La Música En España Desde Los Años 40
La obra de Anna Cazurra se sitúa dentro de la música española de final del siglo XX y principios del siglo XXI. Este apartado mostrará de forma sintetizada la situación musical española desde la segunda mitad del siglo XX, concretamente desde la década de los 40 y la música en la posguerra, hasta su evolución hacia la música del final del siglo XX y principios del siglo XXI.
Durante los años posteriores a la finalización de la guerra civil española la música se sitúa, principalmente, en un contexto propagandístico e ideologizador. En la década de los 40, el régimen franquista recientemente instalado pretendió que la música española fuera patriótica y folclórica con el objetivo de ser usada como transmisora de su ideología. Esta música buscaba seguir la tradición nacionalista y mostrar una identidad propia de la música española. Los géneros musicales más utilizados para ello fueron el nacionalismo y el neoclasicismo, y la música más destacada fue la de Manuel de Falla (exiliado por la guerra civil), la de Joaquín Turina o la de Joaquín Rodrigo (de éste último destaca con diferencia en esta época su obra el “Concierto de Aranjuez”). También se rechazó la música atonal y la música vanguardista que nació y empezó a desarrollarse desde la denominada generación del 31 con compositores como Ernesto Halffter o Salvador Bacarisse, que tomaron como referencia la música de Falla que empezaba a alejarse de su estilo neoclásico hacia tendencias más innovadoras y vanguardistas, con una obra destacada: “Concerto per clavicembalo (o pianoforte)”. Paralelamente a estos compositores hubo cuatro que se alejaron de las corrientes tradicionales, neoclásicas y estéticas de ese momento. La particularidad de ellos es que cada uno de estos compositores siguió sus propias líneas estéticas. Dos de estos compositores, Frederic Mompou y Xavier Montsalvatge están relacionados con la vida musical catalana. Mompou apostó por el folclore catalán y la evocación popular urbana entre otros, mientras que Montsalvatge apostó por ritmos y temas exóticos americanos. Los otros dos compositores destacados son Joaquim Homs, que se interesó en las corrientes serialistas, y Gerardo Gombau, el cual se interesó en la corriente del neocasticismo. Tanto Homs como Gombau son esenciales en la transición hacia la nueva década y la música de esta. Homs fue el nexo entre estas dos promociones de compositores y músicos mientras que con la ideología y estética de Gombau se identificaron los jóvenes de la generación del 51, constituida en el año 1958.
Con la muerte de Falla (1946 en Argentina) y Turina (1949), destacó en el año 1950 la vuelta del exilio del compositor alicantino Óscar Esplà, y la reincorporación a la vida musical del compositor navarro Fernando Remacha, hecho que supuso la reincorporación de sus repertorios ya escritos y de nuevas composiciones, reincorporando también la música de preguerra que se alejaba de la tradición y se acercaba a la vanguardia de ese momento. Estos hechos sumados a las corrientes estilísticas seguidas por los 4 compositores mencionados anteriormente, coincidiendo con la búsqueda del franquismo de salidas del periodo de autarquía y reconocimiento internacional, supusieron un cambio que permitió mayor libertad compositiva artística, tanto en la música como en las artes plásticas. Aún con estos precedentes, la música atonal y el dodecafonismo no eran bien recibidos sobre todo entre los críticos musicales. Serán los compositores de la generación del 51 los que se encargarán de llenar el vacío musical provocado por la guerra, la represión y el exilio, además de la difusión de y expansión de las técnicas de vanguardia. La música referente para los compositores de esta década fue la de Béla Bartók, Igor Stravinsky y Paul Hindemith, la cual se fue incorporando en los repertorios de los conciertos.
El nexo de esta etapa con la siguiente recae en el hecho de que los Premios Nacionales de Música a partir del año 1953 (ganado por Cristobal Halffter por su “Concierto para piano y orquesta”) se abrieran a compositores de la nueva generación, ya que hasta el año anterior las obras de los compositores galardonados eran de estilos sobretodo nacionalistas; y la readmisión de España en la SIMC (Sociedad Internacional de Música Contemporánea) de la mano de Óscar Esplà, lo que supuso una mayor difusión de la música de los compositores españoles del momento. También, Joaquín Homs fue un gran difusor de músicas vanguardistas con sus ciclos de audiciones de Música Contemporánea celebrados desde el año 1952 en la denominada asociación “Club 49”, en los cuales introdujo estilos como la música de la segunda escuela de Viena, en especial con Webern, la música de Cage, o música concreta y electroacústica. En esta asociación también dieron conferencias y conciertos conocidos compositores de la música contemporánea del momento como John Cage, Karlheinz Stockhausen o György Ligeti. Estos mecanismos de difusión tuvieron gran importancia, ya que a finales de la década de los 50 supusieron una facilidad de acercamiento al repertorio de vanguardia internacional para los compositores españoles.