Mis Héroes en la Obre de Don Quijote

Una de las cuestiones más polémicas que ha estado debatida por algunos críticos posteriores sobre el Quijote recae en la pregunta de: ¿Es el Quijote un héroe o un antihéroe? En este análisis no pretendo responder a esta pregunta con una respuesta clara, ya que hay motivos para creer que ambas opciones son posibles, no a la vez, pero si prácticamente con el mismo peso en los argumentos de ambas partes.

Teniendo en cuenta la intencionalidad del autor de parodiar a las novelas de caballería y la crítica a la nobleza del momento, podríamos empezar diciendo que Don Quijote no es un héroe. En su inicio, Cervantes escribe la obra para sus contemporáneos, y estos, mediante los recursos literarios como la ironía, que está presente a lo largo de la obra “Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. Capítulo IV (pp. 54-55)”, y la parodia, con las constantes referencias de las gestas, aventuras o momentos de la vida de los caballeros que tanto anhela imitar (como a Amadís de Gaula respecto al amor, Palmerín de Inglaterra, Felixmarte de Hircania, Cirongilio de Tracia, El Cid o Alejandro Magno como referentes caballerescos en algún momento de su vida o sus gestas), lo pueden llegar a considerar un loco, una comedia e incluso una ofensa para la nobleza, pero siempre con una valoración negativa o peyorativa. Que realmente fue uno de los motivos de su éxito, romper con la tradición literaria anterior parodiándola (además de muchas otras cosas novedosas como los diálogos entre los diferentes géneros novelescos como la picaresca “Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. Capítulo IV (pp. 48-51) o Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. Capítulo XXII (pp. 205-209)”.

Esa es, supuestamente, la forma en la que el público de la época construía la imagen del Quijote a través de las descripciones del autor y de las acciones del personaje. Las descripciones eran muy negativas, siempre con esa impresión de ridiculizar al personaje comparando los elementos caballerescos con los que se equipa, como la armadura, el caballo o la lanza con utensilios del día a día de los campesinos en un estado más bien deplorable: “Y lo primero que hizo, fue limpiar unas armas, que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vió que tenían una gran falta, y era que no tenía celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada, que encajada con el morrión, hacía una apariencia de celada entera. Es verdad que para probar si era fuerte, y podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada, y le dió dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana: y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y por asegurarse de este peligro, lo tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro de tal manera, que él quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin querer hacer nueva experiencia de ella, la diputó y tuvo por celada finísima de encaje. Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real, y más tachas que el caballo de Gonela, que tantum pellis, et ossa fuit, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. Capítulo I (pp.30-31)”. Esta no es la imagen de héroe descrita en las novelas caballerescas, los héroes caballerescos se caracterizan por su imagen que se van labrando con el paso de las gestas que van llevando a cabo a lo largo de su vida, la mayoría empiezan desde una alta posición de la nobleza y eso les da una ventaja económica más que clara respecto a este noble de segunda equipado con lo mencionado y acompañado de un caballo que mejor no mirarle el dentado. De todas formas, si ponemos atención en la descripción del personaje en sí, no hay mucho detalle, la imagen del protagonista se va creando y formando a medida que avanza el libro, y tampoco podemos hacer una descripción física ni mental profunda del personaje, ya que se construye mediante acciones, dejando así libertad al lector para imaginarse al protagonista como más guste. Esto ha creado mucha controversia a la hora de analizar el personaje de Don Quijote, ya que al no quedar claro hay múltiples interpretaciones (una más apoyadas que otras) pero ninguna tiene razón, pues el autor en su obra, o bien no lo plasmó de la forma correcta o bien lo que se dice “el personaje se le fue de las manos”, es decir, el personaje creó una personalidad e imagen propia independientemente de la idea inicial del autor.

No podemos dejar de lado que a lo largo del libro Don Quijote busca el reconocimiento por sus acciones, y al no ser tomado en serio este obliga a los que ha salvado o ayudado en su gesta a informar a Dulcinea del Toboso de los logros que el caballero que partió en busca de aventuras para conquistar su corazón con el fin de estar al corriente de la situación. Cosa que en las novelas caballerescas no ocurre, debido a que las gestas del propio héroe hablan por sí solas, y la fama del mismo se expande a través de sus logros, no de publicidad extorsionada “Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. Capítulo XXII (pp. 208-209)”.

La figura de Dulcinea del Toboso, la supuesta dama que tiene el corazón del Quijote, es una decepción literiaria desde el punto de vista de la caballería, ya que es una campesina que apenas sale en la obra y lo poco que sale no es descrita como una belleza por el autor, solo por Don Quijote. Además, su carácter es rudo y tosco, muy bruta, ya que es una mujer de pueblo endurecida por el duro trabajo de la tierra y las labores de casa durante años. Cuando las damas o esposas de los caballeros que tanto respeto tiene el Quijote, son nobles de clase alta, princesas, bellas mujeres, hijas de hombres poderosos… lo que vendría siendo el ideal de mujer refinada del momento, con algunas excepciones donde estas damas hacían uso de sus habilidades para ayudar al héroe en algún momento concreto. Pues ninguna de esas características coincide con el personaje de Dulcinea, y lo curioso es el papel que desempeña, ya que en la mente de Don Quijote es una imagen totalmente distinta a la realidad, ya que ni se llama Dulcinea y ni siquiera es consciente de que tiene a un “caballero andante realizando gestas” en su nombre. No es hasta más adelante cuando sabemos esto, ya que es gracias al dialogo que tiene Sancho con ella.

El tema de la honra y el honor es una de las pocas cosas que conserva muy bien de las novelas caballerescas, el problema viene cuando después de, normalmente, una humillante derrota o un fracaso, durante el viaje de vuelta le justifica a Sancho el motivo de su desdicha. Estas justificaciones suelen ser obra de magos o coincidencias no muy creíbles, excusas para salir del paso y librarse de la culpa de haber fracasado. Esta actitud que podría catalogarse de cobarde no es, ni por asomo algo que un héroe diría, pues los héroes caballerescos cargan con sus errores para no volverlos a cometer o aprender de ellos. Además, esto hace que, en el momento de triunfo, enmienda estos errores y realza aún más su figura triunfante, de esta forma el héroe queda más dignificado por su gloria y victoria.

En algunos momentos del libro como en el capítulo de los galeotes, Don Quijote maldice y pierde los estribos delante de los “ingratos” que no le hacen caso “don hijo de la puta, don Ginesillo de Parapillo, o como os llamáis, que habéis de ir vos solo rabo entre piernas con toda la cadena a cuestas.” Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. Capítulo XXII (pp. 209). Pues en este momento se ve como pierde la compostura de la que tan orgullosos están los héroes caballerescos de tener, que les ayuda a superar los momentos más difíciles y duros de sus aventuras. A esto se suma el uso de la razón, a pesar de los múltiples debates filosóficos a lo largo de la obra con Sancho, Don Quijote no posee esa característica de protagonista estratega, paciente y de ideas claras (en según qué situaciones). Este déficit de cordura se suma a la lista de rasgos de “como no ser un héroe caballeresco”.

Para acabar, esta lista, añadir la falta de fidelidad de una figura poderosa de este caballero, ya que, en alguna ocasión, sobre todo cuando pierde los estribos, maldice a la Iglesia, la Santa Inquisición, a Dios y al rey. Dejando a este caballero solitario recorrer las tierras sin una figura poderosa ala que complacer, todas sus aventuras son justificadas por el amor hacia Dulcinea del Toboso. Esto es más habitual de las novelas caballerescas, realizar gestas para impresionar a la amada, pero volvemos al caso de que esta amada es una noble envuelta por un muro que solo puede ser atravesado con el prestigio otorgado por las victorias y reconocido por una figura de poder como el rey, el padre o la persona a cargo de la muchacha.

Hasta aquí los motivos del Quijote como no héroe caballeresco, veamos la otra cara del Quijote como héroe, aunque el término correcto sería antihéroe. Como hemos podido ver, el Quijote tiene motivos suficientes para no ser un héroe, pero eso es debido al punto de vista utilizado, hemos estado hablando del autor y del público contemporáneo a la obra, pero, ¿y si trasladáramos la historia del Quijote a nuestra época?

La imagen del héroe ha ido cambiando a lo largo de los años en la literatura, convirtiendo a los protagonistas en personajes cada vez más cotidianos o que al menos somos capaces de conectar o empatizar con ellos, haciendo que cojamos cariño y respeto hacia ellos. Ya sea por su situación, su contexto, su personalidad o sus acciones, el personaje nos llega y llegamos a desarrollar un sentimiento de afecto hacia él. Esto ocurre con el personaje de Don Quijote en los tiempos modernos. El público actual, dentro de sus múltiples opiniones y variables, es capaz de ver a nuestro protagonista como un héroe revolucionario, que lucha por sus ideales contra el mundo. A menudo está solo, ya que sobre todo al principio, Sancho se muestra muy escéptico a las historias y fantasías de su amo. Esta actitud del individuo contra el mundo, de imponer tus ideales sobre una sociedad que no comparte tu punto de vista, es una de las temáticas más valoradas actualmente por gran parte de la población. Un personaje que no tiene el as de ganar y aun así, a pesar de las adversidades de la vida, el destino o el azar sigue luchando y esforzándose en cada paso para llegar a su objetivo. Esta mentalidad es completamente ajena a su tiempo, el concepto de antihéroe no es, ni de lejos, algo que podría pensarse en aquella época (otro motivo más por el cual da que pensar que el personaje se escapó del autor).

Bibliografía

  1. Cervantes M. (2015): Don Quijote de la Mancha. (Edición conmemorativa IV centenario de Cervantes). España. Real Academia Española. Alfaguara.
  2. Eisenberg, Daniel. (1998.) Cervantes y Don Quijote. Barcelona. Montesinos.
  3. https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?pid=S071822952005000200008&script=sci_arttext&tlng=en – 23/4/2018
07 July 2022
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