Desarrollo y el Declive del Imperio Romano

Introducción

Desde su fundación como ciudad en el año 753 a.C. hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476 d. C., la historia de Roma es una fuente esencial para entender la cultura occidental. En el período de la República Roma consigue implantar su hegemonía política y militar en el mar Mediterráneo. Pero a Roma no le interesa dominar culturalmente, sino que adopta elementos culturales de las provincias que domina y aporta propios como las grandes obras públicas (calzadas, acueductos, etc.). Esta forma de conquista se conoce con el nombre de romanización.

Desarrollo

Las guerras civiles y la extensión cada vez mayor del territorio del Imperio Romano necesitaban reformas sociales y políticas. Estas reformas se iniciaron con Julio César, pero el cambio real se produce cuando Octavio Augusto es nombrado emperador. Con el poder concentrado en manos del emperador y una pax romana impuesta por la fuerza militar comienza la época de esplendor del Imperio Romano. 

El emperador es también pontífice máximo y restaura la religión oficial, pero desde Oriente se van introduciendo nuevas corrientes religiosas. Entre ellas una pequeña secta del judaísmo, el cristianismo. El cristianismo vivirá entre los siglos I y III entre la expansión y la persecución. Poco a poco se produce la urbanización de la población y se consolida una burguesía acomodada, existiendo grandes desigualdades económicas con la plebe. 

El emperador impulsa la cultura, pero sigue siendo necesario desplazarse a Atenas o Alejandría para estudiar en las escuelas filosóficas. En el campo del derecho se desarrolla un espíritu estrictamente romano, así como en el arte al servicio de las construcciones públicas. Durante el siglo I la literatura vive un momento de apogeo con escritores como Virgilio, autor de la Eneida.

A partir del siglo III el Imperio comienza su declive. Sus fronteras son amenazadas por los ataques permanentes de los germanos. A ello hay que añadir un tamaño excesivo del Imperio, la fragmentación interior y la crisis social. Emperadores como Diocleciano y Constantino inician reformas que pretenden fortalecer al ejército y restablecer la unión entre Imperio y religión para mantener la grandeza de Roma. El cristianismo es visto como un enemigo que dificulta la cohesión interna, y el Estado emprende contra él persecuciones sistemáticas, la más duradera de las cuales fue la de Diocleciano.

Conclusión

En el año 313 Constantino decide tolerar el cristianismo como una religión más reflejada en el Edicto de Milán. En el 380 Teodosio lo declara religión oficial del Imperio. El declive interno de Roma da paso a un nuevo orden social representado por el cristianismo, que poco a poco ha ido estableciendo, después de muchas discusiones internas, el canon de fe y moral que extenderá a todo el Occidente.   

22 October 2021
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