La Voz De Los Infantes En Un Mundo De Adultos
“¿Tu voz es escuchada en el aula de clases?” Esta es una de las preguntas que actualmente ha causado controversia entre los actores educativos. Cuando estuve en la primaria mi maestra no nos permitía opinar sobre la materia o decisiones que ella tomaba dentro de clases, ya que consideraba que lo que hacía era por nuestro bien. La implicación de esta pregunta va más allá de solo permitir opinar. Escuchar la voz de los niños tiene su importancia, es por ello que aunque existe una Constitución y Leyes que promueven la participación como un derecho de todos y todas, en la mayoría de escuelas aún se inhibe la intervención de algunos infantes, porque se mantiene conceptos históricos sobre la niñez que invisibilizan al niño, porque existen diversas concepciones de los actores educativos sobre cómo desarrollar la participación del infante y porque los docentes no cumplen con las Leyes que establecen los currículos y la Constitución.
Para empezar hay que aclarar la concepción histórica de “niño” que lo ha invisibilizado. La niñez ha sido vista como un proceso de preparación para el futuro. Según Rosano (2013) la infancia se convierte en un viaje, porque se considera como una pre-etapa para llegar a ser maduro. La mayoría de los adultos se apropian de las decisiones de los niños, ya que los consideran seres incapaces e irresponsables para opinar de la sociedad en la que viven. Es por eso que la mirada adulta ha llegado a convertir las opiniones de los infantes en “cosas de niños”. A pesar de que los pequeños tienen otra forma de pensar e interpretar la realidad, se considera que su mentalidad es inocente, por lo tanto sus ideas no son reconocidas por la comunidad que los rodea. Además, los padres han tratado de fragmentar el paradigma de autoritarismo al romper la distancia entre el adulto y el niño. Los pequeños son quienes han debido acomodarse al mundo de los grandes (Gallego-Henao, 2015). En definitiva, el infante debe ser visto como un sujeto que puede participar y no como un objeto que lo manipulen para imponer decisiones de la colectividad.
En segundo lugar, la participación es muy importante en la sociedad para la interacción de los individuos. En la escuela los actores educativos poseen diversas miradas sobre el desarrollo de la participación de los niños. Un ejemplo es la visión de la familia concebida como la primera instancia socializadora (Gallego-Henao, 2015). De modo que, en el hogar los infantes desarrollan habilidades como escuchar, consensuar y opinar, en vista de que estas destrezas posibilitan una intervención adecuada de los infantes dentro del aula de clase. Sin embargo, estas habilidades en la mayoría de ocasiones son difíciles de desarrollar en la escuela, ya que para algunos alumnos existen factores que impiden su intervención dentro del aula, como lo indica Prieto-Parra, los niños no opinan en algunos casos por el miedo a la reacción del docente y la metodología tradicionalista que utiliza el maestro, que impide dar respuestas a dudas de los niños y niñas. (2005). Ahora bien, las instituciones educativas tienen sus propias ideas de cómo permitir participar a los estudiantes. Según Fielding, en la mayoría de las escuelas tienen falsos métodos para cumplir con la participación del alumnado, los cuales son: el diálogo entre alumnos que puede ser en reuniones para elegir un líder estudiantil, la responsabilidad del alumnado otorgado por un docente cuando el estudiante se queda a cargo de la clase ante la ausencia del educador y las opiniones que los alumnos dan sobre las materias, (2010). En síntesis, escuchar la voz de los niños es indispensable, porque de sus opiniones surgen ideas para modificar las metodologías tradicionalistas de aprendizaje, que fomentan el temor de la participación en el aula.
Finalmente, La Constitución establece que la participación en el ámbito escolar es un proceso de igualdad, autonomía y un derecho que debe ser ejercido (normativa sobre los organismos escolares, 2012). Sin embargo, en varios casos se sigue visualizando el incumplimiento al derecho de la participación dentro del aula de clases, ya que algunos docentes imponen sus ideas a los estudiantes. Según Susinos-Rada & Ceballos-López (2012) los educadores toman decisiones que excluyen las opiniones de los infantes, ante lo cual la participación infantil es vista como un acto poco simbólico, porque las disposiciones son tomadas por adultos, dejando a un lado las necesidades de los pequeños. Por otra parte, en el aula también existe una confusa Legislación puesta en práctica por el profesorado, ya que se mezcla el derecho con la obligación a participar en los establecimientos educativos lo cual minimiza la intervención de los infantes. Como respuesta a lo mencionado anteriormente, en el Currículo se establecen actividades que promuevan la participación en el aula, por ejemplo, debates en los que el docente sea un mediador, pero en la vida ordinaria, en la mayoría de casos, no existe el empleo de procesos participativos entre el alumnado. Según Susinos-Rada y Ceballos-López (2012) las actividades que se realizan en clases son inspiradas en una visión minimalista y poco formal, ya que no permiten la intervención del niño en el proceso de la toma de decisiones. En conclusión el niño debe ser una base fundamental en la educación como lo indica la visión constructivista: debe existir la interacción del protagonismo compartido entre docente y alumno, facilitando al estudiante su máxima capacidad de autonomía personal y transformando una clase centrada en enseñanza en una clase enfocada en el aprendizaje. (Santivañez-Limas, s.f.).
En conclusión, la participación infantil dentro de clases es importante, pero ha sido restringida por los adultos. En consecuencia de que aún se mantienen los conceptos históricos de niñez que invisibilizan al niño en la sociedad actual, al considerar al infante con un ser inocente en un mundo de adultos. Además, se han desarrollado diferentes formas de desplegar la participación dentro de clases, al pensar que los niños ya vienen con la habilidad de socialización desde el hogar. Aunque se promulga el derecho de escuchar la voz infantil, los docentes no cumplen con lo establecido en las Leyes de la Constitución. Entonces, “¿Cómo podemos, con nuestras mentes adultas, saber qué será interesante? Si sigues al niño… Puedes descubrir algo nuevo…”. Piaget.