La Iglesia San Andres de Quirinal en Estilo Barroco
El estilo barroco comienza a surgir con las obras de finales del siglo XVI, como es el caso de la Iglesia de los Jesuitas de Della Porta. Este artista rompió con las reglas de la arquitectura clásica, utilizadas en el Renacimiento, para poder crear efectos que llamen la atención del espectador, de hecho el término “barroco” se refería a productos artísticos que eran irregulares y extravagantes. Esta idea se comienza a desarrollar en la primera mitad del siglo XVII, los artistas comienzan a incluir elementos más llamativos y decoraciones cada vez más complejas, pero siempre con el mismo propósito, llamar la atención.
Para poder comprender el nacimiento de este estilo y de su decoración fastuosa y extravagante tenemos que conocer el contexto histórico. Existía una crisis en Europa y el cristianismo había sufrido una división teológica, la contrarreforma, entre los católicos romanos y los protestantes liderados por Martín Lutero. Por ello, la iglesia de Roma utilizó el arte como el medio idóneo de propaganda del catolicismo además de para adoctrinar y de evangelización.
La arquitectura barroca se caracteriza por la teatralidad, por no seguir un rigor a la hora de trazar las líneas sin el uso propio de las formas clásicas, como he mencionado anteriormente, se mezclan líneas rectas y curvas generando distintas formas, además surge un interés por las mezclar las formas cóncavas y convexas. Como resultado cambia el uso del espacio y los elementos arquitectónicos son dotados de movimiento, esta última característica se vuelve fundamental.
A pesar de las características ya citadas, a medida que iba pasando el tiempo los artistas tenían que crear decoraciones más asombrosas y complicadas para seguir manteniendo el factor sorpresa. Hacia la mitad del siglo XVII, el barroco había alcanzado su total auge.
El interés por el embellecimiento de la ciudad de Roma lleva a destacar el mecenazgo de los distintos papas, los cuales encargaban trabajos a los diversos artistas del momento, como son Carlo Maderno, Francesco Borromini, Pietro da Cortona o Gian Lorenzo Bernini .
Este último artista fue un escultor, pintor y arquitecto napolitano, el cual trabajó principalmente en Roma y es considerado como el mejor escultor del momento. Recibe numerosos encargos por parte del papado como es la famosa Plaza de San Pedro, la Capilla Cornaro, el Baldaquino de San Pedro o la Fuente de los cuatros ríos. Dentro de sus obras escultóricas destacan Apolo y Dafne y el Éxtasis de Santa Teresa, entre otras.
La obra que he elegido para este ensayo es la Iglesia de San Andrés del Quirinal cuyo arquitecto es Bernini con la ayuda de otros artistas, fue construida para la congregación Jesuita entre 1658 y 1670 .
En esta obra, Bernini crea una síntesis de las tres ramas artísticas, pintura, escultura y arquitectura, de hecho se considera como uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca ya que utiliza un juego de luces que resalta la teatralidad del conjunto.
En su interior, se observa una planta elíptica con un radio corto y una cúpula en el centro. Lo primero que se ve al entrar, la entrada se sitúa en el eje menor, es el altar mayor presidido por el santo titular del edificio, una obra del pintor francés Guillaume Courtois. Se encuentra delimitado por cuatro columnas corintias, dos a cada lado, y posee una gran fuente de luz natural subrayando así el efecto de teatralidad. El interior es un espacio central con varias capillas alrededor. Seguidamente la mirada viaja hacia la cúpula pudiendo observar a la vez la historia del santo, a través de esculturas y pinturas a parte de la arquitectura. Esta historia culmina con la ascensión al cielo representada mediante la cúpula dorada, compuesta por casetones de estuco con una forma hexagonal y los distintos ejes que forman la cúpula tienen motivos vegetales, haciendo referencia a los rayos de. Esta idea se resalta con la linterna donde los cristales son de color amarillo.
La estructura de la iglesia, como he dicho anteriormente, es elíptica y la cúpula se apoya sobre la base del edificio. El peso se reparte mediante grandes volutas de ladrillo que se sitúan entre las capillas en el exterior.
En el exterior, se encuentra una fachada saliente cercado por dos muro cóncavos a ambos lados. Esta se corona con un gran frontón partido en su base, creando efectos de claroscuro, sobre dos pilastras corintias y bajo este se encuentra la entrada con un pórtico saliente semicircular sobre dos columnas jónicas, podemos observar la influencia de San Pietro in montorio de Bramante. Este pórtico consta de un entablamento convexo y frontón curvo que se ve interrumpido por el escudo del cardenal Camillo Pamphili ya que él destinó fondos para la construcción de la iglesia. Para acceder al interior hay que ascender por unos escalones con forma convexa. Estos escalones contrastan con los muros cóncavos de los laterales, dando así la sensación de brazos abiertos invitando a pasar a la iglesia.
El material que predomina en el exterior es la piedra caliza y en el interior distintos mármoles como el mármol de Contanello usado para las columnas de las capillas y el mármol de Carrara del entablamento que recorre la iglesia. Para la estructura se emplea mampostería y piedra tallada.
Tras analizar el edificio obtenemos la certeza de que es un gran ejemplo de arquitectura barroca, pues las distintas formas presentes crean un contraste entre líneas rectas y curvas logrando dinamismo y movimiento en los diversos elementos arquitectónicos, además de observar un contraste entre los materiales y órdenes utilizados para obtener una extravagante decoración que consiga sorprender y captar la atención del espectador, en este caso Bernini intenta atraparlo en un ámbito de espiritualidad.
