La Amnesia Y El Daño En Los Lóbulos Frontales

En este trabajo voy a hablar de los déficits de memoria característicos en daño frontal, la memoria prospectiva y el funcionamiento ejecutivo y el papel del córtex prefrontal en la memoria.

Déficits de memoria característicos en daño frontal

Las alteraciones en la memoria que se asocian al daño frontal muestran unas características distintivas respecto a las alteraciones de la memoria que derivan de otras lesiones como las que están relacionadas con el daño temporal o diencefálico.

Varios estudios afirman que la lesión cerebral temporal afecta predominantemente a la memoria reciente, en otras palabras, a la capacidad de establecer nuevos aprendizajes y de retener nueva información. Podemos hablar aquí de la amnesia anterógrada, que es la incapacidad para recordar información y hechos vividos después de que la lesión aparezca. El deterioro del recuerdo libre sugiere que la región frontal está implicada en el uso de las estrategias de memoria y esto podría cruzarse con otro déficit frecuente, la gran dificultad de ignorar o inhibir información irrelevante.

Uno de los déficits que más se relacionan con la función frontal es la amnesia de la fuente, amnesia contextual o amnesia de atribución. Esta amnesia se observa cuando una persona recuerda correctamente una información o un hecho concreto, pero no logra recordar cuándo o dónde fue adquirida esa información, no recuerda la fuente del conocimiento. Esta alteración se asocia a las personas con daño prefrontal. Los estudios de esta amnesia sugieren que hay un aspecto de la memora que está lesionado, el contexto espacio-temporal, que tiene más relación con la región frontal que con las áreas relacionadas con la amnesia, las regiones temporal y diencefálica.

Algunos estudios indican que los pacientes con lesiones prefrontales confunden el orden temporal y la frecuencia relativa de acontecimientos que ocurrieron en el pasado, estas personas reconocen los estímulos que se presentan con anterioridad, pero no pueden estimar la frecuencia de su presentación. Las consecuencias de esto es que estos pacientes no podrán efectuar predicciones realistas sobre el futuro y podrían no estar preparados ante acontecimientos determinados.

La memoria prospectiva y el funcionamiento ejecutivo

El déficit en la memoria prospectiva se relaciona con una de las alteraciones de la memoria más importantes en personas con disfunción o daño frontal. La memora del día a día no solo se encarga de recordar eventos del pasado, sino también de almacenar planes e intenciones, permite llevar a cabo un plan o acción deseada en un momento determinado del futuro y a la vez seguir con la actividad que estábamos desarrollando de fondo. Esto es la memoria prospectiva, según Kvavilashivli y Ellis (1996) es “el recuerdo de hacer algo en un momento concreto en el futuro o la ejecución más oportuna según la intención o plan previamente formulado”.

El déficit de la memoria prospectiva afectaría a la hora de recordar y acudir a una cita o a una revisión médica, tomar la medicación o hacer algo que le han mandado. Para desarrollar una actividad de memoria prospectiva son necesarios seis componentes según Dobbs y Reeves (1996), y estos no son componentes unitarios ya que existe cierto solapamiento entre ellos.

  1.  Metaconocimiento: conocimiento necesario específico para la acción.
  2. Planificación: formulación del plan para facilitar su realización.
  3. Monitorización: seguimiento de la actividad a realizar, para que se complete la tarea, evaluar si las circunstancias necesarias están presentes.
  4. Contenido del recuerdo: recordar el contenido de la acción que se a de llevar a cabo.
  5. Conformidad: el acuerdo o voluntad de la persona para realizar la acción en el momento apropiado.
  6. “Output Monitorin”: comprobar el rendimiento de la realización, recordar si la acción fue llevada a cabo o no.

Los componentes son cualitativamente diferentes e interactúan entre ellos y esta interacción influye en el resultado final de la acción. En la memoria prospectiva podemos encontrar relaciones entre sus componentes y la interacción con otros tipos de memoria, como la retrospectiva.

La memoria retrospectiva consiste en recordar el pasado y la prospectiva en recordar el futuro. Según Baddeley y Wilkins (1984) no hay distinción entre los dos tipos de memoria ya que la prospectiva necesita determinados elementos de la retrospectiva para funcionar. El recuerdo prospectivo requiere ciertos recuerdos retrospectivos aparte de otros procesos adicionales. En otras palabras, la memoria retrospectiva se encarga de que las personas recuerden y la prospectiva de que las personas se acuerden de recordar.

Las dos memorias se diferencian en las demandas al Sistema Atencional. La retrospectiva pone toda su atención en recuperar la información mientras que en la prospectiva mientras se desarrolla la tarea surge el recuerdo de la tarea. También hay otras diferencias o pequeños matices en el funcionamiento, como el nivel de codificación, las señales que se utilizan o la fase de recuperación de información.

Algunas investigaciones insinúan que algunos sujetos con déficit en la memoria prospectiva casi no presentan limitaciones en tareas de memoria declarativa. Esto lleva a pensar que estos dos tipos de memoria pueden estar disociados entre ellos y por ello organizados de forma separada.

Según Shum, Valentine y Cutmore (1999) los estudios demuestran dos principales limitaciones: la memoria prospectiva es definida como un constructo unitario y en otras ocasiones es estudiada con escasa profundidad. Cohen (1996) afirma que la memoria prospectiva es una tarea difícil que envuelve gran variedad de diferentes procesos mentales. Cohen (1989) también defiende que dentro de las tareas realizadas mediante memoria prospectiva las novedosas son más prioritarias y las que se encuentran en un plan mayor tienen más probabilidades de ser recordadas y llevadas a cabo.

Einstein, McDaniel, Richardson, Guynn y Cunfer (1995) diferenciaron las actividades desarrolladas mediante la memoria prospectiva según el tipo de señal externa desencadenante de la acción:

  •  Señal basada en el “tiempo”: recordar realizar una acción a una hora específica o después de un periodo de tiempo determinado.
  •  Señal basada en “eventos o hechos”: el desarrollo de una acción cuando aparece una señal o pista externa.

Se considera la tarea basada en la señal “tiempo” más difícil porque requiere más autoiniciación que en la de “eventos o hechos” ya que no tiene ninguna pista externa que es la que avisa a la memoria prospectiva. Ellis (1988), con respecto a la actividad basada en el “tiempo”, se centró en el nivel de formulación y la especificidad del momento adecuado para ser desarrollada la acción. Según él los pulses son un plan prospectivo en el que se especifica la hora exacta a la cual debe ser llevado el plan, por otra está el step que es un plan prospectivo indefinido, Ellis especifica que los pulses son mejores recordatorios que los steps.

Kvavilashvili y Ellis (1996) añadieron el subtipo que se basa en la “actividad”, que sería similar al de “eventos” porque posee una pista externa, pero es más sencilla que las tareas basadas en el “tiempo” y “evento” porque no requiere que se interrumpa la actividad presente.

Según Shum, Valentine y Cutmore (1999) y Glisky (1996) el rendimiento de la memoria prospectiva será diferente según la complejidad de las tareas y los procesos que se requieran para realizarlos. Los procesos requieren integridad de la región frontal, pero la extensión frontal involucrada variará según el tipo de tarea. McDaniel, Glisky, Rubin, Guynn y Routhieaux (1999) dicen que la región prefontal se encontrara más implicada cuando la demanda de memoria de trabajo es importante, cuando un plan es necesario anterior a la acción, cuando la tarea sea novedosa, cuando se requiera estimación temporal, cuando se tiene que interrumpir otras acciones que se estaban realizando o cuando el ambiente o el contexto tienen que ser monitorizados.

La memoria prospectiva aparece involucrada en la creación de planes, permite mantener en mente cada uno de los pasos y la secuencia adecuada al tiempo en el que se lleva a cabo el plan de acción, que se evalúa, se revisa y se corrige. Y la región frontal selecciona y desarrolla estrategias adecuadas en situaciones inesperadas, además de monitorizar las conductas efectivas y correctas y si fuera necesario la capacidad de modular e inhibir la conducta según las circunstancias (Milner y Petrides, 1984). En contextos clínicos los déficits de memoria prospectiva, el síndrome disejecutivo y la desinhibicón tienen algunas características comunes.

El papel del córtex prefrontal en la memoria

Según Goldstein (1936) después de un daño frontal no aparece directamente una alteración en la memoria, sino que se interfiere en la misma función mnésica. Vilkki, Servo y Surma-aho (1998) indican que los déficits de memoria que se asocian a una lesión prefrontal aparentemente reflejan déficits en la monitorización, la planificación, la organización y otros aspectos estratégicos de la memoria operativa.

Parece que las lesiones frontales crean alteraciones en la capacidad de crear y mantener estrategias para organizar los procesos cognitivos necesarios para el buen funcionamiento de la función mnésica. Goldman-Rakic (1998) sugirieron que de alguna manera los déficits de la memoria de trabajo pueden estar relacionados con la alteración en la habilidad de organizar información.

La dificultad de utilizar estrategias de organización de información ha llevado a pensar que los déficits mnésicos serían consecuencia de la alteración en el proceso de recuperación, en cambio muchas de las alteraciones de la memoria que se asocian al daño frontal pueden ser consecuencia de problemas de codificación.

El que el déficit en la memoria de la fuente y en la estimación temporal puede explicarse por el hecho de que el modo con el que planificamos la codificación o almacenamos la información determina altamente la accesibilidad a los recuerdos, porque puede que parte de la información no llegue a ser codificada. La teoría de que los procesos ejecutivos están implicados en las fases de codificación y recuperación ha sido comprobada por Shallice, Fletcher, Grasby, Frackiwiak y Dolan (1994) y Tulving, Kapur, Gaik, Moscovistch y Houle (1994). Especifican la asociación del lóbulo frontal izquierdo con operaciones de codificación y el lóbulo frontal derecho con la operación de recuperación.

En conclusión, el daño en la región frontal no interfiere en la capacidad de almacenar información, sino en actividades que incluyen atención, motivación, programación, regulación y verificación (Stuss y Benson, 1986). 

12 Jun 2021
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