello bajo el supuesto que no hay externalidades. Por otra parte, la eliminación de aranceles en una economía, si bien es típicamente considerada positiva en el sentido Kaldoriano, no es buena, y tampoco mala, en el sentido Paretiano, toda vez que algunos pierden con dicha eliminación. Lo anterior se refiere a la situación en que una acción afecta a varios individuos a la vez. También puede suceder que una acción deba ser decidida por varias personas cuyas formas de ver las ventajas y desventajas de una acción difieran.
No por diferencias en su forma de entender las consecuencias, sino por la forma de valorarlas. De ser así, la eficiencia ya sea según el criterio de Kaldor o el de Pareto, debe ser entendida según la forma de ver las ventajas y desventajas, adquiriendo el concepto de eficiencia un carácter subjetivo. Los enfoques utilitaristas, consecuencialista y libertario. A continuación se comparan los enfoques utilitaristas, consecuencialista y libertario. Según el primer enfoque, un utilitarista se basará al evaluar una acción en la utilidad. En su criterio de evaluación la utilidad se refiere al placer, felicidad, satisfacción, etc. El enfoque utilitarista no considera la libertad individual.
El logro o violación de derechos, el cómo se llegó a la situación actual. En consecuencia, estas consideraciones no pueden alterar las decisiones. Solo se consideran si tienen efecto sobre la utilidad. En el enfoque libertario, por su parte, la base de información para evaluar son las libertades y derechos, sin incluirse la felicidad o utilidad. A. Sen considera que todos los enfoques tienen algo que aportar y que la principal deficiencia de todos ellos es que se centran en una base de información limitada. En relación con el enfoque utilitarista, destaca como méritos la importancia de tomar en cuenta los resultados de una acción o de un acuerdo social al momento de juzgarlos.
Y a la necesidad de poner atención al bienestar de las personas involucradas al momento de juzgar acuerdos sociales y sus resultados. Para ilustrar la importancia de los resultados al analizar una política o un acuerdo institucional, A. Sen recurre al ejemplo de la propiedad privada como institución. Al respecto, señala que algunos consideran que los derechos de propiedad son constitutivos de la independencia individual y solicitan que no haya restricciones en la posesión, herencia y el uso, rechazando siquiera la idea de gravar la propiedad. Otros consideran que se debe abolir la propiedad privada por estar en contra de la idea de desigualdad que ella genera.
En el enfoque consecuencialista la propiedad privada será evaluada según sus consecuencias positivas –la propiedad privada ha sido un motor de la expansión económica y de la prosperidad y sus consecuencias negativas, el uso irrestricto de la propiedad privada puede contribuir a enquistar la pobreza, también puede ser mala para asegurar la conservación del medio ambiente. A. Sen se refiere también a las limitaciones del enfoque utilitarista. Considera como limitaciones: Indiferencia a la distribución. Solo vale la suma o el agregado. Falta de consideración por los derechos, libertades y otras preocupaciones no utilitaristas.
No quiere esclavos felices. Condicionamiento mental y adaptación. En relación con este punto, A. Sen destaca cómo la habilidad para alegrarnos se adapta a las circunstancias. A modo de ejemplo, se refiere a las minorías oprimidas en comunidades intolerantes y a las amas de casa en culturas claramente machistas. Las recomendaciones de A. Sen respecto de este punto son que: a) Se debe aceptar el hecho que, en la escala de utilidades, la privación de los persistentemente desfavorecidos aparece disminuida; b) Se debe favorecer la creación de condiciones en las cuales las personas tienen reales oportunidades de juzgar el tipo de vidas que quieren tener.
Conclusión
La educación, la salud y el empleo no son importantes solo en su propio mérito, sino también porque contribuyen a dar a las personas oportunidades para enfrentar el mundo con coraje y libertad. En relación con el enfoque libertario, en algunas formulaciones de la teoría libertaria moderna, se tratan ciertos derechos desde libertades personales a derechos de propiedad como si tuvieran precedencia política casi completa sobre la búsqueda de metas sociales, incluidas las que permitirían terminar con las privaciones de muchos. Los derechos de los menos favorecidos son considerados restricciones que no deben ser violados.