La Experiencia Jurídica De Roma: Análisis de Libro
El libro “La experiencia jurídica de Roma. Su proyección en el umbral del s.XXI” fue escrito por Ricardo Panero Gutiérrez y publicado en Valencia en el año 1998 por la Editorial Tirant lo Blanch. Su autor fue catedrático y profesor de Derecho Romano en la Universidad de Barcelona.
A lo largo de esta lección magistral nos presenta algunas indicaciones sobre cómo era el Derecho Romano y cómo ha evolucionado. Expone el gran impacto y la importancia que tuvo éste en lo que actualmente consideramos como Derecho y que las referencias que hoy tenemos sobre éste se conocen como Tradición Romana, la cual tiene vital importancia ya que supuso la base del Derecho actual debido a que se adeudó un Derecho válido para una época más contemporánea.
Asimismo, nos aporta la reflexión del jurista Ángel Latorre cuando nos explica que los juristas de hoy se limitan a la aplicación práctica del Derecho sin intentar entenderlo o promover cambios que nos acerquen hacia una sociedad más justa, lo cual está muy alejado de lo que representa el Derecho Romano.
A mi parecer, hay dos momentos clave en la evolución del Derecho Romano que es, básicamente, el conjunto de normas jurídicas por las que se rigió Roma a lo largo de su historia: el primero es la creación del Ius civile en la Época arcaica (hasta el primer tercio del s. IV a.C.), caracterizada por ser austera, rígida y patriarcal, y el establecimiento del Ius honorarium en la Época preclásica (hasta último tercio del s. I), en la que la sociedad Romana pasa a ser cosmopolita, a exaltar al individuo y se establecen nuevos derechos de gentes y el segundo, es el cambio de papel de tuvieron los juristas (abogados, jueces, magistrados…) ya que, en un principio era un puesto honorario que realizaban los ciudadanos sin ningún tipo de preparación y sin cobrar por ello.
El autor nos habla del jurista romano en términos genéricos y de la educación que recibía, que era pura teoría y no una adecuación de la misma a la práctica con los casos que la sociedad planteaba, cosa que poco podía aportarle a Roma.
Seguidamente nos explica las concepciones del jurista según Ángel Latorre, que empieza a ver lo necesario que es compartir los conocimientos con diferentes campos de la ciencia (economistas, sociólogos, psicólogos, etc.) con la finalidad de ayudar al Estado y a la sociedad a mejorar las relaciones mutuas. Pero un buen jurista no solo debe aprender y aplicar las lecciones a la vida real, sino comprender el derecho y ayudar a que se reforme en la medida de lo necesario para dar respuesta a los cambios que genera la sociedad y esto implica ponerlo en conexión con la realidad social. A continuación, hace referencia a la experiencia jurídica de Roma en el umbral del s. XXI analizando aquellas funciones del jurista que pueda aportar el Derecho Romano.
En primer lugar, como comenta Schulz, decir que aunque Roma es el “pueblo del Derecho” por antonomasia no es, en cambio, “el pueblo de la ley”. Aún así, su enseñanza nos muestra que siempre prevalece un carácter “estructural” frente al “coyuntural”, pero teniendo presente que una interpretación literal puede posibilitar el fraude de la ley, con claros ejemplos de leyes en las XII Tablas y las comiciales.
Por otra parte, Panero subraya que el origen del Derecho Romano no proviene estrictamente de unas leyes escritas, sino de costumbres del pueblo que prevalecieron de forma verbal hasta su regulación y compilación en las XII Tablas. Con todo ello, comentar en este caso que ante todo, las palabras son el arma de cualquier jurista.
La funcionalidad de los tiempos hace que los juristas deban estar cada vez más preparados ante las necesidades sociales, siendo indispensable más titulaciones que les habiliten para que puedan ejercer su profesión, ya que en muchos casos “se aprende” pero no “se comprende” y que el Derecho actual necesita más juristas que legistas y por ello se hace necesario dedicar atención a los principios morales y éticos del ordenamiento jurídico que debería supeditarse a las necesidades para las que nacen.
Por último, se despide demostrando con ejemplos de tiempos pasados y actuales lo difícil que resulta encontrar situaciones “nuevas” que no tengan precedentes.
En conclusión, aunque el Derecho tenga unos orígenes muy marcados y al largo de la historia haya sido usado como referencia para la materia, es necesario conocer cómo se desarrolló en el pasado y, sobre todo, hay que saber cómo usarlo en la actualidad conociendo el pasado y evitar los errores que se cometieron y adaptarlos a la actualidad.