Relaciones entre los Chinos y Españoles en el Siglo XVI -XVIII
Introducción
En este caso nos encontramos con un texto de Antonio García-Abásolo, catedrático de Historia de América en la Universidad de Córdoba, para las XIV Jornadas de Historia en Llenera, conmemorando el quinto centenario del descubrimiento del mar del sur (1513). En este trabajo se habla de las relaciones entre chinos y españoles durante los siglos XVI y XVIII en Manila. Como se menciona en otros trabajos, la expedición de Magallanes que finaliza Elcano (entre 1519 y 1522) abre un periodo de expediciones alrededor del globo en busca de nuevos territorios y rutas comerciales que favorezcan el crecimiento y fortalecimiento del llamado Imperio español.
Desarrollo
La insistencia en llegar a las Molucas o Islas de las especias se remonta a la caída de Constantinopla (y cierre de la ruta intercontinental) y el tratado de Tordesillas que dividió el territorio entre Portugal y España; quedando las actuales islas Filipinas en territorio español. La Corona se estableció colonialmente en estas islas desde 1565 hasta 1898 con el conocido Desastre del 98, que alumbró a toda una generación de artistas (la Generación del 98) preocupados y conscientes de la situación crítica vivida en la guerra contra Estados Unidos. Volviendo al periodo que fue colonia española, estas islas fueron conquistadas por López de Legazpi.
Gracias a Andrés de Urdaneta, se descubre la corriente del tornaviaje al continente americano (actualmente corriente de Kuroshio), ruta principal en la conexión Península Ibérica-Continente Americano-Asia y por donde pasaba el famoso Galeón de Manila del que se habla este texto. Este navío conectaba Manila con Acapulco cargado de especias, telas, porcelana, etc. para vender la mercancía en Europa y traía consigo, de vuelta, la plata y el oro de las minas americanas. El autor explica que un primer momento el explorador Legazpi no sabía si las islas iba a ser un asiento definitivo o una plataforma de expansión hacia China.
Y durante los primeros años, Legazpi preparó el terreno para un posible paso a China que finalmente, tras varios intentos fallidos por vía diplomática y descartada la militar, no se producen. En cambio, Manila se convierte en un punto de unión entre ambas civilizaciones: China y Española. García-Abásolo afirma que difícilmente puede imaginar la supervivencia de la ciudad de Manila sin la presencia china porque gracias a ellos se abasteció la ciudad de gran variedad de productos a cambio de la plata americana que querían, produciéndose una relación de dependencia mutua que, no siempre pacífica, fue más longeva que otras relaciones europeas con este mundo asiático.
Filipinas estaba estructurada como una provincia dependiente del Virreinato de Nueva España (México), aunque en la práctica el gobernado, dada la larga distancia, actuaba de manera independiente. Los contactos Madrid-Manila, ejemplifica el autor, podían tardar hasta tres años. La administración de justicia la ejercía la Audiencia y la administración eclesiástica un arzobispo que, junto al gobernador, residían en Manila. Los demás distritos eran administrados por gobernadores locales (o alcaldes mayores) e, incluso en las zonas más alejadas, por misioneros. El Galeón de Manila era un gran navío seguro, aunque poco ágil, que necesitaba repararse antes de atravesar el pacífico en los dos puertos de su ruta (Acapulco y Manila).
La partida de Manila solía hacerse entre mediados de junio y mediados de julio con toda una ceremonia de partida en la que el gobernador otorgaba las licencias correspondientes, el arzobispo bendecía el barco y una procesión llevaba desde el convento al vacío una imagen de la Virgen del Rosario. Este complicado viaje contaba con la fuerza de los vientos huracanados para empujar al galón en su camino, sin embargo, en ocasiones estos causaron naufragios y arribadas que daban lugar a desastrosas consecuencias para la población de Manila. El autor explica que, para la alimentación en el largo viaje de aproximadamente medio año.
Era necesaria la embarcación de grandes cantidades de alimentos no perecederos, así como animales vivos y frutas para, al menos, la primera parte del trayecto. Además, menciona, que los viajeros se entretenían con apuestas relativas a la travesía, pues estaban prohibidos los juegos de azar y naipes, y representaciones organizadas por la tripulación que consistían en parodias de juicios de las autoridades del galeón. Dicho esto, cabe mencionar que las relaciones entre españoles y chinos no fueron siempre pacíficas. Los españoles se debatían entre la necesidad y el temor a los chinos, quienes fueron protagonistas de varios alzamientos que terminaron con su expulsión y progresiva vuelta a la normalidad.
Conclusión
Finalmente, se decide hacer una purga de aquella población china no conversa o mestiza a modo de colador para impedir estos alzamientos y favorecer la asimilación entre personas de culturas completamente diferentes. Oficialmente, el proceso de expulsión de los chinos no cristianos terminó en 1755. En Manila se creó una relación de dependencia entre chinos y españoles que, pese a ser principalmente pacífica, dio lugar a tensiones y levantamientos que terminaban con la expulsión de los chinos temporalmente porque se convirtieron en un agente imprescindible para la supervivencia de la isla filipina. Optando, ante esta situación, la medida exclusiva de no conversos o mestizos en la isla.