La Guerra Más Costosa Que La Paz

La guerra surge como una respuesta violenta a un conflicto que se da entre dos o más actores. “Los conflictos, la ausencia de paz y de armonía son constantes en la vida de las personas y de las sociedades”(Vinyamata, 2015). No obstante las respuestas violentas a los conflictos se pueden evitar, ya que si bien los conflictos son naturales en la vida del hombre, las acciones violentas no lo son y por lo tanto se pueden moderar. En este sentido, para dar respuesta a la pregunta de si la guerra es más costosa que la paz es necesario entender la definición de cada uno de estos dos términos (guerra y paz), ya que ambos tienen la característica de ser muy polisémicos, es decir que pueden tener muchas connotaciones o significados. A su vez es importante entender que acarrea tanto la guerra como la paz para saber cual de las dos representa más costos y comprender la relación que tienen dichos términos, debido a que se puede hablar de construcción de paz luego de que se ha vivido una guerra.

La palabra guerra puede tener muchas definiciones. “La Guerra es un desastre producido por el hombre”(Galtung, 1998, p.2). Otras definiciones establecen que el origen de la guerra, reside en una reacción violenta frente a un conflicto que se genera, esto en consecuencia al choque de los intereses que ocurre entre las partes. Vinyamata (2015) destaca que “Muchos conflictos tienen su origen en la manera de pensar, en mitos y certezas construidos mentalmente por impulso del miedo” (p.10). Lo anterior guarda relación con el factor de seguridad que mencionaba Hobbes en su teoría política, puesto que es este elemento el que guiará las acciones de los hombres a la construcción del Estado para salir del estado de naturaleza, donde se percibe un estado de guerra contra todos, es aquí donde se destaca que el papel de dicho Estado debe ser fundamental para salvaguardar el establecimiento de la paz y la seguridad de la sociedad.

La paz por su parte, incluye aspectos como la diplomacia y la negociación que si bien son formas de limitar la guerra, también pueden propiciar a la misma (Zartman, 2009). Estos dos conceptos son instrumentos importantes que se utilizan para la construcción de la paz, por un lado la diplomacia es una forma de manejar relaciones entre estados de una manera pacífica, siendo la negociación su principal instrumento para resolver conflictos. Esto quiere decir que la paz se puede ver como un proceso en el que necesariamente se debe reconocer la existencia de un conflicto, ya que sin la existencia de uno que resolver sería ineficiente un estudio de paz (Valencia Agudelo, Gutierrez Loaiza & Johansson, 2012). Esto demuestra que la etapa principal que debe tener un estudio de paz es reconocer que tipo de conflicto se está tratando para de esta forma buscar una manera de solucionarlo. En lo anterior se refleja que si bien son términos que se pueden ver como opuestos estos mismos también manejan un estrecha relación entre sí, ya que uno es consecuencia del otro. No obstante no deben confundirse y no sólo deben entenderse como opuestos ya que estos términos incluyen una serie de procesos que son importantes de diferenciar.

La guerra por su parte, tiene como características principales los ataques bélicos, las muertes, armamento, entre otras. Mientras que la paz tiene características como el manejo diplomático de conflictos, el cumplimiento de acuerdos o puntos pactados, el adecuado manejo de las relaciones, y otras que demuestran que la guerra es mucho más costosa que la paz. Si bien ambas requieren de una inversión, la guerra requiere un gasto mucho mayor tanto en términos económicos, como en términos físicos, es decir, en una situación de guerra constante la contraparte siempre buscara derribar al otro para lograr ganar la batalla de esta forma desgastando a su ejército físicamente, acarreando muertes de combatientes y también de civiles.

La guerra es una de las formas de resolución de conflictos y siguiendo a. Galtung(1998) es una forma de violencia directa debido a que es visible a través del comportamiento. Una guerra tiene sus efectos como son, el número de muertos, los heridos, los desplazados, los daños materiales, entre otros. Entendiendo que esta es una forma de resolución de conflicto. No es un comportamiento natural del hombre. Lo que quiere decir que la guerra puede limitarse, dando paso a solucionar los conflictos de una forma pacífica o por medio de la negociación.

Con la ausencia de negociación o búsqueda de la paz los estado que se encuentran en guerra tienen un mayor gasto en su presupuesto, debido a que deben dedicar parte de este para los gastos que trae consigo la guerra como son el armamento como instrumento principal, transporte, combustible para el transporte, se incrementa el número de desplazados por la violencia, se incrementa el número de víctimas por el conflicto, entre otros, que terminan siendo una gran suma de dinero que en otras condiciones el Estado puede dedicar a otros problemas que tenga el país. Lo anterior no quiere decir que la paz no requiera una inversión. Cuando se dan procesos de paz se requieren recursos, solo que en menor cantidad que cuando un estado se encuentra en una guerra. Esto se puede evidenciar en guerras ya ocurridas en el mundo en las que se observa que el Estado tiene un gasto mucho mayor, producto de un conflicto que se ha prolongado en el tiempo.

Para contrastar la teoría trabajada en el marco del seminario de conflicto y paz, es necesario recurrir al análisis del caso del conflicto armado interno de Colombia, cuyo cubrimiento consistirá en la división por períodos de su evolución debido al carácter cambiante, además de la multiplicidad de las partes y el contexto en el que tiene lugar. Hacia 1948 la escena política colombiana estaba caracterizada por el enfrentamiento entre los partidos Liberal y Conservador, que se dió en el marco del periodo conocido como La Violencia. Esta tuvo como detonante el magnicidio del candidato presidencial liberal Jorge Eliécer Gaitán, hecho que desencadenó una serie de protestas y desórdenes en el territorio nacional. En 1958, en aras de ponerle fin a este periodo, el Partido Liberal y el Partido Conservador formaron una coalición llamada Frente Nacional, el cual sembró descontento por parte de los partidos que no fueron involucrados en el acuerdo. Al mismo tiempo, las reformas sobre el sector agrícola o la reparación a las víctimas no fueron de fondo, esto sirvió de caldo de cultivo para un nuevo conflicto armado en el marco de los sucesos que se estaban gestando en el continente, como el éxito de la Revolución cubana.

El primer periodo data entre 1958 y 1982, en este se identifican la proliferación de las guerrillas que contrasta con el auge de la movilización social y la marginalidad del conflicto armado. La confrontación política bipartidista se radicalizó a tal punto que las agrupaciones armadas cometieron actos violentos, crímenes sexuales, despojo de bienes y masacres en un reflejo de castigar el enemigo (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013). Para estimar los costos en capital humano, se recurre al informe de la Secretaría de Agricultura del Tolima para ilustrar los estragos de este periodo.

Se estiman 16.219 muertos entre 1949 y 1957, sin incluir los muertos habidos con fuerzas regulares del Ejército, ni en masacres colectivas, que generalmente eran abandonados a los animales, o arrojados a los ríos y precipicios, y tampoco las bajas sufridas por las Fuerzas Armadas se cuantificaron que 321.621 personas (es decir, el 42,6% de la población del Tolima) sufrieron el exilio en forma permanente o transitoria (Secretaría de Agricultura del Tolima, 1959).

El segundo periodo abarca entre 1982 y 1996, en esta etapa el escenario en el país estaba caracterizado por el crecimiento y expansión militar de las guerrillas, como también se dió el surgimiento de grupos paramilitares y en respuesta a la propagación del narcotráfico se observa un colapso parcial y una crisis del Estado colombiano, a su vez la nueva Constitución Política de 1991 en un entorno de procesos de paz y reformas con resultados ambiguos y parciales (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2013).

Eduardo Pizarro cita un estudio de Kasuke Imain y Jeremy Weinstein sobre el impacto en la economía de las guerras, del que concluye que:

En los países en los cuales el conflicto armado interno se expandió geográficamente más allá de la mitad del territorio, la tasa de crecimiento económico se vio reducida en un 1.25% anual en promedio y la inversión privada doméstica cayó en un 4% anual en promedio. (…) La caída en inversión privada fue superior al descenso de la inversión pública debido, ante todo, a la mayor sensibilidad del sector privado frente a la incertidumbre económica que genera la guerra y a su posibilidad de trasladar sus inversiones a regiones con menos riesgos. (Pizarro, 2004, p. 238).

Lo anteriormente expuesto guarda relación con el caso colombiano, dado que las consecuencias de la guerra en el país han entorpecido el progreso en el desarrollo económico. Hegre & Sambanis (2006) exponen que estas estallan debido a factores económicos, tales como los bajos ingresos y la baja tasa de crecimiento, paralelamente se percibe la incapacidad del gobierno para proporcionar las necesidades básicas de su población, generando así un ambiente propenso a que un conflicto estalle; En colombia se puede percibir que la expansión del narcotráfico y de los actos violentos por parte de los grupos al margen de la ley dejó como consecuencia una instituciones débiles e inestables lo que contribuye a que se pueda dar esta situación, pero se resalta que la razón de los conflictos es la escasez de recursos, este factor económico se encuentra ligada a la diferencia económica de las clases sociales.

Según el Centro Nacional de Memoria Histórica (2013) posteriormente, entre los años 1996 y 2005 se marca el umbral de recrudecimiento del conflicto armado. Este tercer periodo fue caracterizado por las expansiones de las guerrillas y de los grupos paramilitares, un Estado en crisis y a su vez se percibe una radicalización política de la opinión pública hacia una solución militar del conflicto armado en el marco de presiones internacionales debido a la lucha contra el narcotráfico y la lucha del terrorismo. El 2002 constituye un año trascendental dado el fin del gobierno de Andrés Pastrana, el cual era sinónimo de un fracaso en la firma de paz con las Farc y el comienzo del gobierno de Álvaro Uribe Vélez proponía mano dura con la guerrilla y un proceso de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Aunque ambos gobiernos tuvieron una marcada diferencia en la manera de solventar el conflicto, se identifica una búsqueda de recursos económicos y/o materiales para enfrentar la situación (Castellanos, 2013).

En el anterior escenario descrito se encuentra que entre 1999 y 2005, se realizaron inversiones que sumaron 10.732 millones de dólares. “De estos recursos, US$6.950 millones (64,8%) se ejecutaron como esfuerzo fiscal colombiano, y US$3.782 millones (35,2%) como aportes del Gobierno de Estados Unidos” (Departamento Nacional de Planeación, 2006). Así, se invirtió en la guerra contra las drogas ilícitas y el crimen organizado inherente a ellas 6.165 millones de dólares, y en la reactivación económica y social 1.715 millones de dólares. Estas cifras son un claro reflejo de cómo la guerra no le permite al país invertir más en salud, educación, entre otros factores sociales puesto que la mayor parte de los recursos estaban siendo destinados a la guerra (84%) y solo un 16% al ámbito social en el marco del Plan Colombia (Castellanos, 2013).

El fallido proceso de paz con las Farc durante 2000-2002 le significó el país en pérdida de recursos materiales aproximadamente 20 mil millones de pesos, porque muchos

elementos destinados al proceso fueron destruidos por las Farc (Castellanos, 2013). Uno de los resultados más cuestionados fue la cuantificación de cultivos ilícitos, los cuales crecieron sustancialmente entre 1998 y 2001 al pasar de 78.200 hectáreas a 163.000, según el Tercer

informe de evaluación del Plan Colombia (2003).

Según cálculos del DNP, el gasto por defensa y seguridad representado en el PIB entre los años 1996 y 2000 fue de 3,26%, mientras que en los años siguientes demostró un aumento

significativo al pasar de 3,83% en 2001 a 4% en 2002. Al mismo tiempo, el país se encontraba sumergido en una crisis originada por el miedo ante los altos índices de secuestros, asesinatos, atentados a la infraestructura derivados de la lucha por el control territorial entre los grupos guerrilleros y lo paramilitares en las zonas donde no había presencia estatal.

La relación entre gasto en seguridad y defensa y el PIB fue de 5,1% en 2002, 5,2% en 2003, 5,1% en 2004, 5,2% en 2005 y 5% en 2006 (Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006, p. 42), a pesar de que las cifras de optimismo frente a la toma de decisiones para apaciguar el conflicto durante el gobierno de Uribe Vélez, el conflicto en sí no cesaba. El país contaba con alrededor de dos mil personas secuestradas registrándose, como también 4.694 víctimas de minas antipersonas, esto siendo reflejo de que la violación tanto a los derechos humanos como el derecho internacional humanitario eran preocupantes para la comunidad internacional. Durante el cuatrienio, la Stockholm International Peace Research Institute (Sipri) ubicaba el conflicto armado colombiano como uno de los más intensos del mundo, al encontrarse entre los cinco que producía un número significativo de muertes por año. Los otros conflictos eran en Irak, Afganistán, Nepal, India-Kashemira (2006, p. 10).

El cuarto periodo analizado, abarca los años 2005 y 2012, en este se gesta el fracaso de la negociación política con los grupos paramilitares, derivando en un rearme en grupos permeados por el narcotráfico y de tinte más desafiantes frente al Estado colombiano. Se identifica que existe un choque entre la manera de tratar la realidad colombiana con el discurso que siguió Álvaro Uribe Vélez, donde concebía que el país no enfrentaba un conflicto armado interno sino una lucha contra terroristas, línea qué no siguió su predecesor Juan Manuel Santos.

Hay que agregar que en Colombia se destinan del presupuesto general de la nación aproximadamente 22 billones de pesos anuales al sector de seguridad y defensa, lo que implica que en los últimos diez años el conflicto armado le ha costado a Colombia, solo en ese frente, aproximadamente 220 billones de pesos (Castellanos, 2013, p. 94).

Como consecuencia del conflicto en Colombia, se presentaron altos costos en materia del ecosistema, pues se estima que al menos 3.000.000 de hectáreas de bosque se perdieron

y de esta cifra el 58% de la deforestación ocurrió en municipios en medio del conflicto; asimismo, este escenario contribuyó en gran medida a la proliferación de las prácticas de minería ilegal, se estima así que un 86% de la producción de oro en el país proviene minas ilegales, como también se percibe que un 60% de las fuentes hídricas del país fueron afectadas en parte por los derrames de petróleo causados por los ataques de los grupos armados al margen de la ley a empresas petroleras (El Tiempo, 2016).

Es mediante el caso del conflicto armado colombiano que se reitera que la guerra se caracteriza por ser más costosa que la paz, esto en términos sociales, institucionales, medioambientales y económicos. La paz debe ser concebida como un fin más rentable para todos los actores, puesto que es a través de los acuerdos y/o negociaciones se puede encontrar una solución frente a los elevados costos de la guerra, y de esta manera se logre destinar mayores recursos a solventar otros problemas que aún causan estragos en la sociedad como lo es la desigualdad o la marginalización de minorías.

En el artículo Gastos de la guerra versus gastos de la paz en la revista Semana, Valencia (2017) afirma “ Se han invertido 332,95 billones de pesos en la guerra a precios de hoy; en cambio, si se cumplen los acuerdos de La Habana, en los próximos diez años, se invertirán en la paz 25,3 billones “. Teniendo en cuenta lo anterior, se precisa concluir que la relación de la inversión para la paz en relación a la de la guerra da como resultado una balanza negativa que indica lo que anteriormente se planteaba, lo cual es que la paz ha sido económicamente más rentable. Esto se concluye, tras el análisis de las altas cifras que se destinaban durante los dos gobiernos previos a Juan Manuel Santos, años en los cuales se pudo evidenciar un aumento de las víctimas, situación que disminuyó durante el mandato de este último, gracias en gran medida al proceso de negociación de paz con la Farc en la Habana. A raíz de esto, los costos de la guerra dejan escenarios lánguidos, mientras que el costo de la paz dan reflejo de fomentación de espacios para el fortalecimiento institucional. Además, este aspecto deja a la luz errores que tuvieron tanto la élite colombiana como la guerrilla al optar por las dinámicas de financiación del conflicto armado, las cuales han dejado problemas estructurales que son retos para la construcción de la paz.

Referencias

  • Valencia Agudelo, Germán Darío; Alderid Gutiérrez Loaiza y Sandra Johansson. (2012). Negociar la paz: una síntesis de los estudios sobre la resolución negociada de conflictos armados internos. Estudios Políticos, 40, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, (pp. 149-174).
  • Centro Nacional de Memoria Histórica. (2013). ¡Basta Ya! Colombia: Memoria de Guerra y Dignidad. Recuperado de http://centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2013/bastaYa/capitulos/basta-ya-cap2_110-195.pdf
  • Secretaría de Agricultura de la Gobernación del Tolima, La Violencia en el Tolima (Ibagué: Gobernación del Tolima, 1959).
  • Castellanos, J. (2013). ¿Cuánto nos cuesta la guerra? Costos del conflicto armado colombiano en la última década. Bogotá: Editorial Politécnico Grancolombiano
  • Contraloría General de la República (2003). Tercer informe de evaluación del Plan Colombia [en línea], disponible en http://www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/Informe_Contraloria_2003.pdf recuperado: 28 de septiembre de 2012.
  • Departamento Nacional de Planeación (2002), Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006, Hacia un Estado Comunitario [en línea], disponible en https://www.dnp.gov.co/PND/PlanesdeDesarrolloanteriores.aspx recuperado el 30 de septiembre de 2012.
  • Departamento Nacional de Planeación (2006), Balance Plan Colombia 1999-2005 [en línea], disponible en http://www.dnp.gov.co/Portals/0/archivos/documentos/DJS/DJS_Documentos_Publicaciones/Bal_plan_Col_espanol_final.pdf recuperado: 22 de agosto de 2012.
  • El Tiempo. (25 de septiembre de 2016). ¿Cuánto ha costado la guerra en Colombia? Obtenido de eltiempo.com: http://www.eltiempo.com/datos/cuanto-ha-costado-la-guerra-en-colombia-56526
  • Galtung, J.(1998). Violencia, guerra y su impacto. Sobre los efectos visibles e invisibles de la violencia. Tomado de: http://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/081020.pdf
  • Hegre, H, Sambanis, N (2006) Sensitivity Analysis of Empirical Results on Civil War Onset. Journal of Conflict Resolution. Vol. 50 No. 4, 508- 535.
  • Instituto Internacional de Estocolmo para la investigación de la paz (Sipri). Yearbook 2012, armaments, Disarmaments, and International Security. 2012 [en línea], disponible en http://www.sipri.org/yearbook/2012/files/SIPRIYB12SummaryES.pdf recuperado: 17 de enero de 2013.
  • Pizarro, E. (2004). Balances y perspectivas del conflicto armado en Colombia. Colombia: Grupo Editorial Norma.
  • Valencia, L. (2017). Gastos de la guerra versus gastos de la paz. Semana. Recuperado de https://www.semana.com/opinion/articulo/leon-valencia-gastos-de-la-guerra-versus-gastos-de-la-paz/494058
  • Vinyamata, E. (2015). Conflictología. Revista Paz y Conflicto. Universidad de Granada. Enero 2015 8 (1), pp 9 – 24
  • Zartman, I. W. (2009) Conflict Resolution and Negotiation. En The Sage Handbook of Conflict Resolution. PART III Methods of Managing Conflict. SAGE. Pp 322 – 339
28 Jun 2021
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