La Relación de la Bioética y el Progreso Científico, Ético y Social

Los avances de la ciencia, y a la vez de la sociedad, debe basarse en la investigación, que en el caso de la investigación con seres humanos, debe considerar los aspectos bioéticos de los investigadores y los derechos humanos de quienes se constituyen en los sujetos participantes en la experimentación científica. De ahí, surge la importancia de establecer, que la mencionada investigación considere en su desempeño de manera prioritaria los principios éticos, tanto por parte del investigador, como de la institución que respalde dichas intervenciones. En esta dirección, ¿a qué se puede denominar progreso, ya sea social, ético, científico? Creo que se estará de acuerdo en considerar verdadero progreso si este se traduce en afirmar, defender y fomentar al ser humano. Por el contrario, no se le calificará como tal si deriva en un camino de deshumanización de uno mismo y de los demás. Por eso, ¿se puede hablar de un verdadero progreso al margen de una ética en la que el ser humano siempre sea un fin? Y respondemos claramente: no se puede hablar de progreso si va en contra del ser humano.

Al hablar de bioética se basa en el estudio de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y cuidado de la salud, en base a valores y principios morales; por lo anterior, estudia los aspectos éticos vinculados a las ciencias como la medicina y biología, además de las relaciones del hombre con otros seres vivos. El jesuita Francesc Abel Fabre, fundador y director del Instituto Borja de Bioética, definió a la bioética como el estudio interdisciplinar o transdisciplinar orientado a la toma de decisiones éticas en relación a los problemas presentes y futuros que se deriven de los progresos médicos y biológicos por una parte y su repercusión en la sociedad. Entonces esta, “nace como una actuación multidisciplinaria cuando los científicos además de dominar y transformar la naturaleza logran un dominio y una capacidad de transformación del mismo ser humano” (TREVIJANO ETCHEVERRÍA, Manuel. ¿Qué es la bioética? Salamanca: Sígueme, 1998). Es claro que hoy la bioética va hoy más allá de su etimología y se preocupa de las nuevas realidades de la ciencia y la tecnología, en la medida en que estas afectan la vida de seres humanos, animales y plantas. Con acierto dice Hottois que la bioética no es una nueva disciplina tecnocientífica ni una nueva ética universal y actual de la vida, sino que va más allá: incluye también la biotecnología y la ingeniería genética, la preservación de especies no humanas, vegetales y animales y la gestión de la biosfera. Cubre la deontología y ética médica y también la “ecoética” o “ética ambiental”.

Potter (1911-2001) escribió, en 1970, el artículo “Bioethics: The science of survival” y en este utilizó la palabra bioética la cual empezó a consolidarse, a partir de 1971, en Bioethics: bridge to the future. Potter con una visión positiva del progreso científico y técnico concibió la bioética como una disciplina intelectual formal, un saber superior de la naturaleza biológica del hombre y del mundo, para el bien social, a partir de una necesidad sentida de la reflexión ética de los valores de la sociedad global, la naturaleza y la biosfera, con el propósito de hacer frente al problema de la supervivencia de la humanidad y como un puente entre la ética clásica y las ciencias de la vida. El propósito de incorporar la ética en nuestras obligaciones no es solo hacia los seres humanos, sino a la biosfera en su totalidad. Este origen globalizador condujo a que la bioética pudiera entenderse en dos sentidos: en sentido amplio, la bioética abarca asimismo a la ética ambiental y a la llamada ética de los animales. En sentido estricto, es la reflexión de los aspectos morales de las decisiones a tomar en el contexto de las ciencias biomédicas .

La bioética tiene un campo de estudio que ha sobrepasado la mera relación médico-paciente y se ha comprometido con la reflexión, el debate y las recomendaciones éticas sobre los problemas de la vida del ser humano y todo su entorno. Se preocupa de la tecnociencia, la I&D tecnocientífico y desde luego de la biomedicina. No hay que olvidar que “Las tecnociencias modifican el mundo social, no solo la naturaleza. Lo principal es la transformación del mundo que producen, y en particular del mundo social” (ECHEVERRÍA, Javier. La revolución tecnocientífica. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2003). La esencia de la bioética es la vida con todos los dilemas que se le presentan no solo a los individuos, sino a la familia y a la sociedad. Dichos dilemas se pueden observar en los laboratorios donde las actividades científicas generan, a partir de la investigación y la experimentación, el desarrollo y la aplicación de nuevas técnicas relacionadas con la vida humana, la salud y el rendimiento físico. Aparecen técnicas de ingeniería genética, mejoramiento científico de la especie humana, clonación, avances en genoma humano el cual se define como el “conjunto global de la información genética contenida en las moléculas de ácidos nucleicos de un ser vivo” (VÁSQUEZ, Carlos Simón. Diccionario de bioética. Burgos: Monte Carmelo, 2006). En el cual podemos decir abre nuevas posibilidades de investigación, así como posibilidades de manipulación científica, todo lo cual genera debates y reflexiones bioéticas, especialmente en sociedades en las que subsisten las tradiciones de los mayores y otras formas de ver el mundo, por parte de las nuevas generaciones. Argumentos en favor o en contra están dados, por ejemplo, sobre la inseminación artificial, la fecundación in vitro, la selección eugenésica de embriones o la escogencia del sexo, los vientres alquilados, la gestación postmenopáusica, la clonación, entre otros muchos temas bioéticos. “En las épocas en que la ciencia se mueve más rápidamente que las ideas morales, como sucede hoy, los hombres y las mujeres encuentran problemas para articular los motivos de su inquietud” (SANDEL, Michael. Contra la perfección. Barcelona: Marbot, 2007)

Entonces si retrocedemos un poco de la historia de cómo surge la curiosidad del hombre por las investigaciones en la medicina las cuales se iniciaron desde el tiempo en que los chamanes y los brujos comenzaron a preocuparse por descubrir plantas y remedios caseros. En aquellos tiempos, cuando lo único que estaba a su disposición era la naturaleza, los encargados de la salud de los pueblos debieron haber hecho múltiples ensayos con vegetales y pociones. Muchas de esas pruebas habrán sido exitosas, sin daño para sus contemporáneos y otras probablemente le causaron algún tipo de problema a los seres humanos involucrados. Poder dar un gran paso en el estudio y descubrimiento de la fisiología del sistema nervioso, la anatomía de los vasos sanguíneos y del corazón, la forma en que trabaja el aparato digestivo, conocer la manera en que podían hacerse cirugías, y realizar autopsias para saber de qué murieron los enfermos, no fueron tareas fáciles. Sólo el hombre dedicado, y sobre todo aquel capaz de anotar todas las observaciones para obtener de ellas diversos beneficios, consiguió éxito en la carrera del avance científico.

Sin embargo, el hombre ha pasado por épocas oscuras, donde el abuso a sus semejantes -en aras de la investigación médica- traspasó los límites permitidos para experimentar con la humanidad. Recordemos algunos ejemplos recientes. En 1915, los alemanes utilizaron por primera vez en la historia las armas químicas, primero fue el gas de cloro y luego el de mostaza con efectos devastadores para los hombres que los aspiraron.

El proyecto Aversión Entre los años setenta y ochenta, el ejército sudafricano del apartheid decidió obligar a sus miembros gay a que se cambiaran de sexo. No solo eso, sino que se les forzó a recibir terapia psicológica, tomar medicamentos que podían resultar muy perjudiciales y recibir terapia de electro-shock para alterar sus impulsos sexuales. El objetivo de estas irracionalidades era eliminar la homosexualidad del ejército. Muchos de estos sujetos fueron condenados a pasar sus días en clínicas psiquiátricas militares, en donde los doctores intentaban encontrar una especie de cura para la homosexualidad. Objetivo de lo más ilógico desde su concepción. Los que no se “curaban” con terapias de menor escala eran químicamente castrados o cambiados de sexo por cirujanos algo inexpertos. Lo peor es que los artífices de estos lamentables hechos jamás fueron castigados y algunos, como el doctor Aubrey Levin, viven vidas tranquilas en otros países. En la segunda guerra mundial se llevaron a cabo experimentos médicos sin el consentimiento de los pacientes y como si fueran animales de laboratorio, los nazis realizaron en los prisioneros de los campos de concentración, unos procedimientos en contra de toda lógica y ética. Aunque al frente de esos ensayos estaban médicos de buen nivel, se hicieron abusos y violaciones a los derechos humanos, que iban más allá de los beneficios que la ciencia podría obtener de tales experimentos.

A mitad del siglo XX nacieron en Europa, Canadá y América Latina, gran cantidad de niños con malformaciones severas (Dismelia: carencia de brazos y piernas), como consecuencia de que sus madres habían ingerido Talidomida, un medicamento salido al mercado farmacéutico sin los controles necesarios.

Estos ejemplos nos hacen ver que el ser humano ha actuado a veces de forma irracional, a pesar de haber obtenido una adecuada formación científica y moral. Podemos palpar que en estos casos se atenta contra los derechos humanos según lo establecido La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, en el 2005, aprobó la Declaración Universal sobre Bioética y derechos humanos que en los artículos 3 al 17, definió los 15 principios de la bioética, así:

  1. Dignidad humana y derechos humanos.
  2. Beneficios y no efectos nocivos.
  3. Autonomía y responsabilidad individual.
  4. Consentimiento.
  5. Protección para personas carentes de la capacidad de dar su consentimiento.
  6. Respeto de la vulnerabilidad humana e Integridad personal.
  7. Privacidad y confidencialidad.
  8. Igualdad, justicia y equidad.
  9. No discriminación y no estigmatización.
  10. Respeto de la diversidad cultural y del pluralismo.
  11. Solidaridad y cooperación.
  12. Responsabilidad social y salud.
  13. Aprovechamiento compartido de los beneficios.
  14. Protección de las generaciones futuras
  15. Protección del medioambiente, la biosfera y la biodiversidad. 
08 December 2022
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