Martin Luther King Tengo Un Sueño
Introducción
Pastor baptista estadounidense, defensor de los derechos civiles. La larga lucha de los norteamericanos de raza negra por alcanzar la plenitud de derechos conoció desde 1955 una aceleración en cuyo liderazgo iba a destacar muy pronto el joven pastor Martin Luther King.
Su acción no violenta, inspirada en el ejemplo de Gandhi, movilizó a una porción creciente de la comunidad afroamericana hasta culminar en el verano de 1963 en la histórica marcha sobre Washington, que congregó a 250.000 manifestantes. Allí, al pie del Lincoln Memorial, Martin Luther King pronunció el más célebre y conmovedor de sus espléndidos discursos, conocido por la fórmula que encabezaba la visión de un mundo justo: I have a dream, Tengo un sueño
Pese a las detenciones y agresiones policiales o racistas, el movimiento por la igualdad civil fue arrancando sentencias judiciales y decisiones legislativas contra la segregación racial, y obtuvo el aval del premio Nobel de la Paz concedido a King en 1964. Lamentablemente, un destino funesto parece arrastrar a los apóstoles de la no violencia: al igual que su maestro Gandhi, Martin Luther King cayó asesinado cuatro años después.
Desarrollo
Hijo de un ministro baptista, Martin Luther King estudió teología en la Universidad de Boston. Desde joven tomó conciencia de la situación de segregación social y racial en que vivían los negros de su país, y en especial los de los estados sureños. Convertido en pastor baptista, en 1954 se hizo cargo de una iglesia en la ciudad de Montgomery, Alabama.
Con su esposa, Coretta Scott, y su primera hija
Muy pronto dio muestras de su carisma y de su firme decisión de luchar por la defensa de los derechos civiles con métodos pacíficos, inspirándose en la figura de Mahatma Gandhi y en la teoría de la desobediencia civil de Henry David Thoreau, las mismas fuentes que por aquellos mismos años inspiraban la lucha de Nelson Mandela contra el apartheid en Sudáfrica. En agosto de 1955 una humilde modista negra, Rosa Parks, fue detenida y multada por sentarse en la sección reservada para blancos de un autobús; King dirigió un masivo boicot de más de un año contra la segregación en los autobuses municipales.
La fama de Martin Luther King se extendió rápidamente por todo el país y enseguida asumió la dirección del movimiento pacifista estadounidense, primero a través de la Southern Cristian Leadership Conference y más tarde del Congress of Racial Equality. Asimismo, como miembro de la Asociación para el Progreso de la Gente de Color, abrió otro frente para lograr mejoras en sus condiciones de vida.
En 1960 aprovechó una sentada espontánea de estudiantes negros en Birmingham, Alabama, para iniciar una campaña de alcance nacional. En esta ocasión, Martin Luther King fue encarcelado y posteriormente liberado por la intercesión de John Fitgerald Kennedy, entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, pero logró para los negros la igualdad de acceso a las bibliotecas, los comedores y los estacionamientos.
En el verano de 1963, su lucha alcanzó uno de sus momentos culminantes al encabezar una gigantesca marcha sobre Washington en la que participaron unas 250.000 personas, ante las cuales pronunció el discurso hoy titulado I have a dream (Tengo un sueño), una bellísima alocución en favor de la paz y la igualdad entre los seres humanos. King y otros representantes de organizaciones antirracistas fueron recibidos por el presidente John F. Kennedy, quien se comprometió a agilizar su política contra el segregacionismo en las escuelas y en la cuestión del desempleo, que afectaba de modo especial a la comunidad negra.
Martin Luther King se dirige a la multitud en la marcha sobre Washington
No obstante, ni las buenas intenciones del presidente, quien moriría asesinado meses más tarde, ni el vigor ético del mensaje de Martin Luther King, premio Nobel de la Paz en 1964, parecían suficientes para contener el avance de los grupos nacionalistas de color contrarios a la integración y favorables a la violencia, como Poder Negro, Panteras Negras y Musulmanes Negros. La permeabilidad de los colectivos de color a la influencia de estos grupos violentos ponía en peligro el núcleo del mensaje de King, el pacifismo.
En marzo de 1965 encabezó una manifestación de miles de defensores de los derechos civiles que recorrieron casi un centenar de kilómetros, desde Selma, donde se habían producido actos de violencia racial, hasta Montgomery. La lucha de Martin Luther King tuvo un final trágico: el 4 de abril de 1968 fue asesinado en Memphis por James Earl Ray, un delincuente común de raza blanca.
Mientras se celebraban sus funerales en la iglesia Edenhaëser de Atlanta, una ola de violencia se extendió por todo el país. Ray, detenido por la policía, se reconoció autor del asesinato y fue condenado con pruebas circunstanciales. Años más tarde se retractó de su declaración y, con el apoyo de la familia King, pidió la reapertura del caso y la vista de un nuevo juicio.
Martin Luther King entendió como una condición esencial de la dignidad humana la igualdad racial, la cual se hallaba por otra parte legitimada, en el plano político, por los principios de la democracia de la cual siempre se declaró partidario, y en el plano moral, por los principios religiosos. En consecuencia, la acción destinada a la conquista de los propios derechos no debía ser considerada jamás como subversiva ni revolucionaria.
King no proclamaba la violación de la ley, sino que sostenía que no pueden obedecerse leyes injustas, porque éstas se oponen a la ley moral. Señalaba el camino del amor en contraposición a la inactividad de los negros pasivos y al odio exasperado de los nacionalistas. Y se dolía de no haber sido ayudado y comprendido por la iglesia blanca.
En este sentido, King adaptó y desarrolló el concepto de Gandhi de la no violencia, que supo aplicar de forma creativa en una serie de campañas antisegregacionistas que le convirtieron en el líder más prestigioso del movimiento americano para los derechos civiles, le valieron la concesión en 1964 del premio Nobel de la Paz y provocaron su asesinato a manos de un racista fanático en 1968.
Tras su fallecimiento, el movimiento negro estadounidense emprendió un camino más abiertamente revolucionario y violento, alejado de la inspiración cristiana y liberal de King, cuya memoria, a pesar de todo, sigue siendo venerada y amada por las masas de desheredados de su raza. El mismo año del Nobel, el presidente Lyndon Johnson, sucesor de Kennedy tras el magnicidio, promulgó la ley de derechos civiles, que consagraba la igualdad de todos los ciudadanos.
Según King, los negros tenían que abandonar su abstracta neutralidad política para estrechar alianzas electorales y apoyar a los candidatos dignos de confianza, porque ‘la influencia de los negros en el poder político es importante’. Solamente entonces se alcanzaría la verdadera meta de la libertad, porque el destino de los negros está unido al de toda América.
Sus principios quedaron expresados, además de en la célebre Carta desde la prisión de Birmingham 1963, publicada por la revista francesa Esprit en 1964, en numerosas obras entre las que destacan La fuerza de amar y El clarín de la conciencia, en las que a menudo su prosa, inspirada en la tradición bíblica del protestantismo anglosajón, alcanza momentos de altísima emoción y humanidad.
Mención aparte merece Por qué no podemos esperar, en la medida en que la exposición de su credo político se alterna en esta obra con una apasionada evocación de los hechos del verano de 1963 vividos por el propio autor como protagonista de gran valor como testimonio histórico. El libro es la historia de la liberación de un pueblo, obtenida mediante el empleo de ‘un arma potente y justa… que corta sin herir y ennoblece al hombre que la empuña’: la no violencia.
Pese al valor de su obra escrita, ninguno de sus textos despertó la universal admiración del más famoso de sus discursos: el que pronunció el 28 de agosto de 1963 ante los 250.000 integrantes de la marcha sobre Washington, al pie del Monumento a Abraham Lincoln, el presidente que, un siglo antes, había abolido la esclavitud:
‘Hace cien años, un gran americano, bajo cuya sombra simbólica nos encontramos hoy, firmó la Proclamación de la Emancipación. Este trascendental decreto apareció como un gran fanal de esperanza para millones de esclavos que habían sido marcados con el fuego de una flagrante injusticia. Llegó como el amanecer jubiloso de la larga noche de su cautividad. Pero cien años después, la América de color sigue sin ser libre.’
Considerado una obra maestra de la oratoria, el nombre con que este discurso es conocido procede de su parte central, en la que reiterando la fórmula I have a dream Tengo un sueño, Martin Luther King eleva a la condición de ideal la simple materialización de la igualdad: ‘Sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán algún día en una nación donde no se les juzgará por el color de su piel sino por las cualidades de su carácter’.
Valioso tanto como condensada expresión de sus principios como por su impresionante altura emotiva, su vigencia sigue conmoviendo más de medio siglo después. “I Have a Dream”o, en español, “Yo tengo un sueño”, es un discurso que fue pronunciado por el estadounidense Martin Luther King, el día 28 de agosto de 1963, al final de la marcha de Washington. Es considerado un hito fundamental en la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos.
El discurso de Martin Luther King tenía como objetivo denunciar los atropellos y abusos sufridos por los afroamericanos debido al conflicto racial de los últimos cien años de historia estadounidense, y exigir la justicia y la libertad a que tenían derecho como ciudadanos norteamericanos. Es un discurso profundamente optimista, esperanzador, que propone el ideal de una sociedad fundamentada en los valores de la igualdad y la fraternidad, con pleno reconocimiento de los derechos civiles y las libertades individuales de la comunidad afroamericana.
Martin Luther King inicia el discurso recordando la figura del presidente estadounidense Abraham Lincoln, quien cien años antes había abolido la esclavitud. No obstante, se lamenta, pues ese siglo de historia ha demostrado que los afroamericanos continúan sin ser libres en los Estados Unidos, que continúan siendo relegados y segregados.
En ese sentido, se refiere a la deuda histórica de Estados Unidos con la comunidad afroamericana en los términos de un cheque que aún no ha sido pagado y cuyo pago constituye el reconocimiento del derecho a la libertad, la seguridad y la justicia que exigen pacífica pero firmemente. Recuerda a sus seguidores la necesidad de seguir avanzando en su propósito hasta que se haga justicia, pese a las dificultades, a la situación de injusticia generalizada y a los tensos escenarios que se vivían en el país a causa del racismo.
Sin embargo, dice, a pesar de todas las adversidades y los obstáculos, “tengo un sueño”, un sueño de justicia e igualdad, de fraternidad entre blancos y negros, un sueño en que las barreras de la segregación racial sean superadas, para que un día en Estados Unidos el sueño de la libertad y la igualdad de derechos para todos los ciudadanos, tal como lo recoge la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, donde se afirma “que todos los hombres han sido creados iguales”, sea posible.
Contexto histórico-social
El año de 1963 se cumplía cien años de la Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln, con la cual se ponía fin a la esclavitud. En este escenario, tuvo lugar una multitudinaria manifestación pacífica que marchó sobre Washington, coordinada por organizaciones sindicales, religiosas y defensoras de derechos civiles. Su lema era “empleo, justicia y paz”. Su objetivo era exigir reivindicaciones sociales para la comunidad afroamericana del país. En aquellos días, en Estados Unidos vivía una tensa situación social producto de la segregación racial, más aguda en los estados del sur.
A los negros se les negaban muchos de los derechos y libertades civiles: aún no podían votar en algunos estados, eran descartados de algunos empleos debido a su color, no podían entrar en ciertos locales, sus hijos no podían asistir a ciertas escuelas para blancos, eran víctimas constantemente del abuso policial y, por si esto fuera poco, desde hacía casi un siglo eran perseguidos por una organización extremista de orientación racista y xenófoba conocida como el Ku Klux Klan, autora de atroces crímenes contra los afroamericanos.
Ese día, 28 de agosto de 1963, más de 200 mil personas se congregaron en torno al Monumento a Lincoln para escuchar el discurso que cerraba la manifestación a cargo del pastor Martin Luther King. Estas acciones fueron determinantes para la aprobación, un año después, de la Ley de Derechos Civiles y de la Ley de Derecho al Voto en 1965.
Conclusión
El tercer lunes de enero de cada año, en Estados Unidos, se rememora al hombre que luchó por la igualdad civil de los afroamericanos y por acabar con la segregación racial. Monumento a Martin Luther King, Jr. durante la novena presentación anual de la corona y el Día de reflexión y reconciliación, en Washington, el lunes 20 de enero de 2020.
“Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”, fueron las palabras con las que Martin Luther King abrió uno de los discursos más famosos y recordados de la historia, el 28 de agosto de 1963. El discurso fue considerado como definitorio en el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos.
El día de Martin Luther King, la única fiesta de Estados Unidos que rememora a un afroamericano, se celebra el tercer lunes de enero de cada año, en la fecha de nacimiento de King, el 15 de enero de 1929. Desde 1971, varias ciudades comenzaron a conmemorar el día de King. Sin embargo, fue hasta 1983 que el presidente Ronald Reagan lo proclamó fiesta federal, entrando en vigencia desde 1986. Desde 2000, todos los estados lo conmemoran. Esta fecha no sólo rememora al pastor y activista oriundo de Atlanta, sino que también es una oportunidad para promover la igualdad de derechos en el país norteamericano.
Dejo un legado antidiscriminatorio perpetuo en Estados Unidos, que le valió reconocimientos post-mortem como luchador insigne de la no violencia: la Medalla Presidencial de la Libertad por Jimmy Carter en 1977 y la Medalla de oro del congreso de los Estados Unidos en 2004. Aunque desde 1986 Estados Unidos celebra el Día de Martin Luther King Jr., la discriminación a la población negra, los movimientos racistas que han permeado las estructuras de poder y la violación de los derechos civiles siguen cultivando el racismo y las desigualdades en el país norteamericano.
Bibliografía
- COHELO, F. (2008). DISCURSO .
- Ruiza, M. F. (2004). MARTIN LUTHER KING.
- Video de motivación
- Martin Luther King NO tuvo un
- “Martin Luther King NO tuvo un