Pensamientos Y Situaciones De Sufrimiento en las Personas Mayores
Introducción
Me encuentro confinado en mi casa por un enemigo que desconoce la piedad, pero que me da la oportunidad de “conversar”, y por ello, quisiera describir mi pensar, escribiendo sobre sentimientos y posturas personales respecto a conceptos que afectan a un núcleo fundamental de la sociedad: Los mayores. Entendiendo que, un día más, el Gran Creador pone su mano sobre mí, me abstraigo, y recuerdo una de mis rutinas, antes de esta situación de confinación en la que me encuentro, aprovechando para dejar salir un sentir sobre la vida tal como nos lo permite nuestro organismo.
Desarrollo
Quisiera expresarme como si fuera ese ayer, porque también será hoy. Hoy he ido a andar por el “circuito”, es decir desde el RC de Regatas de Alicante al Tiro Pichón de la Ciudad, aproximadamente, 55 minutos, a mi marcha, ida y vuelta. Mientras daba un paso y otro veía a la gente, unos andando, como yo, otros corriendo, jóvenes y mayores, y todos acompañando a la brisa del mar que nos iba despejando de esos gérmenes alérgicos, que la sequedad y otros ambientes artificiales o naturales, nos someten con sus caprichosos estornudos y lagrimeos.
Veía a los barcos luchando contra sus amarras porque el viento imponía su ley, pero fieles a su cometido, se mantenían en sus puestos de amarre, esperando que sus dueños los liberasen de ellas y volver a surcar, grácilmente las aguas alborotadas, que, en esos momentos, saltaban en la bahía del puerto. De pronto me da por pensar que me siento VIVO, y esta reflexión, me martillea en la cabeza con tres sensaciones muy distintas, que muchos, muchos seres humanos padecemos o hemos padecido: Miedo, sufrimiento, vejez.
Está claro que el miedo existe, se tiene, se le vive, se le siente y se le padece; por ¿cuánto tiempo?, cuestión personal, pero, y si al miedo le acompaña la percepción de vejez, además de evidente realidad, como complemento no deseable, pero encastrado en el ser de cada uno como una verdad insuperable que limita la plena felicidad, entonces, esa dualidad facilita que emerja la sombra de la desgracia; y, sin embargo, hay otro aditivo más que viene a ser el compañero perfecto a esos dos sentimientos, el sufrimiento.
Yo sí, tengo miedo al miedo, y por eso mismo estoy alerta y lo supero cada vez que esa penumbra pretende “arrebujarme!. Sé vencerlo. No me “achica”, le planto cara. Le minimizo y lo aparto de mi alma y de mi entorno, con todas mis fuerzas. De la vejez diré que sí, me siento y soy mayor, pero no viejo, distingo que: quien tiene mucha edad, es viejo, perdió la jovialidad, se es mayor cuando, en su agenda del día a día, tiene proyectos, obligaciones, cumplimientos de mañana, pasado o la semana que viene; pero, se es viejo cuando su agenda está en blanco y solo vive pensando en los ayeres.
Puedo hacer y decir muchas cosas, unas mejor que otras, y sin duda en muchas por encima de la media de los mortales, me conozco, por lo tanto, no es un problema, de momento, y cuando, realmente sea viejo, viejo, seré, eso, simple y llanamente viejo, sin más y sin menos. Pero, hoy, a estas fechas soy un hombre mayor con mucha vida por delante, al menos es lo que deseo con toda mi alma, y que si lo viéramos desde el punto de vista de la física cuántica ni que decir. Seguiré haciéndome mayor, camino de mi vejez, con ilusión y pacíficamente.
Entonces, no entiendo ¿Por qué existe una parte de mis congéneres que quieren apartarnos o que yo, me aparte voluntariamente de la vida, o que no quieran darme la oportunidad de ser “rentable” a la sociedad?, porque, además de haber contribuido a tenerla tal como la estamos viviendo actualmente, todos, de cualquier edad, condición o situación la han hecho realidad, y, en mi caso, todavía me veo que puedo transmitir muchas, muchas, experiencias y conocimientos aprovechables, pero ¿Y el sufrimiento?, cuando te agarra de forma “without mercy”, sin misericordia y te estruja.
Pues inmediatamente disminuirlo, y he aprendido a hacerlo y a dominarlo, e incluso, como convivir con él, si es necesario. No es un problema irresoluble, es, simplemente, hacerle frente y mirar con firmeza “sus ojos rojos de sádico” De estas tres sensaciones personales e intransferibles, únicas e intransferibles para todo ser humano, la que más mediatiza y determina actitudes y comportamientos es el miedo. El tener miedo no es malo. El dejarse dominar por él sí es malo. Es enfermizo, pero, la humanidad tiene el mejor de los antídotos, el amor, que ahuyenta al miedo.
Y recíprocamente, el miedo ahuyenta al amor. Y no solo al amor, el miedo expulsa; también, a la inteligencia, la bondad y a todo pensamiento de belleza y verdad, solo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre/mujer su humanidad misma. No hay que tener miedo, es decir, hay que estar en guardia, miedo al miedo, pero si se llega a tener superarlo inteligentemente. Se tiene uno que esforzar tozudamente y así aventajar a cualquier barrera psíquica y física, dentro de las posibilidades de cada uno, y si es necesario, con la ayuda práctica si se hace imprescindible.
Conclusión
El esfuerzo para alcanzar alguna meta u objetivo limpio y solidario, desde que era muy pequeño y empecé a pensar por mí mismo, entendí, que debía ser creativo y digno, que cuando no puedo o no lo hago cuando debiera y esa sensación de egoísmo se me muestra en toda su plenitud, e inmediatamente, siento, que algo debo corregir y lo intento, porque, en mi interior, me incita a compartir, y mientras pueda, ese todo de muchas experiencias, las intentaré hacerlas partícipes.