La Enfermedad Y La Muerte: Representación Literaria En Relatos Americanos
“La enfermedad es el lado nocturno de la vida, una ciudadanía más cara. A todos, al nacer, nos otorgan una doble ciudadanía, la del reino de los sanos y la del reino de los enfermos. Y aunque preferimos usar el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado a identificarse, al menos por un tiempo, como ciudadano de aquel otro lugar.” Susan Sontag. “La enfermedad y otras metáforas. El sida y sus metáforas”
Cada persona tiene una percepción distinta de la muerte, para mí depende del momento que me preguntes. La mayoría de las veces pienso que es parte del ciclo de la vida, pero en otros momentos diré que es un sentimiento, que es la agonia de vivir sumergido en la tristeza. Cada persona genera un mecanismo de defensa contra ella, porque al final, muy en el fondo, todos sabemos que está más cerca de lo que creemos.
Llegará a sonar cliché, pero todos conocemos los tipos de personas con respecto a la muerte. De primera está la paranoica, que casi no come porque puede morir ahogada. Luego la que se cree invencible porque “al final todos nos vamos a morir”. También la que vive como si no hubiese un mañana y lleva una vida de excesos. No podemos olvidar a las personas que la viven a diario, le tienen respeto. A las personas enfermas que todos apuntamos que la tienen más cerca que cualquiera. Y así se alarga la lista.
De todos los grupos que podamos nombrar hay uno que es muy especial, porque, no recuerdo dónde lo leí, este grupo de personas sienten de una manera más intensa. No tienen un punto medio. Para ellos, la muerte puede ser algo terrible y catastrófico o algo realmente precioso. Ya sabrás a quienes me refiero, sí, a los artistas. Cada sentimiento lo pintan, lo cantan, lo escriben, de una manera realmente única. Lo hacen del corazón. Un gran ejemplo se puede observar en la pintura “El triunfo de la Muerte”, de Pieter Bruegel El Viejo, que muestra una escena de devastación donde una calavera líder, que es la representación de la muerte en esta obra, junto con otras calaveras quieren arrasar con todos. Se llevan tanto al rey como al resto del pueblo sin poder escapar, a excepción de unos amantes, que representan que el amor es esa dosis de fantasía para no estar conscientes de la realidad. Los artistas buscan plasmar sus ideas en el lienzo. Los pintores con pinceles y los escritores con plumas. Los escritores tienen una percepción más sensible, más cruda, ssobre la muerte que el resto de las personas.
¿Cuantas historias no hemos leído acerca de la muerte? ¿cuántos autores no la han retratado de una forma que consideramos grotesca? Uno de los más famosos que conocemos es Edgar Allan Poe, que si no supiese que está mal deduciría que se debe a la vida tan trágica que vivió, pero como lo hago, tendría que preguntarle. ¿Acaso no conocemos a Benedetti? Seguramente sí, pero solo como un romántico. Sin embargo, ha escrito varios relatos acerca de la muerte que hacen reflexionar. Por último y no menos importante, está Alberto Barrera Tyszca con su libro “La enfermedad”. Sé que muchos no lo conocen así que lo presento. También debo advertir que a lo largo del texto estaré citando a los autores debido a que no hay manera de entender lo que estoy tratando de expresar a menos que se lean, sin sus palabras, las mías no tendrían sentido.
En el texto, “La Máscara de la Muerte Roja”, Edgar Allan Poe toma la máscara, que según la RAE es una figura que representa un rostro humano, de animal o puramente imaginario, con la que una persona puede cubrirse la cara para no ser reconocida, tomar el aspecto de otra o practicar ciertas actividades escénicas o rituales, como la representación literaria de la muerte. Poe comienza su cuento con las siguientes palabras:
“Hacía bastante tiempo que la Muerte Roja asolaba el país. Ninguna peste había sido hasta el momento tan horrible y espantosa. La sangre era su insignia, y su sello la rojez y el horror de la sangre. Se sentían agudos dolores, repentinos vértigos, y después los poros sangraban de manera abundante hasta provocar la muerte. La manchas de color escarlata que aparecían sobre el cuerpo, y en particular en el rostro de la víctima, eran como el anuncio y el entredicho de aquella peste que lanzaba al atacado lejos de toda ayuda humana y de toda atención por parte de sus vecinos.”
Con estas palabras logra describir a la perfección la enfermedad que estaba en auge en el siglo XIX, la tuberculosis, los síntomas coinciden correctamente. Sobretodo por esa característica del color rojizo en las víctimas, confundiendo la terrible tragedia en salud, porque cuando hablamos de rojo, hablamos de algo vivo. Como menciona Sunsan Sontag en su libro “La muerte y otras metáforas. El sida y otras metáforas” la tuberculosis es una enfermedad que en muchos casos hace creer que la persona está bien, porque se ve rosadita, saludable, o presenta sentimientos vívidos. Cabe destacar que en la época se llegó a romantizar la imagen de la enfermedad, siendo este un dato importante porque el escritor siempre la describió como desgarradora. También la toma como anuncio de muerte, por lo tanto todas la personas se quieren alejar de ella.
A lo largo del cuento, Poe no solo se encarga de relatar la vida de personas que intentan actuar ajenas a la realidad, sino deja en vista que no importa qué tanto te escondas, si es tu momento, llegará. Al tomar la muerte como una máscara, hace referencia a que es un accesorio, porque muchas veces la personas la vemos como algo que no es propio, por eso termina su relato de esta manera:
“Y uno a uno, todos aquellos obstinados fueron cayendo al suelo en los salones testigos de sus bacanales, bañando las suntuosas alfombras con la sangre que brotaba de sus cuerpos y muriendo en la desesperada postura de su caída. La vida del reloj de ébano se extinguió también con la del último de los alegres libertinos. Las llamas de los trípodes se extinguieron. Y las tinieblas, la descomposición y la Muerte Roja se adueñaron salvajemente de todo.”
Mario Benedetti, en cambio, en su escrito “La muerte” toma como representación de la muerte el foco de luz que todos hemos escuchado al hablar de pérdida. Relata ciertas escenas que vive una persona que está enferma, probablemente de cáncer, que una y otra vez habla de que está preparada para el momento en que la muerte llegue a su puerta. Pero la verdad es que nunca lo estamos, eso es lo que intenta demostrar el autor. Además en toda la historia intenta mostrar que a pesar de que el personaje enfermo se dice a sí mismo que está preparado, cuando los médicos le dicen que está empeorando, muestra un signo de esperanza, que él puede. Sin embargo muchas veces no es así, pero esta es nuestra forma de ser, las personas solemos saber la verdad pero el deseo de que cambia aunque sea un poquito es inmenso. Además, Benedetti intenta describir a la perfección cómo él cree que es ese momento en el que poco a poco el corazón deja de latir y lo hace con las siguientes líneas:
“Tuvo la sensación de que los objetos se iban, se apartaban locamente de él pero sin admitir que se apartaban. Una fuga hipócrita, eso mismo. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? De todos modos, aquella vertiginosa huida de las cosas y de los seres, del suelo y del cielo, le daba una suerte de poder. ¿Y esto podía ser la muerte, nada más ue esto?, pensó con inesperada avidez. Sin embargo estaba vivo. Ni Agueda, ni Susana, ni Coco, ni Selvita, ni Octavio, ni su padre en el Interior, ni la Caja Núm. 3. Sólo ese foco de luz, enorme, es decir enorme al principio, que venía quién sabe de dónde, no tan enorme después, valía la pena dejar la isla baldosa, más chico luego, valía la pena afrontarlo todo en medio de la calle, pequeño, más pequeño, sí, insignificante, aquí mismo, no importa que los demás huyan, si el foco, el foquito, se acerca alejándose, aquí mismo, aquí mismo, la linternita, la luciérnaga, cada vez más lejos y más cerca, a diez kilómetros y también a diez centímetros de unos ojos que nunca más habrán de encandilarse.”
Definitivamente palabras que marcan, como todos esos recuerdos de personas que amamos pero que en algún momento nos rompieron el corazón por los mensajes salidos de sus interiores. Al leer sobre la enfermedad y la muerte es así, si conectas con el autor, terminas devastado. Y no es el caso contrario cuando señalamos este relato. Susan Sontag, a lo largo de su libro “La enfermedad y sus metáforas. El sida y sus metáfora”, menciona muchas veces que el cáncer es una enfermedad aborrecida, tanto así que cuando sale a la luz la enfermedad de una persona la percepción de todos a su alrededor cambia por completo. Todos toman una posición respecto a su enfermedad, tal y como lo vemos en la historia con los amigos del protagonista. Da vergüenza estar enfermo. Da vergüenza estar sentenciado a muerte. Sin embargo, como dice Benedetti “esperanza, esperanzas, hay esperanza, hay esperanzas, unas veces en singular y otras en prural”. Depende de nosotros, despues de analizar todas estas líneas, ayudar a no seguir ayudando a derrumbar a esas personas.
Alberto Barrera Tyszca no representa a la muerte de una forma tan sencilla de ver, a diferencia de los otros escritores, sino que deja a la interpretación la idea de que el estar enfermo conlleva a la muerte. La muerte son todos esos pequeños síntomas que te llevan a dejar de respirar. El cuento habla sobre un señor que se desmayó de repente y su hijo, que es médico, se preocupó tanto hasta que el miedo le invadió el alma. Al leer esta historia me sorprendí porque ¿ser médico no supone la paz con la muerte? Si me dices que las personas estudian medicina para evitarla, te diré que un principio básico es que sin vida no hay muerte y viceversa. Así que una es intrínseca a la otra. Sin embargo, cuando se trata de la familia y la muerte todo se paraliza. Nuestro mundo deja de girar, cómo es posible que nuestra persona se vaya a ir y aunque tal vez no sea nada grave, nuestros sentimientos empiezan a colapsar. Tal y como lo platea el autor en este párrafo:
“No lo sabe, no lo sabía en ese instante. Pero tenía esa incomprensible y desagradable sensación, se sentía cercado por una inminencia fatal, por la intuición de que lo que había ocurrido ese día con su padre era la primera señal de algo mucho más grave y definitivo: un linfoma de Burkitt, por ejemplo, o un carcinoma mucinoso cutáneo, o una neoplasia asintomática de células plasmáticas… Andrés sabe perfectamente que la naturaleza traduce estas palabras de manera despiadada. La imagen de su padre sufriendo es lo que lo aterra. Su padre encogido, gritando, retorciéndose, llorando. El dolor es el más terrible de los lenguajes del cuerpo. Una gramática de gritos. Un ay convertido en único sonido.”
El autor describe la viva imagen del miedo irracional cuando se habla sobre muerte. El miedo de perder a un ser querido. Conecta la enfermedad con la muerte al igual que todas las personas, pero de una forma mucho más estilizada. Tyszca, muestra que a pesar de que es algo a lo que ya deberíamos estar acostumbrados, no lo estamos.
He llegado a la conclusión de que las personas usualmente no le tememos a la muerte, sino a todo lo que esta conlleva, el dolor, la agonía, la desesperación, la incertidumbre. Suntag describe muchas metáforas que se utilizan para evitar enfrentarla, debido las personas igualamos enfermedad con muerte, pero siempre se llega al mismo punto: el miedo. Al final, en nosotros está la decisión, si por fin es hora de enfrentarla o al menos estar preparados para su llegada, también para no sucumbir a la desesperanza. Pero advierto, si eres un artista no podrás escapar de este asombroso pero tormentoso lugar.