La Importancia de la Epidemiología en la Medicina
A lo largo de la historia grandes poblaciones se han vuelto cenizas en manos de enemigos mucho más peligrosos y letales que probables imperios enemigos, los agentes patógenos. El estudio de cómo ellos se han dispersado a lo largo de poblaciones afectándolas e incluso destruyéndolas es uno de los objetos de estudio principales de la epidemiología. Sin embargo, dicha disciplina no sólo se dedica al estudio de las epidemias, sino que tiene un importante papel en las distintas áreas de la medicina. Y es en este papel en el cual el presente ensayo encuentra su base; a lo largo del cual se establecerán varias situaciones que son propias de esta, tan íntima, relación medicina-epidemiología, entre las cuales encontraremos la prevención de las enfermedades como un factor determinante para la disminución mundial de mortalidad; el discernimiento de poblaciones en riesgo de infectarse y el ataque directo a dichas relaciones con las ya mencionadas estrategias de prevención; así como la producción de sistemas de calidad que nos permiten definir el correcto uso de nuestra medicina a un presupuesto que permita recuperar la salud sin perder la estabilidad económica.
Habiendo mencionado esto, es importante que definamos qué es la epidemiología. Según la Escuela de Salud Pública de México ”la epidemiología es una disciplina fundamental de la salud pública que se encarga del estudio de la distribución y determinantes de los eventos relacionados con el estado de salud de poblaciones específicas y la aplicación de este conocimiento a la prevención y control de los problemas de salud.” Es decir, es la ciencia encargada de otorgarle al gremio médico la información necesaria para escoger las mejores opciones en beneficio de sus pacientes, de una manera rápida y lógica, en base a la manera más prevalente en la cual las enfermedades se han presentado.
Una de las aplicaciones más prominentes de la presente disciplina es el diseño de estrategias preventivas. El epidemiólogo Leon Gordis menciona que es útil distinguir entre la prevención primaria, secundaria y terciaria, y en base a ello obtener una serie de estrategias específicas para cada tipo de situación a prevenir. La clave de este punto se basa en la derivación de recursos e información especializados a atacar una situación específica. Un ejemplo de ello, es la creación de vacunas para enfermedades infecciosas, que según la OMS ayudan a prevenir por año la muerte de 2 a 3 millones personas y a evitar que cerca de 750,000 niños desarrollen discapacidades.
Otro de los puntos a defender con respecto a la relación beneficiosa entre la epidemiología y la medicina es que dicha ayuda a identificar poblaciones que se encuentren en mayor riesgo de susceptibilidad ante ciertos padecimientos infecciosos. Esto es de suma importancia, debido a que, como sabemos, en base a tal ciencia las poblaciones se pueden dividir con respecto a edad, raza, sexo e incluso nivel socio económico y tomando como fundamente el previo, se pueden obtener resultados específicos para poblaciones con ”x” características, y así proteger aquellas comunidades que son más vulnerables, incluso antes de ser atacadas.
Ahora bien, la epidemiología le ha dado una vuelta a la ciencia en los últimos seis siglos, al permitir el establecimiento de bases para discernir la calidad de los sistemas de prevención, tratamiento y control, así como el costo-beneficio de dichas. Lo cual, a final de cuentas, nos entrega los datos base de qué estamos haciendo bien como médicos, o si debemos cambiar dichas medidas por otras, que si bien pueden lucir extremistas, tienen la posibilidad de volverse la próxima medida para salvar miles de vidas.
Finalmente, la cuestión económica viene a ser un factor de suma influencia, puesto que el presupuesto es directamente proporcional a la cantidad de medidas que se podrán tomar con el fin de mejorar la salud pública. Más allá de esto, la utilización de datos epidemiológicos para el desarrollo de tratamientos al alcance del público con escasos recursos sería una de las cuestiones que, tristemente, no se desea hablar, y que sin lugar a dudas es de los principales a tomar en cuenta al momento de asegurar las medidas terapéuticas, debido a que si la persona no se encuentra con las capacidades económicas para cubrir los gastos médicos requeridos, aún a pesar de que el médico utilice los mejores artículos y se encuentre con todas las capacidades de ayudarle al paciente, este límite evidentemente frenará cualquier posibilidad de recuperar su salud.
Después de este desglose, es posible concluir que la sociedad médica requiere extensamente de la epidemiología, así como de la información que esta le pueda brindar, con el objeto de no sólo definir el comportamiento de las epidemias y sus distintas terapias, sino, debido a que dichos datos pueden ayudar a la prevención, sean estas primarias, secundarias o terciarias; al diagnóstico, el cual es parte esencial de la prevención secundaria, y dado que ésta es la cúspide de la agenda médica, sin la cual no hay datos para elegir una resolución y mucho menos para apoyar aquellos que se encuentran en proceso, viene a ser de gran peso en el proceso tanto médico como epidemiológico; y por último, ayuda al tratamiento de diversas enfermedades en las variadas poblaciones.
La epidemiología por tanto, será conocida a partir de sus inicios y su increíble explosión en el siglo pasado, como la columna vertebral de la medicina moderna, sin la cual el médico no podrá moverse a diestra o siniestra, debido a la actual necesidad de fundamentar cada movimiento dado; distinto a la medicina de la antigüedad, la cual se encontraba basada en el ensayo y el error. Esta disciplina, que al parecer restringe la acción médica, obstaculizando la práctica ”libre”, realmente debería considerarse un marco de referencia sobre el cual se puede caminar con seguridad, para evitar consecuencias adversas tanto para el médico como para el paciente, y más allá de ello, para protegernos de caer en la tan temida negligencia médica.
De esta manera es posible afirmar nuevamente que si, como médicos dependemos y nos beneficiamos tremendamente de esta ciencia, en la cual no estaría de más adentrarnos, para no sólo hacer uso de los datos ya establecidos, sino atribuirle a dicha un sentido clínico a los resultados, analizando tales datos desde un punto de vista no meramente matemático sino fisiopatológico.