La Crisis Cubana De Los Misiles Nucleares
Introducción
En el marco de la Guerra Fría y con las armas nucleares como medida disuasoria, la Unión Soviética vio en Cuba una oportunidad donde emplazar misiles que intimidaran a EE.UU., equilibrando, de esta forma, la amenaza que suponía para los soviéticos los misiles norteamericanos situados en Turquía e Italia. Al mismo tiempo, la isla podía crear la base para futuras revoluciones comunistas en países de Latinoamérica. Así, la maniobra militar soviética en Cuba supuso, sin lugar a dudas, una proeza estratégica que los estadounidenses tardaron en descubrir.
Durante los cuatro meses anteriores al inicio del conflicto los soviéticos introdujeron en secreto en Cuba, mediante la astuta operación Anadir, 43.000 militares, 42 misiles de medio alcance, 45 ojivas nucleares, 42 bombarderos y 24 plataformas de lanzamiento para proteger a la isla de un posible ataque de EE.UU. El 14 de octubre de 1962 uno de los aviones espías norteamericanos U-2 fotografía la parte occidental de la isla que mostraban la presencia de armas ofensivas y plataformas de lanzamiento.
Desarrollo
En ese momento se confirmaron las sospechas de Estados Unidos, aunque la URSS lo había negado en numerosas ocasiones. Un día después, se informa a altos dirigentes del gobierno estadounidense de las fotografías, pero no deciden comunicárselo a Kennedy hasta el día siguiente. El Grupo Especial Aumentado (creado por Kennedy para derrocar el régimen castrista) dictamina incrementarlas actividades encubiertas en la isla. Al día siguiente, Kennedy conforma el Consejo de Seguridad Nacional, un grupo de consultores expertos para estudiar las propuestas ante el descubrimiento.
Donde soporta presiones por parte de las palomas (pacifistas), que abogan por un rápido y aplastante ataque militar a Cuba; y de los halcones que, aunque también estiman necesario un ataque militar, persisten en la escasa garantía de destrucción de todos los misiles y la proporción de la respuesta de la URSS. Las cuatro alternativas principales eran las siguientes: ataques quirúrgicos aéreos para la destrucción del armamento ofensivo; ataque de las sedes militares en Cuba; ataque e invasión más amplia de la isla; 4) bloqueo por mar y negociaciones diplomáticas.
Finalmente, la estrategia del bloqueo parece ser la opción más acertada. Al mismo tiempo, Khrushchev insiste que la actividad militar soviética en la isla tiene un mero carácter defensivo y censura los misiles nucleares en Turquía e Italia. El día 17, el embajador de EE.UU. ante la ONU defiende el camino de la negociación, planteando emisarios que negocien con Castro y Khrushchev. El principal partidario del bloqueo es el secretario de Defensa de Estados Unidos, pero a miembros del Grupo Especial le inquieta un posible bloqueo a Berlín como respuesta por parte de la URSS.
El 18 de octubre fue un día de mucha tensión. Se cita a la Junta de Jefes de Estado Mayor de EE UU, que apoya una inminente operación militar, pero Kennedy no está de acuerdo: piensa que los soviéticos van a contestar con duras represalias. Tiene un encuentro con el ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, que niega la existencia de armamento nuclear. Mientras tanto, los aviones espía divisan cómo se instalan con gran rapidez los misiles en Cuba, pudiendo ser lanzados en unas pocas horas. Al siguiente día, aviones de la Fuerzas Armadas norteamericanas dejan patente que, al menos, en otros cuatro lugares se están realizando obras para el lanzamiento de misiles.
Mientras tanto, EE.UU. estudia los cauces legales para llevar a cabo el bloqueo a Cuba: la opción del ataque aéreo empieza a perder fuerza. Estados Unidos formula estrategias diplomáticas y militares, que incluyen la elevación de los niveles de alerta y el intercambio de información con sus aliados de la OTAN. En una rueda de prensa funcionarios del gobierno estadounidense eluden la posibilidad de que haya misiles en la isla. El 20 de octubre el Comité Ejecutivo recomienda el bloqueo marítimo, denominado cuarentena, para que sea mejor recibido por la opinión internacional.
El secretario de Defensa, R. McNamara, se prepara para una eventual ofensiva a Cuba, pero Kennedy insiste en que la cuarentena es la maniobra más apropiada. El embajador de EE.UU. en la ONU planteó el desmantelamiento de misiles norteamericanos con base en Turquía y retirar la base de Guantánamo, pero su sugerencia fue denegada. A partir del día 21, las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos decretan DEFCON–3 (alta alerta), refuerzan la base de Guantánamo y despliegan las fuerzas necesarias para el bloqueo. El Comando Aéreo Táctico estadounidense informa que un posible ataque aéreo a Cuba no podría derribar todos los misiles. Aun así, Kennedy decide preparar un ataque para la mañana siguiente.
La prensa se entera de la situación pero el presidente suplica que no lo publiquen. El 22 de octubre Khrushchev ordena a sus naves que sigan la ruta a Cuba. El presidente de Estados Unidos se dirige a la nación con un mensaje por televisión y radio advirtiendo de la presencia de misiles atómicos en Cuba y anunciando su bloqueo por mar; Kennedy también censura a los soviéticos por haber mentido sobre su existencia, al mismo tiempo que demanda que replieguen los misiles y promete una tajante represalia militar en caso de su lanzamiento. El 23 de octubre el presidente soviético anuncia que su país no reconoce derecho a EE.UU.
Para establecer un bloqueo naval a Cuba y que ello supone una agresión, advirtiendo que los barcos soviéticos dispararán a las naves norteamericanas si estas les impiden el paso. Castro anuncia la alerta máxima en Cuba y declara que el país no se desarmará hasta que EE.UU. cese su política de hostilidad. La opinión pública ve cerca una posible Tercera Guerra Mundial. El 24 empieza el bloqueo marítimo de los EE.UU. a Cuba y los soviéticos están listos para atacar a la flota norteamericana que detenga sus barcos. Khrushchev declara que el asedio es un acto de provocación y EE.UU. eleva el nivel de alerta a DEFCON.
El 25, Adlai E. Stevenson (embajador de EE.UU. en la ONU) pone en un grave apuro al diplomático soviético, que sigue negando el envío de armamento nuclear a Cuba. El Papa Juan XXIII hace una súplica para que las dos potencias lleguen a un entendimiento y actúen con sensatez. Barcos norteamericanos detienen un petrolero soviético, pero le dejan proseguir su camino porque no lleva armamento. Se plantea la opción del desmantelamiento de las instalaciones en Turquía a cambio de las de los soviéticos en Cuba. El 26 de octubre Kennedy propone una posible invasión a la isla porque cree que el bloqueo no está alcanzando su propósito.
Kruschev envía una carta al presidente estadounidense en la que sugiere retirar los misiles de la isla si EE.UU. se compromete a no invadirla ni ayudar a otros a hacerlo, al mismo tiempo que le exige que retire los misiles de Turquía, todo orquestado sin el consentimiento de Cuba. Castro decide disparar a los aviones norteamericanos que sobrevuelen su territorio. El llamado sábado negro (27 de octubre) un avión espía es derribado en el espacio aéreo cubano: se teme por una guerra nuclear. Kennedy gestiona este hecho con enorme templanza y ordena a sus hombres no atacar, pero advierte que habrá represalias si se repite el incidente.
Kennedy manda un mensaje a Kruschev prometiendo no ocupar la isla si retiran las bases nucleares. El día 28 el presidente soviético envía una misiva declarando la intención de replegar las armas nucleares de la isla (sin el consentimiento de Castro) y aceptando las condiciones de Kennedy, que ordena la suspensión de los vuelos sobre Cuba y consiente la circulación de naves de la URSS. Castro exige el fin del embargo económico a la isla, puesto que no se fía de la voluntad de Kennedy, y la adopción de cinco medidas.
Con las que se habrían podido normalizar las relaciones entre los tres países, pero sus peticiones no son concedidas. Finalmente, el 29 de octubre el presidente soviético informa a Castro sobre el pacto con los norteamericanos. El desarrollo y desenlace de la crisis de los misiles tendrá múltiples consecuencias para estadounidenses y soviéticos, generándose un clima de coexistencia pacífica en un contexto que obligó a ambos países a alterar sus líneas políticas para conseguir una cierta distensión, con mejores relaciones bilaterales, aunque esto no impidió que siguieran los conflictos ideológicos y políticos que ya existían entre Estados Unidos y la URSS.
En primer lugar, la consecuencia inmediata del conflicto fue el fallecimiento del piloto norteamericano que conducía el avión derribado cuando violaba el espacio aéreo de Cuba, el 27 de octubre. EE.UU. ganará prestigio y poder y pasará a ser visto por el resto del mundo como la única gran potencia, donde Kennedy adquirió protagonismo por su forma de enfrentar el conflicto. EE.UU. tuvo que aceptar en su zona de influencia (América) un régimen adversario a su ideología (Cuba comunista) al comprometerse a no invadir el país.
Por otra parte, los soviéticos consiguieron el objetivo de repliegue de los misiles norteamericanos de Turquía en marzo de 1963, que tantos temores infundía. Un mes más tarde, Estados Unidos retiró la ayuda económica al Consejo Revolucionario Cubano, contrarrevolucionarios que pretendían liberar a Cuba del régimen castrista, puesto que había llegado al acuerdo de no invadir la isla. En noviembre de 1963 Kennedy fue asesinado por un procastrista. La conducta de Khrushchev hizo empeorar las relaciones con Cuba por negociar a sus espaldas y esconder información.
En 1964 destituyeron al líder soviético del cargo y fue ahí cuando la Unión Soviética empezó a aumentar su armamento nuclear, lo que llevó a EE.UU. a perder la categoría de única gran potencia mundial. Respecto a los organismos internacionales, cabe destacar que la OTAN rechazó la doctrina de represalia masiva en caso de ataque nuclear, pactando a finales de 1962 «incrementar la eficacia de las fuerzas convencionales. Acordaron que unas fuerzas convencionales y nucleares adecuadas y equilibradas eran necesarias para proporcionar a la Alianza la gama más amplia posibles de respuesta a cualquier amenaza que pudiera dirigirse contra su seguridad» .
En 1963 se crea el teléfono rojo, vía más diplomática para tener una comunicación rápida y directa entre ambos países en momentos de crisis. En agosto de ese mismo año se firma el Tratado de Moscú entre la Unión Soviética, EE.UU. y Gran Bretaña, que prohibía los ensayos nucleares. Otra de las consecuencias de la crisis fue la Conferencia de Helsinki (1975), en la que se acordó una mayor cooperación entre los estados y el respeto de las fronteras y de los Derechos Humanos, absteniéndose de recurrir al uso de la fuerza y arreglando las disputas por medios pacíficos.
En los 60 Cuba encarnaba un claro peligro para EE.UU., puesto que su gobierno, declarado abiertamente comunista al amparo de la Unión Soviética, estaba realmente cerca del territorio estadounidense. Esta crisis representó el momento más crítico de la Guerra Fría y fue cuando el mundo estuvo más cerca de un holocausto nuclear. Apreciamos cómo la estrategia disuasoria con el gran armamento nuclear por parte de ambas potencias tiene una gran eficacia y pone de relieve la utilidad de la vía diplomática para resolver el conflicto. Es innegable la coexistencia pacífica entre el bloque socialista y capitalista.
Conclusión
Donde la hostilidad por medios no bélicos se hace patente a través del arsenal atómico y del miedo generado por la posibilidad de aniquilamiento mutuo. La tensión permanente de estos dos bloques antagónicos es la tónica general de esta etapa, en la que buscan la expansión de sus sistemas e ideologías en otros países para hacerse más fuertes. Las decisiones y la actitud no beligerante que tomaron los líderes de las dos súper-potencias contribuyeron a evitar una guerra mundial, aunque a los ojos de la opinión internacional, Estados Unidos fue el claro vencedor, donde ganó prestigio y tenía una clara superioridad frente a la URSS.
Estos últimos también consiguieron su objetivo: la retirada de los misiles en Turquía (que no se hizo pública en ese momento) y la promesa de no invasión a Cuba. Al mismo tiempo, Castro cumplió parte de sus metas al tener la garantía de no volver a sufrir un ataque capitaneado por los estadounidenses (aunque no había seguridad absoluta), al no dejar sobrevolar su espacio aéreo ni permitir la supervisión durante el desmantelamiento de los misiles en su territorio, poniendo de relieve la valentía del gobierno cubano, que le hizo ganar cierto reconocimiento a la revolución.