La Unicidad del Hombre y el Conocimiento Compartido

Las composiciones musicales que asumen un compromiso social y político siempre me han parecido estimulantes a la reflexión, principalmente la música del grupo puertorriqueño Calle 13 y del guatemalteco Ricardo Arjona, ya que no se trata de cualquier producción azarosa. La canción “Latinoamérica” del primero, muestra la rebeldía de los pueblos latinos con respecto a la injerencia norteamericana en el sistema político-social. Del mismo modo, Arjona en “Si el norte fuera el sur” manifiesta una utopía: ¿Qué pasaría si Norteamérica fuera Latinoamérica?… concluyendo que el orden mundial no cambiaría, continuarían las desigualdades, el mismo sistema, en sus propios términos, “sería la misma porquería”. A pesar de los obstáculos existentes como los límites cronológicos y el contexto social de ambos compositores: Puerto rico (2011) y Guatemala (1996), además del estilo de lenguaje y las ideologías disímiles de cada uno de ellos no implicó un obstáculo para expresar el mismo mensaje. A partir de lo anterior, se infiere que la peculiaridad del ser humano no configuró como un desafío, sino como una oportunidad para el desarrollo del conocimiento compartido; no obstante, lo anterior tiene validez en la medida en que no obstaculiza la producción del conocimiento pero, al realizar predicciones, la peculiaridad del hombre constituye un gran obstáculo debido a que cada conocimiento personal difiere uno de otro por lo que lograr un conocimiento consensuado, como en el caso anterior es dificultoso. De ahí que la naturaleza única e irrepetible del ser humano constituye un reto para la producción del conocimiento y, a su vez, es un principio para su construcción. Este análisis se ligará a dos áreas de conocimiento: ciencias humanas e historia.

En las ciencias humanas podríamos cuestionarnos: ¿Hasta qué punto la peculiaridad del ser humano constituye un reto para la producción de conocimiento? El carácter único de cada ser humano tiende a representar un obstáculo para la producción del conocimiento porque se estudia la conducta humana de forma sistemática, el hecho es que estudiarla científicamente supone enfrentar ciertos retos. En Psicología, ante la peculiaridad del hombre, el reto está en la determinación de patrones que rijan el comportamiento humano. Evidentemente, es difícil establecer un método basado en el diseño común de situaciones adaptadas a todos los hombres considerando que cada uno es único e irrepetible, esto se refleja en el caso del escritor británico Oscar Wilde quien, viviendo en una sociedad conservadora, fue condenado por padecer una desviación sexual considerada una “indecencia grave” pero, años más tarde Krafft-Ebing detalló que era una psicopatía sexual de nacimiento (CITA). De ahí que, el carácter único del ser humano puede significar una gran dificultad para la producción del conocimiento, porque cada ser humano es único y, por tanto no es posible estudiar a todos bajo el mismo patrón y basándonos en el caso de Wilde, el modelo social de su contexto se ligaba a heterosexuales pero él fue la excepción, fue diferente, por lo que fue un reto comprender su naturaleza única, esta dificultad se debe a que “el hombre toma los límites de su campo de visión con los límites del mundo” (Schopenhauerpor, 1860, p.34) lo cual se refleja en la respuesta psicológica de la época ante dicha situación sin precedentes ya que el conocimiento se limitaba a un solo campo de visión, a un solo contexto, por lo que la percepción y la razón se ligaban a un patrón social determinado lo cual implica, una gran dificultad para identificar patrones comunes que expliquen la conducta humana. Por ello, la peculiaridad de cada ser humano dificulta la determinación de patrones comunes en la Psicología. No obstante, la unicidad de cada individuo no necesariamente constituye un desafío para la producción del conocimiento ya que supone un principio para su construcción. Un caso concreto es el tema de los estilos de aprendizaje, según Kirschner (2017). “La mayoría de los llamados estilos de aprendizaje están basados en clasificar a las personas en grupos. Sin embargo, los estudios objetivos pocas veces tienen en cuenta que una persona se puede asociar a distintos grupos” (párr.1). Esto implica que a partir de la peculiaridad de cada ser humano, es posible establecer un patrón que integre lo común que existe entre ellos y, según mi punto de vista, el hombre se puede adaptar a un determinado estilo de aprendizaje, pues el individuo no es consciente del estilo con el que aprende eficazmente ya que se deja llevar por cuestiones emocionales, es decir, está ligado a las preferencias del individuo, lo cual implica aspectos subjetivos y no una medición objetiva de sus habilidades reales. Debido a ello, la unicidad de cada individuo no siempre es un reto para producir conocimiento como en el caso anterior ya que el ser humano puede responder a un patrón de aprendizaje ya determinado. Así pues, en las ciencias humanas la particularidad del ser humano constituye retos al producir conocimiento hasta un cierto punto, como la dificultad de identificar patrones en el comportamiento, pero en algunos casos no representa un obstáculo, ya que es el punto de partida para su construcción como en el caso de los estilos de aprendizaje.

En la Historia, ¿En qué sentido las diferentes perspectivas asociadas a la unicidad del hombre representan un reto para la producción del conocimiento compartido? Lo cierto es que reconstruir el pasado mediante el método hermenéutico que se basa en la interpretación de un hecho es una tarea difícil considerando que cada historiador es único lo cual influye en la producción del conocimiento. Al respecto Le Goff (2003). Sostiene. “No se puede tener un relato exacto de los datos históricos, porque hay errores humanos en el hecho de ver y sentir” (s.p.). Es decir, aunque su estudio esté basado en evidencias, el reto es producir un conocimiento consensuado debido a la pluralidad de interpretaciones sobre un mismo acontecimiento histórico (esto no implica la inexistencia de una verdad histórica). Así, por ejemplo, existen posturas contrapuestas respecto al motivo causal del lanzamiento de las bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Por un lado, Stimson aseguraba que el bombardeo buscaba acortar la agonía de la guerra para salvar la vida de miles de americanos, por otro, Alperovitz sostenía que EEUU lo hizo a fin de intimidar a los rusos y expandir su política exterior. Ambas interpretaciones son distintas, luego que los historiadores tienen dificultades al construir un conocimiento consensuado puesto que cada uno interpreta un hecho histórico de acuerdo a sus ideales, contexto o experiencia. Esto implica que la peculiaridad de cada historiador influye en la razón y percepción de cada uno pues, al establecer un conocimiento verídico, el historiador no está totalmente seguro si el conocimiento que ha producido es lo que realmente ocurrió o tan solo es un conocimiento sesgado por su campo de visión a pesar de contar con evidencias. Sin embargo, la individualidad humana puede configurar el principio básico para producir un conocimiento sólido a pesar de la pluralidad de perspectivas. Si bien, producir un conocimiento consensuado constituye un reto, “la historia abomina del determinismo, pero no tolera el azar”. (De Voto, 1953, s.p.). Esto quiere decir que a pesar de que la singularidad del ser humano conlleve a cierta dificultad para establecer una verdad histórica, no significa que no es posible reconstruir el pasado y que todos los hechos históricos son azarosos, ya que la Historia comprende de una relación causa-efecto que no se rige a patrones fijos, pero sigue una secuencia histórica. Por ello, la peculiaridad de cada ser humano no representa un desafío. Por ejemplo, la revolución comunicacional ha hecho que el ser humano pierda su pensamiento autónomo ya que uno ya no piensa, sino es pensado pues, la ideología occidental ha uniformizado la diversidad democrática a través del poder mediático (Feinmann, 2015, s.p.). En este caso la peculiaridad de cada hombre no figuró como un desafío para producir conocimiento ya que resultó una tarea relativamente fácil, pues “Pese a que los humanos son diferentes, lo que tienen en común permite producir conocimiento.” (Locke, 1658, s.p.). Un caso concreto es el poder comunicacional del partido Nazi, pues la propaganda antisemita impulsó el rechazo de los alemanes hacia los judíos por una cuestión racial (Holocaust encyclopedia, 2019, párr.1). Así, la peculiaridad de cada hombre no supuso una dificultad para producir conocimiento debido a que el lenguaje empleado generalizó el conocimiento y sometió al sujeto a ser uno y perder su singularidad. Así, en la Historia, las diversas perspectivas asociadas a la peculiaridad de cada individuo constituyen un reto en el sentido en que limita la producción de un conocimiento consensuado, pero también puede representar el punto de partida para su construcción ya que el conocimiento individual sirve de base para la evolución, cambio o progreso del conocimiento compartido, vale decir, es imprescindible la interacción cognitiva entre los seres humanos.

Está claro que, en las ciencias humanas, la unicidad de cada ser humano constituye un desafío para la producción del conocimiento dado que resulta difícil identificar patrones, pero a la vez la peculiaridad humana conlleva a producir conocimientos compartidos generalizados como en el caso de los estilos de aprendizaje. De igual manera, en la Historia, las diversas interpretaciones limitan la construcción de un conocimiento consensuado por lo que puede representar un desafío para los historiadores; sin embargo, la singularidad humana constituye también el principio básico para producir un conocimiento histórico sólido. Por ello, puedo afirmar que la unicidad de cada ser humano, si bien, constituye un desafío para la producción del conocimiento, también supone un principio para su construcción, lo cual implica que sin el conocimiento individual no sería posible el desarrollo del conocimiento colectivo. 

07 July 2022
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